Daniel 10:8 - Biblia Version Moderna (1929) Por manera que yo fuí dejado solo; y cuando ví esta gran visión, no quedó en mí esfuerzo, y mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. Biblia Nueva Traducción Viviente De modo que quedé allí solo para contemplar tan sorprendente visión. Las fuerzas me abandonaron, mi rostro se volvió mortalmente pálido y me sentí muy débil. Biblia Católica (Latinoamericana) Seguí contemplando solo esa gran visión. Estaba sin fuerzas, mi rostro había cambiado de color y perdí el control de todos mis sentidos. La Biblia Textual 3a Edicion Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en abatimiento, y no tuve vigor alguno. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Me quedé yo solo contemplando esta gran visión; pero me fallaron las fuerzas, se me desfiguró el rostro y perdí el vigor. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí; antes mi fuerza se me cambió en debilidad, sin retener vigor alguno. |
Por lo cual dijo Moisés: Ahora pues me desviaré para contemplar este gran espectáculo, y ver por qué causa no se consume la zarza.
Y he aquí que una como semejanza de los hijos de los hombres me tocó los labios; luego abrí mi boca, y hablé, y dije al que estaba delante de mí: ¡Señor mío, con la visión me acometieron de repente mis dolores, y no he retenido fuerza alguna!
¿Cómo pues podrá el siervo de este mi señor hablar con este mi señor? que en cuanto a mí, al instante no fué dejado en mí esfuerzo, ni aliento siquiera se me ha quedado.
¶Aquí tuvieron fin sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron mucho, y palideció mi rostro: pero guardé el asunto en mi corazón.
¶Y yo Daniel quedé sin fuerzas, y estuve enfermo algunos días; después me levanté, y me puse a despachar los negocios del rey: pero estaba asombrado de la visión; mas no hubo quien la explicase.
Y le ví llegarse junto al carnero, y, exasperado contra él, hirió al carnero, y quebró sus dos cuernos: y no tuvo el carnero poder para mantenerse delante de él; por lo cual le derribó en tierra, y le holló; y no hubo quien librase al carnero de su mano.
¡Oí, y conmoviéronse mis entrañas! a tal voz temblaron mis labios, entróse la podredumbre en mis huesos, y yo temblaba dentro de mi mismo, para que pudiese esperar descanso en el día de la aflicción: cuando viniere él al pueblo, lo invadirá con sus tropas.
Y oyendo esto losdiscípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera.
porque no sabía lo que debía decir; pues estaban sobrecogidos de temor.
He aquí que viene la hora, y ya ha llegado, en que seréis dispersados, e iréis cada cual a lo suyo propio, y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Y para que yo no fuese ensalzado desmedidamente, a causa de la grandeza de las revelaciones, me fué dada una espina en mi carne, un mensajero de Satanás, que me abofetease, a fin de que yo no fuese ensalzado desmedidamente.
Y cuando le ví, caí ante sus pies como muerto; y él puso su diestra sobre mí, diciendo: No temas; yo soy el Primero y el Postrero: