El anciano y el hombre respetable son la cabeza, y el profeta que enseña mentiras es la cola;
Apocalipsis 9:19 - Biblia Version Moderna (1929) Pues que el poder de los caballos en su boca está, y en sus colas; porque sus colas son parecidas a serpientes, y tienen cabezas; y con éstas hacen daño. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban. Biblia Nueva Traducción Viviente El poder de estos caballos estaba en la boca y en la cola, pues sus colas tenían cabezas como de serpiente, con el poder para herir a la gente. Biblia Católica (Latinoamericana) Es temible la boca de los caballos, pero también lo son las colas. Pues las colas son como serpientes y terminan en cabezas con las que causan daño. La Biblia Textual 3a Edicion Pues el poder° de los caballos está en sus bocas y en sus colas, porque sus colas son semejantes a serpientes, que tienen cabezas, y con ellas dañan. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues el poder de los caballos está en sus fauces y en sus colas. Sus colas son semejantes a serpientes provistas de cabezas con las que causan daño. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque su poder está en su boca y en sus colas; porque sus colas eran semejantes a serpientes, y tenían cabezas, y con ellas dañan. |
El anciano y el hombre respetable son la cabeza, y el profeta que enseña mentiras es la cola;
para que ya no seamos niños, fluctuando de acá para allá, y llevados en derredor por todo viento de enseñanza, por medio de las tretas de los hombres, y su astucia en las artes sutiles del error;
Y tenían colas parecidas a las de los escorpiones, y aguijones; y en sus colas consistía su poder para hacer daño a los hombres cinco meses.
Por medio de estas tres plagas fué muerta la tercera parte de los hombres; es decir, por el fuego y el humo y el azufre que salían de las bocas de ellos.
Y el residuo de los hombres, los que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos, para dejar el culto de los demonios, con los ídolos de oro, y de plata, y de bronce, y de piedra, y de palo; los cuales no pueden ni ver, ni oír, ni andar;