Eras el querubín ungido que cubrías con tus alas; yo te constituí para esto; en el santo monte de Dios estabas; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Apocalipsis 18:16 - Biblia Version Moderna (1929) diciendo: ¡Ay, ay de aquella gran ciudad, que iba vestida de lino fino blanco y de púrpura, y de escarlata, y adornada de oro, y de piedras preciosas, y de perlas; Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! Biblia Nueva Traducción Viviente «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y lino escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas! Biblia Católica (Latinoamericana) dirán a gritos:
'¡Ay, ay, de la Gran Ciudad, la que se vestía de lino, púrpura y escarlata y resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas!' La Biblia Textual 3a Edicion diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estuvo vestida de lino fino, y de púrpura, y de escarlata, y adornada con oro, y piedras preciosas, y perlas, Biblia Serafín de Ausejo 1975 y diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, la que se vestía de lujo, púrpura y escarlata, la que se adornaba con oro y piedras preciosas y perlas! Biblia Reina Valera Gómez (2023) y diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino y de púrpura y de escarlata, y adornada con oro y piedras preciosas y perlas! |
Eras el querubín ungido que cubrías con tus alas; yo te constituí para esto; en el santo monte de Dios estabas; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
¡Saquead la plata! ¡saquead el oro! pues no hay fin de sus tesoros, ni de la gloria de toda suerte de deleites.
Y me llevó en el Espíritu a un desierto: y ví a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas, teniendo en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones, es decir, las inmundicias de sus fornicaciones;
y daban alaridos, al mirar el humo de su incendio, diciendo: ¿Qué ciudad hubo semejante a aquella gran ciudad?
Y arrojaban polvo sobre sus cabezas, y daban alaridos, llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de aquella gran ciudad, en la cual se enriquecieron todos los que tenían naves en el mar, a causa de sus preciosidades; porque en una sola hora ha sido desolada!