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Apocalipsis 1:10 - Biblia Version Moderna (1929)

Yo estaba en el Espíritu, un día del Señor, y oí detrás de mí una voz, como si fuese de trompeta,

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Biblia Reina Valera 1960

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Era el día del Señor, y yo estaba adorando en el Espíritu. De repente, oí detrás de mí una fuerte voz, como un toque de trompeta,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Se apoderó de mí el Espíritu el día del Señor y oí a mis espaldas una voz que sonaba como trompeta:

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y estando en espíritu° en el día dominical,° oí detrás de mí una gran° voz, como de trompeta,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Fui arrebatado en espíritu, el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,

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Apocalipsis 1:10
13 Σταυροειδείς Αναφορές  

Luego alzó Balaam los ojos, y vió a Israel acampado conforme a sus tribus; y estuvo sobre él el Espíritu de Dios;


Díceles él:  ¿Pues cómo, por el Espíritu, le llama David Señor, diciendo:


¶Entonces cuando fué la tarde, de aquel mismo día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban juntos los discípulos, por temor de los judíos, vino Jesús, y se estuvo de pie en medio de ellos, y les dice: Paz a vosotros.


¶Y después de ocho días sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Viene Jesús, estando cerradas las puertas, y se estuvo en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros.


¶Y el primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan, Pablo les predicaba, habiendo de marchar al día siguiente, y alargó su discurso hasta la media noche.


Por lo cual os hago saber que nadie, hablando por el Espíritu de Dios, dice: Jesús es anatema; y ninguno puede decir: Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo.


El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, para guardarlo, según haya prosperado, para que cuando yo vaya, no haya que hacer entonces las colectas.


Y me llevó en el Espíritu a un desierto: y ví a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.


Y me llevó en el Espíritu a una montaña grande y alta, y me mostró la santa ciudad de Jerusalem, descendiendo del cielo, desde Dios;