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2 Reyes 8:4 - Biblia Version Moderna (1929)

Y el rey estaba hablando con Giezi, criado del varón de Dios, y le había dicho: Ruégote me refieras todas las maravillas que ha hecho Eliseo.

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Biblia Reina Valera 1960

Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando ella entró, el rey estaba conversando con Giezi, el sirviente del hombre de Dios, y acababa de decirle: «Cuéntame algunas de las grandes cosas que ha hecho Eliseo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El rey estaba hablando con Guejazí, sirviente del hombre de Dios: 'Cuéntame, le decía, todas las cosas extraordinarias que ha hecho Eliseo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y el rey hablaba a Giezi, siervo del varón de Dios, diciendo: Cuéntame ahora todos los prodigios que ha hecho Eliseo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Estaba el rey hablando con Guejazí, el criado del varón de Dios, y le decía: 'Cuéntame todos los prodigios que hizo Eliseo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el rey estaba hablando con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.

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2 Reyes 8:4
24 Σταυροειδείς Αναφορές  

Luego tomó el manto de Elías que se le había caído, e hirió con él las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios dé Elías?  De modo que él también hirió las aguas; y se dividieron en dos, a uno y otro lado; y pasó Eliseo.


Entonces volviéndose hacia atrás, los miró, y los maldijo en el nombre de Jehová: y salieron dos osas del bosque, que despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos.


Luego dijo a Giezi, su criado: Llama a esta sunamita. Él pues la llamó; y ella se presentó delante de él.


¶Caminó pues, y vino al varón de Dios en el monte Carmelo. Mas cuando el varón de Dios la vió desde lejos, dijo a Giezi su criado: ¡He allí a esa Sunamita!


Con lo cual él descendió, y bañóse en el Jordán siete veces, conforme al dicho del varón de Dios, y se volvió su carne como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio.


Entretanto Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos de la ciudad estaban sentados con él; y envió el rey un hombre a este efecto. Mas antes que llegara el enviado a donde él estaba, dijo Eliseo a los ancianos: ¡Ved cómo ha enviado aquel hijo de homicida a quitarme la cabeza! Mirad que cuando llegue el enviado, le cerréis la puerta, y le rechacéis con la puerta misma; ¿acaso no se oye en pos de él el sonido de los pies de su señor?


Y dijo el varón de Dios: ¿A dónde cayó? Y habiéndosele enseñado el lugar, cortó un palo, y lo echó allí; y nadó el hierro.


A LO que respondió Eliseo: ¡Oíd el oráculo de Jehová! Así dice Jehová: Como a estas horas el día de mañana, el seah de flor de harina se venderá por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, en la puerta de Samaria.


En efecto, se fueron, y llamando al portero de la ciudad, les avisaron a él y a los demás, diciendo: Acabamos de ir al campamento de los Siros; y he aquí que no había allí nadie, ni voz de persona alguna, sino los caballos atados, y los asnos atados, y las tiendas lo mismo que estaban antes.


¶Había pues cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta de la ciudad, los cuales dijeron unos a otros: ¿Qué hacemos sentados aquí hasta que muramos?


Y aconteció que al fin de los siete años, volvió la mujer del país de los Filisteos; y salió a reclamar ante el rey su casa y su campo.


Y enviándolos a Bet-lehem, dijo: Id, y averiguad exactamente lo que haya acerca del niño; y cuando le hallareis, hacédmelo saber, de modo que yo también vaya y le tribute homenaje.


¶Y Herodes, cuando vió a Jesús, alegróse sobremanera; pues hacía mucho que deseaba verle; porque había oído hablar de él; y esperaba ver algún milagro hecho por él.


Y dijo Herodes: A Juan yo le corté la cabeza; ¿quién, pues, es éste de quien oigo tales cosas? Y deseaba verle.


Les respondió: Os dije ya, y no escuchasteis; ¿por qué queréis oírlo otra vez? ¿queréis vosotros también haceros sus discípulos?


¶Y después de algunos días, vino Félix con Drucila, mujer suya, la cual era judía, y enviando a llamar a Pablo, le oyó con respecto a la fe en Cristo Jesús.