Así que entró en la habitación, cerró la puerta, y se quedó a solas con el niño. Después de orar a Dios,
Lucas 8:51 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Cuando llegaron a la casa, todos lloraban y lamentaban la muerte de la niña, pero Jesús les dijo: «¡No lloren! La niña no está muerta; solo está dormida.» La gente empezó a burlarse de Jesús, pues sabían que la niña estaba muerta. Entonces Jesús entró con Pedro, Santiago, Juan, Jairo y la madre de la niña, y no dejó que nadie más entrara. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando llegaron a la casa, Jesús no dejó que nadie entrara con él excepto Pedro, Juan, Santiago, y el padre y la madre de la niña. Biblia Católica (Latinoamericana) Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago y al padre y la madre de la niña. La Biblia Textual 3a Edicion Y entrando en la casa, a nadie permitió entrar consigo, sino a Pedro, a Juan y a Jacobo, y al padre y a la madre de la joven. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llegó a la casa y no permitió que nadie entrara con él, fuera de Pedro, Juan y Santiago, además del padre y la madre de la niña. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entrado en casa, no dejó entrar a nadie, sino a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y al padre y a la madre de la muchacha. |
Así que entró en la habitación, cerró la puerta, y se quedó a solas con el niño. Después de orar a Dios,
Mi fiel servidor no gritará, no levantará la voz, ni se le oirá en las calles.
Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan, para que lo acompañaran. Empezó a sentirse muy, pero muy triste,
Ellos eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: —No tengas miedo. Confía en mí y ella se pondrá bien.
Ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago hasta un cerro alto, para orar.
Pedro mandó que toda la gente saliera del lugar. Luego se arrodilló y oró al Señor. Después de eso, se dio vuelta hacia donde estaba el cuerpo de Tabitá y le ordenó: «¡Tabitá, levántate!» Ella abrió los ojos, miró a Pedro y se sentó.