Entonces Abraham le pidió a Dios que sanara a Abimélec, y Dios lo hizo. Además, Dios permitió que la esposa y las esclavas de Abimélec pudieran volver a tener hijos,
Génesis 20:16 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual A Sara le dijo: —Le estoy entregando a tu hermano mil monedas de plata. Con este pago probaremos que tú no has hecho nada malo. Nadie podrá hablar mal de ti. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada. Biblia Nueva Traducción Viviente Y le dijo a Sara: —Mira, le entrego a tu “hermano” mil piezas de plata en presencia de todos estos testigos, para compensarte por cualquier daño que pudiera haberte causado. Esto resolverá todo reclamo contra mí, y tu reputación quedará limpia. Biblia Católica (Latinoamericana) Y a Sara le dijo: 'Le he dado a tu hermano mil monedas de plata, que serán para ti como un velo que tiendas ante los ojos de todos los que están contigo, y así nadie pensará mal de ti. La Biblia Textual 3a Edicion Y dijo a Sara: Fíjate, doy a tu hermano mil piezas de plata. Mira, esto será para ti como un velo para los ojos° ante todos los que están contigo. Así ante todos quedas vindicada. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y a Sara le dijo: 'He entregado mil siclos de plata a tu hermano, lo que será para ti un velo sobre los ojos de los que están contigo, y así tú quedarás justificada plenamente'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y a Sara dijo: He aquí he dado mil piezas de plata a tu hermano; mira que él te es como velo de ojos para todos los que están contigo, y para con todos: así fue reprendida. |
Entonces Abraham le pidió a Dios que sanara a Abimélec, y Dios lo hizo. Además, Dios permitió que la esposa y las esclavas de Abimélec pudieran volver a tener hijos,
Abraham me dijo que Sara era su hermana, y ella no lo negó. En este asunto me siento tranquilo, pues no he hecho nada malo.
y le preguntó al mayordomo: —¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro? El mayordomo respondió: —¡Es mi amo! Entonces ella tomó un velo y se cubrió la cara.
Enseguida Abimélec le ordenó a todo el pueblo: —Cualquiera que moleste a este hombre o a su mujer, será condenado a muerte.
Quien ama la corrección, también ama el conocimiento; ¡hay que ser tonto para no aprender del castigo!
Para quien sabe apreciarla, una sabia reprensión vale tanto como una joya de oro muy fino.
El capitán se le acercó y le dijo: —¡Qué haces aquí, dormilón! ¡Levántate y pide ayuda a tu dios! ¡Tal vez nos salve al ver que estamos en peligro!
’Yo reprendo y corrijo a los que amo. Por eso, vuélvete a Dios y obedécelo completamente.