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Lucas 4:2 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

2 Allí, durante cuarenta días, el diablo trató de hacerlo caer en sus trampas, y en todo ese tiempo Jesús no comió nada. Cuando pasaron los cuarenta días, Jesús sintió hambre.

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Více verzí

Biblia Reina Valera 1960

2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. En todo ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y era tentado por el diablo por cuarenta días. Y no comió nada en aquellos días, terminados los cuales, tuvo hambre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 durante cuarenta días, donde fue tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre.

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Lucas 4:2
16 Křížové odkazy  

Entonces Elías se levantó, comió y bebió. Esa comida le dio fuerzas para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó al monte Horeb, que es el monte de Dios.


Y Moisés se quedó con Dios en la montaña cuarenta días y cuarenta noches. Allí se escribieron en tablas de piedra los diez mandamientos de este pacto. En todo ese tiempo, Moisés no comió ni bebió nada.


El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, solo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios.


Y como Jesús mismo sufrió, y el diablo le puso trampas para hacerlo pecar, ahora, cuando el diablo nos pone trampas, Jesús puede ayudarnos a todos.


Yo había subido al monte para recibir las tablas del pacto que Dios hizo con ustedes. Allí pasé cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber nada.


Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo,


Después tomé el ídolo que habían hecho, lo quemé y eché las cenizas al arroyo que bajaba del monte. »El pecado de ustedes me causó mucho dolor y tristeza, pues hizo enojar a Dios. Por eso me arrodillé delante de él, y durante cuarenta días y cuarenta noches no comí ni bebí nada. Dios estaba tan enojado con ustedes y con Aarón, que estaba decidido a destruirlos. »Yo sentí tanto miedo que oré a Dios y le dije: “Dios mío, no destruyas al pueblo que sacaste de Egipto con tu gran poder. Es tu pueblo. Recuerda que Abraham, Isaac y Jacob siempre te fueron fieles y te obedecieron en todo. Olvídate de que este pueblo es terco; olvídate de su pecado y de su maldad. Si lo destruyes, los otros pueblos van a pensar que no pudiste llevarlo hasta la tierra que le prometiste. También van a pensar que tú no lo quieres, y que lo sacaste al desierto para destruirlo por completo. Esta gente es tu pueblo; es el pueblo que con tu gran poder sacaste de Egipto”. »Una vez más, Dios escuchó mi oración y los perdonó. Pero no fue esa la única ocasión en que ustedes lo hicieron enojar. También lo hicieron enojar en Taberá, en Masá y en Quibrot-hataavá. Además, cuando ustedes estaban en Cadés-barnea, Dios les ordenó que fueran a conquistar la tierra prometida, pero ustedes no creyeron en su promesa ni lo obedecieron. ¡Desde el día en que los conocí, ustedes han sido siempre tercos y desobedientes!»


Muy de mañana, Jesús fue otra vez a la ciudad de Jerusalén. En el camino tuvo hambre,


Después de ayunar en el desierto cuarenta días con sus noches, Jesús tuvo hambre.


De inmediato el rey envió un anuncio a toda la gente de Nínive: «Esta es una orden del rey y de sus ministros: Que nadie coma nada. Se prohíbe que la gente, las vacas y las ovejas coman o beban.


«Reúne a todos los judíos que se encuentren en Susa, y ayunen por mí, no coman ni beban durante tres días. También mis sirvientas y yo ayunaremos. Después de eso, me presentaré ante el rey, aunque la ley no lo permita. ¡Y si tengo que morir, moriré!»


Moisés entró en la nube, y permaneció en la montaña cuarenta días y cuarenta noches.


»Haré que tú y la mujer, sean enemigas; pondré enemistad entre sus descendientes y los tuyos. Un hijo suyo te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón».


Entonces el diablo le dijo: —Si en verdad eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.


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