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Apocalipsis 22 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Apocalipsis 22

1 Y ME mostró un río de agua de vida, resplandeciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la ciudad.

2 Y de una y de otra parte del río, había el árbol de la vida, que lleva doce géneros de frutos, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones.

3 Y ya no habrá más maldición, sino que el trono de Dios y del Cordero estarán en ella, y sus siervos le servirán.

4 Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

5 Y no habrá ya más noche; y no necesitan luz de lámpara, ni luz del sol;  porque el Señor Dios los alumbrará:  y reinarán por los siglos de los siglos.

6 ¶Y díjome: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que pronto han de suceder.

7 He aquí, yo vengo presto. Bienaventurado aquel que guarda las palabras de la profecía de este libro.

8 ¶Y yo Juan soy el que oí y ví estas cosas. Y cuando las hube oído y visto, caí sobre mi rostro, para adorar delante de los pies del ángel que me había mostrado estas cosas.

9 Y él me dijo: ¡Guárdate de hacerlo; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro! ¡Adora a Dios!

10 ¶Y díjome: No selles las palabras de la profecía de este libro; porque el tiempo está cerca.

11 ¡El que es injusto, sea injusto aún; y el que es sucio, sea sucio aún; y el que es justo, sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo!

12 He aquí, yo vengo presto, y mi galardón está conmigo, para dar la recompensa a cada uno según sea su obra.

13 Yo soy, el Alpha y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.

14 Bienaventurados aquellos que lavan sus ropas, para que tengan derecho de llegar al árbol de la vida, y que puedan entrar por las puertas en la ciudad.

15 Excluídos están los perros, y los hechiceros, y los fornicarios, y los homicidas, y los idólatras, y cada uno que ama y obra la mentira.

16 ¶Yo Jesús he enviado mi ángel para dar testimonio de estas cosas a las iglesias. Yo soy la raíz y el vástago de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

17 ¶Y el Espíritu y la esposa dicen ¡Ven! y el que oye, diga: ¡Ven! y el que tiene sed, ¡venga! ¡y el que quiera, tome del agua de la vida, de balde!

18 ¶Yo testifico a cada uno que oye las palabras de la profecía de este Libro: ¡Si alguno pusiere adición a ellas, pondrá Dios sobre él las plagas que están escritas en este libro:

19 y si alguno quitare de las palabras de esta profecía, quitará Dios su parte del libro de la vida, y de la ciudad santa, y de las cosas que están escritas en este libro!

20 ¶El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente yo vengo presto. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!

21 ¶La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos. Amén.

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Apocalipsis 22

Apocalipsis 22 - Introducción

* Una descripción del estado celestial, bajo las figuras del agua y del árbol de la vida, y del trono de Dios y del Cordero. (1-5) La verdad y el cumplimiento cierto de todas las visiones proféticas, El Espíritu Santo, y la novia, la iglesia, invitan y dicen: Ven. (6-19) La bendición final. (20,21)

Apocalipsis 22:1-5

1-5 Todos los arroyos de consuelo terrenal son turbios; pero éstos son claros y refrescantes. Dan vida, y conservan la vida, a los que beben de ellas, y así fluirán por siempre. Éstas apuntan a las influencias vivificantes y santificantes del Espíritu Santo, tal como fueron dadas a los pecadores por medio de Cristo. El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, aplica esta salvación a nuestras almas por su amor y poder de nueva creación. Los árboles de la vida son alimentados por las aguas puras del río que viene del trono de Dios. La presencia de Dios en el cielo, es la salud y la felicidad de los santos. Este árbol era un emblema de Cristo, y de todas las bendiciones de su salvación; y las hojas para la curación de las naciones, significan que su favor y presencia suministran todo el bien a los habitantes de ese mundo bendito. El diablo no tiene ningún poder allí; no puede apartar a los santos de servir a Dios, ni puede perturbarlos en el servicio de Dios. Aquí se habla de Dios y del Cordero como una sola cosa. En el servicio no sólo habrá libertad, sino honor y dominio. No habrá noche; no habrá aflicción ni abatimiento, ni pausa en el servicio ni en el disfrute: no se necesitarán diversiones ni placeres ni inventos del hombre. ¡Qué diferente es todo esto de las visiones burdas y meramente humanas de la felicidad celestial, incluso de las que se refieren a los placeres de la mente!

Apocalipsis 22:6-19

6-19 El Señor Jesús habló por medio del ángel, confirmando solemnemente el contenido de este libro, particularmente de esta última visión. Él es el Señor Dios fiel y verdadero. También por sus mensajeros; los santos ángeles los mostraron a los santos hombres de Dios. Son cosas que deben hacerse en breve; Cristo vendrá rápidamente, y pondrá todas las cosas fuera de duda. Y por la integridad de aquel ángel que había sido intérprete del apóstol. Se negó a aceptar el culto religioso de Juan, y lo reprendió por ofrecerlo. Esto presenta otro testimonio contra la adoración idolátrica de los santos y los ángeles. Dios llama a todos a dar testimonio de las declaraciones aquí hechas. Este libro, así abierto, tendrá efecto sobre los hombres; los sucios e injustos lo serán más, pero confirmará, fortalecerá y santificará aún más a los que son rectos con Dios. No pensemos nunca que una fe muerta o desobediente nos salvará, pues el Primero y el Último ha declarado que sólo son bienaventurados los que cumplen sus mandamientos. Es un libro que excluye del cielo a todos los malvados e injustos, especialmente a los que aman y hacen la mentira, por lo que no puede ser en sí mismo una mentira. No hay lugar ni condición intermedia. Jesús, que es el Espíritu de profecía, ha dado a sus iglesias esta luz matutina de la profecía, para asegurarles la luz del día perfecto que se aproxima. Todo se confirma con una invitación abierta y general a la humanidad, para que venga y participe libremente de las promesas y de los privilegios del evangelio. El Espíritu, por medio de la palabra sagrada, y por las convicciones y la influencia en la conciencia del pecador, dice: Venid a Cristo para la salvación; y la esposa, o toda la iglesia, en la tierra y en el cielo, dice: Venid y compartid nuestra felicidad. Para que nadie dude, se añade: "El que quiera, o esté dispuesto, venga y tome del agua de la vida gratuitamente". Que todo el que oiga o lea estas palabras, desee de inmediato aceptar la graciosa invitación. Se condena a todos los que se atrevan a corromper o cambiar la palabra de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole algo.

Apocalipsis 22:20-21

20,21 Después de descubrir estas cosas a su pueblo en la tierra, Cristo parece despedirse de ellos y volver al cielo; pero les asegura que no pasará mucho tiempo antes de que vuelva. Y mientras estamos ocupados en los deberes de nuestras diferentes estaciones de la vida; cualesquiera que sean los trabajos que nos prueben, cualesquiera que sean las dificultades que nos rodeen, cualesquiera que sean las penas que nos presionen, oigamos con placer a nuestro Señor proclamando: He aquí que vengo pronto; vengo a poner fin al trabajo y al sufrimiento de mis siervos. Vengo, y mi recompensa de gracia está conmigo, para recompensar, con la generosidad real, toda obra de fe y trabajo de amor. Vengo a recibir a mi pueblo fiel y perseverante para que habite por siempre en ese mundo dichoso. Amén, así, ven, Señor Jesús. Una bendición cierra el conjunto. Por la gracia de Cristo debemos mantenernos en alegre espera de su gloria, preparados para ella y preservados para ella; y su gloriosa aparición será gozosa para los que participen de su gracia y favor aquí. Que todos añadan, Amén. Busquemos fervientemente mayores medidas de las influencias de la gracia del bendito Jesús en nuestras almas, y su graciosa presencia con nosotros, hasta que la gloria haya hecho perfecta su gracia para con nosotros. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


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Versión Moderna

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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