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Éxodo 32 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Éxodo 32

1 Cuando el pueblo vio que Mosheh tardaba tanto en bajar del monte, el pueblo se congregó contra Aharón y le dijo: “Ven, haznos un Elohim que vaya delante de nosotros, porque este hombre Mosheh, que nos sacó de la tierra de Mitsráyim –no sabemos lo que le ha sucedido”.

2 Aharón les dijo: “Quítenles los aretes que tienen en las orejas sus esposas, sus hijos, y sus hijas, y tráiganmelos”.

3 Y todos en el pueblo se quitaron los aretes que llevaban en las orejas y se los trajeron a Aharón.

4 Éste los recibió de ellos y los echó en un molde, y con ellos hizo un becerro de oro. Y ellos exclamaron: “¡Éste es tu Elohim, oh Yisrael, que te sacó de la tierra de Mitsráyim!”

5 Cuando Aharón vio esto, edificó un altar delante de él; y Aharón anunció: “¡Mañana habrá una festividad de Yahweh!”

6 Temprano al día siguiente, el pueblo presentó ofrendas quemadas y trajo sacrificios de bienestar; se sentó a comer y a beber, y luego se levantó a danzar.

7 Yahweh le habló a Mosheh: “Apresúrate a bajar, que tu pueblo que sacaste de la tierra de Mitsráyim, se ha corrompido.

8 Han sido prontos en apartarse del camino que les ordené. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él y le han hecho sacrificios, diciendo: ‘¡Este es tu Elohim, oh Yisrael, que te sacó de la tierra de Mitsráyim!’”

9 Yahweh le dijo además a Mosheh: “Veo que este es un pueblo testarudo.

10 Ahora, deja que se encienda mi ira contra ellos y que los destruya, y haga de ti una gran nación”.

11 Pero Mosheh le imploró a Yahweh su Elohim, y le dijo: “Que tu ira, oh Yahweh no se encienda contra tu pueblo, que tú libraste de la tierra de Mitsráyim con gran poder y con mano fuerte.

12 Que no digan los mitsritas: ‘Fue con mala intención que los libró, sólo para matarlos en las montañas y aniquilarlos de la superficie de la tierra’. Vuélvete de tu ardiente ira, y renuncia al plan de castigar a tu pueblo.

13 Acuérdate de tus servidores Avraham, Yitsjaq, e Yisrael, cómo les juraste por ti mismo y les dijiste: Haré a su linaje tan numeroso como las estrellas del cielo, y le daré a su linaje toda esta tierra que he mencionado, para que la posea para siempre”.

14 Y Yahweh renunció al castigo que había planeado traer contra su pueblo.

15 Enseguida Mosheh se volvió y bajó del monte llevando las dos tablas de la Alianza, tablas escritas en las dos superficies: estaban escritas por un lado y por el otro.

16 Las tablas eran obra de Elohim, y la escritura era la escritura de Elohim, grabada sobre las tablas.

17 Cuando Yahoshúa oyó el sonido del pueblo en su turbulencia, le dijo a Mosheh: “Hay un clamor de guerra en el campamento”.

18 Pero él respondió: “No es el sonido de la melodía triunfal, ni el sonido de la melodía de derrota; ¡es el sonido de canciones lo que oigo!”

19 Tan pronto como Mosheh se acercó al campamento y vio el becerro y el baile, se llenó de ira; y lanzó las tablas de sus manos y las quebró al pie del monte.

20 Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó; lo molió y lo hizo polvo y lo esparció sobre el agua e hizo que los yisraelitas la bebieran.

21 Mosheh le dijo a Aharón: “¿Qué te hizo este pueblo que has traído un pecado tan grande sobre ellos?”

22 Aharón dijo: “No se enoje mi amo. Usted sabe que este pueblo está inclinado al mal.

23 Ellos me dijeron: ‘Haznos un Elohim que nos dirija; que este hombre Mosheh, que nos sacó de la tierra de Mitsráyim, no sabemos lo que le ha sucedido’.

24 Así que yo les dije: ‘¡Todo el que tenga oro, que se lo quite!’ Ellos me lo dieron y yo lo eché al fuego, y salió ese becerro”.

25 Mosheh vio que el pueblo estaba fuera de control –ya que Aharón les había permitido perder el control– de modo que eran una amenaza a cualquiera que se les opusiera.

26 Mosheh se paró a la entrada del campamento y dijo: “¡Todo el que esté de parte de Yahweh, venga aquí!” Y todos los hijos de Lewí se le unieron.

27 Él les dijo: “Así dice Yahweh, el Elohim de Yisrael: Cada uno de ustedes póngase la espada al muslo, pasen de aquí para allá y de allá para acá de puerta en puerta a través del campamento, y maten hermano, vecino y pariente”.

28 Los lewitas hicieron como Mosheh había encargado; y como tres mil del pueblo cayeron aquel día.

29 Y Mosheh dijo: “Dedíquense a Yahweh este día –porque cada uno de ustedes ha estado contra hijo y hermano– para que él les otorgue hoy su bendición”.

30 Al día siguiente Mosheh le dijo al pueblo: “Ustedes han sido culpables de un gran pecado. Sin embargo, voy a subir ahora a Yahweh; tal vez obtenga perdón para el pecado de ustedes”.

31 Mosheh regresó a Yahweh y dijo: “¡Ay! Este pueblo es culpable de un gran pecado al hacerse una deidad de oro.

32 Ahora, si tú perdonas su pecado, [muy bien]; pero si no, ¡bórrame a mí del libro que has escrito!”

33 Pero Yahweh le dijo a Mosheh: “Al que ha pecado contra mí, a ese únicamente borraré de mi libro.

34 Ve ahora, y conduce al pueblo adonde te dije. Mira, mi mensajero irá delante de ti. Pero cuando yo haga un ajuste de cuentas, les ajustaré cuentas por sus pecados”.

35 Entonces Yahweh envió una plaga sobre el pueblo, por lo que hicieron con el becerro que hizo Aharón.

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Éxodo 32

Éxodo 32 - Introducción

* El pueblo hace que Aarón haga un becerro de oro (versículos 1-6). El desagrado de Dios, la intercesión de Moisés (versículos 7-14). Moisés rompe las tablas de la ley, destruye el becerro de oro (versículos 15-20). La excusa de Aarón, los idólatras son muertos (versículos 21-29). Moisés ora por el pueblo (versículos 30-35).

Éxodo 32:1-6

1-6 Mientras Moisés estaba en el monte recibiendo la ley de Dios, el pueblo se dirigió tumultuosamente a Aarón. Esta multitud inconstante se cansó de esperar el regreso de Moisés. La fatiga en la espera expone a muchas tentaciones. El Señor debe ser esperado hasta que regrese, y debemos esperar por Él aunque se demore. Que su disposición para deshacerse de sus zarcillos para hacer un ídolo avergüence nuestra tacañería en el servicio del Dios verdadero. No retrocedieron por el costo de su idolatría; ¿y nosotros nos negaremos a gastar en la religión? Aarón produjo la forma de un becerro o ternero, dándole algunos detalles con una herramienta de grabado. Ofrecieron sacrificio a este ídolo. Al haber erigido una imagen delante de ellos y así cambiado la verdad de Dios en mentira, sus sacrificios fueron abominación. ¿No habían oído, solo unos pocos días antes, en este mismo lugar, la voz del Señor Dios hablándoles desde en medio del fuego: "No te harás imagen de escultura, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra"? ¿No habían ellos mismos entrado solemnemente en un pacto con Dios, en el cual se comprometieron a hacer todo lo que Él les había dicho y ser obedientes? Ver Éxodo 24:7. Sin embargo, antes de moverse del lugar donde se había hecho este pacto solemnemente, quebrantaron un mandamiento expreso, desafiando una amenaza expresa. Esto demuestra claramente que la ley no podía hacer santos, así como tampoco podía justificar; por medio de ella se tiene conocimiento del pecado, pero no la cura del pecado. Aarón fue apartado por nombramiento divino para el oficio del sacerdocio; pero él, que se había avergonzado una vez al punto de construir un altar para un becerro de oro, debía reconocerse indigno del honor de asistir en el altar de Dios y reconocer que solo debía su lugar a la gracia gratuita. Así se silenciaron el orgullo y la presunción.

Éxodo 32:7-14

7-14 Dios le dice a Moisés que los israelitas se han corrompido. El pecado es la corrupción del pecador, y es una auto-corrupción; cada persona es tentada cuando es arrastrada por su propia concupiscencia. Se habían apartado del camino. El pecado es apartarse del camino del deber hacia un camino secundario. Pronto olvidaron las obras de Dios. Él ve lo que ellos no pueden descubrir, ni se oculta ningún pecado del mundo a sus ojos. No podríamos soportar ver la milésima parte de ese mal que Dios ve todos los días. Dios expresa la grandeza de su justa indignación, de la manera en que lo harían los hombres que desearían que la oración de Moisés pudiera salvarlos de la ruina; así fue un tipo de Cristo, a través de cuya mediación solo Dios reconciliaría al mundo consigo mismo. Moisés argumenta en favor de la gloria de Dios. La glorificación del nombre de Dios, como debería ser nuestra primera petición, y lo es en la oración del Señor, también debería ser nuestra gran súplica. Y las promesas de Dios deben ser nuestros argumentos en la oración; porque lo que Él ha prometido, Él es capaz de cumplir. Vemos el poder de la oración. En respuesta a las oraciones de Moisés, Dios mostró su propósito de perdonar al pueblo, cuando antes parecía decidido a destruirlos; este cambio en la manifestación externa de su propósito se llama arrepentimiento del mal.

Éxodo 32:15-20

15-20 Qué cambio es, bajar del monte de comunión con Dios para conversar con un mundo pecador. En Dios vemos solo lo que es puro y agradable; en el mundo vemos solo lo que es pecaminoso y provocativo. Para demostrar que un ídolo no es nada en el mundo, Moisés molió el becerro hasta convertirlo en polvo. Mezclando este polvo con su bebida, simbolizaba que el que se aparta de corazón se llenará con sus propios caminos.

Éxodo 32:21-29

21-29 Nunca un hombre sabio hizo una excusa más frívola y absurda que la de Aarón. Nunca debemos ser llevados al pecado por lo que alguien pueda decir o hacer; porque los hombres pueden tentarnos al pecado, pero no pueden forzarnos. La llegada de Moisés convirtió el baile en temor. Estaban expuestos a la vergüenza por su pecado. La medida que tomó Moisés para quitar esta afrenta no consistió en ocultar el pecado o darle una falsa apariencia, sino en castigarlo. Los levitas debían matar a los cabecillas de esta maldad, pero solo fueron ejecutados aquellos que se manifestaron abiertamente. Aquellos que persisten en el pecado están marcados para la destrucción: aquellos que por la mañana estaban gritando y bailando, antes de la noche estaban muriendo. Los juicios del Señor a veces hacen cambios repentinos en los pecadores que están seguros y joviales en su pecado.

Éxodo 32:30-35

30-35 Moisés lo llama un gran pecado. La labor de los ministros es mostrar a las personas la magnitud de sus pecados. El gran mal del pecado se refleja en el precio del perdón. Moisés ruega por misericordia a Dios; no vino a poner excusas, sino a hacer expiación. No debemos suponer que Moisés significa que estaría dispuesto a perecer para siempre por el bien del pueblo. Debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, no más que a nosotros mismos. Pero teniendo la mente que estaba en Cristo, estuvo dispuesto a sacrificar su vida de la manera más dolorosa, si con ello podía preservar al pueblo. Moisés no pudo apartar completamente la ira de Dios; lo que demuestra que la ley de Moisés no podía reconciliar a los hombres con Dios y perfeccionar nuestra paz con él. En Cristo solo, Dios perdona el pecado de tal manera que no lo recuerda más. A partir de esta historia, vemos que ningún corazón no humillado y carnal puede soportar mucho tiempo los preceptos santos, las verdades humillantes y la adoración espiritual de Dios. Pero un dios, un sacerdote, una adoración, una doctrina y un sacrificio adecuados para la mente carnal siempre encontrarán una abundancia de adoradores. Incluso el evangelio mismo puede ser tan pervertido como para adaptarse al gusto mundano. Afortunadamente para nosotros, el Profeta semejante a Moisés, pero mucho más poderoso y misericordioso, ha hecho expiación por nuestras almas y ahora intercede en nuestro favor. Regocijémonos en su gracia.


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Versión Israelita Nazarena 2011

Traducción Kadosh Israelita Mesiánica © 2011 Diego Ascunce Traductor

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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