Éxodo 10 - Comentario Bíblico de Matthew HenryÉxodo 101 Entonces Yahweh le dijo Mosheh: “Ve donde el Paroh. Porque yo he endurecido su corazón y los corazones de sus cortesanos, para poder desplegar estas señales mías entre ellos, 2 y que ustedes les cuenten a sus hijos y a los hijos de sus hijos cómo me burlé de los mitsritas y cómo desplegué mis señales entre ellos para que ustedes sepan que yo soy Yahweh”. 3 Así que Mosheh y Aharón fueron donde el Paroh y le dijeron: “Así dice Yahweh, el Elohim de los hebreos, ‘¿Por cuánto tiempo rehusarás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me adoren. 4 Porque si rehusas dejar ir a mi pueblo, mañana traeré langostas sobre tu territorio. 5 Cubrirán la superficie del país, de manera que nadie podrá ver el suelo. Ellas devorarán el residuo sobreviviente que te quedó después del granizo; y devorarán todos tus árboles que crecen en el campo. 6 Además llenarán tus palacios y las casas de todos tus cortesanos y de todos los mitsritas –algo que ni tus padres ni los padres de tus padres han visto desde el día en que aparecieron sobre la tierra hasta el día de hoy’”. Con eso se volvió y salió de la presencia del Paroh. 7 Los cortesanos del Paroh le dijeron: “¿Por cuánto tiempo va éste a ser una trampa para nosotros? ¡Deja que los hombres vayan a adorar a Yahweh su Elohim! ¿Todavía no te has dado cuenta de que Mitsráyim ha perecido?” 8 Así que trajeron de nuevo a Mosheh y a Aharón delante del Paroh y él les dijo: “¡Vayan y adoren a Yahweh su Elohim! ¿Quiénes son los que van a ir?” 9 Mosheh contestó: “Iremos todos, jóvenes y viejos: iremos con nuestros hijos e hijas, nuestros rebaños y manadas; porque tenemos que observar la festividad de Yahweh”. 10 Pero él les dijo: “¡Que Yahweh esté contigo si yo tengo intenciones de dejar ir a los niños contigo! Claramente, tienes malas intenciones. 11 ¡No! Vayan ustedes los hombres y adoren a Yahweh, ya que eso es lo que ustedes quieren”. Y los expulsaron de la presencia del Paroh. 12 Entonces Yahweh le dijo a Mosheh: “Extiende tu mano sobre la tierra de Mitsráyim para que las langostas vengan sobre la tierra de Mitsráyim y devoren todas las hierbas en el país, todo lo que ha dejado el granizo”. 13 Así que Mosheh sostuvo su vara sobre la tierra de Mitsráyim, y Yahweh atrajo un viento oriental sobre la tierra todo aquel día y toda la noche; y cuando llegó la mañana, el viento oriental había traído las langostas. 14 Las langostas invadieron toda la tierra de Mitsráyim y se posaron en todo el territorio de Mitsráyim en una masa espesa; nunca antes había habido tantas, y nunca más habrá tantas. 15 Ocultaban toda la tierra de la vista, y la tierra quedó oscurecida; y devoraron todas las hierbas del campo y todos los frutos de los árboles que había dejado el granizo, de manera que no quedó nada verde, de los árboles y la hierba del campo, en toda la tierra de Mitsráyim. 16 El Paroh convocó apresuradamente a Mosheh y Aharón y les dijo: “He pecado delante de Yahweh su Elohim y delante de ustedes. 17 Perdónenme mi ofensa sólo esta vez, e intercedan ante Yahweh su Elohim para que quite de mí esta muerte”. 18 Así que salió de la presencia del Paroh e intercedió ante Yahweh. 19 Yahweh produjo un cambio de viento bien fuerte desde el oeste, que levantó las langostas y las arrojó al Mar de los Juncos; ni una sola langosta quedó en todo el territorio de Mitsráyim. 20 Pero Yahweh endureció el corazón del Paroh, y no dejó ir a los yisraelitas. 21 Entonces Yahweh le dijo a Mosheh: “Extiende tu mano hacia el cielo para que haya oscuridad sobre la tierra de Mitsráyim, una oscuridad que se pueda palpar”. 22 Mosheh extendió su brazo hacia el cielo y una oscuridad densa descendió sobre toda la tierra de Mitsráyim por tres días. 23 La gente no se podía ver unos a otros, y por tres días nadie se pudo levantar de donde estaba; pero todos los yisraelitas disfrutaban de luz en sus moradas. 24 El Paroh entonces convocó a Mosheh y dijo: “¡Vayan y adoren a Yahweh! Sólo sus rebaños y sus manadas deberán dejar atrás; aun sus niños pueden ir con ustedes”. 25 Pero Mosheh dijo: “Usted debe proveernos sacrificios y ofrendas quemadas para ofrecer a Yahweh nuestro Elohim; 26 nuestros animales irán también con nosotros –ni una pezuña se quedará atrás; porque de ellos tenemos que escoger para la adoración a Yahweh nuestro Elohim; y no sabremos con qué vamos a adorar a Yahweh hasta que lleguemos allá”. 27 Pero Yahweh le endureció el corazón al Paroh y no estuvo de acuerdo en dejarlos ir. 28 El Paroh le dijo: “¡Vete de mi presencia! Ten cuidado de que no me vuelvas a ver, porque en el momento en que me veas la cara morirás”. 29 Y Mosheh respondió: “Usted lo ha dicho bien. ¡No volveré a verle la cara!” Éxodo 10Éxodo 10 - Introducción* La plaga de langostas amenazada, Faraón, movido por sus sirvientes, se inclina a dejar ir a los israelitas. (1-11) La plaga de langostas. (12-20) La plaga de espesa oscuridad. (21-29) Éxodo 10:1-111-11 Las plagas de Egipto muestran la maldad del pecado. Advierten a los hijos de los hombres que no luchen con su Hacedor. Faraón había pretendido humillarse, pero no se tuvo en cuenta, porque no era sincero en ello. Se amenaza la plaga de langostas. Esto sería mucho peor que cualquier plaga de ese tipo que se haya conocido. Los siervos de Faraón lo persuaden para llegar a un acuerdo con Moisés. En consecuencia, Faraón permitirá que los hombres se vayan, pretendiendo falsamente que esto era todo lo que deseaban. Jura que no permitirá que se lleven a sus pequeños. Satanás hace todo lo posible para evitar que aquellos que sirven a Dios intenten llevar a sus hijos a servirlo. Es un enemigo jurado de la piedad temprana. Cualquier cosa que nos impida involucrar a nuestros hijos en el servicio de Dios, tenemos razones para sospechar que Satanás está involucrado en ello. Tampoco los jóvenes deben olvidar que el consejo del Señor es: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud", pero el consejo de Satanás es mantener a los niños en un estado de esclavitud al pecado y al mundo. Observa que el gran enemigo del hombre desea retenerlo mediante los lazos del afecto, como Faraón habría tomado rehenes de los israelitas para su regreso, manteniendo a sus esposas e hijos en cautiverio. Satanás está dispuesto a compartir nuestro deber y nuestro servicio con el Salvador, porque el Salvador no aceptará esos términos. Éxodo 10:12-2012-20 Dios ordena a Moisés que extienda su mano; los langostas vinieron al llamado. Un ejército podría haber sido resistido más fácilmente que esta hueste de insectos. Entonces, ¿quién es capaz de mantenerse ante el gran Dios? Cubrieron la faz de la tierra y devoraron sus frutos. Las hierbas crecen para el servicio del hombre; sin embargo, cuando Dios lo desea, los insectos lo saquearán y comerán el pan de su boca. Que nuestro trabajo no sea para la habitación y la comida así expuesta, sino para aquellas que perduran para la vida eterna. Faraón emplea a Moisés y Aarón para que oren por él. Hay quienes, en la angustia, buscan la ayuda de las oraciones de otras personas, pero no tienen intención de orar por sí mismos. Esto demuestra que no tienen un amor verdadero hacia Dios ni ningún deleite en la comunión con Él. Faraón solo desea que esta plaga sea quitada, no este pecado. Quiere deshacerse de la plaga de langostas, no de la plaga de un corazón endurecido, que era más peligrosa. Un viento del este trajo las langostas, un viento del oeste las llevó. Sea cual sea el punto en el que se encuentre el viento, está cumpliendo la palabra de Dios y se mueve por Su consejo. El viento sopla donde quiere, en lo que a nosotros respecta; pero no así en lo que respecta a Dios. También fue un argumento para su arrepentimiento; pues esto demostraba que Dios está dispuesto a perdonar y rápido para mostrar misericordia. Si hace esto basado en las señales exteriores de humillación, ¿qué hará si somos sinceros? ¡Ojalá que esta bondad de Dios nos lleve al arrepentimiento! Faraón volvió a su resolución de no dejar ir al pueblo. Aquellos que han burlado a menudo sus convicciones son entregados justamente a los deseos de sus corazones. Éxodo 10:21-2921-29 La plaga de la oscuridad que cayó sobre Egipto fue una plaga espantosa. Era una oscuridad que se podía sentir, tan densa eran las nieblas. Aterrorizaba y asombraba. Duró tres días; seis noches en una; tanto tiempo que los palacios más iluminados se convirtieron en mazmorras. Ahora Faraón tenía tiempo para reflexionar, si quisiera haberlo aprovechado. La oscuridad espiritual es una esclavitud espiritual; mientras Satanás ciega los ojos de los hombres para que no vean, ata sus manos y pies para que no trabajen para Dios ni se muevan hacia el cielo. Permanecen en la oscuridad. Fue justo que Dios los castigara de esta manera. La ceguera de sus mentes les trajo esta oscuridad en el aire; nunca mente estuvo tan cegada como la de Faraón, nunca aire estuvo tan oscurecido como Egipto. Temamos las consecuencias del pecado; si tres días de oscuridad fueron tan terribles, ¿qué será la oscuridad eterna? Los hijos de Israel, al mismo tiempo, tenían luz en sus moradas. No debemos pensar que compartimos las misericordias comunes como una cuestión de rutina, y por lo tanto que no debemos dar gracias a Dios por ellas. Muestra el favor particular que tiene para con su pueblo. Dondequiera que haya un israelita de verdad, aunque sea en este mundo oscuro, hay luz, hay un hijo de la luz. Cuando Dios hizo esta diferencia entre los israelitas y los egipcios, ¿quién no habría preferido la humilde choza de un israelita al hermoso palacio de un egipcio? Existe una diferencia real entre la casa del impío, que está bajo maldición, y la morada del justo, que está bendecida. Faraón renovó el acuerdo con Moisés y Aarón, y consintió en que se llevaran a sus pequeños, pero quería que sus ganados se quedaran. Es común que los pecadores negocien con el Dios Todopoderoso; así intentan burlarse de Él, pero se engañan a sí mismos. Los términos de reconciliación con Dios están tan establecidos que, aunque los hombres los discutan por mucho tiempo, no pueden cambiarlos ni rebajarlos. Debemos someternos a la demanda de la voluntad de Dios; no podemos esperar que Él se acomode a los términos que nuestros deseos querrían imponer. Con nosotros mismos y nuestros hijos, debemos consagrar todas nuestras posesiones mundanas al servicio de Dios; no sabemos para qué usará Él alguna parte de lo que tenemos. Faraón interrumpió abruptamente la conferencia y decidió no negociar más. ¿Había olvidado cuántas veces había enviado a Moisés para que lo librara de sus plagas? ¿Y ahora debía recibir la orden de no volver más? ¡Vanidad maliciosa! ¡Amenazar con la muerte a aquel que estaba armado con tanto poder! ¡A dónde no llevará la dureza de corazón y el desprecio de la palabra y mandamientos de Dios a los hombres! Después de esto, Moisés no volvió hasta que lo llamaron. Cuando los hombres rechazan la palabra de Dios, Él justamente los entrega a sus propias ilusiones. |
Traducción Kadosh Israelita Mesiánica © 2011 Diego Ascunce Traductor
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit