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Deuteronomio 20 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Deuteronomio 20

1 Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos, y veas caballos y carros de guerra, fuerzas más grandes que las tuyas, no les tengas miedo, que contigo está Yahweh tu Elohim, que te sacó de la tierra de Mitsráyim.

2 Antes de entrar en batalla, el sacerdote debe acercarse y dirigirse a las tropas.

3 Debe decirles: “¡Oye, Yisrael! Ustedes están a punto de entrar en batalla con su enemigo. Que no les falte el valor. No tengan miedo, ni pánico, ni temor de ellos.

4 Porque es Yahweh su Elohim el que marcha con ustedes para dar la batalla por ustedes contra sus enemigos, para darles la victoria”.

5 Luego los oficiales se dirigirán a las tropas, y les dirán: “Si hay alguno que ha construido una casa nueva y que no la ha estrenado, que se vaya y vuelva a su casa, no vaya a ser que muera en batalla y otro la estrene.

6 Si alguno ha plantado una viña y nunca la ha cosechado, que se vaya y vuelva a su casa, no vaya a ser que muera en batalla y otro la coseche.

7 Si hay alguno que haya pagado los desposorios por una esposa, pero que todavía no se ha casado con ella, que se vaya y vuelva a su casa, no vaya a ser que muera en batalla y otro se case con ella”.

8 Los oficiales volverán a dirigirse a las tropas y a decirles: “Si hay alguno que tiene miedo y le falta valor, que se vaya y vuelva a su casa, no vaya a ser que el valor de sus compañeros flaquee como el suyo”.

9 Cuando los oficiales hayan terminado de dirigirse a las tropas, los comandantes militares asumirán el mando de las tropas.

10 Cuando te acerques a un poblado para atacarlo, debes ofrecerles términos de paz.

11 Si responden pacíficamente y te dejan entrar, todo el pueblo presente allí te servirá en trabajo forzado.

12 Si no se rinde a ti sino que quiere entrar en batalla contigo; debes sitiarlo;

13 y cuando Yahweh tu Elohim lo entregue en tus manos, debes entregar a la espada a todos sus varones.

14 Puedes, sin embargo, tomar como tu botín a las mujeres, los niños, el ganado, y todo lo que haya en el poblado todo su despojo– y disfrutar del despojo de tu enemigo, que Yahweh tu Elohim te da.

15 Así harás con todos los poblados que queden muy lejos de ti, que no pertenecen a las naciones a tu alrededor.

16 Sin embargo, en los poblados de estas naciones que Yahweh tu Elohim te está dando como herencia, no dejarás ni una persona con vida.

17 No, debes proscribirlos –a los jetitas, los emoritas, los kenaanitas, los perezitas, los jiwitas, y los Yevusitas– como te ha mandado Yahweh tu Elohim,

18 para que no te induzcan a hacer todas esas cosas aborrecibles que ellos han hecho para sus deidades y no te hagas culpable delante de Yahweh tu Elohim.

19 Cuando en tu guerra contra una ciudad tengas que sitiarla por mucho tiempo para capturarla, no debes destruir sus árboles, blandiendo el hacha contra ellos. Puedes comer de ellos, pero no debes cortarlos, porque los árboles no son humanos para huir de ti hacia la ciudad sitiada.

20 Solamente puedes destruir árboles que tú sepas que no producen alimento; puedes cortarlos para construir un baluarte contra la ciudad que esté haciéndote la guerra, hasta que quede reducida.

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Deuteronomio 20

Deuteronomio 20 - Introducción

* Exhortación y proclamación respecto a los que fueron a la guerra. (1-9) Paz que se ofrecerá, qué ciudades se dedicarán. (10-20)

Deuteronomio 20:1-9

1-9 En las guerras en las que Israel se involucraba según la voluntad de Dios, podían esperar la asistencia divina. El Señor debía ser su única confianza. En estos aspectos, eran tipos de la guerra del cristiano. Aquellos que no estaban dispuestos a pelear debían ser enviados lejos. La falta de voluntad podría deberse a la situación externa de un hombre. Dios no quería ser servido por hombres obligados en contra de su voluntad. Tu pueblo se ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder; en la hermosura de la santidad, desde el seno de la aurora: Tuyos son los deleites en ellos, Salmo 110:3. Al correr la carrera cristiana y librar la buena batalla de la fe, debemos desechar todo lo que nos haga desear lo contrario. Si la falta de voluntad de un hombre proviene de debilidad y miedo, tenía permiso para regresar de la guerra. La razón dada aquí es para que su corazón y el de sus hermanos no desfallezcan. Debemos tener cuidado de no temer con el temor de los que tienen miedo,​​​​​​​ Isaías 8:12.

Deuteronomio 20:10-20

10-12 Los israelitas reciben aquí instrucciones acerca de las naciones contra las cuales hacen la guerra. Esto muestra la gracia de Dios al tratar con los pecadores. Él proclama la paz y les ruega que se reconcilien. Esto también nos muestra nuestro deber al tratar con nuestros hermanos. Cualquiera que esté a favor de la guerra, nosotros debemos estar a favor de la paz. De las ciudades dadas a Israel, no debía quedar ningún habitante. Dado que no se podía esperar que se curaran de su idolatría, podrían hacer daño a Israel. Estas regulaciones no son las reglas de nuestra conducta, sino la ley de amor de Cristo. Los horrores de la guerra deben llenar el corazón compasivo de angustia cada vez que se recuerdan; y son pruebas de la maldad del hombre, del poder de Satanás y de la justa venganza de Dios, que así azota a un mundo culpable. Pero ¡qué espantosa es la situación de aquellos que están involucrados en un conflicto desigual con su Creador, que se niegan a rendirle el tributo fácil de adoración y alabanza! Una ruina segura les espera. Que ni el número ni el poder de los enemigos de nuestras almas nos atemoricen; ni siquiera nuestra propia debilidad debe hacernos temblar o desfallecer. El Señor nos salvará; pero en esta guerra que nadie se involucre cuyos corazones estén aferrados al mundo o tengan miedo de la cruz y el conflicto. Aquí se cuida de que al sitiar ciudades no se destruyan los árboles frutales. Dios es un mejor amigo para el hombre de lo que él es para sí mismo; y la ley de Dios consulta nuestros intereses y comodidades; mientras que nuestros propios apetitos y pasiones, a los cuales nos entregamos, son enemigos de nuestro bienestar. Muchos de los preceptos divinos nos prohíben destruir lo que es para nuestra vida y alimento. Los judíos entienden esto como una prohibición de desperdiciar deliberadamente cualquier cosa. Cada criatura de Dios es buena; como nada debe ser rechazado, nada debe ser malgastado. Podemos llegar a necesitar lo que derrochamos descuidadamente.


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Versión Israelita Nazarena 2011

Traducción Kadosh Israelita Mesiánica © 2011 Diego Ascunce Traductor

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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