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Salmos 28 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Salmos 28

Tú eres la fuerza de tu pueblo


(1a) Himno de David.

1 1 (1b) Dios mío, yo te llamo, no cierres tus oídos, porque tú eres quien me protege. Si no me respondes, de seguro moriré.

2 Atiende mis ruegos cuando te tienda los brazos para pedirte ayuda.

3 No me castigues junto con los malhechores, porque hablan con los demás y les desean lo mejor, pero en su pensamiento quisieran matarlos.

4 ¡Págales con la misma moneda! ¡Dales su merecido! Sus acciones han sido malas; ¡devuélveles mal por mal,

5 pues no toman en cuenta todo lo que has hecho! Por eso, ¡destrúyelos por completo, que no vuelvan a levantarse!

6 ¡Bendito seas, Dios mío, por atender a mis ruegos! Tú eres mi fuerza; me proteges como un escudo. En ti confío de corazón, pues de ti recibo ayuda. El corazón se me llena de alegría, por eso te alabo en mis cantos.

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8 Tú, Dios mío, eres la fuerza de tu pueblo; danos la victoria, pues somos tu pueblo elegido. ¡Sálvanos y bendícenos! ¡Llévanos en tus brazos, pues tú eres nuestro pastor!

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Salmos 28

Salmo 28 - Introducción

* Una oración en apuros. (1-5) Acción de gracias por la liberación. (6-9)

Salmo 28:1-5

1-5 David es muy ferviente en la oración. Observa su fe en la oración; Dios es mi roca, sobre quien construyo mi esperanza. Los creyentes no deben descansar hasta que hayan recibido alguna muestra de que sus oraciones son escuchadas. Ora para que no pueda ser contado con los impíos. Sálvame de enredarme en las trampas que me han tendido. Sálvame de ser infectado con sus pecados y de hacer lo que ellos hacen. Señor, nunca me dejes usar tales artes de engaño y traición para mi seguridad, como lo usan para mi ruina. Los creyentes temen el camino de los pecadores; los mejores son conscientes del peligro que corren de ser apartados: todos debemos rezar fervientemente a Dios por su gracia para mantenernos. Aquellos que tienen cuidado de no participar con los pecadores en sus pecados, tienen razones para esperar que no recibirán sus plagas. Él habla de los juicios justos del Señor sobre los trabajadores de la iniquidad, ver. Salmo 28:4. Este no es el lenguaje de la pasión o la venganza. Es una profecía que ciertamente llegará un día, cuando Dios castigará a cada hombre que persista en sus malas acciones. Se considerará a los pecadores, no solo por la travesura que han hecho, sino por la travesura que diseñaron e hicieron lo que pudieron para lograr. El desprecio de las obras del Señor, es la causa del pecado de los pecadores, y se convierte en la causa de su ruina.

Salmo 28:6-9

6-9 ¿Ha escuchado Dios nuestras súplicas? Entonces bendigamos su nombre. El Señor es mi fortaleza, para apoyarme y llevarme a través de todos mis servicios y sufrimientos. El corazón que realmente cree, a su debido tiempo se regocijará enormemente: debemos esperar gozo y paz al creer. Dios lo alabará: así debemos expresar nuestra gratitud. Los santos se regocijan tanto en la comodidad de los demás como en la suya: tenemos el menor beneficio de la luz del sol, ni de la luz del semblante de Dios, para que otros compartan allí. El salmista concluye con una oración breve pero completa. El pueblo de Dios es su herencia, y precioso a sus ojos. Ora para que Dios los salve; que los bendeciría con todo el bien, especialmente la abundancia de sus ordenanzas, que son alimento para el alma. Y dirigir sus acciones y anular sus asuntos para siempre. Además, levántelos para siempre; no solo los de esa edad, sino su gente en todas las edades por venir; levántalos tan alto como el cielo. Allí, y solo allí, los santos serán levantados para siempre, nunca más para hundirse o deprimirse. Sálvanos, Señor Jesús, de nuestros pecados; bendícenos, hijo de Abraham, con la bendición de la justicia; danos de comer, buen Pastor de las ovejas, y levántanos para siempre del polvo, oh tú, que eres la Resurrección y la Vida


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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