Salmos 1 - Comentario Bíblico de Matthew HenrySalmos 1Libro 1(Sal 1—41)Éxito y fracaso1 Dios bendice a quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de Dios. 2 Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y noche. 3 Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien! 4 Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el polvo que se lleva el viento! 5 Cuando sean juzgados, nada los salvará; ¡esos pecadores no tendrán parte en la reunión de los buenos! 6 En verdad, Dios cuida a los buenos, pero los malvados se encaminan al fracaso. Salmos 1Salmo 1:1-31-3 Meditar en la palabra de Dios es hablar con nosotros mismos acerca de las grandes cosas contenidas en ella, con una aplicación cercana de la mente y la fijación del pensamiento. Debemos tener constante consideración con la palabra de Dios, como la regla de nuestras acciones, y la fuente de nuestras comodidades; y tenerlo en nuestros pensamientos noche y día. Para este propósito, no hay tiempo perdido. Salmo 1:4-64-6 Los impíos son lo contrario de los justos, tanto en carácter como en condición. Los impíos no son así, ver. 4; son guiados por el consejo de los impíos, en el camino de los pecadores, al asiento de los despreciativos; no se deleitan en la ley de Dios; no dan fruto sino lo que es malo. Los justos son como árboles útiles y fructíferos: los impíos son como la paja que el viento expulsa: el polvo que el dueño del piso desea haber expulsado, ya que no tiene ningún uso. No tienen valor en la cuenta de Dios, cuán altamente puedan valorarse a sí mismos. Son fácilmente conducidos de un lado a otro por cada viento de tentación. La paja puede estar, por un tiempo, entre el trigo, pero Él viene, cuyo abanico está en su mano, y quien purgará completamente su piso. Aquellos que, por su propio pecado y necedad, se convierten en paja, se encontrarán así antes del torbellino y el fuego de la ira divina. El destino de los impíos es fijo, pero cada vez que el pecador se vuelve sensible a esta culpa y miseria, puede ser admitido en la compañía de los justos por Cristo de la manera viva, y convertirse en Cristo en una nueva criatura. Tiene nuevos deseos, nuevos placeres, esperanzas, miedos, penas, compañeros y empleos. Sus pensamientos, palabras y acciones cambian. Entra en un nuevo estado y tiene un nuevo personaje. He aquí, todas las cosas se vuelven nuevas por la gracia divina, que cambia su alma a la imagen del Redentor. Cuán diferente es el carácter y el fin de los impíos. |
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Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit