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Lucas 10 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lucas 10

Jesús envía a setenta y dos discípulos

1 Después, Jesús eligió a setenta y dos discípulos, y los envió en grupos de dos en dos a los pueblos y lugares por donde él iba a pasar.

2 Jesús les dijo: «Son muchos los que necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias. Por eso, pídanle a Dios que envíe más seguidores míos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente.

3 Y ahora, vayan; pero tengan cuidado, porque yo los envío como quien manda corderos a una cueva de lobos.

4 »No lleven dinero, ni mochila ni zapatos, ni se detengan a saludar a nadie por el camino.

5 Cuando lleguen a alguna casa, saluden a todos los que vivan allí, deseándoles que les vaya bien.

6 Si la gente merece el bien, el deseo de ustedes se cumplirá; pero si no lo merece, no se cumplirá su deseo.

7 No anden de casa en casa. Quédense con una sola familia, y coman y beban lo que allí les den, porque el trabajador merece que le paguen.

8 »Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les sirvan,

9 sanen a los enfermos, y díganles que el reino de Dios ya está cerca.

10 Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la calle y grítenles:

11 “No tenemos nada que ver con ustedes. Por eso, hasta el polvo de su pueblo lo sacudimos de nuestros pies. Pero sepan esto: ya está cerca el reino de Dios”.

12 Les aseguro que, en el día del juicio, Dios castigará más duramente a la gente de ese pueblo que a la de Sodoma.»


(Mt 11.20-24)

La gente que no cree

13 Jesús también dijo: «Habitantes del pueblo de Corazín, ¡qué mal les va a ir a ustedes! ¡Y también les va a ir mal a ustedes, los que viven en el pueblo de Betsaida! Si los milagros que hice entre ustedes los hubiera hecho entre los que viven en las ciudades de Tiro y de Sidón, hace tiempo que ellos habrían cambiado su modo de vivir. Se habrían vestido de ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza para mostrar su arrepentimiento.

14 Les aseguro que, en el día del juicio final, ustedes van a recibir un castigo mayor que el de ellos.

15 »Habitantes del pueblo de Cafarnaúm, ¿creen que van a ser bien recibidos en el cielo? No, sino que van a ser enviados a lo más profundo del infierno.»

16 Luego Jesús les dijo a sus discípulos: «Cualquiera que los escuche a ustedes, me escucha a mí. Cualquiera que los rechace, a mí me rechaza; y la persona que me rechaza, rechaza también a Dios, que fue quien me envió.»

Los setenta y dos discípulos regresan

17 Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos, y le dijeron: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre!

18 Jesús les dijo: —Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo.

19 Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo.

20 Sin embargo, no se alegren de que los malos espíritus los obedezcan. Alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el libro del cielo.


(Mt 11.25-27; 13.16-17)

Jesús alaba a Dios

21 En ese mismo momento, el Espíritu Santo hizo que Jesús sintiera mucha alegría. Entonces Jesús dijo: «Padre mío, que gobiernas el cielo y la tierra, te alabo porque has mostrado estas cosas a los niños y a los que son como ellos. En cambio, no se las mostraste a los que conocen mucho y son sabios, porque así lo has querido, Padre mío.»

22 Luego Jesús le dijo a la gente que estaba con él: «Mi Padre me ha entregado todo, y nadie me conoce mejor que él. Y yo, que soy su Hijo, conozco mejor que nadie a Dios, mi Padre, y elijo a las personas que lo conocerán como yo.»

23 Cuando Jesús se quedó a solas con sus discípulos, les dijo: «Dichosos ustedes, que pueden ver todo lo que sucede ahora.

24 A muchos profetas y reyes les habría gustado ver y oír lo que ustedes ven y oyen ahora, pero no pudieron.»

Un extranjero compasivo

25 Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una pregunta difícil, y le dijo: —Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?

26 Jesús le respondió: —¿Sabes lo que dicen los libros de la Ley?

27 El maestro de la Ley respondió: —“Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que vales y con todo lo que eres, y cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.”

28 —¡Muy bien! —respondió Jesús—. Haz todo eso y tendrás la vida eterna.

29 Pero el maestro de la Ley no quedó satisfecho con la respuesta de Jesús, así que insistió: —¿Y quién es mi prójimo?

30 Entonces Jesús le puso este ejemplo: «Un día, un hombre iba de Jerusalén a Jericó. En el camino lo asaltaron unos ladrones y, después de golpearlo, le robaron todo lo que llevaba y lo dejaron medio muerto.

31 »Por casualidad, por el mismo camino pasaba un sacerdote judío. Al ver a aquel hombre, el sacerdote se hizo a un lado y siguió su camino.

32 Luego pasó por ese lugar otro judío, que ayudaba en el culto del templo; cuando este otro vio al hombre, se hizo a un lado y siguió su camino.

33 »Pero también pasó por allí un extranjero, de la región de Samaria, y al ver a aquel hombre tirado en el suelo, le tuvo compasión.

34 Se acercó, sanó sus heridas con vino y aceite, y le puso vendas. Lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó.

35 »Al día siguiente, el extranjero le dio dinero al encargado de la posada y le dijo: “Cuídeme bien a este hombre. Si el dinero que le dejo no alcanza para todos los gastos, a mi regreso yo le pagaré lo que falte.”»

36 Jesús terminó el relato y le dijo al maestro de la Ley: —A ver, dime. De los tres hombres que pasaron por el camino, ¿cuál fue el prójimo del que fue maltratado por los ladrones?

37 —El que se preocupó por él y lo cuidó —contestó el maestro de la Ley. Jesús entonces le dijo: —Anda y haz tú lo mismo.

Marta y María

38 En su viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos pasaron por un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa.

39 En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que él decía.

40 Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude.

41 Pero Jesús le contestó: —Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar.

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Lucas 10

Lucas 10 - Introducción

Setenta discípulos enviados. (1-16) La bendición de los discípulos de Cristo. (17-24) El buen samaritano. (25-37) Jesús en la casa de Marta y María. (38-42)

Lucas 10:1-16

1-16 Cristo envió a los setenta discípulos, de dos en dos, para que pudieran fortalecerse y animarse unos a otros. El ministerio del evangelio llama a los hombres a recibir a Cristo como Príncipe y Salvador; y seguramente vendrá en el poder de su Espíritu a todos los lugares donde envíe a sus fieles siervos. Pero la ruina de aquellos que reciben la gracia de Dios en vano, será muy temerosa. Aquellos que desprecian a los fieles ministros de Cristo, que piensan mal de ellos y los miran con desprecio, serán considerados como despreciadores de Dios y de Cristo.

Lucas 10:17-24

17-24 Todas nuestras victorias sobre Satanás, se obtienen por el poder derivado de Jesucristo, y él debe tener toda la alabanza. Pero cuidémonos del orgullo espiritual, que ha sido la destrucción de muchos. Nuestro Señor se regocijó ante la perspectiva de la salvación de muchas almas. Era conveniente que se tomara nota de esa hora de alegría; había pocas, porque Él era un hombre de dolores: en esa hora en que vio caer a Satanás, y oyó el buen éxito de sus ministros, en esa hora se regocijó. Siempre ha resistido a los soberbios, y ha dado gracia a los humildes. Cuanto más sencillamente dependamos de la enseñanza, la ayuda y la bendición del Hijo de Dios, más conoceremos tanto al Padre como al Hijo; más bendecidos seremos al ver la gloria y escuchar las palabras del Divino Salvador, y más útiles seremos para promover su causa.

Lucas 10:25-37

25-37  Si hablamos de la vida eterna y del camino hacia ella de manera descuidada, tomamos el nombre de Dios en vano. Nadie amará jamás a Dios y a su prójimo con una medida de amor puro y espiritual, si no es hecho partícipe de la gracia convertidora. Pero el corazón orgulloso del hombre lucha con fuerza contra estas convicciones. Cristo dio un ejemplo de un pobre judío en apuros, socorrido por un buen samaritano. Este pobre hombre cayó entre ladrones, que lo dejaron a punto de morir por sus heridas. Fue despreciado por quienes deberían haber sido sus amigos, y fue atendido por un extraño, un samaritano, de la nación que los judíos más despreciaban y detestaban, y con la que no querían tener trato. Es lamentable observar cómo el egoísmo gobierna todos los rangos; cuántas excusas pondrán los hombres para evitar problemas o gastos al socorrer a otros. Pero el verdadero cristiano tiene la ley del amor escrita en su corazón. El Espíritu de Cristo mora en él; la imagen de Cristo se renueva en su alma. La parábola es una hermosa explicación de la ley de amar al prójimo como a uno mismo, sin tener en cuenta la nación, el partido o cualquier otra distinción. También expone la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador hacia los hombres pecadores y miserables. Nosotros somos como este pobre y angustiado viajero. Satanás, nuestro enemigo, nos ha robado y herido: tal es el mal que nos ha hecho el pecado. El bendito Jesús tuvo compasión de nosotros. El creyente considera que Jesús lo amó y dio su vida por él, cuando era enemigo y rebelde; y habiéndole mostrado misericordia, le pide que vaya y haga lo mismo. Es deber de todos nosotros, en nuestro lugar, y según nuestra capacidad, socorrer, ayudar y aliviar a todos los que están en apuros y necesidad.

Lucas 10:38-42

38-42  Un buen sermón no es peor por haber sido predicado en una casa; y las visitas de nuestros amigos deben ser manejadas de tal manera, que los haga volverse hacia el bien de sus almas. Sentarse a los pies de Cristo significa estar dispuesto a recibir su palabra y someterse a su guía. Marta se ocupaba de las necesidades de Cristo y de los que venían con él. Aquí estaban el respeto a nuestro Señor Jesús y el cuidado correcto de sus asuntos domésticos. Pero había algo que reprochar. Ella estaba a favor de muchos servicios; abundancia, variedad y exactitud. Los negocios mundanos son una trampa para nosotros, cuando nos impiden servir a Dios, y obtener el bien para nuestras almas. ¡Cuánto tiempo innecesario se pierde, y qué gasto se hace a menudo, incluso para cuidar a los predicadores del Evangelio! Aunque Marta tuvo en esta ocasión un defecto, era una verdadera creyente, y en su conducta general no descuidó lo único necesario. El favor de Dios es necesario para nuestra felicidad; la salvación de Cristo es necesaria para nuestra seguridad. Cuando se atiende a esto, todas las demás cosas se persiguen correctamente. Cristo declaró: "María ha elegido la parte buena". Porque una cosa es necesaria, esta única cosa que ella ha hecho, entregarse a la guía de Cristo. Las cosas de esta vida nos serán arrebatadas, en el mejor de los casos, cuando seamos arrebatados de ellas; pero nada nos separará del amor de Cristo, y de una parte en ese amor. Los hombres y los demonios no pueden quitárnoslo, y Dios y Cristo no lo harán. Pensemos con más diligencia en la única cosa necesaria.


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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