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Lucas 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lucas 1

1 Muy distinguido amigo Teófilo: Usted bien sabe que muchos se han puesto a escribir informes acerca de las cosas que han pasado entre nosotros. Las escribieron tal como nos las contaron quienes estuvieron con Jesús desde el principio. A ellos, Jesús los mandó a anunciar su mensaje. Yo también he estudiado con mucho cuidado todo lo sucedido, y creo conveniente ponerlo por escrito, tal y como sucedió. Así, usted podrá saber si le han contado la verdad.

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El ángel Gabriel y Zacarías

5 Zacarías fue un sacerdote que vivió cuando Herodes el Grande era rey de los judíos. Prestaba servicio en el templo con el grupo del sacerdote Abías. Su esposa se llamaba Isabel y era descendiente del sacerdote Aarón.

6 Isabel y Zacarías eran muy buenos y obedecían todos los mandamientos de Dios.

7 No tenían hijos, pues Isabel no había podido quedar embarazada y, además, los dos eran muy viejos.

8 Cierto día, le tocó al grupo de sacerdotes de Zacarías el turno de servir a Dios en el templo.

9 Los sacerdotes acostumbraban nombrar a uno del grupo, para que entrara en el templo de Dios y quemara incienso en el altar. Esta vez le tocó a Zacarías entrar a quemar el incienso,

10 mientras el pueblo se quedaba afuera orando.

11 De pronto, un ángel de Dios se le apareció a Zacarías al lado derecho del altar.

12 Cuando Zacarías vio al ángel, tuvo mucho miedo y no supo qué hacer.

13 Pero el ángel le dijo: —¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha escuchado tus oraciones. Tu esposa Isabel tendrá un hijo, y lo llamarás Juan.

14 Su nacimiento te va a hacer muy feliz, y muchos también se alegrarán.

15 Tu hijo va a ser muy importante ante Dios. No tomará vino ni cerveza, y el Espíritu Santo estará con él desde antes de que nazca.

16 »Este niño hará que muchos en Israel dejen de hacer lo malo y obedezcan a Dios.

17 Llegará antes que el Mesías, y tendrá el mismo poder y el mismo espíritu que antes tuvo el profeta Elías. Su mensaje hará que los padres se reconcilien con sus hijos, y que los desobedientes comprendan su error y sigan el ejemplo de los que sí obedecen. Además, preparará al pueblo de Israel para recibir al Mesías.

18 Zacarías le dijo al ángel: —Mi esposa y yo somos ya muy viejos. ¿Cómo sabré que todo pasará tal como dices?

19 El ángel le respondió: —Yo soy Gabriel, ayudante especial de Dios. Él me envió a darte esta buena noticia.

20 Pero como no me creíste, no vas a poder hablar hasta que suceda lo que te dije.

21 Toda la gente estaba afuera, esperando a Zacarías, y se preguntaba por qué no salía del templo.

22 Cuando Zacarías salió, no podía hablar y solo hacía señas con las manos. Entonces la gente comprendió que Zacarías había tenido una visión.

23 Al terminar su turno en el templo, Zacarías regresó a su casa.

24 Poco tiempo después, su esposa quedó embarazada; y durante cinco meses no salió de la casa, pues pensaba:

25 «¡Dios ha hecho esto conmigo para que la gente ya no me desprecie!»

El ángel Gabriel y María

26 Cuando Isabel ya tenía seis meses de embarazo, Dios mandó al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo de la región de Galilea.

27 El ángel llevaba un mensaje para una joven llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con José, quien era descendiente del rey David.

28 El ángel entró a donde estaba María, la saludó y le dijo: —¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo.

29 María se sorprendió mucho al oír un saludo tan extraño, y se preguntaba qué significaba eso.

30 Entonces el ángel le dijo: —No tengas miedo, María, porque Dios te ha dado un gran privilegio.

31 Vas a quedar embarazada; y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús.

32 Este niño llegará a ser muy importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios lo hará rey, como hizo con su antepasado David;

33 gobernará a la nación de Israel para siempre, y su reinado no terminará nunca.

34 María le preguntó al ángel: —¿Cómo pasará esto, si aún no me he casado?

35 El ángel le contestó: —El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te cubrirá con su poder. Por eso el niño vivirá completamente dedicado a Dios, y será llamado “Hijo de Dios”.

36 Tu prima Isabel, aunque ya es muy vieja, también va a tener un hijo. La gente pensaba que ella nunca podría tener hijos, pero hace ya seis meses que está embarazada.

37 Eso demuestra que para Dios todo es posible.

38 María respondió: —Yo soy la esclava del Señor. Que suceda todo tal como me lo has dicho. Y el ángel se fue.

María visita a Isabel

39 A los pocos días, María fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea.

40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

41 Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella. Isabel, llena del Espíritu Santo,

42 dijo en voz alta a María: —¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! Y también ha bendecido al hijo que tendrás.

43 ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor?

44 Tan pronto como oí tu saludo, el bebé saltó de alegría dentro de mí.

45 ¡Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas!

María alaba a Dios

46 María respondió: «¡Le doy gracias a Dios con todo mi corazón,

47 y estoy alegre porque él es mi Salvador!

48 »Dios tiene especial cuidado de mí, que soy su humilde esclava. »Desde ahora todos me dirán: “¡María, Dios te ha bendecido!”

49 »El Dios todopoderoso ha hecho grandes cosas conmigo. ¡Su nombre es santo!

50 ȃl nunca deja de amar a todos los que lo adoran.

51 »Dios actúa con poder y hace huir a los orgullosos.

52 »Quita a los poderosos de sus tronos, y da poder a los pobres.

53 »Da cosas buenas a los hambrientos, pero despide a los ricos con las manos vacías.

54 »Ayuda a los israelitas, sus servidores, y nunca deja de ser bondadoso con ellos.

55 »Así lo prometió a nuestros antepasados, a Abraham y a sus descendientes, para siempre.»

56 Y María se quedó tres meses con Isabel. Después, regresó a su casa.

El nacimiento de Juan el Bautista

57 Cuando nació el hijo de Isabel,

58 todos sus vecinos y familiares se alegraron mucho, pues vieron que Dios había sido muy bondadoso.

59 A los ocho días, vinieron a circuncidar al niño. Los que estaban allí querían ponerle Zacarías, que era el nombre de su padre.

60 Pero Isabel dijo: —¡No! Va a llamarse Juan.

61 Ellos le dijeron: —Ningún familiar tuyo se llama así.

62 Y por señas le preguntaron a Zacarías cómo quería llamar al niño.

63 Zacarías pidió una tabla y escribió: «Juan». Todos quedaron sorprendidos.

64 En ese mismo momento, Zacarías empezó a hablar de nuevo, y alabó a Dios.

65 Todos los vecinos se quedaron impresionados, y en toda la región montañosa de Judea no se hablaba de otra cosa.

66 Los que oían hablar del asunto se preguntaban: «¿Qué será de este niño cuando crezca?» Porque todos sabían que Dios estaba con él.

Zacarías alaba a Dios

67 Zacarías, lleno del Espíritu Santo, dio este mensaje:

68 «¡Alabemos al Dios de Israel, porque ha venido a salvarnos!

69 »Nos ha dado un Salvador muy poderoso, descendiente del rey David, su servidor.

70 »Esto lo había prometido hace mucho tiempo, por medio de sus santos profetas:

71 que él iba a salvarnos de nuestros enemigos y de todos aquellos que nos odian.

72 »Él dijo que sería bondadoso con su pueblo, y que cumpliría su santa promesa.

73 »Él prometió a nuestro antepasado Abraham,

74 que iba a salvarnos de nuestros enemigos. »Así podríamos servirle sin ningún temor,

75 y vivir solo para él, practicando la justicia todos los días de nuestra vida.

76 »Y tú, hijo mío, serás llamado: “Profeta del Dios altísimo”. »Tú irás delante del Mesías, preparando a la gente para su llegada.

77 »Le dirás a su pueblo que ya tiene salvación, pues Dios perdona sus pecados.

78 »Dios nos ama tanto, que desde el cielo nos envió un Salvador, como si fuera el sol de un nuevo día.

79 »Él salvará a los que viven en peligro de muerte. »Será como una luz que alumbra en la oscuridad, y guiará nuestros pasos por el camino de la paz.»

80 A medida que el niño Juan crecía, también aumentaba su poder espiritual. Y vivió en el desierto hasta el día en que Dios le ordenó llevar su mensaje al pueblo de Israel.

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Lucas 1

Lucas 1:5-25

5-25 El padre y la madre de Juan el Bautista eran pecadores como todos, y fueron justificados y salvados de la misma manera que los demás; pero eran eminentes por su piedad e integridad. No tuvieron hijos, y no se podía esperar que Isabel los tuviera en su vejez. Mientras Zacarías quemaba incienso en el templo, toda la multitud del pueblo oraba fuera. Todas las oraciones que ofrecemos a Dios, son aceptables y tienen éxito sólo por la intercesión de Cristo en el templo de Dios. No podemos esperar un interés en él si no oramos, y oramos con nuestros espíritus, y no somos sinceros en la oración. Tampoco podemos esperar que la mejor de nuestras oraciones obtenga aceptación y traiga una respuesta de paz, sino por la mediación de Cristo, que siempre vive, intercediendo. Las oraciones que Zacarías hacía a menudo, recibían una respuesta de paz. Las oraciones de la fe se archivan en el cielo, y no se olvidan. Las oraciones que se hacen cuando se es joven y se entra en el mundo, pueden ser respondidas cuando se es viejo y se sale del mundo. Las misericordias son doblemente dulces cuando se dan en respuesta a la oración. Zacarías tendrá un hijo en su vejez, que será un instrumento para la conversión de muchas almas a Dios, y las preparará para recibir el evangelio de Cristo. Irá delante de Él con valor, celo, santidad y una mente muerta a los intereses y placeres terrenales. Los desobedientes y rebeldes serían llevados de vuelta a la sabiduría de sus justos antepasados, o mejor dicho, llevados a atender la sabiduría de aquel Justo que venía entre ellos. Zacarías oyó todo lo que el ángel dijo; pero su incredulidad habló. Al dejarle mudo, Dios trató con justicia, porque se había opuesto a la palabra de Dios. Podemos admirar la paciencia de Dios hacia nosotros. Dios lo trató con bondad, pues así impidió que dijera más palabras desconfiadas e incrédulas. Así también Dios confirmó su fe. Si por las reprimendas que recibimos por nuestro pecado, somos llevados a dar más crédito a la palabra de Dios, no tenemos razón para quejarnos. Incluso los verdaderos creyentes son propensos a deshonrar a Dios por la incredulidad; y sus bocas se detienen en el silencio y la confusión, cuando de otro modo habrían estado alabando a Dios con alegría y gratitud. En los tratos bondadosos de Dios con nosotros debemos observar sus bondadosos saludos hacia nosotros. Él nos ha mirado con compasión y favor, y por eso nos ha tratado así.

Lucas 1:26-38

26-38 Tenemos aquí un relato de la madre de nuestro Señor; aunque no debemos rezarle, sí debemos alabar a Dios por ella. Cristo debe nacer milagrosamente. La alocución del ángel sólo significa: "Salve, tú que eres la especialmente elegida y favorecida por el Altísimo, para alcanzar el honor que las madres judías tanto han deseado". Este maravilloso saludo y esta aparición turbaron a María. El ángel le aseguró entonces que había encontrado el favor de Dios y que sería madre de un hijo al que llamaría Jesús, el Hijo del Altísimo, uno en naturaleza y perfección con el Señor Dios. ¡JESÚS! el nombre que refresca los espíritus desfallecidos de los pecadores humillados; dulce de decir y dulce de oír, ¡Jesús, un Salvador! No conocemos sus riquezas y nuestra propia pobreza, por lo que no corremos hacia él; no percibimos que estamos perdidos y perecemos, por lo que un Salvador es una palabra de poco gusto. Si estuviéramos convencidos de la enorme masa de culpa que pesa sobre nosotros, y de la ira que pende sobre nosotros por ello, lista para caer sobre nosotros, nuestro pensamiento continuo sería: ¿Es mío el Salvador? Y para encontrarlo así, deberíamos pisotear todo lo que obstaculiza nuestro camino hacia él. La respuesta de María al ángel fue el lenguaje de la fe y de la humilde admiración, y no pidió ninguna señal que confirmara su fe. Sin embargo, era grande el misterio de la piedad, Dios manifestado en la carne 1 Timoteo 3:16. La naturaleza humana de Cristo debía producirse así, como convenía que fuera la que iba a entrar en unión con la naturaleza divina. Y debemos, como María aquí, guiar nuestros deseos por la palabra de Dios. En todos los conflictos, recordemos que para Dios nada es imposible; y al leer y escuchar sus promesas, convirtámoslas en oraciones: He aquí la sierva voluntaria del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Lucas 1:39-56

39-56 Es muy bueno que los que tienen la obra de la gracia iniciada en sus almas, se comuniquen entre sí. A la llegada de María, Isabel fue consciente de la proximidad de la que iba a ser la madre del gran Redentor. Al mismo tiempo, se llenó del Espíritu Santo y, bajo su influencia, declaró que María y el niño que esperaba eran muy dichosos y felices, como particularmente honrados y queridos por el Dios Altísimo. María, animada por el discurso de Isabel, y estando también bajo la influencia del Espíritu Santo, estalló en alegría, admiración y gratitud. Sabía que era una pecadora que necesitaba un Salvador, y que no podía alegrarse de Dios de otro modo que como interesada en su salvación por medio del Mesías prometido. A los que ven su necesidad de Cristo, y están deseosos de justicia y vida en él, él los colma de cosas buenas, de las mejores cosas; y están abundantemente satisfechos con las bendiciones que él da. Él satisfará los deseos de los pobres de espíritu que anhelan las bendiciones espirituales, mientras que los autosuficientes serán enviados con las manos vacías.

Lucas 1:57-66

57-66 En estos versículos tenemos un relato del nacimiento de Juan el Bautista, y la gran alegría entre todos los parientes de la familia. Se le llamará Johanan, o "Gracioso", porque traerá el evangelio de Cristo, en el que la gracia de Dios brilla más. Zacarías recuperó el habla. La incredulidad le cerró la boca, y la creencia se la volvió a abrir: él cree, por eso habla. Cuando Dios abre nuestros labios, nuestras bocas deben mostrar su alabanza; y mejor estar sin habla, que no usarla para alabar a Dios. Se dice que la mano del Señor estaba trabajando con Juan. Dios tiene maneras de obrar con los niños en su infancia, que no podemos explicar. Debemos observar los tratos de Dios, y esperar el acontecimiento.

Lucas 1:67-80

67-80 Zacarías pronunció una profecía sobre el reino y la salvación del Mesías. El evangelio trae luz con él; en ella amanece el día. En Juan el Bautista comenzó a romperse, y aumentó rápidamente al día perfecto. El evangelio está descubriendo; muestra aquello sobre lo que estábamos completamente en la oscuridad; es dar luz a aquellos que se sientan en la oscuridad, la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Está reviviendo; trae luz a aquellos que se sientan a la sombra de la muerte, como prisioneros condenados en el calabozo. Está dirigiendo; es para guiar nuestros pies en el camino de la paz, en ese camino que nos llevará a la paz por fin, Romanos 3:17. Juan dio pruebas de una fe fuerte, un afecto vigoroso y sagrado, y de estar por encima del miedo y el amor del mundo. Así él maduró para la utilidad; pero vivió una vida retirada, hasta que se presentó abiertamente como el precursor del Mesías. Sigamos la paz con todos los hombres, así como busquemos la paz con Dios y nuestras propias conciencias. Y si es la voluntad de Dios que vivamos desconocidos para el mundo, sigamos buscando diligentemente fortalecernos en la gracia de Jesucristo.


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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