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Hechos 15 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Hechos 15

Una decisión bien pensada

1 Por esos días llegaron a Antioquía algunos hombres de la región de Judea. Ellos enseñaban a los seguidores de Jesús que debían circuncidarse, porque así lo ordenaba la ley de Moisés. Les enseñaban también que, si no se circuncidaban, Dios no los salvaría.

2 Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con eso, y discutieron con ellos. Por esa razón, los de la iglesia de Antioquía les pidieron a Pablo y a Bernabé que fueran a Jerusalén, y que trataran de resolver ese problema con los apóstoles y los líderes de la iglesia en esa ciudad. Pablo y Bernabé se pusieron en camino, y algunos otros seguidores los acompañaron.

3 En su camino a Jerusalén pasaron por las regiones de Fenicia y Samaria. Allí les contaron a los cristianos judíos que mucha gente no judía había decidido seguir a Dios. Al oír esta noticia, los cristianos judíos se alegraron mucho.

4 Pablo y Bernabé llegaron a Jerusalén. Allí fueron recibidos por los miembros de la iglesia, los apóstoles y los líderes. Luego Pablo y Bernabé les contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.

5 Pero algunos fariseos que se habían convertido en seguidores de Jesús, dijeron: «A los que han creído en Jesús, pero que no son judíos, debemos exigirles que obedezcan la ley de Moisés y se circunciden.»

6 Los apóstoles y los líderes de la iglesia se reunieron para tomar una decisión bien pensada.

7 Luego de una larga discusión, Pedro les dijo: «Amigos míos, como ustedes saben, hace algún tiempo Dios me eligió para anunciar las buenas noticias de Jesús a los que no son judíos, para que ellos crean en él.

8 Y Dios, que conoce nuestros pensamientos, ha demostrado que también ama a los que no son judíos, pues les ha dado el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros.

9 Dios no ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros, pues también a ellos les perdonó sus pecados cuando creyeron en Jesús.

10 »¿Por qué quieren ir en contra de lo que Dios ha hecho? ¿Por qué quieren obligar a esos seguidores de Jesús a obedecer leyes, que ni nuestros antepasados ni nosotros hemos podido obedecer?

11 Más bien, nosotros creemos que somos salvos gracias a que Jesús nos amó mucho, y también ellos lo creen.»

12 Todos se quedaron callados. Luego, escucharon también a Bernabé y a Pablo, quienes contaron las maravillas y los milagros que, por medio de ellos, Dios había hecho entre los no judíos.

13 Cuando terminaron de hablar, Santiago, el hermano de Jesús, les dijo a todos: «Amigos míos, escúchenme.

14 Simón Pedro nos ha contado cómo Dios, desde un principio, trató bien a los que no son judíos, y los eligió para que también formaran parte de su pueblo.

15 Esto es lo mismo que Dios anunció en la Biblia por medio de los profetas:

16 “Yo soy el Señor su Dios, y volveré de nuevo para que vuelva a reinar un descendiente de David.

17 Cuando eso pase, gente de otros países vendrá a mí, y serán mis elegidos.

18 Yo soy el Señor su Dios. Yo había prometido esto desde hace mucho tiempo.”

19 »Los que no son judíos han decidido ser seguidores de Dios. Yo creo que no debemos obligarlos a obedecer leyes innecesarias.

20 Solo debemos escribirles una carta y pedirles que no coman ninguna comida que haya sido ofrecida a los ídolos. Que tampoco coman carne de animales que hayan muerto ahogados, ni carne que todavía tenga sangre. Además, deberán evitar las relaciones sexuales que la ley de Moisés prohíbe.

21 Hay que recordar que, desde hace mucho tiempo, en esos mismos pueblos y ciudades se ha estado enseñando y predicando la ley de Moisés. Esto pasa cada sábado en nuestras sinagogas.»

La carta

22 Los apóstoles, los líderes y todos los miembros de la iglesia, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía, junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, a quien la gente también llamaba Barsabás, y a Silas. Estos dos eran líderes de la iglesia.

23 Con ellos mandaron esta carta: «Nosotros, los apóstoles y líderes de la iglesia en Jerusalén, les enviamos un cariñoso saludo a todos ustedes, los que viven en las regiones de Antioquía, Siria y Cilicia, y que no son judíos pero creen en Jesús.

24 Hemos sabido que algunos de aquí han ido a verlos, sin nuestro permiso, y los han confundido con sus enseñanzas.

25 Por eso hemos decidido enviarles a algunos de nuestra iglesia. Ellos acompañarán a nuestros queridos compañeros Bernabé y Pablo,

26 los cuales han puesto su vida en peligro por ser obedientes a nuestro Señor Jesucristo.

27 También les enviamos a Judas y a Silas. Ellos personalmente les explicarán el acuerdo a que hemos llegado.

28 »Al Espíritu Santo y a nosotros nos ha parecido bien no obligarlos a obedecer más que las siguientes reglas, que no podemos dejar de cumplir:

29 No coman carne de animales que hayan sido sacrificados en honor a los ídolos; no coman sangre ni carne de animales que todavía tengan sangre adentro, y eviten las relaciones sexuales que la ley de Moisés prohíbe. Si cumplen con esto, harán muy bien. Reciban nuestro cariñoso saludo.»

30 Entonces Bernabé, Pablo, Judas y Silas se fueron a Antioquía. Cuando llegaron allá, se reunieron con los miembros de la iglesia y les entregaron la carta.

31 Cuando la carta se leyó, todos en la iglesia se pusieron muy alegres, pues lo que decía los tranquilizaba.

32 Además, como Judas y Silas eran profetas, hablaron con los seguidores de Jesús, y los tranquilizaron y animaron mucho.

33 Después de pasar algún tiempo con los de la iglesia en Antioquía, los que habían venido de Jerusalén fueron despedidos con mucho cariño.

34 Pero Silas, Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía y, junto con muchos otros seguidores, enseñaban y anunciaban las buenas noticias del Señor Jesucristo.

35

Pablo y Bernabé se separan

36 Tiempo después, Pablo le dijo a Bernabé: «Regresemos a todos los pueblos y ciudades donde hemos anunciado las buenas noticias, para ver cómo están los seguidores de Jesús.»

37 Bernabé quería que Juan Marcos los acompañara,

38 pero Pablo no estuvo de acuerdo. Y es que hacía algún tiempo, Juan Marcos los había abandonado en la región de Panfilia, pues no quiso seguir trabajando con ellos.

39 Pablo y Bernabé no pudieron ponerse de acuerdo, así que terminaron por separarse. Bernabé y Marcos tomaron un barco y se fueron a la isla de Chipre.

40 Por su parte, Pablo eligió a Silas como compañero. Luego, los miembros de la iglesia de Antioquía los despidieron, rogándole a Dios que no dejara de amarlos y cuidarlos. Entonces Pablo y Silas salieron de allí

41 y pasaron por las regiones de Siria y Cilicia, donde animaron a los miembros de las iglesias a seguir confiando en el Señor Jesús.

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Hechos 15

Hechos 15 - Introducción

La disputa planteada por los maestros judaizantes. (1-6) El concilio de Jerusalén. (7-21) La carta del concilio. (22-35) Pablo y Bernabé se separan. (36-41)

Hechos 15:1-6

1-6 Algunos de Judea enseñaron a los gentiles convertidos en Antioquía que no podían ser salvos, a menos que observaran toda la ley ceremonial dada por Moisés; y así trataron de destruir la libertad cristiana. Hay una extraña tendencia en nosotros a pensar que todos los que no hacen lo mismo que nosotros hacen mal. Su doctrina era muy desalentadora. Los hombres sabios y buenos desean evitar las contiendas y disputas en la medida de lo posible; sin embargo, cuando los falsos maestros se oponen a las verdades principales del Evangelio, o introducen doctrinas perjudiciales, no debemos dejar de oponernos a ellos.

Hechos 15:7-21

7-21 Vemos por las palabras "purificando sus corazones por la fe", y por el discurso de San Pedro, que la justificación por la fe y la santificación por el Espíritu Santo no pueden separarse; y que ambas son el don de Dios. Tenemos grandes motivos para bendecir a Dios por haber escuchado el Evangelio. Que tengamos esa fe que el gran Escudriñador de los corazones aprueba y atestigua con el sello del Espíritu Santo. Entonces nuestros corazones y conciencias serán purificados de la culpa del pecado, y seremos liberados de las cargas que algunos tratan de imponer a los discípulos de Cristo. Pablo y Bernabé demostraron, por medio de hechos evidentes, que Dios autorizó la predicación del evangelio puro a los gentiles sin la ley de Moisés; por lo tanto, imponerles esa ley era deshacer lo que Dios había hecho. La opinión de Santiago era que los gentiles convertidos no debían preocuparse por los ritos judíos, sino que debían abstenerse de las carnes ofrecidas a los ídolos, para mostrar su odio a la idolatría. También, que debían ser advertidos contra la fornicación, que no era aborrecida por los gentiles como debería ser, e incluso formaba parte de algunos de sus ritos. Se les aconsejó que se abstuvieran de cosas estranguladas y de comer sangre; esto estaba prohibido por la ley de Moisés, y también aquí, por reverencia a la sangre de los sacrificios, que al ser ofrecidos todavía en aquel entonces, podría afligir innecesariamente a los judíos convertidos, y perjudicar aún más a los judíos no convertidos. Pero como la razón ha cesado hace tiempo, se nos deja libres en esto, como en los asuntos similares. Adviértase a los conversos que eviten toda apariencia de los males que antes practicaban, o a los que pueden verse tentados; y adviértase que usen la libertad cristiana con moderación y prudencia.

Hechos 15:22-35

22-35 Teniendo la garantía de declararse dirigidos por la influencia inmediata del Espíritu Santo, los apóstoles y los discípulos estaban seguros de que le parecía bien a Dios el Espíritu Santo, así como a ellos, no imponer a los convertidos ninguna otra carga que las cosas antes mencionadas, que eran necesarias, ya sea por su propia cuenta, o por las circunstancias presentes. Era un consuelo oír que ya no se les imponían las ordenanzas carnales, que desconcertaban la conciencia, pero que no podían purificarla ni apaciguarla; y que se silenciaba a los que turbaban sus mentes, de modo que se restablecía la paz de la iglesia, y se eliminaba lo que amenazaba con la división. Todo esto fue un consuelo por el que bendijeron a Dios. Otros muchos estaban en Antioquía. Donde muchos trabajan en la palabra y en la doctrina, puede haber oportunidad para nosotros: el celo y la utilidad de otros deben estimularnos, no hacernos dormir.

Hechos 15:36-41

36-41 Aquí tenemos una disputa privada entre dos ministros, nada menos que Pablo y Bernabé, que, sin embargo, terminó bien. Bernabé deseaba que su sobrino Juan Marcos fuera con ellos. Deberíamos sospechar que somos parciales, y guardarnos de ello al proponer a nuestros parientes. Pablo no lo consideraba digno del honor, ni apto para el servicio, que se había alejado de ellos sin su conocimiento, o sin su consentimiento: ver cap Hechos 13:13. Ninguno de los dos quería ceder, por lo que no había más remedio que separarse. Vemos que los mejores hombres no son más que hombres, sujetos a pasiones similares a las nuestras. Tal vez hubo faltas en ambas partes, como es habitual en tales contiendas. Sólo el ejemplo de Cristo es una copia sin mácula. Sin embargo, no debemos pensar que es extraño que haya diferencias entre los hombres buenos y sabios. Así será mientras estemos en este estado imperfecto; nunca seremos todos de la misma opinión hasta que lleguemos al cielo. Pero ¡qué mal hacen en el mundo y en la iglesia los restos de orgullo y pasión que se encuentran incluso en los hombres buenos! Muchos de los que vivían en Antioquía, que habían oído hablar poco de la devoción y la piedad de Pablo y Bernabé, oyeron hablar de su disputa y separación; y así será con nosotros mismos, si damos paso a la contienda. Los creyentes deben ser constantes en la oración, para que nunca se dejen llevar por la concesión de temperamentos impíos, para dañar la causa que realmente desean servir. Pablo habla con estima y afecto tanto de Bernabé como de Marcos, en sus epístolas, escritas después de este acontecimiento. Que todos los que profesan tu nombre, oh amoroso Salvador, se reconcilien completamente por ese amor derivado de ti que no se provoca fácilmente, y que pronto olvida y entierra las heridas.


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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