Deuteronomio 2 - Comentario Bíblico de Matthew HenryDeuteronomio 2Israel en el desierto1 »Después de eso, Dios me mandó que los llevara al desierto por el camino que va al Mar de los Juncos. Pasamos largo tiempo viajando alrededor de las montañas de Seír, 2 pero a nuestro Dios le pareció que habíamos estado allí demasiado tiempo, y nos ordenó ir hacia el norte. »Antes nos advirtió que, al pasar por la región de Seír, no atacáramos a los descendientes de Esaú, pues esa región les pertenece. Allí habían vivido los horeos, pero los descendientes de Esaú los destruyeron y se quedaron con su tierra. Por eso Dios dijo que no nos daría ni un pedazo de ese territorio. Y aunque ellos nos tenían miedo, nos ordenó no hacerles daño, pues después de todo eran nuestros parientes. Solo debíamos comprarles la comida y el agua que necesitáramos. »Yo les hice recordar que Dios los había bendecido en todo lo que ustedes habían hecho durante esos cuarenta años. En verdad, Dios los ha protegido y cuidado en todo el viaje por el desierto, y nada les ha faltado. »Luego nos alejamos por el camino del Arabá, que comienza en Elat y Esión-guéber, y pasamos por Seír. De allí nos desviamos por el camino del desierto que lleva a Moab. Fue entonces cuando Dios nos ordenó no atacar a los moabitas, que son descendientes de Lot. Nos dijo, además, que tampoco nos daría ni un pedazo de la región de Ar, pues ese territorio les pertenece. Antes, ese territorio era de los emitas, que eran un pueblo muy grande, con gente tan alta como los gigantes anaquitas. La mayoría de la gente los conocía con el nombre de refaítas, pero los moabitas fueron los primeros en llamarlos emitas. 13 »Dios nos ordenó seguir adelante y cruzar el arroyo Zéred. 14 Desde el día en que salimos de Cadés-barnea hasta el día en que cruzamos ese arroyo habían pasado treinta y ocho años. Para entonces ya habían muerto todos los israelitas que al salir de allá tenían dieciocho años. Dios había jurado que usaría todo su poder para acabar con ellos. 17 »Fue entonces cuando Dios ordenó que cruzáramos la frontera de Moab y fuéramos a la ciudad de Ar. 19 Pero antes nos dio instrucciones de no atacar a los amonitas, pues son también descendientes de Lot. De ese territorio no recibiríamos ni un pedazo, pues Dios ya se lo había dado a ellos. 20 »Los refaítas, a quienes los amonitas conocían con el nombre de zamzumitas, habían vivido allí antes. Por eso la región era considerada territorio refaíta. 21 Los zamzumitas eran un pueblo grande, con gente tan alta como los gigantes anaquitas. Dios acabó con ellos por medio de los amonitas, que se quedaron para siempre con su territorio. 22 Lo mismo habían hecho los descendientes de Esaú en la región de Seír. 23 También los filisteos, que habían venido de Creta, mataron a los heveos de las aldeas cercanas a Gaza, y se quedaron con el país. 24 »Después Dios nos ordenó seguir adelante, cruzar el río Arnón, y entrar en guerra con Sihón, el rey de Hesbón. Antes nos prometió que dominaríamos el país y nos quedaríamos con ese territorio. 25 También nos prometió que, a partir de entonces, todos los pueblos de la región nos tendrían miedo. ¡Con solo oír hablar de nosotros se llenarían de espanto y angustia! La derrota de Sihón26 »Cuando estábamos en Cademot, le envié un mensaje amistoso a Sihón, rey de Hesbón, en el que le pedía 27 que nos dejara pasar por su territorio. Pasaríamos solamente por el camino principal y cruzaríamos el río Jordán, hasta llegar al territorio que nuestro Dios nos iba a dar. Le ofrecí pagarle por los alimentos y el agua que tomáramos, y le hice saber que los descendientes de Esaú y los moabitas nos habían permitido pasar por Ar y Seír. 30 »Pero el rey Sihón no nos dejó pasar, pues nuestro Dios hizo que se negara. Dios me dijo entonces que a partir de ese momento dominaríamos a Sihón, y que de inmediato debíamos entrar en su territorio y conquistarlo. »Sihón salió con su ejército para luchar contra nosotros en Jahas, pero Dios nos dio la victoria. Conquistamos todas sus ciudades y las destruimos por completo, acabamos con todos sus habitantes, y solo nos quedamos con el ganado y los objetos de valor. Ninguna de sus ciudades resistió nuestro ataque; a todas ellas las destruimos, comenzando por la ciudad de Aroer, que está en ambos lados del río Arnón, y terminando por la ciudad de Galaad. Hasta la fecha seguimos dominándolos. 37 Los únicos territorios que no atacamos fueron el de los amonitas, que está en la región del río Jaboc, el de las ciudades de la montaña, y todos los que Dios nos ordenó no atacar. Deuteronomio 2Deuteronomio 2 - Introducción* Los edomitas a ser salvados. (1-7) Los moabitas y amonitas a ser salvados. (8-23) Los amorreos serán destruidos. (24-37) Deuteronomio 2:1-71-7 Solo se da una breve descripción de la larga estadía de Israel en el desierto. Dios no solo los castigó por sus murmullos e incredulidad, sino que los preparó para Canaán; humillándolos por el pecado, enseñándoles a mortificar sus lujurias, a seguir a Dios y a consolarse en él. Aunque es posible que Israel espere por mucho tiempo la liberación y la ampliación, finalmente llegará. Antes de que Dios trajera a Israel para destruir a sus enemigos en Canaán, les enseñó a perdonar a sus enemigos en Edom. No deben, bajo el pretexto del pacto y la conducta de Dios, pensar en apoderarse de todo lo que puedan imponer. El dominio no se funda en la gracia. El Israel de Dios estará bien ubicado, pero no debe esperar estar solo en medio de la tierra. La religión nunca debe hacerse un manto para la injusticia. Desprecio por estar en deuda con los edomitas, cuando tienes un Dios completamente suficiente del que depender. Usa lo que tienes, úsalo alegremente. Has experimentado el cuidado de la divina providencia, nunca uses ningún método corrupto para tu suministro. Todo esto debe aplicarse igualmente a la experiencia del creyente. Deuteronomio 2:8-238-23 Tenemos el origen de los moabitas, edomitas y amonitas. Moisés también da una instancia más antigua que cualquiera de estas; los Caphtorims expulsaron a los Avims de su país. Estas revoluciones muestran qué cosas inciertas son las posesiones mundanas. Era tan antiguo y siempre lo será. Las familias declinan, y de ellos las propiedades se transfieren a familias que aumentan; hay muy poca continuidad en estas cosas. Esto se registra para alentar a los hijos de Israel. Si la providencia de Dios ha hecho esto por los moabitas y los amonitas, su promesa lo haría mucho más por Israel, su pueblo peculiar. Se dan precauciones para no entrometerse con moabitas y amonitas. Incluso los hombres malvados no deben ser perjudicados. Dios da y preserva bendiciones externas a los hombres malvados; Estas no son las mejores cosas, él tiene una mejor reserva para sus propios hijos. Deuteronomio 2:24-3724-37 Dios probó a su pueblo, prohibiéndoles entrometerse con los países ricos de Moab y Ammón. Les da posesión del país de los amorreos. Si nos mantenemos alejados de lo que Dios prohíbe, no perderemos por nuestra obediencia. La tierra es del Señor y su plenitud; y se lo da a quien quiere; pero cuando no hay una dirección expresa, nadie puede abogar por su concesión para tales procedimientos. Aunque Dios les aseguró a los israelitas que la tierra debería ser suya, sin embargo, deben lidiar con el enemigo. Lo que Dios da debemos esforzarnos por conseguirlo. ¡En qué nuevo mundo entró Israel ahora! Mucho más alegre será el cambio, que experimentarán las almas santas, cuando salgan del desierto de este mundo al mejor país, es decir, el celestial, a la ciudad que tiene fundamentos. Al reflexionar sobre los tratos de Dios con su pueblo Israel, meditemos sobre nuestros años pasados en la vanidad, a través de nuestras transgresiones. Pero felices son aquellos a quienes Jesús libró de la ira venidera. A quien ha dado el fervor de su Espíritu en sus corazones. Su herencia no puede verse afectada por revoluciones de reinos o cambios en las posesiones terrenales. |
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Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit