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2 Samuel 24 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Samuel 24


(1 Cr 21.1-14)

Dios castiga a su pueblo

1 Dios volvió a enojarse contra Israel. Le hizo creer a David que sería bueno hacer una lista de todos los soldados que había en Israel y Judá.

2 Entonces el rey le dijo a Joab y a los jefes del ejército: —Vayan por todo el país, y cuenten a todos los hombres en edad militar, para que yo sepa cuántos soldados tengo.

3 Pero Joab le contestó: —Yo le pido a Dios que multiplique a su pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es. También le pido a Dios que le permita a usted llegar a verlo. Pero no creo que contarlos sea una buena idea.

4 Sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab y de los jefes del ejército, y ellos tuvieron que salir a contar a todos los israelitas.

5 Cruzaron el río Jordán y empezaron a contar a la gente de Aroer, y de una ciudad que está en medio de un valle, en el camino a Gad y a Jazer.

6 Luego fueron a Galaad, y de allí a Cadés, que está en el país de los hititas. Después fueron a Dan, y de allí dieron la vuelta hasta llegar a Sidón.

7 Fueron luego a la fortaleza que está en Tiro, y recorrieron también todas las ciudades de los heveos y cananeos. Después se fueron al sur de Judá, en dirección de Beerseba.

8 Después de haber recorrido todo el país durante nueve meses y veinte días, regresaron a Jerusalén.

9 Allí Joab le informó al rey: «En Israel hay ochocientos mil hombres que pueden ir a la guerra, y en Judá hay quinientos mil».

10 Pero David se dio cuenta de que había sido un error haber contado a toda la gente, así que dijo: «Dios mío, no está bien lo que hice. Te he ofendido al contar los soldados que tenemos. Yo te ruego que perdones mi error».

11 David siempre consultaba al profeta Gad. Por eso al día siguiente, cuando David se estaba levantando, Dios le dio a Gad un mensaje para David. Le dijo:

12 «Ve a decirle a David que lo voy a castigar, y que puede escoger uno de estos tres castigos:

13 Siete años de hambre en todo el país; ser perseguido por sus enemigos durante tres meses; o que todo el pueblo sufra enfermedades durante tres días». Gad fue, entregó el mensaje y le dijo a David: «Dime qué respuesta debo llevarle a Dios».

14 Y David le dijo a Gad: —¡Me resulta difícil elegir uno de los tres! Pero Dios es compasivo, así que prefiero que sea él quien me castigue. No quiero que me hagan sufrir mis enemigos.

15 Entonces Dios envió una enfermedad por todo Israel, desde esa mañana hasta el tercer día. Y desde el norte hasta el sur de Israel murieron setenta mil personas.


(1 Cr 21.15-27)

Dios perdona a su pueblo

16 El ángel que Dios había enviado a matar a la gente, llegó a Jerusalén. David lo vio cuando llegó a donde Arauna el jebuseo estaba limpiando el trigo. Como el ángel ya estaba a punto de destruir la ciudad, David dijo: «Dios mío, yo fui el que hizo mal; yo fui quien pecó contra ti. Por favor, no castigues a mi pueblo. Mejor castígame a mí y a mi familia». Dios envió a David este mensaje por medio del profeta Gad: «Ve y constrúyeme un altar en el lugar donde Arauna limpia el trigo». David obedeció el mensaje de Dios, y fue con sus sirvientes a construir el altar. Cuando Arauna vio que el rey se acercaba, salió y se inclinó ante él hasta tocar el suelo con su frente,

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21 y le dijo: —¿A qué debo que Su Majestad venga a verme? ¡Yo no soy más que su sirviente! Pero David le contestó: —He venido a comprarte el lugar donde limpias el trigo. Quiero construir allí un altar para Dios. Así se detendrá la enfermedad que está matando a la gente.

22 Arauna le contestó: —Su Majestad, todo lo que tengo es suyo. Presente las ofrendas a Dios, y yo le daré los toros para el sacrificio, y hasta mis herramientas de trabajo para que las use como leña.

23 Yo le doy a usted todo esto, y deseo que Dios acepte lo que usted le ofrezca.

24 —Te lo agradezco —dijo David—, pero yo no puedo ofrecerle a Dios algo que no me haya costado nada. Así que yo te pagaré todo lo que me des. David le dio a Arauna cincuenta monedas de plata por el terreno y por los toros,

25 y construyó allí un altar para Dios. Para que ya no los castigara, le presentó a Dios los toros como ofrenda, y además le presentó otras ofrendas. Y Dios escuchó sus ruegos y detuvo el castigo contra los israelitas, pues le dio tristeza haberlos castigado. Entonces le dijo al ángel: «Basta, ya no sigas». Así fue como se detuvo la enfermedad en Israel.

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2 Samuel 24

2 Samuel 24 - Introducción

* David numera a la gente. (1-9) Él elige la peste. (10-15) La permanencia de la peste. (16,17) sacrificio de David, la plaga eliminada. (18-25)

2 Samuel 24:1-9

1-9 Por el pecado del pueblo, David se dejó actuar mal, y en su castigo recibieron castigo. Este ejemplo arroja luz sobre el gobierno de Dios del mundo y proporciona una lección útil. El orgullo del corazón de David fue su pecado al numerar a la gente. Por lo tanto, pensó que parecía más formidable, confiando en un brazo de carne más de lo que debería haberlo hecho, y aunque había escrito mucho de confiar solo en Dios. Dios no juzga el pecado como nosotros. Lo que nos parece inofensivo, o al menos una pequeña ofensa, puede ser un gran pecado a los ojos de Dios, quien discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Incluso los hombres impíos pueden discernir los malos temperamentos y la conducta incorrecta en los creyentes, de los cuales ellos mismos a menudo permanecen inconscientes. Pero Dios rara vez permite a aquellos a quienes ama los placeres que codician pecaminosamente.

2 Samuel 24:10-15

10-15 Está bien, cuando un hombre ha pecado, si tiene un corazón adentro para herirlo por ello. Si confesamos nuestros pecados, podemos orar con fe para que Dios los perdone y quitar, perdonando la misericordia, ese pecado que desechamos con un arrepentimiento sincero. Lo que hacemos de nuestro orgullo es que Dios nos lo quite, o nos amargue, y lo convierta en nuestro castigo. Esto debe ser un castigo ya que la gente tiene una gran participación, ya que aunque fue el pecado de David lo que abrió la esclusa, todos los pecados de la gente contribuyeron al diluvio. En esta dificultad, David eligió un juicio que vino inmediatamente de Dios, cuyas misericordias él sabía que eran muy grandes, en lugar de los hombres, que habrían triunfado en las miserias de Israel, y de ese modo se habrían endurecido en su idolatría. Él eligió la peste; él y su familia estarían tan expuestos a él como el israelita más pobre; y él continuaría por un tiempo más corto bajo la reprensión divina, por severa que fuera. La rápida destrucción por la peste muestra cuán fácilmente Dios puede derribar a los pecadores más orgullosos, y cuánto le debemos diariamente a la paciencia divina.

2 Samuel 24:16-17

16,17 Quizás había más maldad, especialmente más orgullo, y ese era el pecado ahora castigado, en Jerusalén que en otros lugares, por lo tanto, la mano del destructor se extiende sobre esa ciudad; pero el Señor se arrepintió del mal, no cambió de opinión, sino de manera. En el mismo lugar donde se detuvo a Abraham de matar a su hijo, este ángel, por una contrademanda similar, se quedó de destruir Jerusalén. Es por el bien del gran sacrificio, que nuestras vidas perdidas se preservan del ángel destructor. Y en David está el espíritu de un verdadero pastor del pueblo, ofreciéndose a sí mismo como sacrificio a Dios, para la salvación de sus súbditos.

2 Samuel 24:18-25

18-25 Dios nos anima a ofrecerle sacrificios espirituales, es una evidencia de que nos reconcilia con él mismo. David compró el terreno para construir el altar. Dios odia el robo por el holocausto. Aquellos que no saben qué es la religión, a quienes les importa que sean baratos y fáciles para ellos, y que están más satisfechos con lo que les cuesta menos dolores o dinero. Para qué tenemos nuestra sustancia, sino honrar a Dios con ella; ¿Y cómo puede ser mejor otorgado? Vea la construcción del altar y la ofrenda de sacrificios apropiados sobre él. Ofrendas quemadas para la gloria de la justicia de Dios; ofrendas de paz para la gloria de su misericordia. Cristo es nuestro altar, nuestro sacrificio; solo en él podemos esperar escapar de su ira y encontrar el favor de Dios. La muerte está destruyendo todo, en tantas formas, y tan repentinamente, que es una locura no esperar y prepararse para el final de la vida.


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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