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2 Pedro 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Pedro 1

Saludo

1 Yo, Simón Pedro, estoy al servicio de Jesucristo, quien me envió a anunciar su mensaje. Reciban mis saludos. Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, ha sido justo y bueno con todos ustedes, pues los hizo confiar en él, como nos hizo confiar a nosotros.

2 Le pido a Dios que los ame mucho y les permita vivir en paz, y que ustedes estén siempre dispuestos a conocer más a Dios y a nuestro Señor Jesús.

Vivir como Dios quiere

3 Dios utilizó su poder para darnos todo lo que necesitamos, y para que vivamos como él quiere. Dios nos dio todo eso cuando nos hizo conocer a Jesucristo. Por medio de él, nos eligió para que seamos parte de su reino maravilloso.

4 Además, nos ha dado todas las cosas importantes y valiosas que nos prometió. Por medio de ellas, ustedes podrán ser como Dios y no como la gente pecadora de este mundo, porque los malos deseos de esa gente destruyen a los demás.

5 Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien, procurar conocer mejor a Dios,

6 y dominar sus malos deseos. Además, deben ser pacientes, entregar su vida a Dios,

7 estimar a sus hermanos en Cristo y, sobre todo, amar a todos por igual.

8 Si ustedes conocen a Jesucristo, harán todo eso, y tratarán de hacerlo cada vez mejor. Así, vivirán haciendo el bien.

9 Pero quien no lo hace así es como si estuviera ciego, y olvida que Dios le ha perdonado todo lo malo que hizo.

10 Hermanos, Dios los ha elegido para formar parte de su pueblo, y si quieren serlo para siempre, deben esforzarse más por hacer todo esto. De ese modo, nunca fracasarán en su vida cristiana,

11 y Dios, con gusto, les dará la bienvenida en el reino de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien reina para siempre.

La verdadera enseñanza

12 Por eso yo les seguiré recordando siempre todo esto, aun cuando ya lo saben y siguen creyendo en la verdad que les enseñaron.

13 Mientras yo viva, creo que es mi deber recordarles todo esto.

14 Nuestro Señor Jesucristo me ha permitido saber que pronto moriré;

15 pero yo haré todo lo posible para que ustedes recuerden estos consejos aun después de mi muerte.

16 Cuando les enseñábamos acerca del poder de nuestro Señor Jesucristo y de su regreso, no estábamos inventando una historia, sino que con nuestros propios ojos vimos el gran poder de nuestro Señor.

17 Nosotros estábamos allí cuando Dios el Padre trató a Jesús con mucho honor y mostró lo maravilloso que es él. Y allí mismo, en la montaña sagrada, oímos cuando nuestro grande y maravilloso Dios dijo: «Este es mi Hijo. Yo lo amo mucho y estoy muy contento con él.»

18

19 Por eso estoy completamente seguro de que el mensaje de Dios que anunciaron los profetas es la verdad. Por favor, préstenle atención a ese mensaje, pues les dirá cómo vivir hasta el día en que Cristo vuelva y cambie sus vidas.

20 Pero, antes que nada, deben saber que ninguna enseñanza de la Biblia se puede explicar como uno quisiera.

21 Ningún profeta habló por su propia cuenta. Al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo.

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2 Pedro 1

2 Pedro 1:1-11

1-11La fe une al creyente débil a Cristo, tan realmente como lo hace con el fuerte, y purifica el corazón de uno tan verdaderamente como de otro; y todo creyente sincero es por su fe justificado a los ojos de Dios. La fe obra la piedad, y produce efectos que ninguna otra gracia puede hacer en el alma. En Cristo habita toda la plenitud, y el perdón, la paz, la gracia y el conocimiento, y los nuevos principios, se dan así por medio del Espíritu Santo. Las promesas a los que son partícipes de una naturaleza divina, nos harán indagar si realmente somos renovados en el espíritu de nuestras mentes; convirtamos todas estas promesas en oraciones por la gracia transformadora y purificadora del Espíritu Santo. El creyente debe añadir conocimiento a su virtud, aumentando el conocimiento de toda la verdad y voluntad de Dios. Debemos añadir templanza al conocimiento; moderación sobre las cosas mundanas; y añadir a la templanza, paciencia, o sumisión alegre a la voluntad de Dios. La tribulación obra la paciencia, por la cual soportamos todas las calamidades y cruces con silencio y sumisión. A la paciencia debemos añadir la piedad, que incluye los santos afectos y disposiciones que se encuentran en el verdadero adorador de Dios, con un tierno afecto hacia todos los compañeros cristianos, que son hijos del mismo Padre, siervos del mismo Maestro, miembros de la misma familia, viajeros a la misma patria, herederos de la misma herencia. Por tanto, que los cristianos se esfuercen por alcanzar la seguridad de su llamamiento y de su elección, creyendo y obrando bien; y así, esforzarse cuidadosamente, es un firme argumento de la gracia y la misericordia de Dios, que los sostiene para que no caigan del todo. Los que son diligentes en la obra de la religión, tendrán una entrada triunfal en ese reino eterno donde Cristo reina, y reinarán con él por los siglos de los siglos; y es en la práctica de toda buena obra que debemos esperar la entrada al cielo.

2 Pedro 1:12-15

12-15 Debemos estar establecidos en la creencia de la verdad, para que no seamos sacudidos por todo viento de doctrina; y especialmente en la verdad necesaria para que sepamos en nuestros días, lo que pertenece a nuestra paz, y lo que se opone en nuestro tiempo. El cuerpo no es más que un tabernáculo o tienda del alma. Es una morada mezquina y movible. La proximidad de la muerte hace que el apóstol sea diligente en los asuntos de la vida. Nada puede dar tanta tranquilidad en la perspectiva, o en la hora, de la muerte, como saber que hemos seguido fiel y sencillamente al Señor Jesús, y buscado su gloria. Los que temen al Señor, hablan de su bondad. Esta es la manera de difundir el conocimiento del Señor; y por medio de la palabra escrita, están capacitados para hacerlo.

2 Pedro 1:16-21

16-21 El evangelio no es algo débil, sino que viene con poder, Romanos 1:16. La ley nos presenta nuestro estado miserable por el pecado, pero ahí nos deja. Descubre nuestra enfermedad, pero no da a conocer la cura. Es la visión de Jesús crucificado, en el evangelio, lo que sana el alma. Trata de disuadir al mundano codicioso de su avaricia, una onza de oro pesa todas las razones. Ofrécete a alejar a un furioso de su ira con argumentos, no tiene paciencia para escucharlos. Intenta detener al licencioso, una sonrisa es más fuerte con él que toda la razón. Pero ven con el evangelio, y exhórtalos con la preciosa sangre de Jesucristo, derramada para salvar sus almas del infierno, y para satisfacer por sus pecados, y esta es esa poderosa súplica que hace que los hombres buenos confiesen que sus corazones arden dentro de ellos, y que los malos, incluso un Agripa, digan que están casi persuadidos de ser cristianos,​​​​​​​ Hechos 26:28. Dios se complace en Cristo, y en nosotros en él. Este es el Mesías que fue prometido, por el cual todos los que crean en él serán aceptados y salvados. La verdad y la realidad del Evangelio también fueron predichas por los profetas y los escritores del Antiguo Testamento, que hablaron y escribieron bajo la influencia y la dirección del Espíritu de Dios. Cuán firme y segura debería ser nuestra fe, si tenemos una palabra tan firme y segura en la que apoyarnos. Cuando la luz de la Escritura es lanzada a la mente ciega y al entendimiento oscuro, por el Espíritu Santo de Dios, es como el amanecer que avanza y se difunde por toda el alma, hasta hacer el día perfecto. Como la Escritura es la revelación de la mente y la voluntad de Dios, todo hombre debe escudriñar en ella para comprender su sentido y significado. El cristiano sabe que ese libro es la palabra de Dios, en la que saborea una dulzura, y siente un poder, y ve una gloria, verdaderamente divina. Y las profecías ya cumplidas en la persona y la salvación de Cristo, y en las grandes preocupaciones de la iglesia y del mundo, forman una prueba incontestable de la verdad del cristianismo. El Espíritu Santo inspiró a los hombres santos a hablar y escribir. Les ayudó y dirigió de tal manera al transmitir lo que habían recibido de él, que expresaron claramente lo que dieron a conocer. De modo que las Escrituras deben ser consideradas como palabras del Espíritu Santo, y toda la claridad y sencillez, todo el poder y toda la propiedad de las palabras y expresiones, provienen de Dios. Mezcla la fe con lo que encuentras en las Escrituras, y estima y reverencia la Biblia como un libro escrito por hombres santos, enseñados por el Espíritu Santo.


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Scriptures marked as “TLA” are taken from the Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission. United Bible Societies y www.labibliaweb.com

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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