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Deuteronomio 34 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Deuteronomio 34

1 Y subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está frente a Jericó. Y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan,

2 y a todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental;

3 el Neguev, y la llanura del valle de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

4 Y le dijo Jehová: Ésta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu simiente la daré. Te he permitido que la veas con tus ojos, mas no pasarás allá.

5 Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme a la palabra de Jehová.

6 Y lo enterró en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; pero ninguno sabe dónde está su sepulcro hasta hoy.

7 Y era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

8 Y los hijos de Israel lloraron a Moisés en los campos de Moab treinta días: Y así se cumplieron los días del lloro y del luto por Moisés.

9 Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

10 Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara;

11 En todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón, y a todos sus siervos y a toda su tierra;

12 y en toda aquella mano poderosa, y en todos los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

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Deuteronomio 34

Deuteronomio 34 - Introducción

* Moisés contempla la tierra prometida desde el monte Nebo. (1-4) La muerte y sepultura de Moisés. El luto del pueblo. (5-8) Josué sucede a Moisés. La alabanza a Moisés. (9-12)

Deuteronomio 34:1-4

1-4 Moisés parecía no querer dejar su trabajo; pero una vez terminado, no manifestó renuencia a morir. Dios había declarado que no debía entrar a Canaán. Pero el Señor también prometió que Moisés debería verlo, y le mostró toda esa buena tierra. Tal vista los creyentes ahora tienen, por gracia, la dicha y la gloria de su futuro estado. A veces Dios reserva los descubrimientos más brillantes de su gracia a su pueblo para apoyar sus momentos de muerte. Aquellos pueden abandonar este mundo con alegría, que mueren en la fe de Cristo y en la esperanza del cielo.

Deuteronomio 34:5-8

5-8 Moisés obedeció este mandato de Dios tan voluntariamente como cualquier otro, aunque parecía más difícil. En esto se asemejó a nuestro Señor Jesucristo. Pero murió con honor, en paz y de la manera más fácil; el Salvador murió en la vergonzosa y tortuosa cruz. Moisés murió con gran facilidad; falleció "por boca del Señor", de acuerdo a la voluntad de Dios. Los siervos del Señor, después de haber realizado todos sus otros trabajos, deben estar dispuestos a irse a casa cuando su Maestro los llame, como se menciona en Hechos 21:13. El lugar de su sepultura es desconocido. Si el alma está en paz con Dios, no importa mucho dónde descanse el cuerpo. Su fuerza física no decayó, ni tampoco la vitalidad y la agudeza de su mente; su entendimiento seguía siendo claro y su memoria fuerte como siempre. Esta fue la recompensa por sus servicios y el resultado de su extraordinaria humildad. Aunque hubo un luto solemne por su partida, no debemos entregarnos al dolor, sin importar cuán grande sea nuestra pérdida. Si esperamos ir al cielo regocijándonos, ¿por qué deberíamos ir a la tumba con tristeza?

Deuteronomio 34:9-12

9-12 Moisés condujo a Israel hasta los límites de Canaán y luego murió, dejándolos. Esto significa que la ley no perfeccionó nada, como se menciona en Hebreos 7:19 La ley lleva a las personas a un desierto de convicción, pero no a la Canaán de descanso y paz establecida. Ese honor estaba reservado para Josué, nuestro Señor Jesús, del cual Josué fue un tipo (y el nombre es el mismo), para hacer por nosotros lo que la ley no podía hacer, como se menciona en Romanos 8:3. A través de Él entramos en el descanso espiritual de la conciencia y en el descanso eterno en el cielo. Moisés fue más grande que cualquier otro profeta del Antiguo Testamento. Pero nuestro Señor Jesús lo superó, mucho más de lo que los otros profetas se quedaron atrás de él. Y vemos una fuerte semejanza entre el Redentor de los hijos de Israel y el Redentor de la humanidad. Moisés fue enviado por Dios para liberar a los israelitas de una cruel esclavitud; los sacó y venció a sus enemigos. No solo se convirtió en su libertador, sino también en su legislador; no solo en su legislador, sino también en su juez; y finalmente, los llevó a la frontera de la tierra prometida. Nuestro bendito Salvador vino a rescatarnos de la esclavitud del diablo y a devolvernos la libertad y la felicidad. Vino a confirmar cada precepto moral del primer legislador y a escribirlos, no en tablas de piedra, sino en tablas de carne en el corazón. También vino a ser nuestro Juez, ya que ha designado un día en el cual juzgará todos los secretos de los hombres y recompensará o castigará en consecuencia. Esta grandeza de Cristo sobre Moisés es una razón por la cual los cristianos deben ser obedientes y fieles a la santa religión a la que profesan seguir como seguidores de Cristo. ¡Que Dios, por su gracia, nos haga a todos así!


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Reina Valera Gomez (2010)

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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