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Jeremías 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Jeremías 1

1 LAS palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín.

2 La palabra de Jehová que vino a él en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado.

3 Fue asimismo en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalem en el mes quinto.

4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:

5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te di por profeta a las naciones.

6 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah! ¡Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.

7 Y me dijo Jehová: No digas, soy niño; porque a todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré.

8 No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte, dice Jehová.

9 Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar.

11 Y la palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Yo veo una vara de almendro.

12 Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

13 Y vino a mí palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Yo veo una olla que hierve; y su faz está al lado del norte.

14 Y me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de la tierra.

15 Porque he aquí que yo convoco todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su asiento a la entrada de las puertas de Jerusalem, y junto a todos sus muros en derredor, y en todas las ciudades de Judá.

16 Y a causa de toda su malicia, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y a hechuras de sus manos se encorvaron.

17 Tú pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les hablarás todo lo que te mandaré: no temas delante de ellos, porque no te haga yo quebrantar delante de ellos.

18 Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, a los reyes de Judá, a sus príncipes, a sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra.

19 Y pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte.

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Jeremías 1

Jeremias 1:1-10

1-10 Se declara el llamado temprano de Jeremías al trabajo y al oficio de un profeta. Debía ser un profeta, no solo para los judíos, sino también para las naciones vecinas. Él sigue siendo un profeta para todo el mundo, y sería bueno que atendieran estas advertencias. El Señor que nos formó, sabe para qué servicios y propósitos particulares nos propuso. Pero a menos que nos santifique con su Espíritu de nueva creación, no seremos aptos para su santo servicio en la tierra, ni su santa felicidad en el cielo. Se convierte en nosotros tener pensamientos bajos de nosotros mismos. Los que son jóvenes deben considerar que lo son y no aventurarse más allá de sus poderes. Pero aunque la sensación de nuestra propia debilidad e insuficiencia debería hacernos humildemente acerca de nuestro trabajo, no debería hacernos retroceder cuando Dios nos llama. Aquellos que tienen mensajes para liberar de Dios, no deben temer el rostro del hombre. El Señor, por una señal, le dio a Jeremías el regalo que fuera necesario. El mensaje de Dios debe ser entregado en sus propias palabras. Independientemente de lo que piensen los sabios o los políticos, la seguridad de los reinos se decide según el propósito y la palabra de Dios.

Jeremias 1:11-19

11-19 Dios le dio a Jeremías una vista de la destrucción de Judá y Jerusalén por los caldeos. El almendro, que está más adelantado en la primavera que cualquier otro, representa el enfoque rápido de los juicios. Dios también mostró de dónde debería surgir la ruina deseada. Jeremías vio una olla hirviendo hirviendo, representando a Jerusalén y Judá con gran alboroto. La boca o la cara del horno o el hogar estaban hacia el norte; de donde vendrían el fuego y el combustible. Los poderes del norte se unirán. La causa de estos juicios fue el pecado de Judá. Todo el consejo de Dios debe ser declarado. El temor a Dios es el mejor remedio contra el miedo al hombre. Es mejor que todos los hombres sean nuestros enemigos que Dios nuestro enemigo; aquellos que están seguros de que tienen a Dios con ellos, no necesitan, no deben temer, a quienes estén en contra de ellos. Oremos para que podamos estar dispuestos a renunciar a intereses personales, y que nada nos aleje de nuestro deber.


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Reina Valera 2004

All Rights Reserved Copyright 2004 y 2010 by Dr. Humberto Gómez Caballero ©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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