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Sofonías 1 - Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

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Sofonías 1

El día de la ira de Jehová

1 Palabra de Jehová que vino a Sofonías hijo de Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en días de Josías hijo de Amón, rey de Judá.

2 Destruiré por completo todas las cosas de sobre la faz de la tierra, dice Jehová.

3 Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo y los peces del mar, y cortaré a los impíos; y raeré a los hombres de sobre la faz de la tierra, dice Jehová.

4 Extenderé mi mano sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén, y exterminaré de este lugar los restos de Baal, y el nombre de los ministros idólatras con sus sacerdotes;

5 y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom;

6 y a los que se apartan de en pos de Jehová, y a los que no buscaron a Jehová, ni le consultaron.

7 Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados.

8 Y en el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero.

9 Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño.

10 Y habrá en aquel día, dice Jehová, voz de clamor desde la puerta del Pescado, y aullido desde la segunda puerta, y gran quebrantamiento desde los collados.

11 Aullad, habitantes de Mactes, porque todo el pueblo mercader es destruido; destruidos son todos los que traían dinero.

12 Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal.

13 Por tanto, serán saqueados sus bienes, y sus casas asoladas; edificarán casas, mas no las habitarán, y plantarán viñas, mas no beberán el vino de ellas.

14 Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente.

15 Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,

16 día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres.

17 Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol.

18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.

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Sofonías 1

Encabezamiento

Jehovah, Yahweh, el Dios del pacto de Israel (Exo. 6:2-6), es la fuente última de esta profecía que se describe muy generalmente como su palabra. La persona que proclama el mensaje de Dios es Sofo-nías. De cualquiera de las genealogías proféticas (cf. Jer. 36:14), la de él es la más larga; se traza hasta Ezequías, el decimocuarto rey de Judá (716-687 a. de J.C.; véase la Introducción). Esta genealogía inusualmente larga fue incluida posiblemente para evitar la inquietud de que el padre de Sofonías hubiera sido de Etiopía (un cusi en heb.), puesto que Etiopía era objeto de uno de los oráculos (2:12). A los egipcios y etíopes no se les permitió acceso a la comunidad israelita hasta la tercera generación (Deut. 23:7, 8).

Una explicación más probable, sin embargo, era el deseo de relacionar al profeta con su antepasado justo y real. Esto era especialmente importante después de los errados predecesores de Josías, el presente rey, quien era, como Ezequías, un adorador comprometido de Jehovah (véase la Introducción).



Juicio

De inmediato, sin más introducción, Jehovah comunica un aterrador mensaje de horrendo juicio, no sólo en general para todo el mundo (2, 3), sino más específicamente para Judá y para Jerusalén, su capital (4-6). No actuando a distancia, Yahweh se encarga en forma personal de esta devastación.

2, 3 Jehovah advierte que él acabará por completo con todas las cosas de la faz de la tierra. La lista de seres que enfrentan la destrucción, hombres … animales … aves del cielo y … peces del mar, muestra que él se propone un acto de “des-creación”. Esos seres aparecen en la lista en exactamente el orden opuesto al de la creación (Gén. 1:20-28). Esta destrucción excederá hasta a la del diluvio (Gén. 6-9), puesto que aquí los peces también sentirán el golpe de la ira de Dios. Toda la creación sufrirá como resultado del pecado de la humanidad (cf. Rom. 8:20, 21). La humanidad es particularizada especialmente al ser mencionada dos veces, siendo los pecadores impíos que precipitaron la reacción de Dios. Ellos serán eliminados o aniquilados (4; cf. 1 Rey. 9:7), un término que indica el cumplimiento de la pena de muerte sobre los infractores de la ley (Exo. 31:14) que es muy apropiada en este contexto.

El oyente puede estar seguro de que estas palabras severas son ciertas, puesto que son una declaración de Jehovah, el Señor mismo (ver también 1:10; 2:9; 3:8, 20). El no solamente habla; actuará, como se ve por las siete veces que ocurre el Yo (o verbos de primera persona del singular) en los vv. 2-4.

4-6 Aunque toda la creación sufrirá, JudaŒ y JerusaleŒn son particularizadas. Ellos, el pueblo del pacto de Dios, habiéndose consagrado a él voluntariamente, tienen un mayor grado de responsabili dad. De igual manera el pueblo de Dios es primero entre muchos en Amós 1:3-2:16. Jesús hizo de esto un principio que se aplica universalmente: “de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él” (Luc. 12:48). Dios dice Extenderé mi mano, no para ayudar a Israel como lo había hecho antes (p. ej. Deut. 4:34), sino para castigar, así como cuando Aarón extendió la vara e inició las plagas sobre Egipto (Exo. 7:19).

Los que enfrentarán el ser quitados de este lugar (ya fuera que se tratara de la misma Jerusalén o del templo, que es verdaderamente “el lugar”, Deut. 12:5), son identificados por sus malas acciones. Algunos todavía adoraban a Baal, un título que significa “señor, dueño, amo”, que no era usado solamente para las deidades paganas, sino también para Jehovah mismo (el nombre Belial significa “Yahweh es Baal”). Dios está aquí denunciando la adoración de Asera, la diosa cananea de la fertilidad, o también del dios Bel (Baal) de los asirios. Aunque algunos sugieren que la reforma religiosa de Josías, iniciada en 621 a. de J.C., detuvo completamente las prácticas paganas, el hecho de que se mencione lo que queda del culto de Baal podría indicar que las reformas recién iniciadas estaban efectuándose, aunque todavía no estaban completas (véase la Introducción). Los sacerdotes idólatras (2 Rey. 23:5) también serán eliminados, hasta el punto de borrar sus nombres. El objeto de su adoración, el ejército de los cielos, son los dioses estrellas (cf. Deut. 4:19; 2 Rey. 21:3-5; Jer. 8:2) que Israel sabe que fueron creados por Jehovah mismo (Gén. 1:14-17).

Otro problema era el sincretismo o mezcla de sistemas religiosos. El heb. del v. 5, que dice que la gente jura por su rey [Malcam], puede indicar que ellos adoraban no solamente a Yahweh (usando su nombre en juramentos), sino también hacían lo mismo a su representación humana. Aunque no hay evidencia de esta práctica en el mismo Israel, era común por todas partes en el antiguo Cercano Oriente. Este versículo también podría referirse a Milcom (Moloc), (RVA; LXX y otras versiones), un dios pagano amonita (1 Rey. 11:5, 33). Hasta podría haber una combinación de las dos posibles interpretaciones, es decir, que aunque fingían lealtad a Jehovahh como rey, en realidad estaban vi viendo bajo la autoridad de un usurpador, Milcom el pagano. En cualquier caso, la gente mezclaba la adoración al verdadero Dios con la del que no era digno de adoración (Exo. 20:3). Como en Jeremías (2:12, 13), Yahweh es afrentado por Judá, que se volvió de la verdad para seguir mentiras.



Judá

7 Se nos pide callar ante la presencia del Señor Jehovah (cf. Hab. 2:20). Uno puede quedarse callado como en los brazos amorosos de una madre (Sal. 131:2), pero aquí tiene un sabor diferente, puesto que se refiere a un silencio que cae en la aterradora presencia del creador, sustentador y juez del universo. Este es el respeto demandado por el oficial del tribunal cuando ordena “todos de pie” cuando entra el juez en la sala. El Señor está ahora acercándose porque su día, el día de Jehovah, está cercano (cf. v. 14; Isa. 13:6; Eze. 30:3; Joel 1:15; Abd. 15).

En anticipación a este día, Jehovah ya ha hecho preparativos personalmente, como lo demuestran sus actos en este versículo y también los usos de Yo y verbos de primera persona del singular en los vv. 8, 9, 12 y 17. Como un sacerdote, ya ha preparado un sacrificio o fiesta de sacrificio (cf. Jer. 46:10). También ha escogido (consagrado) o apartado a sus invitados para una función especial (cf. Lev. 21:8; 2 Sam. 8:11). En un macabro juego de palabras uno puede entender que los invitados están listos para participar de la fiesta de sacrificio o para ser ellos mismos el sacrificio. Los que se oponen a Jehovah serán sometidos a su juicio.

8 En este mismo día del sacrificio, el primer castigo se dirige tanto a los jefes de las naciones, a la casa real, como a los que están siguiendo influencias “extranjeras”, posiblemente indicando prácticas religiosas paganas (cf. 2 Rey. 10:22). Josías mismo no es mencionado, tal vez porque esto es de un período temprano en su reinado cuando las verdaderas riendas del poder estaban en manos de otros funcionarios (2 Rey. 22:1), eso es, a los que se alude aquí.

9 Todavía otra perversión aparentemente religiosa incluye a aquellos que saltan sobre el umbral (un término usado en el AT solamente en asociación con un templo; 1 Sam. 5:4, 5; Eze. 9:3). Esto muy probablemente significa la práctica pagana de los filisteos de no pisar el umbral del templo de Dagón (1 Sam. 5:4, 5), otra intrusión al culto israelita de Yahweh. Otra posibilidad es que la segun da mitad de este versículo es una explicación de la primera mitad oscura. Lo que entonces está implicado no es una mal religioso sino económico o social. Los líderes que debían proteger sus cargos mediante un gobierno justo y recto en lugar de eso están llenando sus residencias reales con violencia (cf. Hab. 1:2, 3) y con fraude. Cualquiera sea la interpretación que se adopte, la cláusula final del versículo indica que Jehovah no considera los errores que se cometieron como menores, sino como de la misma magnitud que los que llevaron a la primera “des-creación” en el tiempo del diluvio (cf. 1:3; Gén. 6:11).

10, 11 El autor presenta el desarrollo geográfico del juicio de Dios en aquel día de Yahweh. El norte provee un acceso más fácil a Jerusalén debido a colinas en otras direcciones. Esta es no solamente la ruta más natural para mercaderes y comerciantes, sino también para ejércitos que atacan. La ubicación de las dos primeras zonas mencionadas es conocida, la puerta del Pescado, que era probablemente una puerta importante hacia el norte de la ciudad (2 Crón. 33:14; Neh. 3:3). El Segundo o “nuevo” Barrio estaba al norte del templo y era, según su nombre, una adición más reciente (2 Rey. 22:14; Neh. 11:9). Las colinas es una referencia más general, pero bien podría señalar a un rasgo específico en el norte de Jerusalén. El mercado interior o barrio de negocios, llamado de Mactes estaba situado aparentemente en una depresión, posiblemente una cantera excavada en forma de mortero (cf. Jue. 15:19; Prov. 27:22).

Una seria calamidad les acontece a los habitantes de estos lugares, y ellos responden con un angustioso clamor y gemido. La estruendosa destrucción también se traduce como clamores de angustia en otras partes (p. ej. Isa. 15:5; Jer. 48:5), ajustándose bien al contexto presente. Parte de la calamidad incluirá un colapso económico. Esta es una refe rencia adicional a la indeseada influencia extranjera, puesto que mercaderes es lit. “gente de Canaán”, cuya habilidad para el comercio bajo su nombre posterior, “fenicios”, era bien conocida.

12 Actuando como la policía en una incursión en busca de contrabando, Jehovah realizará un escrutinio con lámpara. Su meta no es buscar una persona honesta (cf. Jer. 5:1), sino atrapar a los que le han disgustado para castigarlos. Su pecado no está en la práctica clara y pública del mal (4-11), sino en su omisión secreta y más privada de cualquier bien, una complacencia completa. Son comparados a parte del proceso de la fermentación del vino que, cuando no es agitado, junta las partículas más pesadas en el fondo del barril. Este residuo, la hez puede causar coagulación que hace que el vino no se pueda beber. Estas personas niegan la actividad de Dios y son condenadas por su apatía, como Martin Luther King reprendía a nuestra generación diciendo: “Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto por las malas acciones de los malvados, sino por el espantoso silencio de la gente buena.”

13 Dios mostrará a los ricos apáticos cuán descarriados han estado. Ellos han pervertido el mismo fundamento teológico del entendimiento de Israel de la historia, que Dios interviene activamente en el mundo, trayendo bendición o juicio. Una teología mal encaminada es por lo menos tan seria como obras mal encaminadas. Como castigo, los medios de poder y posición por los que los pecadores obtuvieron su estatura les serán quitados (cf. Deut. 28:30-42; Amós 5:11; Miqueas 6:13-15).

Desde la perspectiva del NT acerca del amor de Dios como se mostró en Cristo, es muy fácil olvidar que el carácter de Dios también incluye santidad y justicia. Como en el AT la gracia de Dios se desbordó hacia su pueblo y hacia los que siguieron su voluntad revelada, así en el NT su santa ira no se retendrá de los que vuelven espaldas a su revelación como lo hizo la gente apática de Judá. Ni la identificación de ellos como su pueblo es prueba suficiente contra su ira si no hay la aplicación correspondiente de su voluntad en la vida y en las relaciones.



Amenazas generales. 14-16 El día es inminente, cercano … y se apresura con rapidez, un tema importante para el profeta (véase v. 7). Su ad vertencia no se refiere a un día distante, sino para ahora; y no es algo que se espera con gozo. Más ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente (ya sea por ansia de sangre o por el terror), lo cual aumentará el tumulto.

El día terrible se describe en un catálogo incisivo de horror, arreglado en una contrapartida de seis partes para los seis días de la creación original. Desde el punto de vista de Jehovah, se cumple con su ira (cf. Eze. 7:19; Ose. 5:10; Hab. 3:8), mientras que su impacto en la humanidad se describe en cinco pares de sinónimos. Las emociones son atacadas con angustia y … aflicción acompañadas por el sufrimiento físico mediante la desolación y … devastación. Al trauma emocional se añade tinieblas y … oscuridad. Para Amós esto caracterizaba el juicio de Dios (Amós 5:18-20; cf. Isa. 8:22; Joel 2:2) y también trae a la mente el caos previo a la creación (Gén. 1:2) dentro del cual la luz del poder de Dios todavía no había brillado. Estos horrores, acompañados por el golpe del toque de corneta y de griterío, son típicos de las “teofanías”, en las que Dios, el creador todopoderoso y juez del universo confronta su creación (cf. Exo. 20:18; Deut. 4:11). Aun las fortalezas no están a prueba de los avances del Señor.

17, 18 En términos gráficos que tienen el propósito de sacudir a sus oyentes, Jehovah mismo describe los resultados de su juicio sobre la humanidad. Los hombres que recibieron el pacto para dirección se tambalearán como si estuvieran ciegos, una maldición prometida por el mismo pacto que habían ignorado (Deut. 28:28, 29). La misma sangre de vida de la humanidad (Lev. 17:11) será considerada tan indigna como el barato y abundante polvo (cf. 2 Rey. 13:7; Zac. 9:3). La humanidad no puede comprar su escapatoria del juicio de Dios con su plata ni su oro, refiriéndose ya sea a su riqueza acumulada y mal usada (11, 13) o, más probablemente, a sus ídolos impotentes que a menudo eran cubiertos con estos metales (cf. Isa. 30:22; Eze. 7:19, 20). El celo de Dios, su fuerte deseo de proteger su posición única como creador de Israel, su redentor y gobernante del pacto, se despierta ante los intereses paganos de su pueblo. Como resultado, el fuego de su celo (Deut. 4:24) consumirá no solamente a Israel, sino a todos los habitantes de la tierra (cf. vv. 2, 3; 3:8; 2 Ped. 3:10-12). No deben esperar más advertencias, puesto que el fin vendrá en forma repentina y también rápida. Esta promesa aterradora sólo fue cumplida rápidamente por Judá con la devastadora destrucción de Jerusalén y su templo, que tuvo lugar en 587 a. de J.C., durante la propia vida del profeta.



Encabezamiento

Jehovah, Yahweh, el Dios del pacto de Israel (Exo. 6:2-6), es la fuente última de esta profecía que se describe muy generalmente como su palabra. La persona que proclama el mensaje de Dios es Sofo-nías. De cualquiera de las genealogías proféticas (cf. Jer. 36:14), la de él es la más larga; se traza hasta Ezequías, el decimocuarto rey de Judá (716-687 a. de J.C.; véase la Introducción). Esta genealogía inusualmente larga fue incluida posiblemente para evitar la inquietud de que el padre de Sofonías hubiera sido de Etiopía (un cusi en heb.), puesto que Etiopía era objeto de uno de los oráculos (2:12). A los egipcios y etíopes no se les permitió acceso a la comunidad israelita hasta la tercera generación (Deut. 23:7, 8).

Una explicación más probable, sin embargo, era el deseo de relacionar al profeta con su antepasado justo y real. Esto era especialmente importante después de los errados predecesores de Josías, el presente rey, quien era, como Ezequías, un adorador comprometido de Jehovah (véase la Introducción).



Juicio

De inmediato, sin más introducción, Jehovah comunica un aterrador mensaje de horrendo juicio, no sólo en general para todo el mundo (2, 3), sino más específicamente para Judá y para Jerusalén, su capital (4-6). No actuando a distancia, Yahweh se encarga en forma personal de esta devastación.

2, 3 Jehovah advierte que él acabará por completo con todas las cosas de la faz de la tierra. La lista de seres que enfrentan la destrucción, hombres … animales … aves del cielo y … peces del mar, muestra que él se propone un acto de “des-creación”. Esos seres aparecen en la lista en exactamente el orden opuesto al de la creación (Gén. 1:20-28). Esta destrucción excederá hasta a la del diluvio (Gén. 6-9), puesto que aquí los peces también sentirán el golpe de la ira de Dios. Toda la creación sufrirá como resultado del pecado de la humanidad (cf. Rom. 8:20, 21). La humanidad es particularizada especialmente al ser mencionada dos veces, siendo los pecadores impíos que precipitaron la reacción de Dios. Ellos serán eliminados o aniquilados (4; cf. 1 Rey. 9:7), un término que indica el cumplimiento de la pena de muerte sobre los infractores de la ley (Exo. 31:14) que es muy apropiada en este contexto.

El oyente puede estar seguro de que estas palabras severas son ciertas, puesto que son una declaración de Jehovah, el Señor mismo (ver también 1:10; 2:9; 3:8, 20). El no solamente habla; actuará, como se ve por las siete veces que ocurre el Yo (o verbos de primera persona del singular) en los vv. 2-4.

4-6 Aunque toda la creación sufrirá, JudaŒ y JerusaleŒn son particularizadas. Ellos, el pueblo del pacto de Dios, habiéndose consagrado a él voluntariamente, tienen un mayor grado de responsabili dad. De igual manera el pueblo de Dios es primero entre muchos en Amós 1:3-2:16. Jesús hizo de esto un principio que se aplica universalmente: “de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él” (Luc. 12:48). Dios dice Extenderé mi mano, no para ayudar a Israel como lo había hecho antes (p. ej. Deut. 4:34), sino para castigar, así como cuando Aarón extendió la vara e inició las plagas sobre Egipto (Exo. 7:19).

Los que enfrentarán el ser quitados de este lugar (ya fuera que se tratara de la misma Jerusalén o del templo, que es verdaderamente “el lugar”, Deut. 12:5), son identificados por sus malas acciones. Algunos todavía adoraban a Baal, un título que significa “señor, dueño, amo”, que no era usado solamente para las deidades paganas, sino también para Jehovah mismo (el nombre Belial significa “Yahweh es Baal”). Dios está aquí denunciando la adoración de Asera, la diosa cananea de la fertilidad, o también del dios Bel (Baal) de los asirios. Aunque algunos sugieren que la reforma religiosa de Josías, iniciada en 621 a. de J.C., detuvo completamente las prácticas paganas, el hecho de que se mencione lo que queda del culto de Baal podría indicar que las reformas recién iniciadas estaban efectuándose, aunque todavía no estaban completas (véase la Introducción). Los sacerdotes idólatras (2 Rey. 23:5) también serán eliminados, hasta el punto de borrar sus nombres. El objeto de su adoración, el ejército de los cielos, son los dioses estrellas (cf. Deut. 4:19; 2 Rey. 21:3-5; Jer. 8:2) que Israel sabe que fueron creados por Jehovah mismo (Gén. 1:14-17).

Otro problema era el sincretismo o mezcla de sistemas religiosos. El heb. del v. 5, que dice que la gente jura por su rey [Malcam], puede indicar que ellos adoraban no solamente a Yahweh (usando su nombre en juramentos), sino también hacían lo mismo a su representación humana. Aunque no hay evidencia de esta práctica en el mismo Israel, era común por todas partes en el antiguo Cercano Oriente. Este versículo también podría referirse a Milcom (Moloc), (RVA; LXX y otras versiones), un dios pagano amonita (1 Rey. 11:5, 33). Hasta podría haber una combinación de las dos posibles interpretaciones, es decir, que aunque fingían lealtad a Jehovahh como rey, en realidad estaban vi viendo bajo la autoridad de un usurpador, Milcom el pagano. En cualquier caso, la gente mezclaba la adoración al verdadero Dios con la del que no era digno de adoración (Exo. 20:3). Como en Jeremías (2:12, 13), Yahweh es afrentado por Judá, que se volvió de la verdad para seguir mentiras.



Judá

7 Se nos pide callar ante la presencia del Señor Jehovah (cf. Hab. 2:20). Uno puede quedarse callado como en los brazos amorosos de una madre (Sal. 131:2), pero aquí tiene un sabor diferente, puesto que se refiere a un silencio que cae en la aterradora presencia del creador, sustentador y juez del universo. Este es el respeto demandado por el oficial del tribunal cuando ordena “todos de pie” cuando entra el juez en la sala. El Señor está ahora acercándose porque su día, el día de Jehovah, está cercano (cf. v. 14; Isa. 13:6; Eze. 30:3; Joel 1:15; Abd. 15).

En anticipación a este día, Jehovah ya ha hecho preparativos personalmente, como lo demuestran sus actos en este versículo y también los usos de Yo y verbos de primera persona del singular en los vv. 8, 9, 12 y 17. Como un sacerdote, ya ha preparado un sacrificio o fiesta de sacrificio (cf. Jer. 46:10). También ha escogido (consagrado) o apartado a sus invitados para una función especial (cf. Lev. 21:8; 2 Sam. 8:11). En un macabro juego de palabras uno puede entender que los invitados están listos para participar de la fiesta de sacrificio o para ser ellos mismos el sacrificio. Los que se oponen a Jehovah serán sometidos a su juicio.

8 En este mismo día del sacrificio, el primer castigo se dirige tanto a los jefes de las naciones, a la casa real, como a los que están siguiendo influencias “extranjeras”, posiblemente indicando prácticas religiosas paganas (cf. 2 Rey. 10:22). Josías mismo no es mencionado, tal vez porque esto es de un período temprano en su reinado cuando las verdaderas riendas del poder estaban en manos de otros funcionarios (2 Rey. 22:1), eso es, a los que se alude aquí.

9 Todavía otra perversión aparentemente religiosa incluye a aquellos que saltan sobre el umbral (un término usado en el AT solamente en asociación con un templo; 1 Sam. 5:4, 5; Eze. 9:3). Esto muy probablemente significa la práctica pagana de los filisteos de no pisar el umbral del templo de Dagón (1 Sam. 5:4, 5), otra intrusión al culto israelita de Yahweh. Otra posibilidad es que la segun da mitad de este versículo es una explicación de la primera mitad oscura. Lo que entonces está implicado no es una mal religioso sino económico o social. Los líderes que debían proteger sus cargos mediante un gobierno justo y recto en lugar de eso están llenando sus residencias reales con violencia (cf. Hab. 1:2, 3) y con fraude. Cualquiera sea la interpretación que se adopte, la cláusula final del versículo indica que Jehovah no considera los errores que se cometieron como menores, sino como de la misma magnitud que los que llevaron a la primera “des-creación” en el tiempo del diluvio (cf. 1:3; Gén. 6:11).

10, 11 El autor presenta el desarrollo geográfico del juicio de Dios en aquel día de Yahweh. El norte provee un acceso más fácil a Jerusalén debido a colinas en otras direcciones. Esta es no solamente la ruta más natural para mercaderes y comerciantes, sino también para ejércitos que atacan. La ubicación de las dos primeras zonas mencionadas es conocida, la puerta del Pescado, que era probablemente una puerta importante hacia el norte de la ciudad (2 Crón. 33:14; Neh. 3:3). El Segundo o “nuevo” Barrio estaba al norte del templo y era, según su nombre, una adición más reciente (2 Rey. 22:14; Neh. 11:9). Las colinas es una referencia más general, pero bien podría señalar a un rasgo específico en el norte de Jerusalén. El mercado interior o barrio de negocios, llamado de Mactes estaba situado aparentemente en una depresión, posiblemente una cantera excavada en forma de mortero (cf. Jue. 15:19; Prov. 27:22).

Una seria calamidad les acontece a los habitantes de estos lugares, y ellos responden con un angustioso clamor y gemido. La estruendosa destrucción también se traduce como clamores de angustia en otras partes (p. ej. Isa. 15:5; Jer. 48:5), ajustándose bien al contexto presente. Parte de la calamidad incluirá un colapso económico. Esta es una refe rencia adicional a la indeseada influencia extranjera, puesto que mercaderes es lit. “gente de Canaán”, cuya habilidad para el comercio bajo su nombre posterior, “fenicios”, era bien conocida.

12 Actuando como la policía en una incursión en busca de contrabando, Jehovah realizará un escrutinio con lámpara. Su meta no es buscar una persona honesta (cf. Jer. 5:1), sino atrapar a los que le han disgustado para castigarlos. Su pecado no está en la práctica clara y pública del mal (4-11), sino en su omisión secreta y más privada de cualquier bien, una complacencia completa. Son comparados a parte del proceso de la fermentación del vino que, cuando no es agitado, junta las partículas más pesadas en el fondo del barril. Este residuo, la hez puede causar coagulación que hace que el vino no se pueda beber. Estas personas niegan la actividad de Dios y son condenadas por su apatía, como Martin Luther King reprendía a nuestra generación diciendo: “Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto por las malas acciones de los malvados, sino por el espantoso silencio de la gente buena.”

13 Dios mostrará a los ricos apáticos cuán descarriados han estado. Ellos han pervertido el mismo fundamento teológico del entendimiento de Israel de la historia, que Dios interviene activamente en el mundo, trayendo bendición o juicio. Una teología mal encaminada es por lo menos tan seria como obras mal encaminadas. Como castigo, los medios de poder y posición por los que los pecadores obtuvieron su estatura les serán quitados (cf. Deut. 28:30-42; Amós 5:11; Miqueas 6:13-15).

Desde la perspectiva del NT acerca del amor de Dios como se mostró en Cristo, es muy fácil olvidar que el carácter de Dios también incluye santidad y justicia. Como en el AT la gracia de Dios se desbordó hacia su pueblo y hacia los que siguieron su voluntad revelada, así en el NT su santa ira no se retendrá de los que vuelven espaldas a su revelación como lo hizo la gente apática de Judá. Ni la identificación de ellos como su pueblo es prueba suficiente contra su ira si no hay la aplicación correspondiente de su voluntad en la vida y en las relaciones.



Amenazas generales. 14-16 El día es inminente, cercano … y se apresura con rapidez, un tema importante para el profeta (véase v. 7). Su ad vertencia no se refiere a un día distante, sino para ahora; y no es algo que se espera con gozo. Más ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente (ya sea por ansia de sangre o por el terror), lo cual aumentará el tumulto.

El día terrible se describe en un catálogo incisivo de horror, arreglado en una contrapartida de seis partes para los seis días de la creación original. Desde el punto de vista de Jehovah, se cumple con su ira (cf. Eze. 7:19; Ose. 5:10; Hab. 3:8), mientras que su impacto en la humanidad se describe en cinco pares de sinónimos. Las emociones son atacadas con angustia y … aflicción acompañadas por el sufrimiento físico mediante la desolación y … devastación. Al trauma emocional se añade tinieblas y … oscuridad. Para Amós esto caracterizaba el juicio de Dios (Amós 5:18-20; cf. Isa. 8:22; Joel 2:2) y también trae a la mente el caos previo a la creación (Gén. 1:2) dentro del cual la luz del poder de Dios todavía no había brillado. Estos horrores, acompañados por el golpe del toque de corneta y de griterío, son típicos de las “teofanías”, en las que Dios, el creador todopoderoso y juez del universo confronta su creación (cf. Exo. 20:18; Deut. 4:11). Aun las fortalezas no están a prueba de los avances del Señor.

17, 18 En términos gráficos que tienen el propósito de sacudir a sus oyentes, Jehovah mismo describe los resultados de su juicio sobre la humanidad. Los hombres que recibieron el pacto para dirección se tambalearán como si estuvieran ciegos, una maldición prometida por el mismo pacto que habían ignorado (Deut. 28:28, 29). La misma sangre de vida de la humanidad (Lev. 17:11) será considerada tan indigna como el barato y abundante polvo (cf. 2 Rey. 13:7; Zac. 9:3). La humanidad no puede comprar su escapatoria del juicio de Dios con su plata ni su oro, refiriéndose ya sea a su riqueza acumulada y mal usada (11, 13) o, más probablemente, a sus ídolos impotentes que a menudo eran cubiertos con estos metales (cf. Isa. 30:22; Eze. 7:19, 20). El celo de Dios, su fuerte deseo de proteger su posición única como creador de Israel, su redentor y gobernante del pacto, se despierta ante los intereses paganos de su pueblo. Como resultado, el fuego de su celo (Deut. 4:24) consumirá no solamente a Israel, sino a todos los habitantes de la tierra (cf. vv. 2, 3; 3:8; 2 Ped. 3:10-12). No deben esperar más advertencias, puesto que el fin vendrá en forma repentina y también rápida. Esta promesa aterradora sólo fue cumplida rápidamente por Judá con la devastadora destrucción de Jerusalén y su templo, que tuvo lugar en 587 a. de J.C., durante la propia vida del profeta.



Encabezamiento

Jehovah, Yahweh, el Dios del pacto de Israel (Exo. 6:2-6), es la fuente última de esta profecía que se describe muy generalmente como su palabra. La persona que proclama el mensaje de Dios es Sofo-nías. De cualquiera de las genealogías proféticas (cf. Jer. 36:14), la de él es la más larga; se traza hasta Ezequías, el decimocuarto rey de Judá (716-687 a. de J.C.; véase la Introducción). Esta genealogía inusualmente larga fue incluida posiblemente para evitar la inquietud de que el padre de Sofonías hubiera sido de Etiopía (un cusi en heb.), puesto que Etiopía era objeto de uno de los oráculos (2:12). A los egipcios y etíopes no se les permitió acceso a la comunidad israelita hasta la tercera generación (Deut. 23:7, 8).

Una explicación más probable, sin embargo, era el deseo de relacionar al profeta con su antepasado justo y real. Esto era especialmente importante después de los errados predecesores de Josías, el presente rey, quien era, como Ezequías, un adorador comprometido de Jehovah (véase la Introducción).



Juicio

De inmediato, sin más introducción, Jehovah comunica un aterrador mensaje de horrendo juicio, no sólo en general para todo el mundo (2, 3), sino más específicamente para Judá y para Jerusalén, su capital (4-6). No actuando a distancia, Yahweh se encarga en forma personal de esta devastación.

2, 3 Jehovah advierte que él acabará por completo con todas las cosas de la faz de la tierra. La lista de seres que enfrentan la destrucción, hombres … animales … aves del cielo y … peces del mar, muestra que él se propone un acto de “des-creación”. Esos seres aparecen en la lista en exactamente el orden opuesto al de la creación (Gén. 1:20-28). Esta destrucción excederá hasta a la del diluvio (Gén. 6-9), puesto que aquí los peces también sentirán el golpe de la ira de Dios. Toda la creación sufrirá como resultado del pecado de la humanidad (cf. Rom. 8:20, 21). La humanidad es particularizada especialmente al ser mencionada dos veces, siendo los pecadores impíos que precipitaron la reacción de Dios. Ellos serán eliminados o aniquilados (4; cf. 1 Rey. 9:7), un término que indica el cumplimiento de la pena de muerte sobre los infractores de la ley (Exo. 31:14) que es muy apropiada en este contexto.

El oyente puede estar seguro de que estas palabras severas son ciertas, puesto que son una declaración de Jehovah, el Señor mismo (ver también 1:10; 2:9; 3:8, 20). El no solamente habla; actuará, como se ve por las siete veces que ocurre el Yo (o verbos de primera persona del singular) en los vv. 2-4.

4-6 Aunque toda la creación sufrirá, JudaŒ y JerusaleŒn son particularizadas. Ellos, el pueblo del pacto de Dios, habiéndose consagrado a él voluntariamente, tienen un mayor grado de responsabili dad. De igual manera el pueblo de Dios es primero entre muchos en Amós 1:3-2:16. Jesús hizo de esto un principio que se aplica universalmente: “de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él” (Luc. 12:48). Dios dice Extenderé mi mano, no para ayudar a Israel como lo había hecho antes (p. ej. Deut. 4:34), sino para castigar, así como cuando Aarón extendió la vara e inició las plagas sobre Egipto (Exo. 7:19).

Los que enfrentarán el ser quitados de este lugar (ya fuera que se tratara de la misma Jerusalén o del templo, que es verdaderamente “el lugar”, Deut. 12:5), son identificados por sus malas acciones. Algunos todavía adoraban a Baal, un título que significa “señor, dueño, amo”, que no era usado solamente para las deidades paganas, sino también para Jehovah mismo (el nombre Belial significa “Yahweh es Baal”). Dios está aquí denunciando la adoración de Asera, la diosa cananea de la fertilidad, o también del dios Bel (Baal) de los asirios. Aunque algunos sugieren que la reforma religiosa de Josías, iniciada en 621 a. de J.C., detuvo completamente las prácticas paganas, el hecho de que se mencione lo que queda del culto de Baal podría indicar que las reformas recién iniciadas estaban efectuándose, aunque todavía no estaban completas (véase la Introducción). Los sacerdotes idólatras (2 Rey. 23:5) también serán eliminados, hasta el punto de borrar sus nombres. El objeto de su adoración, el ejército de los cielos, son los dioses estrellas (cf. Deut. 4:19; 2 Rey. 21:3-5; Jer. 8:2) que Israel sabe que fueron creados por Jehovah mismo (Gén. 1:14-17).

Otro problema era el sincretismo o mezcla de sistemas religiosos. El heb. del v. 5, que dice que la gente jura por su rey [Malcam], puede indicar que ellos adoraban no solamente a Yahweh (usando su nombre en juramentos), sino también hacían lo mismo a su representación humana. Aunque no hay evidencia de esta práctica en el mismo Israel, era común por todas partes en el antiguo Cercano Oriente. Este versículo también podría referirse a Milcom (Moloc), (RVA; LXX y otras versiones), un dios pagano amonita (1 Rey. 11:5, 33). Hasta podría haber una combinación de las dos posibles interpretaciones, es decir, que aunque fingían lealtad a Jehovahh como rey, en realidad estaban vi viendo bajo la autoridad de un usurpador, Milcom el pagano. En cualquier caso, la gente mezclaba la adoración al verdadero Dios con la del que no era digno de adoración (Exo. 20:3). Como en Jeremías (2:12, 13), Yahweh es afrentado por Judá, que se volvió de la verdad para seguir mentiras.



Judá

7 Se nos pide callar ante la presencia del Señor Jehovah (cf. Hab. 2:20). Uno puede quedarse callado como en los brazos amorosos de una madre (Sal. 131:2), pero aquí tiene un sabor diferente, puesto que se refiere a un silencio que cae en la aterradora presencia del creador, sustentador y juez del universo. Este es el respeto demandado por el oficial del tribunal cuando ordena “todos de pie” cuando entra el juez en la sala. El Señor está ahora acercándose porque su día, el día de Jehovah, está cercano (cf. v. 14; Isa. 13:6; Eze. 30:3; Joel 1:15; Abd. 15).

En anticipación a este día, Jehovah ya ha hecho preparativos personalmente, como lo demuestran sus actos en este versículo y también los usos de Yo y verbos de primera persona del singular en los vv. 8, 9, 12 y 17. Como un sacerdote, ya ha preparado un sacrificio o fiesta de sacrificio (cf. Jer. 46:10). También ha escogido (consagrado) o apartado a sus invitados para una función especial (cf. Lev. 21:8; 2 Sam. 8:11). En un macabro juego de palabras uno puede entender que los invitados están listos para participar de la fiesta de sacrificio o para ser ellos mismos el sacrificio. Los que se oponen a Jehovah serán sometidos a su juicio.

8 En este mismo día del sacrificio, el primer castigo se dirige tanto a los jefes de las naciones, a la casa real, como a los que están siguiendo influencias “extranjeras”, posiblemente indicando prácticas religiosas paganas (cf. 2 Rey. 10:22). Josías mismo no es mencionado, tal vez porque esto es de un período temprano en su reinado cuando las verdaderas riendas del poder estaban en manos de otros funcionarios (2 Rey. 22:1), eso es, a los que se alude aquí.

9 Todavía otra perversión aparentemente religiosa incluye a aquellos que saltan sobre el umbral (un término usado en el AT solamente en asociación con un templo; 1 Sam. 5:4, 5; Eze. 9:3). Esto muy probablemente significa la práctica pagana de los filisteos de no pisar el umbral del templo de Dagón (1 Sam. 5:4, 5), otra intrusión al culto israelita de Yahweh. Otra posibilidad es que la segun da mitad de este versículo es una explicación de la primera mitad oscura. Lo que entonces está implicado no es una mal religioso sino económico o social. Los líderes que debían proteger sus cargos mediante un gobierno justo y recto en lugar de eso están llenando sus residencias reales con violencia (cf. Hab. 1:2, 3) y con fraude. Cualquiera sea la interpretación que se adopte, la cláusula final del versículo indica que Jehovah no considera los errores que se cometieron como menores, sino como de la misma magnitud que los que llevaron a la primera “des-creación” en el tiempo del diluvio (cf. 1:3; Gén. 6:11).

10, 11 El autor presenta el desarrollo geográfico del juicio de Dios en aquel día de Yahweh. El norte provee un acceso más fácil a Jerusalén debido a colinas en otras direcciones. Esta es no solamente la ruta más natural para mercaderes y comerciantes, sino también para ejércitos que atacan. La ubicación de las dos primeras zonas mencionadas es conocida, la puerta del Pescado, que era probablemente una puerta importante hacia el norte de la ciudad (2 Crón. 33:14; Neh. 3:3). El Segundo o “nuevo” Barrio estaba al norte del templo y era, según su nombre, una adición más reciente (2 Rey. 22:14; Neh. 11:9). Las colinas es una referencia más general, pero bien podría señalar a un rasgo específico en el norte de Jerusalén. El mercado interior o barrio de negocios, llamado de Mactes estaba situado aparentemente en una depresión, posiblemente una cantera excavada en forma de mortero (cf. Jue. 15:19; Prov. 27:22).

Una seria calamidad les acontece a los habitantes de estos lugares, y ellos responden con un angustioso clamor y gemido. La estruendosa destrucción también se traduce como clamores de angustia en otras partes (p. ej. Isa. 15:5; Jer. 48:5), ajustándose bien al contexto presente. Parte de la calamidad incluirá un colapso económico. Esta es una refe rencia adicional a la indeseada influencia extranjera, puesto que mercaderes es lit. “gente de Canaán”, cuya habilidad para el comercio bajo su nombre posterior, “fenicios”, era bien conocida.

12 Actuando como la policía en una incursión en busca de contrabando, Jehovah realizará un escrutinio con lámpara. Su meta no es buscar una persona honesta (cf. Jer. 5:1), sino atrapar a los que le han disgustado para castigarlos. Su pecado no está en la práctica clara y pública del mal (4-11), sino en su omisión secreta y más privada de cualquier bien, una complacencia completa. Son comparados a parte del proceso de la fermentación del vino que, cuando no es agitado, junta las partículas más pesadas en el fondo del barril. Este residuo, la hez puede causar coagulación que hace que el vino no se pueda beber. Estas personas niegan la actividad de Dios y son condenadas por su apatía, como Martin Luther King reprendía a nuestra generación diciendo: “Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto por las malas acciones de los malvados, sino por el espantoso silencio de la gente buena.”

13 Dios mostrará a los ricos apáticos cuán descarriados han estado. Ellos han pervertido el mismo fundamento teológico del entendimiento de Israel de la historia, que Dios interviene activamente en el mundo, trayendo bendición o juicio. Una teología mal encaminada es por lo menos tan seria como obras mal encaminadas. Como castigo, los medios de poder y posición por los que los pecadores obtuvieron su estatura les serán quitados (cf. Deut. 28:30-42; Amós 5:11; Miqueas 6:13-15).

Desde la perspectiva del NT acerca del amor de Dios como se mostró en Cristo, es muy fácil olvidar que el carácter de Dios también incluye santidad y justicia. Como en el AT la gracia de Dios se desbordó hacia su pueblo y hacia los que siguieron su voluntad revelada, así en el NT su santa ira no se retendrá de los que vuelven espaldas a su revelación como lo hizo la gente apática de Judá. Ni la identificación de ellos como su pueblo es prueba suficiente contra su ira si no hay la aplicación correspondiente de su voluntad en la vida y en las relaciones.



Amenazas generales. 14-16 El día es inminente, cercano … y se apresura con rapidez, un tema importante para el profeta (véase v. 7). Su ad vertencia no se refiere a un día distante, sino para ahora; y no es algo que se espera con gozo. Más ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente (ya sea por ansia de sangre o por el terror), lo cual aumentará el tumulto.

El día terrible se describe en un catálogo incisivo de horror, arreglado en una contrapartida de seis partes para los seis días de la creación original. Desde el punto de vista de Jehovah, se cumple con su ira (cf. Eze. 7:19; Ose. 5:10; Hab. 3:8), mientras que su impacto en la humanidad se describe en cinco pares de sinónimos. Las emociones son atacadas con angustia y … aflicción acompañadas por el sufrimiento físico mediante la desolación y … devastación. Al trauma emocional se añade tinieblas y … oscuridad. Para Amós esto caracterizaba el juicio de Dios (Amós 5:18-20; cf. Isa. 8:22; Joel 2:2) y también trae a la mente el caos previo a la creación (Gén. 1:2) dentro del cual la luz del poder de Dios todavía no había brillado. Estos horrores, acompañados por el golpe del toque de corneta y de griterío, son típicos de las “teofanías”, en las que Dios, el creador todopoderoso y juez del universo confronta su creación (cf. Exo. 20:18; Deut. 4:11). Aun las fortalezas no están a prueba de los avances del Señor.

17, 18 En términos gráficos que tienen el propósito de sacudir a sus oyentes, Jehovah mismo describe los resultados de su juicio sobre la humanidad. Los hombres que recibieron el pacto para dirección se tambalearán como si estuvieran ciegos, una maldición prometida por el mismo pacto que habían ignorado (Deut. 28:28, 29). La misma sangre de vida de la humanidad (Lev. 17:11) será considerada tan indigna como el barato y abundante polvo (cf. 2 Rey. 13:7; Zac. 9:3). La humanidad no puede comprar su escapatoria del juicio de Dios con su plata ni su oro, refiriéndose ya sea a su riqueza acumulada y mal usada (11, 13) o, más probablemente, a sus ídolos impotentes que a menudo eran cubiertos con estos metales (cf. Isa. 30:22; Eze. 7:19, 20). El celo de Dios, su fuerte deseo de proteger su posición única como creador de Israel, su redentor y gobernante del pacto, se despierta ante los intereses paganos de su pueblo. Como resultado, el fuego de su celo (Deut. 4:24) consumirá no solamente a Israel, sino a todos los habitantes de la tierra (cf. vv. 2, 3; 3:8; 2 Ped. 3:10-12). No deben esperar más advertencias, puesto que el fin vendrá en forma repentina y también rápida. Esta promesa aterradora sólo fue cumplida rápidamente por Judá con la devastadora destrucción de Jerusalén y su templo, que tuvo lugar en 587 a. de J.C., durante la propia vida del profeta.




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