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1 Samuel 1 - Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

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1 Samuel 1

Nacimiento de Samuel

1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.

7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,

10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.

13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.

20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.

21 Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.

22 Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.

23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crio a su hijo hasta que lo destetó.

24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.

26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.

27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.

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1 Samuel 1

Elcana y sus dos esposas. Los primeros tres versículos preparan la escena, describiendo a los padres de Samuel en su peregrinaje anual al santuario en Silo. Era lícito casarse con más de una mujer (ver Deut. 21:15-17), y por cierto que una segunda esposa ha de haber sido una señal de afluencia. El cuadro general es el de una familia respetable y temerosa de Dios. Pero no era una familia totalmente feliz. La esterilidad puede todavía causar infelicidad psicológica, pero en la época del AT era mucho peor, en una sociedad que consideraba una vergüenza el que una mujer casada no tuvie ra hijos. A pesar de los intentos de Elcana de ayudar y consolar a Ana, la crueldad de Penina, su esposa-rival, hacía que su posición fuera intolerable.

Ramataim es una forma más larga del usual “Ramá” (ver v. 19). Según 1 Crón. 6:22-38 los descendientes de Zuf eran un clan levítico, pero el énfasis aquí es el hecho de que Elcana vivía en las tierras tribales de Efraín. Por eso era natural que adorara en Silo. Estos versículos ilustran algunas costumbres religiosas de aquella época. Familias enteras hacían una peregrinación anual a los santuarios como el de Silo, a fin de rendir culto a Dios ya sea en las épocas festivas o en alguna ocasión especial de la familia. Las familias presentaban animales para ser sacrificados. Después de haber sido ofrecido el sacrificio, parte de la carne era devuelta a los adoradores. Hay más detalles en 2:13-16. Tales porciones de carne eran evidentemente muy valoradas, pero en este caso fue motivo de favoritismo, celos, amargura y angustia.



La oración de Ana y el nacimiento de Samuel. Desesperada, Ana volcó su angustia en una sentida oración pidiendo un hijo. Reforzó su oración con un solemne voto (11). El hijo que Dios le diera sería consagrado a él desde su nacimiento hasta su muerte. Núm. 6 describe cómo los israelitas podían consagrarse voluntariamente al servicio de Dios durante un período determinado. A éstos se les llamaba nazareos, y hacían voto de nunca cortarse el cabello, símbolo visible de su dedicación a Dios. De la misma manera, Ana prometió que su hijo sería un nazareo de por vida.

Elí, el sacerdote principal en Silo, fue persuadido a dar su bendición y apoyo a Ana (17). Su equivocación inicial (13, 14) es quizá un primer indicio para el lector de que Elí estaba gradualmente perdiendo su capacidad como líder de Israel.

Luego sigue el nacimiento de Samuel. Los vv. 19, 20 agrupan la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue perfectamente natural, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente obra de Dios. Ana misma no dudaba de que Dios había contestado su oración. El nombre Samuel no significa lit. “pedido”; en heb. el nombre suena como la frase “escuchada por Dios”. Diversas explicaciones de nombres del AT sacan implicaciones de otras palabras diferentes que se parecían a los nombres. El nombre Saúl significa “pedido”, y el autor bíblico quizá nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios de una manera como nunca lo sería Saúl.



Dedicación de Samuel. El capítulo termina relatando cómo Ana, con la aprobación total de su esposo, cumplió su voto y entregó a Samuel a Jehovah. Llevaron otros presentes y ofrendas a Silo (24), pero su sacrificio más grande fue dejar al muchachito allí en el santuario, ya que el niño era pequeño. El verbo de la última frase del capítulo en otros mss. y versiones aparece en singular: adoró, por lo cual muchos piensan que se refiere probablemente al pequeño Samuel, quien adoró allí en Silo a Jehovah cuando sus padres lo dejaron con Elí (2:11 es similar). El verbo adoró (ver nota de la RVA) es ambiguo, y podría incluir a Elí o Elcana. Un mss. heb. encontrado en Qumrán consigna que Ana es el sujeto: “ella adoró”, lo cual cabe bien aquí: ella entregó al niño a Elí y luego adoró a Jehovah, quien le había concedido lo que le pidió. Este pequeño problema textual no afecta el sentido general del texto.

La historia de Ana no debe ser interpretada como una promesa de que Dios siempre quitará la infertilidad o cualquier otro problema físico, aunque sí recalca el valor de creer en la oración. Su propósito principal es mostrar cómo Dios se hace cargo de los acontecimientos: Si Ana hubiera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el templo en Silo, para criarse allí a fin de ser un hombre de Dios, a la vista de todos, listo para asumir su posición de liderazgo.



Elcana y sus dos esposas. Los primeros tres versículos preparan la escena, describiendo a los padres de Samuel en su peregrinaje anual al santuario en Silo. Era lícito casarse con más de una mujer (ver Deut. 21:15-17), y por cierto que una segunda esposa ha de haber sido una señal de afluencia. El cuadro general es el de una familia respetable y temerosa de Dios. Pero no era una familia totalmente feliz. La esterilidad puede todavía causar infelicidad psicológica, pero en la época del AT era mucho peor, en una sociedad que consideraba una vergüenza el que una mujer casada no tuvie ra hijos. A pesar de los intentos de Elcana de ayudar y consolar a Ana, la crueldad de Penina, su esposa-rival, hacía que su posición fuera intolerable.

Ramataim es una forma más larga del usual “Ramá” (ver v. 19). Según 1 Crón. 6:22-38 los descendientes de Zuf eran un clan levítico, pero el énfasis aquí es el hecho de que Elcana vivía en las tierras tribales de Efraín. Por eso era natural que adorara en Silo. Estos versículos ilustran algunas costumbres religiosas de aquella época. Familias enteras hacían una peregrinación anual a los santuarios como el de Silo, a fin de rendir culto a Dios ya sea en las épocas festivas o en alguna ocasión especial de la familia. Las familias presentaban animales para ser sacrificados. Después de haber sido ofrecido el sacrificio, parte de la carne era devuelta a los adoradores. Hay más detalles en 2:13-16. Tales porciones de carne eran evidentemente muy valoradas, pero en este caso fue motivo de favoritismo, celos, amargura y angustia.



La oración de Ana y el nacimiento de Samuel. Desesperada, Ana volcó su angustia en una sentida oración pidiendo un hijo. Reforzó su oración con un solemne voto (11). El hijo que Dios le diera sería consagrado a él desde su nacimiento hasta su muerte. Núm. 6 describe cómo los israelitas podían consagrarse voluntariamente al servicio de Dios durante un período determinado. A éstos se les llamaba nazareos, y hacían voto de nunca cortarse el cabello, símbolo visible de su dedicación a Dios. De la misma manera, Ana prometió que su hijo sería un nazareo de por vida.

Elí, el sacerdote principal en Silo, fue persuadido a dar su bendición y apoyo a Ana (17). Su equivocación inicial (13, 14) es quizá un primer indicio para el lector de que Elí estaba gradualmente perdiendo su capacidad como líder de Israel.

Luego sigue el nacimiento de Samuel. Los vv. 19, 20 agrupan la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue perfectamente natural, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente obra de Dios. Ana misma no dudaba de que Dios había contestado su oración. El nombre Samuel no significa lit. “pedido”; en heb. el nombre suena como la frase “escuchada por Dios”. Diversas explicaciones de nombres del AT sacan implicaciones de otras palabras diferentes que se parecían a los nombres. El nombre Saúl significa “pedido”, y el autor bíblico quizá nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios de una manera como nunca lo sería Saúl.



Dedicación de Samuel. El capítulo termina relatando cómo Ana, con la aprobación total de su esposo, cumplió su voto y entregó a Samuel a Jehovah. Llevaron otros presentes y ofrendas a Silo (24), pero su sacrificio más grande fue dejar al muchachito allí en el santuario, ya que el niño era pequeño. El verbo de la última frase del capítulo en otros mss. y versiones aparece en singular: adoró, por lo cual muchos piensan que se refiere probablemente al pequeño Samuel, quien adoró allí en Silo a Jehovah cuando sus padres lo dejaron con Elí (2:11 es similar). El verbo adoró (ver nota de la RVA) es ambiguo, y podría incluir a Elí o Elcana. Un mss. heb. encontrado en Qumrán consigna que Ana es el sujeto: “ella adoró”, lo cual cabe bien aquí: ella entregó al niño a Elí y luego adoró a Jehovah, quien le había concedido lo que le pidió. Este pequeño problema textual no afecta el sentido general del texto.

La historia de Ana no debe ser interpretada como una promesa de que Dios siempre quitará la infertilidad o cualquier otro problema físico, aunque sí recalca el valor de creer en la oración. Su propósito principal es mostrar cómo Dios se hace cargo de los acontecimientos: Si Ana hubiera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el templo en Silo, para criarse allí a fin de ser un hombre de Dios, a la vista de todos, listo para asumir su posición de liderazgo.



Elcana y sus dos esposas. Los primeros tres versículos preparan la escena, describiendo a los padres de Samuel en su peregrinaje anual al santuario en Silo. Era lícito casarse con más de una mujer (ver Deut. 21:15-17), y por cierto que una segunda esposa ha de haber sido una señal de afluencia. El cuadro general es el de una familia respetable y temerosa de Dios. Pero no era una familia totalmente feliz. La esterilidad puede todavía causar infelicidad psicológica, pero en la época del AT era mucho peor, en una sociedad que consideraba una vergüenza el que una mujer casada no tuvie ra hijos. A pesar de los intentos de Elcana de ayudar y consolar a Ana, la crueldad de Penina, su esposa-rival, hacía que su posición fuera intolerable.

Ramataim es una forma más larga del usual “Ramá” (ver v. 19). Según 1 Crón. 6:22-38 los descendientes de Zuf eran un clan levítico, pero el énfasis aquí es el hecho de que Elcana vivía en las tierras tribales de Efraín. Por eso era natural que adorara en Silo. Estos versículos ilustran algunas costumbres religiosas de aquella época. Familias enteras hacían una peregrinación anual a los santuarios como el de Silo, a fin de rendir culto a Dios ya sea en las épocas festivas o en alguna ocasión especial de la familia. Las familias presentaban animales para ser sacrificados. Después de haber sido ofrecido el sacrificio, parte de la carne era devuelta a los adoradores. Hay más detalles en 2:13-16. Tales porciones de carne eran evidentemente muy valoradas, pero en este caso fue motivo de favoritismo, celos, amargura y angustia.



La oración de Ana y el nacimiento de Samuel. Desesperada, Ana volcó su angustia en una sentida oración pidiendo un hijo. Reforzó su oración con un solemne voto (11). El hijo que Dios le diera sería consagrado a él desde su nacimiento hasta su muerte. Núm. 6 describe cómo los israelitas podían consagrarse voluntariamente al servicio de Dios durante un período determinado. A éstos se les llamaba nazareos, y hacían voto de nunca cortarse el cabello, símbolo visible de su dedicación a Dios. De la misma manera, Ana prometió que su hijo sería un nazareo de por vida.

Elí, el sacerdote principal en Silo, fue persuadido a dar su bendición y apoyo a Ana (17). Su equivocación inicial (13, 14) es quizá un primer indicio para el lector de que Elí estaba gradualmente perdiendo su capacidad como líder de Israel.

Luego sigue el nacimiento de Samuel. Los vv. 19, 20 agrupan la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue perfectamente natural, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente obra de Dios. Ana misma no dudaba de que Dios había contestado su oración. El nombre Samuel no significa lit. “pedido”; en heb. el nombre suena como la frase “escuchada por Dios”. Diversas explicaciones de nombres del AT sacan implicaciones de otras palabras diferentes que se parecían a los nombres. El nombre Saúl significa “pedido”, y el autor bíblico quizá nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios de una manera como nunca lo sería Saúl.



Dedicación de Samuel. El capítulo termina relatando cómo Ana, con la aprobación total de su esposo, cumplió su voto y entregó a Samuel a Jehovah. Llevaron otros presentes y ofrendas a Silo (24), pero su sacrificio más grande fue dejar al muchachito allí en el santuario, ya que el niño era pequeño. El verbo de la última frase del capítulo en otros mss. y versiones aparece en singular: adoró, por lo cual muchos piensan que se refiere probablemente al pequeño Samuel, quien adoró allí en Silo a Jehovah cuando sus padres lo dejaron con Elí (2:11 es similar). El verbo adoró (ver nota de la RVA) es ambiguo, y podría incluir a Elí o Elcana. Un mss. heb. encontrado en Qumrán consigna que Ana es el sujeto: “ella adoró”, lo cual cabe bien aquí: ella entregó al niño a Elí y luego adoró a Jehovah, quien le había concedido lo que le pidió. Este pequeño problema textual no afecta el sentido general del texto.

La historia de Ana no debe ser interpretada como una promesa de que Dios siempre quitará la infertilidad o cualquier otro problema físico, aunque sí recalca el valor de creer en la oración. Su propósito principal es mostrar cómo Dios se hace cargo de los acontecimientos: Si Ana hubiera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el templo en Silo, para criarse allí a fin de ser un hombre de Dios, a la vista de todos, listo para asumir su posición de liderazgo.




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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

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