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Filemón 1 - Serafín Ausejo (Nuevo Testamento)

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Filemón 1

Salutación

1 Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro,

2 y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:

3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

El amor y la fe de Filemón

4 Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones,

5 porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos;

6 para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.

7 Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.

Pablo intercede por Onésimo

8 Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene,

9 más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo;

10 te ruego por mi hijo Onésimo,, a quien engendré en mis prisiones,

11 el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil,

12 el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo.

13 Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio;

14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario.

15 Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre;

16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.

17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo.

18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

19 Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también.

20 Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor.

21 Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo.

22 Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido.

Salutaciones y bendición final

23 Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús,

24 Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.

25 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

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Filemón 1

Introducción

ACOGIDA EN LA IGLESIA

Resistencias y preocupaciones. La más corta de todas las cartas de Pablo, un billete, como se ha llamado a veces, trata un asunto de importancia, que en la Iglesia siempre es actual.

Cuando Pablo devolvió el esclavo evadido, Onésimo, después de su conversión y bautismo, a su señor Filemón y deseó que fuera acogido, con todo amor, como hermano, tenía que suponer que se tropezaría con resistencias. ¿Debía quedar sin castigo la huida del esclavo? ¿No había causado daños que se debían reparar? ¿No había perturbado Onésimo el orden social? Su ejemplo, ¿no tendría seguidores? ¿Qué se diría del cristianismo? ¿No parecía su conversión una mera apariencia? ¿No había abusado el esclavo de ella para escabullirse de las consecuencias de su delito?

Preparación de los corazones. Pablo prepara a Filemón y a la comunidad, que se reúne en su casa y probablemente también comparte las resistencias y preocupaciones del anfitrión y señor de la casa por la acogida del esclavo que se había evadido, pero que se convirtió. El Apóstol (que incluyó a los paganos en la colectividad de la Iglesia en contra de la oposición de los que se mantenían puros y fieles a la ley), en su breve carta se ha esforzado mucho por preparar los corazones. No sabemos qué resultados tuvo esta tentativa, pero, ¿quién podía oponerse a esta carta de Pablo, que es la más afable de todas? ¿Cómo podría lograrse la incorporación de todos los separados, que querían reunirse en Cristo, si la Iglesia y todos sus miembros no están siempre dispuestos a acoger de nuevo con toda cordialidad a los separados que quieren regresar o que buscan la unión con la Iglesia? La amabilidad (kharis) y la cordialidad son los distintivos de esta encantadora carta de Pablo. Todos los que viven en la Iglesia tienen que estar animados por el espíritu de Pablo, que ha preparado a la Iglesia que se reúne en la casa de Filemón para acoger a Onésimo.

Derecho y amor.

La solicitud por la restauración del orden jurídico no puede ser un obstáculo para preparar una cordial acogida a quien quiere ser incorporado a la colectividad de la Iglesia. Pablo quiere que el esclavo convertido regrese a su señor, reconoce el derecho a la indemnización de daños. Quiere que se cumplan todas las exigencias jurídicas. Toda la carta nos da a entender que se presupone la esclavitud como clase social existente. Las disposiciones legales seguían siendo válidas para los cristianos, así como otras leyes del Estado, en que ellos se encontraban. Pablo, como hombre de su tiempo, también reconoce la existencia de esta clase social, pero no la acepta por principio. Su pensamiento está en un plano muy distinto: Pablo sabe, y lo muestra en esta carta, que la nueva vida en Cristo cambia por completo las diferencias que hay en la sociedad humana. Todos los cristianos son, en primer lugar, miembros de un mismo cuerpo, hermanos y hermanas en Cristo. Esta manera de pensar, cuando se tradujo en obras, tuvo que conducir por sí sola a rechazar la esclavitud como una condición social indigna, y a tratar a todos los hombres como jurídicamente iguales, no solamente según los principios de la fe, sino también en su vida civil. Las más nobles fuerzas del cristianismo y del paganismo hicieron causa común, hasta que se alcanzó efectivamente esta igualdad. Para Pablo, lo único que en esta materia está en vigor es lo siguiente:

Cuando se depone el hombre viejo y se le renueva para formar un hombre nuevo según la imagen de Dios, todas las diferencias raciales, sociológicas y religiosas pierden su importancia ante Dios y la fe. Un antiguo pagano o judío, aunque haya sido un «bárbaro», incluso un bárbaro muy inculto, un escita, tanto si ha sido esclavo como libre, cuando queda incorporado a Cristo por medio de la fe y del bautismo, ha recibido una nueva vida. Aunque la vida natural del hombre, su cultura, su posición en el pueblo y en la sociedad no queden afectadas por el renacimiento del bautismo, sin embargo, lo que es decisivo en la apreciación no son estos valores naturales, sino la posición en Cristo, porque Cristo lo es todo en todos (Col 3:11).

De esta nueva vida fluyen nuevas valoraciones éticas. El que ha recibido el ser en Cristo tiene que vivir de él, y ser reconocido por los hermanos en la fe como una persona, en quien vive Cristo. A esta nueva valoración sirven de fundamento la muerte salvadora de Jesús, la salvación dada al individuo mediante el bautismo por razón de la fe. La vida en Cristo y por medio de Cristo (mística de Cristo) según san Pablo, no es solamente una especulación de altos vuelos o un conjunto de ideas abstractas, sino un requisito ético en las cuestiones de la vida cotidiana. Lo que Dios obra en el hombre por medio de Cristo, es una tarea de la acción moral 1.

Pablo otorga a Filemón la primacía ante el derecho, aunque la contrapone al amor. Aunque es Apóstol, no recomienda, sino ruega. No hace reclamaciones, sino deja a la decisión de la conciencia del esclavo lo que se tiene que hacer. Pablo más que mandar a Filemón, se pone al servicio de su progreso en el bien.

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1. Cf. Rom 6:1-23; 1Co 10:1-12.

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Fundamentos de la edificación. La acogida de un extraño en la comunidad de la Iglesia es edificación de la Iglesia. ésta se edifica, porque se le incorpora un nuevo miembro; pero la Iglesia se edifica también interiormente, porque la inclusión de este miembro sólo puede efectuarse si la fe y el amor se desarrollan.

Un nuevo miembro sólo puede ser incorporado por los otros, si por la fe se le mira como hermano, como nueva criatura, como quien ha sido engendrado por medio del Evangelio, como quien está en Cristo. El amor, que procede de la fe viva, lleva a término la obra de la incorporación. «Profesando la verdad, en amor, crezcamos en todos los sentidos hacia él, que es la cabeza, Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido mediante todos los ligamentos que lo mantienen, según la acción propia de cada miembro, realiza su crecimiento para edificación de sí mismo en amor» (Eph 4:15 s).

La Iglesia es «el Señor Jesús y todos los santos» (5), es una sociedad, en la que todos tienen parte en todo, de tal forma que los miembros de la Iglesia sean participantes, como hermanos, cada uno en el «yo» del otro. En el tiempo en que la Iglesia está en vías de venir a ser efectivamente la Iglesia de las naciones y de todos los hombres (en la que cada uno de los fieles es invitado a incorporar a todos y a todo en Cristo, a liberarse de todos los prejuicios sociales, étnicos, raciales, religiosos y culturales, para que Cristo lo sea en todos), la breve carta a Filemón tiene una gran misión que cumplir; porque en la solicitud por el individuo no sólo son decisivas las grandes ideas, sino el modo en que éstas, representadas por medio de personas vivas, llegan al conocimiento del hombre. La carta a Filemón es una obra maestra como escrito pastoral. Todo lo que separa es enlazado en Cristo, se acerca todo lo lejano con la visión de la fe, se superan con la fraternidad todos los abismos que se abren entre los hombres, se moderan con el amor las duras exigencias jurídicas, se reduce toda superioridad por el servicio del amor.

Siempre con amabilidad.

La palabra del cristiano debe ser «siempre amable» (en kharis) y «sazonada con sal» (Col 4:6). En la carta a Filemón se ha cumplido este ideal. Porque esta breve carta es «una pequeña maravilla de tacto y delicadeza».

Pablo ha intercedido en favor del esclavo evadido, por medio de una recomendación, que por su forma ocupa un lugar intermedio entre la prosa y el himno. La carta a los Efesios, que fue escrita casi al mismo tiempo, también está redactada de un modo artístico; su estilo es sagrado y solamente litúrgico. La carta a Filemón está escrita con sencillez y amabilidad, y resulta encantadora. Emplea poco las locuciones del lenguaje sagrado, palabras de la vida comercial, del lenguaje jurídico y de la erudición filosófica. Únicamente con una sonrisa humorística podía extender Pablo la cuenta de Filemón, con toda objetividad jurídica y sin omitir las formalidades, aunque sabía que no tenía ni tendría nada para saldar la deuda. El que quiere salir ganando con el amor, tiene que encontrar la forma del amor. Para el cristiano es poco tener el amor en el corazón. También ha de tenerlo en las palabras y en los gestos, en la amabilidad de toda su manera de ser. La carta a Filemón es como una ilustración al himno al amor en el Nuevo Testamento (1Cor 13).

ENCABEZAMIENTO Flm/01-03

En el encabezamiento de la carta Pablo utiliza un formulario, corriente en el mundo helenístico en los escritos oficiales. Incluso la más breve y privada de todas las cartas de Pablo sigue también el formulario de las largas epístolas a las comunidades, y el esquema de éstas. El Apóstol también escribe la carta a Filemón como carta pastoral, que va dirigida a la Iglesia de todos los tiempos. En la primera frase del encabezamiento se nombran los remitentes y los destinatarios (1-2), en la segunda se imparte una bendición (3).

1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, al querido Filemón, colaborador nuestro, 2 a Apfia, nuestra hermana, a Arquipo, nuestro compañero de armas y a la Iglesia que se reúne en tu casa.

1. TESTIGO Y APÓSTOL (1a). Los remitentes son los dos apóstoles Pablo y Timoteo. Son «hermanos» en el cargo 2 y actúan como testigos auténticos. Dos testigos que coinciden, dan un testimonio que tiene el valor requerido (Deu 19:15). Lo que ellos escriben en la carta quiere convencer imponiendo una obligación, quiere vencer la resistencia que tal vez surgirá contra lo que dicen. Pablo escribe como prisionero de Cristo Jesús3. Con este título no quiere mover a compasión, y así formar un ambiente propicio para su petición y advertencia, sino que quiere recordarles a Cristo, que está ante Filemón en la persona del Apóstol prisionero. Pablo escribe como mártir y apóstol de Cristo, y como tal quiere ser escuchado. Las cadenas que lleva el Apóstol, son cadenas que lleva Jesús. Cristo hace partícipe al Apóstol de estas cadenas. A Cristo se dirigen el servicio y el pensamiento del Apóstol. Cristo vive en él. Las cadenas son «marcas de Jesús» (Gal 6:17), que el Apóstol lleva en su cuerpo. Pablo lleva en su cuerpo la muerte de Jesús, para que la vida de Cristo se manifieste en su cuerpo (2Cor 410). La actividad del Apóstol se lleva a cabo en medio del sufrimiento; Pablo padece para que la gracia se derrame sobre muchos, y así aumente la acción de gracias para gloria de Dios (2Co 4:15).

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2. Cf. 2Co 1:1; Col 1:1.

3. Cf. Eph 3:1; 2Ti 1:8.

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2. LA COMUNIDAD (1b-2). La carta va dirigida a Filemón, a Apfia, su mujer, a Arquipo, presidente de la comunidad, y a la comunidad que se reúne en la casa de Filemón. Este tenía una casa en Colosas junto a la gran ruta comercial que desde éfeso llevaba a Apamea a través de intrincados valles del Meandro y del Lico, y también conducía a Tarso a través de las puertas de Cilicia. La ciudad debió participar en la industria lanera del valle del Lico. Filemón recibió la fe por medio de Pablo (19), probablemente cuando éste ejerció su ministerio en éfeso (54-57 después de Cristo).

La comunidad que se reunía en casa de Filemón, para los actos de culto, era una parte de la Iglesia de Colosas; otras partes se reunían en otras casas. Ya en Jerusalén se partía el pan en las «casas» (Act 2:46). Pablo menciona algunas Iglesias domésticas de Corinto y Roma, la casa de Aquila y Prisca (1Co 16:19; Rom 16:3-5), de Laodicea, la casa de Ninfas (Col 4:15). Estas células se reunían por obra de un «compañero de armas», delegado para este fin, y formaban la Iglesia de una ciudad. En estas pequeñas células de las comunidades domésticas se podía celebrar el ágape del Señor, se podían fomentar y experimentar las relaciones fraternales, podía realizarse de un modo personal la compenetración con la palabra de Cristo.

La iglesia congregada en la casa de Filemón forma una comunidad organizada. Filemón y Apfia ponen la casa a su disposición. Destacan entre los fieles como bienhechores de la comunidad, como sus protectores. En el centro está el presidente de la comunidad, y luego sigue el conjunto de los demás fieles. No solamente estructura la Iglesia el orden jurídico sino también el orden de la beneficencia y de la acción de gracias. La Iglesia reconoce lo que se hace por ella, mediante la primacía de honor, incluso en el culto divino. Pablo dirige la carta (cuya finalidad inmediata tan sólo concierne a Filemón), no sólo a éste, sino solemne y oficialmente a la comunidad, de la que es miembro Filemón. Pablo expone su deseo no privadamente, sino de una manera pública ante la Iglesia. Lo que sucede entre cristianos, afecta a la Iglesia que se reúne en un lugar, y mediante ella a toda la Iglesia. Cada miembro de la comunidad es responsable de la Iglesia...

Filemón es querido, porque es cristiano. Dios ha inclinado su voluntad amorosa al cristiano (Rom 8:28.31-39), lo ha elegido por el amor (Eph 1:4 s), ha derramado el amor en su corazón (Rom 5:5), pero también ha querido que se determine por el amor. Quien apela al amor del cristiano, no debería sufrir nunca un desengaño...

Cuando Pablo presenta a Filemón como colaborador, le parangona con Marcos y Lucas (24), Prisca y Aquila (Rom 16:3), Epafrodito (Phi 2:25) y Clemente (Phi 4:3). El cristiano es colaborador de los apóstoles, porque se esmera en el servicio del futuro reino de Dios, anda solícito por la difusión del Evangelio, y emprende muchos trabajos por causa del Evangelio (1Th 3:2; Col 4:11).

A Apfia la llama Pablo hermana. Querido y hermano (hermana) son ideas intercambiables (16; 1Th 2:8). La caridad repercute en las mutuas relaciones fraternales. Es verdadero cristiano el que se determina por el amor (ágape), reconoce que es hermano o hermana de los cristianos, vive como tal y colabora en la proclamación del Evangelio. A Arquipo se le concede el título de compañero de armas (Phi 2:25). En la Iglesia de Colosas ha prestado un servicio, que ha recibido en el Señor (Col 4:17). Desempeñaba un cargo, probablemente como presidente de la iglesia de Colosas. El trabajo apostólico y la colaboración con los apóstoles es un servicio de armas (Phi 4:3; 2Co 10:4), es una pelea «contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los seres espirituales de la maldad que están en las alturas» (Eph 6:12).

3. BENDICIÓN (3).

El Apóstol no formula un deseo, sino que imparte la bendición. Los tres miembros de la fórmula y la semejanza con las fórmulas usadas por los judíos para bendecir delatan un estilo litúrgico. Esta carta privada también está destinada a ser leída en el culto divino.

3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Gracia y paz es la salvación que Dios ha dado por medio de Cristo. Los judíos, cuando escriben cartas, desean paz, y con esta palabra se refieren a la prosperidad. El apóstol de Cristo antepone a la paz la palabra «gracia». Gracia y paz son los bienes salvadores que proceden del amor y de la benevolencia de Dios. «Estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, mediante el cual hemos obtenido incluso el acceso a esta gracia, en la que estamos firmes» (Rom 5:1 s)...

El origen de la salvación es Dios, nuestro Padre, el medianero y portador de la salvación es el Señor Jesucristo. Estas dos últimas palabras de la bendición constituyen la profesión de fe de los cristianos: «Jesucristo es Señor» (Phi 2:11). Consigue salvarse quien hace esta profesión de fe y por medio de la fe en el Señor Jesucristo tiene a Dios por Padre...

I

ACCIÓN DE GRACIAS 4-07

El preámbulo de la carta a Filemón es como un salmo de acción de gracias que se compone de una introducción y de tres pares de frases. La acción de gracias tiene por fin edificar la Iglesia que está en la casa de Filemón.

El primer par de frases habla del fundamento espiritual de la Iglesia, del amor y la fe. Precede el amor. En el centro de la segunda parte está el pensamiento de que el amor tiene que ser eficiente; tiene que ser benéfico; solamente así ilumina a los incrédulos. En la tercera parte la primera frase termina con las palabras: «con motivo de tu amor», y la segunda concluye con las palabras: «por medio tuyo, hermano». La nueva vida, el estado de salvación de los fieles, se manifiesta principalmente en el amor fraterno. Los tres pares de frases tratan del cristiano en su relación con Cristo y con los cristianos. De esta relación habla el final de cada pareja de frases. El primer par de frases termina con las palabras: «al Señor Jesús y a todos los santos». El Señor Jesús juntamente con «todos los santos» forman el nuevo pueblo de Dios. En la conclusión de la segunda pareja se dice: «para gloria de Cristo». La Iglesia tiene que crecer en Cristo (Eph 4:15 s). La última pareja concluye con la palabra «hermano». Los miembros de la Iglesia son hermanos que están unidos entre sí por medio del amor. La Iglesia es la comunidad de hermanos que están reunidos en torno al Señor Jesús formando el nuevo pueblo de Dios.

Estos versículos contienen una bella imagen de la estructura externa e interna de la Iglesia. El mismo Dios pone el fundamento en la fe y el amor (primer par de versículos). La fe y el amor conjuntamente conducen a la obra y a la acción, a la recíproca participación en lo que tiene el hermano, a la generosidad de la fe (segunda pareja de versículos). Y los frutos de aquella viva fe y del amor activo son: alegría, consuelo y alivio. Así se edifica la Iglesia sobre el fundamento puesto por Dios, para llegar al «varón perfecto, al desarrollo correspondiente de la plenitud de Cristo» (Eph 4:13).

1. RECUERDO EN LA ACCIÓN DE GRACIAS (4). Pablo también es apóstol y padre espiritual en su oración. Siempre recuerda a las personas que ha convertido. Su recuerdo es acción de gracias.

4 Doy gracias a mi Dios, haciendo constantemente mención de ti en mis oraciones..

Glorificar a Dios y darle gracias son los actos fundamentales de la virtud de la religión y de la piedad (Rom 1:21). La actividad apostólica tiene el objetivo de que crezca sin cesar el número de quienes glorifican a Dios dándole gracias (2Co 4:15). El cristiano tiene que mostrarse pródigo en la acción de gracias (Col 2:7), porque las gracias también son desbordantes4. «Doy gracias a mi Dios» es el eco de la piedad de los salmos 5. El antiguo recipiente de las palabras de los salmos se ha llenado con un nuevo contenido. Dios es «mi Dios» por medio de Cristo y del amor rebosante que él ha traído...

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4. Cf. 2Co 9:14; Eph 2:7; Phi 4:7 5. Rom 1:8; Phi 1:2; Psa 3:8; Psa 5:3; Psa 7:2.4.7; Psa 13:4, etc.

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2. AMOR Y FE (5). «Fe en Cristo Jesús» y «amor a todos los santos» (Col 1:4) son los fundamentos del ser de cristiano. Pablo se deja guiar por la retórica y enlaza el principio y el fin de la frase («amor a todo el pueblo santo») y los dos miembros intermedios («fe en el Señor»). De este modo logra también un fin impresionante: «... en el Señor Jesús y a todos ios santos».

5 ... -ya que tengo noticias del amor y la fe que tienes en el Señor Jesús y a todos los santos-,...

El amor y la fe son dones de Dios que inducen a la acción de gracias. La raíz de la salvación consiste en la fe de que Jesús de Nazaret es el Señor. Pero la fe da su fruto en el amor. El amor se muestra en el amor fraterno, en el amor a todo el pueblo santo. Se antepone el amor, porque la vida que brota de la fe es primeramente el amor. Los santos son los cristianos. Dios los ha llamado de entre todo el género humano, y por medio del bautismo los ha incorporado a su pueblo escogido. Están purificados del pecado y, mediante la recepción del Espíritu, son nuevas criaturas. Puesto que los cristianos son santos, también deben acreditarse como tales en la reforma de la vida moral (1Th 4:3 s). El Señor Jesús y todos los santos forman un conjunto, como el Señor Yahveh y su pueblo Israel, escogido y santificado. Por medio de la fe y del amor, que son el cumplimiento de toda ]a ley (Gal 5:13 s), el cristiano está incorporado al pueblo santo del Señor Jesús, de tal forma que es un cristiano viviente.

3. GENEROSIDAD DE LA FE (6). Pablo ruega para que la Iglesia crezca interior y exteriormente. Las palabras de su oración muestran el camino para edificar la Iglesia.

6 ... para que, compartiendo la fe que tienes, se llegue a producir un perfecto conocimiento de tanto bien como hay entre nosotros, para gloria de Cristo.

La fe se muestra en el amor, pero el amor hace común todo lo que tiene, se manifiesta en la comunicación 6: la comunicación es generosidad. «Uno era el corazón y una el alma de la muchedumbre de los que habían creído, y nadie consideraba propio nada de lo que poseía, sino que todo lo tenían en común» (Act 4:32).

La generosidad que procede de la fe es efectiva para la edificación de la Iglesia. Conduce a los incrédulos a un perfecto conocimiento de tanto bien como hay en los cristianos. El reconocimiento y la admiración de este bien es un medio para creer en Cristo. El amor resuelto tiene fuerza misionera 7.

Mediante la generosidad de la fe, la Iglesia crece para gloria de Cristo, siempre se parece más a Cristo, llega a «la edad perfecta de la plenitud de Cristo» (Eph 4:13).

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6. Rom 15:26; 2Co 8:3; 2Co 9:13; Phi 1:5; Heb 13:26.

7. Mat 5:16; Phi 2:15; Joh 17:23.

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4. GOZO Y CONSUELO (7). El crecimiento interno de la Iglesia es también enriquecimiento, por el que Pablo da gracias.

7 En efecto, recibí mucho gozo y consuelo con motivo de tu amor, ya que el pueblo santo ha recibido alivio cordial por medio de ti, hermano.

Mediante el amor fraterno se alientan también interiormente la Iglesia, Pablo y el pueblo santo. El amor fraterno da gozo, consuelo y edificación. En estos tres dones, la salvación del fin de los tiempos penetra en este mundo. «Que el reino de Dios no consiste en tal clase de comida o de bebida, sino en justicia y paz y alegría en el Espíritu Santos (Rom 14:17; cf. 15,13). Nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, nos han amado y nos han dado un consuelo imperecedero y buena esperanza por la gracia (2Th 2:16). El amor fraterno en la Iglesia da un gusto anticipado de la eterna salvación. El amor fraterno edifica la Iglesia interior y exteriormente.



II

EL HOMBRE «EN CRISTO» 8-20

El esclavo Onésimo se había evadido de Filemón y se había fugado a Roma. Onésimo podía desaparecer en medio de la agitación de la gran ciudad. Pablo estaba entonces encarcelado en Roma. Es un enigma cómo y por qué Onésimo acudió a Pablo. El Apóstol había atraído al esclavo al cristianismo (10). Y podía necesitar de sus servicios (11). Pero no lo quería retener consigo, sin saber lo que decidía su señor. Por eso le hace volver a su señor en compañía de Tíquico, colaborador de Pablo (Col 4:9), y con un escrito de recomendación, que es la carta a Filemón.

La parte principal de la carta se divide en cinco a modo de estrofas, cada una de las cuales está compuesta de una forma artística. La elección consciente de las palabras, los sorprendentes juegos de palabras (11.20), las atrevidas metáforas, el uso de palabras de doble sentido, el estilo brillante, el ritmo selecto no descuidan nada para conseguir lo que se pretende.

El Apóstol, revestido de poder, acude a Filemón en son de súplica (8-9), ruega por Onésimo, el esclavo evadido, que mediante el bautismo ha establecido nuevas relaciones con Pablo y también con su señor (10-12). Pablo tenía un derecho sobre el esclavo bautizado, pero renuncia a su derecho (13-14). Por medio del bautismo, Onésimo es hermano de Pablo y de Filemón (15-16). Cuando llega Onésimo, es como si llegara el mismo Pablo,

1. SUPLICA EN VEZ DE MANDATO (8-9). 2. La estructura de la estrofa sigue el esquema .a + b + a. Pablo escribe con plena conciencia de su autoridad apostólica para mandar (a); pero encomienda el asunto en manos del amor, y no manda, sino suplica (b); pero suplica como apóstol y como mártir (a).

8 Por lo cual, aun teniendo amplia libertad en Cristo para mandarte lo que debes hacer, 9 más bien prefiero usar de súplicas, por motivos de amor, presentándome como quien soy, Pablo, anciano, y ahora, por añadidura, prisionero por Cristo Jesús.

Pablo tenía derecho a mandar que Filemón acogiera con amor al esclavo evadido, que había sido bautizado; tiene franqueza en Cristo, poder y autoridad, que le ha dado Cristo para la dirección de la Iglesia. Pablo habla también de lo que Filemón «debe hacer», de lo que se refiere a la vida moral del cristiano y de lo que es una obligación moral (Eph 5:4). Los dirigentes de la Iglesia están revestidos de poder por Cristo, pueden «decir algo con franqueza» a los fieles, con tal de que se trate de asuntos religiosos y morales. La Iglesia no solamente está unida por el amor, sino también por la autoridad y la obediencia; no solamente es Iglesia del amor, sino también Iglesia del derecho.

A pesar de su poder para mandar, el Apóstol prefiere persuadir amistosamente, lo cual es algo intermedio entre el advertir y el suplicar. Pablo no apela a la obediencia, sino al amor. El derecho es necesario, pero el amor tiene que ser el que decida. Si el cristiano no tuviese amor, no sería nada (cf. 1Co 13:1-3). El corazón humano más fácilmente se abre a los consejos amistosos que al duro mandato. ¿Qué puede lograr el mandato, cuando se trata de agregar amorosamente a la solidaridad del amor a una persona que (según la manera de ver de aquel tiempo) ha incurrido en alguna falta? Sólo suscitarán el amor los consejos amistosos, la apelación al amor.

Pablo ruega como presbytes. Esta palabra encierra varios matices, porque significa anciano o enviado 8. Como Apóstol es un enviado de Cristo, pero también es verdad que era anciano, cuando escribió la carta a Filemón. Pablo ruega como prisionero de Cristo, que está encarcelado por causa de Cristo y lleva las cadenas con las que participa en los sufrimientos de Cristo en pro de su Iglesia (Col 1:24). Se dirige a Filemón como apóstol y mártir, pero al mismo tiempo como anciano y como encadenado. Primero, se ve al anciano y al encadenado, luego se ve al apóstol que tiene autoridad para mandar. Precede lo humano, la autoridad divina retrocede. La autoridad para mandar se oculta bajo la forma del que ruega y suplica, el poder está detrás de la impotencia, la idea de dominar está detrás de la idea de servir. El director de la Iglesia se presenta en primer lugar como hombre, antes de actuar con pleno poder. La obra de la salvación se lleva a cabo con toda la amistad humana y con la condescendencia del amor de la infinita majestad de Dios (Tit 3.4).

...............

8. Pablo compara su cargo de apóstol con la misión de un enviado (presbeuomen): 2Co 5:20; Eph 6:20.

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3. MI HIJO (10-12). 4. Pablo deja entrever su verdadera intención: suplica por Onésimo, el esclavo evadido, que ahora ya no lo es. En una estrofa que tiene una estructura semejante a la anterior (a + b + a), el Apóstol muestra lo que ha llegado a ser Onésimo para Pablo y Filemón. Por medio del bautismo, las relaciones humanas sufren una completa transformación. Eso se muestra en el versículo central de la estrofa mediante el cambio de significado del nombre de Onésimo.

10 Te suplico, pues, por este hijo mío, a quien engendré entre las cadenas, Onésimo, 11 el que en un tiempo te fue inútil, pero que ahora es útil tanto para ti como para mí. 12 Te lo envío de nuevo, es decir, te envío a quien es mi propio corazón.

Pablo llama a Onésimo «hijo mío». Le ha convertido. La conversión a la fe mediante el Evangelio es la generación a una nueva vida 9. Onésimo es un hijo de dolor, porque ha sido engendrado entre cadenas. El Apóstol es además mártir. El renacimiento del hombre a una nueva vida tiene su origen en la palabra de Cristo y en su muerte expiatoria, en la proclamación del Apóstol y en los sufrimientos que le ocasiona el Evangelio (Phi 2:17), en la fe y en el bautismo.

Entre el entonces y el ahora ha tenido lugar un gran cambio en Onésimo. El bautismo divide la vida del cristiano en dos tiempos completamente distintos: en otro tiempo esclavo del pecado, ahora libre; en otro tiempo víctima de la muerte, ahora destinado a la vida; en otro tiempo entregado a la inmoralidad y al pecado, ahora santo y confundido por la antigua conducta.

Muestra esto todavía con mayor claridad el primoroso juego de palabras que Pablo emplea. Como tal debemos tomarlo, no debemos forzar las cosas pensando, por ejemplo, que el Apóstol haya tomado por un «inútil» a Onésimo, en cuanto hombre y esclavo. Solamente por el sonido de las palabras griegas se puede percibir el fino humor con que el Apóstol describe la mudanza: de ser «inútil» (akhrestos) Onésimo (útil) ha pasado a ser, por medio de Cristo (khrestos), «sumamente útil» (eukhrestos). Mediante la fe en Cristo y mediante el bautismo se convierte el hombre en un miembro del cuerpo de Cristo, viene a ser «útil» para todos los miembros de este cuerpo de una forma completamente nueva (1Co 12:20-27). Antes no tenía importancia para la fe y para Cristo, ahora su antiguo nombre (útil) ha recibido en Cristo un sentido enteramente nuevo. Se verá esto, cuando sea acogido con amor por la comunidad, y así venga a ser «útil» para el aumento de su fe y de la cristiana magnanimidad de su señor.

Onésimo, que se ha convertido, es corazón de Pablo. El Apóstol le ha acogido con tal amor (Phi 1:7), que le ama como a su corazón, como a sí mismo, como a su propio yo. La conversión de un hombre exige el empleo de todas las fuerzas del corazón, de la capacidad de persuasión del amor, de los sentimientos. Ha procedido con el espíritu de Jesús el que puede decir de una persona: Mi corazón que amo, mi hijo a quien he hecho donación de mi amor, dentro de él me he perdido. Quien así procede, también seguirá estando dispuesto para un amor ferviente.

La ley exigía que los esclavos evadidos fueran devueltos a su señor. El que retenía en su casa a un esclavo fugitivo, se hacía culpable de concurso en un delito privado. Pablo envía de nuevo a Onésimo a su señor; emplea la palabra del lenguaje jurídico, cuando escribe sobre este envío. Pero envía de nuevo al esclavo evadido, como si fuera su propio corazón, como si fuera un pedazo de su propio cuerpo. Pablo ha puesto en él toda su misericordia y compasión. El amor también atiende al derecho, aunque la propia misericordia y los propios sentimientos queden oprimidos. «La caridad no busca sus intereses» (1Co 13:5). El esclavo evadido comparecerá ante su señor, pero con él estará Pablo, su padre; estará el corazón del Apóstol, que implora piedad; en último término estará Cristo, que ha cuidado de Onésimo y que está en él. Cuando un hombre se ha convertido, la Iglesia y el mismo Cristo, sin tener en cuenta lo que pueda haber sido, abogan por él: es uno de aquellos a quienes tanto Cristo como Pablo llaman «mi corazón». Pero también él puede decir: «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que ni siquiera escatimó darnos a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente también todas las cosas con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios» (Rom 8:31-33).

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9.Cf. Gal 4:19; 1Co 4:15.

10.«Corazón» podría significar directamente «hijo», como lo interpreta la tradición siria.

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3. MUESTRA DE AMOR EN LUGAR DE RECLAMACIÓN JURÍDICA (13-14).

Pablo podía tener un derecho a los servicios de Onésimo, pero no lo quiere retener sin el consentimiento de su señor. Filemón debe hacer espontáneamente una obra buena. En la estrofa dividida en tres miembros (a + b + a) el «consentimiento» ocupa el lugar central. Se debe apelar a lo más valioso del hombre, a su propia decisión.

13 Yo quería retenerlo a mi lado, para que, en lugar tuyo, me sirviera en los cadenas del Evangelio; 14 pero, no obstante, nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu beneficio no resultara como por compromiso, sino con espontaneidad.

Quien anuncia el Evangelio tiene un derecho al servicio de las personas a las que ha convertido por medio del Evangelio (Phi 2:30; 1Co 9:13 ss). Este servicio no se presta al pregonero y apóstol, sino al Evangelio. Timoteo ha servido con Pablo al Evangelio, como un hijo sirve a su padre (Phi 2:22). El Evangelio es un grandioso mensaje, al que tienen que servir todos los que han logrado experimentar la fuerza de él.

El que reconoce siempre a la Iglesia y sirve al Evangelio, presta también un servicio a todos los demás que viven en la Iglesia. Toma sobre sí, en favor de los demás, una parte de la solicitud y de la obligación de servir a la palabra de Dios.

El servicio del Evangelio es más perentorio, cuando el pregonero competente del Evangelio está en cadenas. El Evangelio encadenado convoca a todas las fuerzas para que se pongan al servicio de su difusión...

Pablo renuncia a su derecho en beneficio de Filemón, para que éste tenga la posibilidad de hacer una buena obra. Lo que es moralmente bueno, no se realiza por el compromiso que se contrae mediante el mandamiento, sino con la espontaneidad que nace del amor. El bien no debe hacerse con pesadumbre ni por compromiso, sino voluntariamente. «Dios ama al que da con alegría» (2Co 9:7).

El mejor camino no es el camino corto del mandato y de la obligación coactiva, sino el largo camino del convencimiento y de la benévola persuasión; porque por este camino se logra la espontaneidad. Dios también ha tomado este camino. Cristo no hizo uso de la fuerza, cuando anunciaba el reino de Dios, sino que procedió con el desvalimiento del niño y la impotencia del moribundo. La gracia de nuestro Señor Jesucristo debe reconocerse en que, por causa de los hombres, ha venido a ser un mendigo, a pesar de ser rico, para que los hombres lleguen a ser ricos por la pobreza de Cristo (2Co 8:9). Incluso todas las amenazas del Evangelio son amenazas, cuya eficacia supone la fe. Pero la fe no se obtiene por la fuerza, sino que es espontánea. La actuación salvadora de Dios quiere que el hombre se decida por amor a glorificar a Dios.

4. NUESTRO HERMANO (15-16).

Onésimo ya no regresa solamente como esclavo, sino como hermano de Filemón, y vuelve con este rango para siempre, en el Señor. El pensamiento más importante se encuentra de nuevo en el centro de la estrofa de tres miembros (a + b + a). Si Filemón reflexiona sobre este nuevo rango de Onésimo, ¿no tiene que acogerle con amor fraternal?

Pablo no pretende conmover las fuerzas y poderes ordenadores de este mundo, pero muestra la nueva posición que el esclavo ha conseguido por medio del bautismo con respecto a su señor. La relación recíproca de señor y esclavo queda determinada y también superada por el acontecimiento salvador que ha sido iniciado en Cristo. Los profetas del Antiguo Testamento tampoco modificaron las precarias situaciones sociales mediante reformas sociales de índole política sino exhortando a volver a Dios y anunciando su voluntad. Cuando el cristianismo había abarcado ya todo el mundo antiguo, la esclavitud como clase social fue abandonada en la práctica y finalmente también en el derecho y en la legislación.

15 Pues quizá por esto se separó de ti por breve tiempo, para que lo recuperaras para siempre, 16 y no ya como esclavo, sino mucho más que esclavo: como hermano muy querido, especialmente para mí, y cuanto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.

La huida del esclavo Onésimo se funda en el plan de la divina providencia. Es una separación, no una huida. Dios ha aprovechado esta separación para salvarlo. La fe dirige más la mirada al gobierno de la divina providencia que a las decisiones del hombre, pero no niega la libre voluntad humana.

Lo que Dios opera, es razonable. Pablo no se atreve a determinar infaliblemente qué sentido tuvo la huida del esclavo en el plan de la divina providencia. «Quizá... se separó.» Los designios de Dios son inescrutables (1Co 2:16; Rom 11:33 s). Por eso, los pensamientos sobre el sentido de las obras de la providencia solamente se pueden expresar como sospecha. «Sabemos además que todas las cosas colaboran para bien de los que aman a Dios, de aquellos que él ha llamado según su designios (Rom 8:28). La separación ha tenido por efecto que Filemón reciba de nuevo al esclavo, de tal forma que tenga que «dar constancia» de la llegada y no quede pendiente ninguna reclamación. La separación solamente fue por breve tiempo, pero el resultado de la separación es la eterna unión mediante la acción de Dios. La providencia divina procede con sabiduría y con amor desbordante. Aunque el principio de sus obras signifique pérdida, concluye siempre con abundancia...

Onésimo no regresa solamente como esclavo. Vuelve como esclavo, porque lo sigue siendo aún después del bautismo. La conversión y el bautismo no cambian la posición social terrena. El que es pobre, continúa siéndolo después del bautismo; el que es de bajo linaje, continúa siéndolo después del bautismo; el que es inculto, continúa siéndolo en la sabiduría terrena después del bautismo (1Co 1:26; 1Co 7:18-24). La salvación que se consigue por medio de la fe y del bautismo, no implica mejora de la suerte terrena.

Pero mediante el bautismo se añade una nueva condición social a la condición de esclavo. El esclavo ha pasado a ser un hermano muy querido. Ante todo, hay que tener en cuenta esta novedad. «Ya no hay judío, ni griego; ya no hay esclavo, ni libre; ya no hay varón ni hembra, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3:28) 11. La nueva grandeza eclipsa la antigua.

Filemón, aún más que Pablo, tiene que ver en Onésimo al hermano muy querido, porque Onésimo es para Filemón un hermano tanto en la carne como en el Señor, según la existencia terrenal y según la nueva existencia que Cristo le dio en el bautismo. Onésimo es primeramente hermano según la existencia terrena, porque está vinculado de una forma particular a su señor, de acuerdo con la ordenación social terrena12. Pero además es hermano en el Señor, porque vive con Filemón «en Cristo» y participa del mismo espíritu de Cristo. La nueva existencia cristiana no solamente es una nueva comprensión de sí mismo, sino que es consecuencia de una nueva creación (Gal 6:15; 2Co 5:17) y de la comunicación de un nuevo ser. Lo nuevo que da el bautismo, no destruye las antiguas leyes, en cuanto se avienen con las nuevas, sino que perfecciona lo que es capaz de perfeccionamiento. El cristiano tiene que reconocer lo que Dios ha obrado en Cristo, tiene que estar decidido a ver la nueva creación; entonces también descubrirá al hermano. El cristiano solamente puede ser comprendido en la fe y tiene que ser visto y amado en ella a pesar de todas las deficiencias que lleva consigo la «carne».

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11. Cf. Col 3:11; 1Co 12:12.

12. Eph 6:5; Col 3:22; vivir en la carne (Gal 2:20; Phi 1:22.24) o estar en la carne (Rom 8:9), significa vivir como hombre una existencia puramente terrena, en contraposición a la vida según el espíritu (Rom 8:9), con Cristo (Phi 1:23), en la fe (Gal 2:20). No se excluye que con el pensamiento de que el esclavo es «hermano... en lo humano», Pablo hable de acuerdo con la mentalidad de aquella época. El tema de los esclavos se discutió constantemente en la filosofía desde Platón. Entre los estoicos y en la escuela cínica, la diferencia entre esclavo y señor palideci6 notablemente ante la diferencia entre hombre bueno y malo. En el esclavo se vio al hombre. «Aquel a quien tú llamas esclavo, ha nacido de la misma semilla, disfruta del mismo firmamento, respira el mismo aire, vive y muere del mismo modo» (·SENECA, EP. Mer. 47,10). Entre las cartas de Plinio el Joven se encuentran dos escritas a su amigo Sabiniano (IX, 21.24), que ruegan por un liberto y dan gracias por su readmisión. Ambas son documentos de delicada humanidad y tienen un cierto parecido con la carta a Filemón. Aunque entre aquellas dos cartas y la carta a Filemón se interpone el mundo de los hechos salvadores de la fe cristiana.

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5. MI PROPIO YO (17-20).

La estrofa final está configurada con otra estructura (a + b + c + b + a). Onésimo es el segundo yo de Pablo y su corazón (a). El Apóstol quiere responder de los perjuicios causados a su señor por el esclavo evadido (c); la cuenta deudora que resulta para Pablo, queda compensada con la deuda que Filemón tiene con Pablo (b). Cuando Pablo se pone al habla con Filemón, no invoca su poder apostólico, sino su unión íntima con él mediante la participación en Cristo. La estrofa final resume lo que han dicho los otros dos pares de estrofas.

17 Si, pues, me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo. 18 Y si en algo te perjudicó o algo te debe, eso ponlo a mi cuenta. 19 Yo, Pablo, lo firmo de mi puño y letra; yo pagaré, por no decirte que tu también te debes a mí. 20 Sí, hermano, que saqué yo algún provecho de ti en el Señor. ¡Alivia mi corazón en Cristo!

Filemón tiene a Pablo por compañero. El hecho de ser en Cristo trae como consecuencia que todos los bautizados participan entre sí de la nueva vida en Cristo; por eso están todos unidos en su ser con Cristo y también entre sí. La vida social de los cristianos, sus relaciones sociales han de ser entendidas y vividas a partir de esta comunión radical. Pablo llama a Onésimo su propio yo: «... recíbelo como a mí mismo» 13, En la nueva existencia que da el bautismo, Cristo vive en el que ha sido bautizado. «Vivo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2:20). Pablo toma parte en Cristo, e igualmente la toman Filemón y Onésimo. En el cristiano tiene que verse más a Cristo que al cristiano en su existencia terrena. Ver a Cristo en cada uno de los hombres...

Filemón aprecia a Pablo, y si encuentra dificultades en acoger amorosamente al fugitivo, en él ha de ver a Pablo. Todos tienen parte en Cristo, todos son otro yo para todos. La alegría o sufrimiento, el amor o tristeza que uno causa a otro, lo causa a todos los demás que viven en la Iglesia. «Si un miembro padece, todos los demás padecen con él, y si un miembro es distinguido, todos los demás se alegran con él» (1Co 12:26).

Los cristianos participan unos de otros, son hermanos del otro yo. En el lenguaje profano «participan» los que tienen parte en el negocio, los amigos, los esposos; los hermanos son hermanos por la sangre; «tú eres mío, yo soy tuyo» es el lenguaje de los amantes. En el lenguaje religioso participan los comensales de la divinidad en el culto (1Co 10:16); los miembros de las congregaciones religiosas se llaman hermanos; en el lenguaje de la mística de la época (helenística) Dios y el hombre son uno, es decir, forman una unidad. Según la mística paulina, el cristiano participa en Cristo, porque los cristianos están unidos con el Hijo en la participación (1Co 1:9). La comunidad con Cristo lleva a la comunidad entre los cristianos, a un dar y tomar parte en lo que tienen Cristo y los cristianos (6). Pablo puede decir que ya no vive él, sino que Cristo vive en él (Gál 220), sin que se viole la personalidad del cristiano o de Cristo. La mística de Cristo, que es peculiar de Pablo, se vive con el desprendimiento del yo en favor del tú. «Recíbelo como a mí mismo» 14. La fuerza de esta mística de Cristo se acredita en el amor desinteresado del prójimo.

Se vive y experimenta la comunidad con Cristo en la asamblea litúrgica. La «cena del Señor» (1Co 11:20) no solamente une con Cristo a los partícipes, sino que también los une entre sí (1Co 10:17). La multitud forma un cuerpo, que es Cristo. Se representa la solidaridad por medio del único pan, que todos comen, por medio de la comida saciante, a la que todos contribuyen y en la que todos participan (1Co 11:20 ss; 1Co 11:33), en cuanto todos se llaman hermanos y se tratan como tales, por medio del ósculo santo, con el que todos expresan su unión íntima entre sí (1Co 16:20; 1Pe 5:14). La nueva vida en el Espíritu es la razón de todas estas muestras de solidaridad y de la mutua participación en todo... Cuando Onésimo llegue a Colosas quedará incorporado a la Iglesia doméstica de Filemón; porque como bautizado tiene derecho a participar en el culto divino. Es comensal, hermano, besado con el santo ósculo; lo es por razón de la vida en Cristo.

También lo es para Filemón. ¿Qué otra cosa podrá hacer Filemón, cuando la carta, que le entregan juntamente con el esclavo, llegue a manos de la asamblea litúrgica para ser leída y comentada? ¿Abrirá bruscamente una grieta entre el culto y la vida, a pesar de que Pablo le alaba por causa de la fe y del amor? La acogida o vuelta de una persona a la corporación litúrgica también obliga a que cada miembro de la comunidad le trate en todo como participante, como hermano y como otro yo en la vida.

Según el derecho de aquel tiempo, el esclavo con su huida había causado perjuicios al señor por pérdida de la ganancia, por hurto. Esto lo sabe bien Pablo. Este perjuicio tenía que repararse. La acogida en la Iglesia, la nueva vida en Cristo, no cancelaba las obligaciones de la vida anterior. El mismo Pablo quiere responder de los perjuicios causados por el esclavo. En su carta extiende un reconocimiento de deuda. Al usar la fórmula jurídica: Yo pagaré y mediante la firma de puño y letra, el certificado debe obtener fuerza jurídica. El Apóstol responde por su hijo, por su hermano, por su yo. El verdadero amor se muestra en obras, en salir fiador del prójimo, en ocupar su lugar hasta entregar la vida por él. Así es cómo Cristo ha incorporado «los muchos», la multitud, al reino de Dios 15.

Con un hábil viraje -casi se ve la sonrisa en los labios del Apóstol- Pablo extiende también una cuenta a Filemón, que ha de ser pagada por el mismo Filemón. El libre Filemón es un esclavo por la deuda que tiene con Pablo. También el buen humor de la amabilidad, «la palabra... sazonada con sal» (Col 4:6), el ingenio, evitan la tensión y permiten encontrar un camino para la reincorporación.

La mediación en los bienes que se refieren a la salvación, da derecho a una retribución con bienes terrenos. Los cristianos de Corinto son deudores de los cristianos de Jerusalén, porque de éstos han recibido los bienes salvíficos de la fe. Por eso la deuda de los cristianos de Corinto a los de la Iglesia primitiva de Jerusalén, ha de ir pagada con bienes terrenos (Rom 15:27). Los apóstoles hacen donación de bienes espirituales, pero tienen derecho a obtener de los fieles lo que necesitan para la vida (1Co 9:11; Mat 10:10). La solidaridad resulta de dar y recibir.

Filemón se debe al Apóstol. Los bienes espirituales del Evangelio no se pueden contrapesar con bienes materiales. Sobrepasan todos los valores de este mundo (Mat 16:26). ¿Con qué se podría contrapesar la vida eterna?

A una reclamación jurídica se opone otra reclamación de la misma índole. Pablo tiene que pagar una deuda a Filemón, y éste ha de pagar otra deuda a Pablo. El que tiene más que reclamar, propone un arreglo. Basándose en la utilidad que Onésimo (útil) presta a Filemón, también Pablo quiere sacar provecho de Filemón. Pero Pablo no quiere ventajas terrenales, sino provecho en el Señor: alivio, descanso y alegría por la conciencia de que la Iglesia se edifica por medio del amor (7). I,a edificación de la Iglesia con bienes espirituales prevalece sobre las ventajas terrenas.

Filemón alivia el corazón de Pablo aliviando a Onésimo, que es el corazón de Pablo. Lo que regocija a un miembro del cuerpo de Cristo, también regocija al otro. Si se edifica la Iglesia, se alivian todos los miembros del cuerpo de Cristo.

Para el esclavo convertido, Pablo es padre, hermano, el otro yo; lo acoge como hijo, hermano, y como a sí mismo. Con estas tres palabras se expresan las relaciones más íntimas entre dos hombres, a saber las que existen entre el padre y el hijo, entre hermano y hermano, entre yo y yo. Muchos tonos resuenan en estas tres relaciones. El amor al prójimo -aunque sea un paria- gusta de hacer resonar todas las vibraciones del alma, quiere que suenen todas las melodías: el amor de sí mismo, el amor fraternal y el amor paterno consciente de su responsabilidad. La ley del gobierno de las almas que rige al Apóstol de las gentes, dice así: «Híceme todo para todos, para salvar a algunos a toda costa» (1Co 9:22).

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13. Se interpreta de distintas maneras la frase «recíbelo como a mí mismo». es decir «como si fuese yo», o bien «como a mí». Antes le llamó hijo, hermano, su corazón, pero ahora le llama su «otro yo»; porque está vinculado a él en Cristo «como portador del mismo Espíritu de Dios» (K. STAAB).

14. Cf. Rom 12:14-21; Mat 7:12. 15. Jam 2:15 s; 1Jo 3:17; Joh 15:13; 1Jo 4:10; Rom 5:7 s; Rom 8:32; Mar 10:45.

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NOTIFICACIONES PERSONALES 21-24

Los versículos finales vuelven a lo dicho al principio de la carta. La fe y el amor, que se han hermanado en la inicial acción de gracias, dan a Pablo la absoluta confianza de que Filemón hará todo lo posible por el esclavo (21).

En una notificación personal expresa Pablo la esperanza de que pronto será libertado e irá a Colosas (22). Una lista de saludos presenta a los servidores del Evangelio encadenado y colaboradores de Pablo, como abogados del esclavo que regresa, ante su señor Filemón (23-24). ¿Puede Filemón rehuirlos?

1. FE Y AMOR (21). 2. Pablo se da cuenta de que pide mucho a Filemón. Se excusa de su audacia. Se atreve a mucho porque conoce la fe y el amor de Filemón (5).

21 Confiado plenamente en tu docilidad, te escribo, seguro de que harás más de lo que te digo.

El Apóstol confía en la docilidad de Filemón. La fe es docilidad 16 Quien tiene fe, tiene disposición para escuchar y obedecer. No en vano se le advierte rogando, y se le ruega advirtiéndole. Quien tiene disposición para creer, también está habilitado para el amor. Quien puede obedecer, está presto a cualquier llamamiento que se le dirija. Los obedientes disponen a la Iglesia para acoger a un nuevo miembro.

El amor de Filemón hará más de lo que el Apóstol expresa en su requerimiento. El amor siempre tiende a más (1Co 13:4). ¿Cuándo podría decir el amor: Ya basta? La magnanimidad abre las puertas.

¿Cuál es la esperanza que mantiene Pablo? ¿La liberación del esclavo? Anteriormente había dado a entender a los fieles que todos debían continuar en su estado (1Co 7:20 s). Probablemente no quiere hacer ninguna proposición determinada. El amor determina lo que se tiene que hacer (2Co 8:8). Cuando crece el amor, aumenta la depuración de la conciencia para todo lo que Dios quiere y los hombres necesitan.

De este modo, la conciencia puede examinar lo que es necesario, lo que aquí y ahora pide la voluntad de Dios (Phi 1:9 s)...

Pablo trata a Filemón como cristiano «mayor de edad». Se le puede creer capaz de hacer lo que se haya resuelto, porque tiene docilidad y amor, que son los fundamentos de la auténtica mayoría de edad, que se esfuerza por edificar la Iglesia del modo que sea.

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16Rom 1:5; Rom 15:18; Rom 16:19; 2Co 10:6.

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2. LA BONDAD DE DIOS (22). Sorprende que el Apóstol encargue para sí un alojamiento en casa de Filemón. Tiene la firme esperanza de que por la bondad de Dios terminará pronto la prisión. Otra vez puede hacer planes para el futuro.

22 Al mismo tiempo, prepárame también alojamiento; pues espero que, por vuestras oraciones, Dios os dará la gracia de mi presencia.

El Apóstol prisionero espera visitar la comunidad. Este don le otorgará la bondad de Dios. Por las oraciones de los fieles se dará de nuevo a la comunidad la gracia de la presencia de Pablo, así como ahora también ha recibido como una gracia al esclavo bautizado 17. Filemón recibió alabanzas a causa de su fe (5). La fe activa que se acredita en el amor, se revelará también en la amistad hospitalaria de Filemón. Este recibirá gustosamente al Apóstol, así como desde el principio de su vida cristiana ha recibido la fe por la palabra de los predicadores. La Sagrada Escritura emplea la misma palabra para recibir a un huésped que para recibir la palabra de Dios (Luk 8:13; Act 8:14)...

Prepárame también alojamiento es la única orden en esta carta. Pero esta orden corresponde a un ruego expresado hace ya tiempo. El Apóstol ordena, cuando ruega, y suplica, cuando se esperaría una orden. Pablo quiere que la vida cristiana fundada en la fe no domine, sino que en el gozo contribuya al gozo (2Co 1:24). Se edifica la Iglesia, cuando se sirve y no cuando se ejerce el dominio.

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17.Cf. Rom 15:30; Eph 6:19; Col 4:3; 2Tes 3,1s.

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3. SERVIDORES DEL EVANGELIO (23-24).

En la lista de saludos aparecen los mismos nombres que en Col 4:10-14. El primero que se nombra es épafras, el fundador de las comunidades cristianas de Colosas, Hierápolis y Laodicea (Col 4:13); por causa de su servicio está encarcelado juntamente con Pablo. Marcos en otro tiempo acompañó a Pablo, se separó de él, y de nuevo está con él 18. Aristarco de Tesalónica (Act 20:4) fue en todos los trances fiel compañero del gran Apóstol (Act 19:29; Act 27:2). Demas, más tarde, por el amor de este siglo, desamparó al Apóstol (2Ti 4:10). Lucas, el médico querido (Col 4:14), es el autor del tercer Evangelio y discípulo de Pablo.

23 Te saludan Epatras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús, 24 Marcos, Aristarco, Demas, Lucas, que son colaboradores míos.

Pablo escribió como mártir y apóstol. Envía los saludos del que está preso con él en Cristo Jesús, y de los colaboradores, del compañero en el martirio y de los compañeros en el apostolado. La Iglesia se edifica por medio de apóstoles y mártires, por medio de arduos trabajos y luchas (épafras es prisionero de guerra juntamente con Pablo). Las palabras y la sangre de Jesús añaden nuevos miembros a la Iglesia.

Los apóstoles y mártires suplican con su saludo que se reciba con amor al hermano, que debe ser incorporado a la Iglesia, aunque se haya de superar y vencer el propio yo.

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18Act 12:24 s; Act 13:13; Act 15:37 s.

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CONCLUSIÓN 25

Se empieza y termina la carta con una bendición semejante a la que se da en los actos de culto.

25 La gracia del Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu. [Amén.]

La gracia (kharis) que tiene nuestro Señor Jesucristo, y de la que dispone como quiere, ha de llenar hasta el fondo la comunidad que se reúne en casa de Filemón, y ha de guiar sus decisiones. La kharis (benevolencia, generosidad) ha impreso su cuño en la carta, y también debe ser eficaz en los destinatarios de la misma. La gracia debe ser el ambiente espiritual que encuentre el que va a regresar.

La carta termina con un breve saludo de bendición. En otras cartas, el Apóstol emplea fórmulas más extensas, como en la bendición final de la segunda carta a los corintios: «La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros» (Act 13:13). Aquí se menciona al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, a los tres se les asignan dones especiales, pero los tres designan el mismo tesoro de salvación, que aquí nombra el Apóstol de una forma resumida: la gracia del Señor Jesucristo. Como don del amor, procede del corazón de Dios trino y uno. Inunda a los fieles, para que todos sus pensamientos y acciones tengan lugar de acuerdo con la intención divina. La gracia fortalecerá el amor benéfico a los hermanos, e inflamará de nuevo el amor a Dios. En la liturgia, a la bendición le sigue el amén del pueblo. Con esta palabra confirma la comunidad lo que se ha solicitado en su nombre. La comunidad contestará también a esta carta con un amén, cuando se haya leído en la asamblea, y suplicará con el Apóstol el favor que, como don, procede de arriba y crea entre nosotros el clima, en el que todos se encuentran en el amor.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentarios de la Version Serafin Ausejo

Copyright © Serafín de Ausejo 1975.

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