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Lucas 1 - Scio de San Miguel (Solo los Evangelios)

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Lucas 1

Dedicatoria a Teófilo

1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,

2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,

3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,

4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

Anuncio del nacimiento de Juan

5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

7 Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.

19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.

20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.

22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.

23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.

24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:

25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

37 porque nada hay imposible para Dios.

38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

María visita a Elisabet

39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;

40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.

41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.

46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;

47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,

50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.

51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.

53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.

54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia

55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

56 Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.

58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.

59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;

60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.

61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.

62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.

63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.

64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.

65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.

66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

Profecía de Zacarías

67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,

69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,

70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;

71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;

72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;

73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder

74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos

75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;

77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados,

78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,

79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.

80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

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Lucas 1

Introducción. San Gabriel revela a Zacarías la concepción y nacimiento de Juan. Zacarías queda mudo por no haber creído al santo ángel. Este mismo espíritu anuncia a María la Encarnación del Verbo eterno en sus entrañas por virtud del Espíritu Santo. Visita la Virgen a santa Isabel, que profetiza, y da mil alabanzas a María. Entona esta al Señor un cántico de acción de gracias. Nace el Bautista, y cuando es circuncidado, recobra Zacarías el habla, y prorrumpe en otro cántico de acción de gracias.

1 a. El verbo latino conor, y el Griego epijeiréo, puede significar emprender una cosa con buen o mal fin, llegando, o no, a cumplir el designio que cada uno se propone. San Lucas en este lugar parece que señala a los que intentaron escribir el Evangelio sin particular inspiración del cielo, y que, fiando en solas sus fuerzas, produjeron una obra puramente humana, y por consiguiente sujeta a errores, y vacía de la unción del Espíritu divino.

2 b. Estas palabras no pertenecen a las que preceden, sino al versículo siguiente. San Lucas no fue testigo de vista, sino que escribió lo que le enseñaron los Apóstoles, y aun la misma Madre de Dios; fuera de que el texto Griego añade, ánothen, divinitus, de arriba.

c. Del Hijo de Dios, y de las cosas que obró. Ya dejamos advertido que la palabra griega lógos se usa en el mismo sentido que la hebrea Dabár, verbum, res, o el Verbo divino. Y se hallaron presentes a todo lo que Jesucristo hizo y habló.

3 d. Algunos han creído que el nombre de Teófilo, a quien San Lucas dirige su Evangelio, no es nombre propio de una persona, sino que significa todos aquellos que están llenos del amor de Dios, y que con estos habla, preparándolos para que oigan la serie de los sucesos que va a contar. Pero Teofilacto y otros creen que este fue una persona ilustre a quien dirigió también después los hechos de los Apóstoles, infiriéndose del epíteto krátiste, que sólo se daba a las personas más calificadas, como lo hizo San Pablo con Félix y con Festo (Hch 23,26; 26,25), presidentes de Judea; y significa muy poderoso, muy ilustre; y la Vulgata óptimo.

4 e. El Griego: tén asfáleian, la seguridad, firmeza, verdad. La desnuda y sencilla historia del Evangelio la más fuerte e invencible prueba de su verdad y divinidad.

5 f. Este fue nombrado el Grande, padre de otro Herodes, que fue tetrarca y hermano de Filipo, y el que hizo degollar al Bautista. Hubo otro Herodes Agripa, hijo de Aristóbulo, y nieto de este mayor, el cual hizo quitar la vida a Santiago, como se lee en los Hechos de los Apóstoles.

g. Habiéndose multiplicado excesivamente los descendientes de Aarón, no podían servir todos a un tiempo en el templo del Señor, y por esto el rey David los dividió en veinte y cuatro familias que por su turno entrasen por semanas a ejercer su ministerio. Diez y seis de estas familias, o clases sacerdotales se componían de los descendientes de Eleazar; y ocho de los de Itamar, hijos los dos de Aarón: por manera, que al fin de veinte y cuatro semanas, o de ciento sesenta y ocho días, cada clase volvía a entrar en el servicio del templo. A la de Abías, de la que era Zacarías padre del Bautista, le tocó ser la octava en el turno o suerte (1Cro 24,20). Y así, de la vez o de la suerte, o turno de Abías, quiere decir de la familia de Abías.

h. Esto es, de una familia sacerdotal. Por todos títulos debía ser ilustre aquella de quien había de proceder el Precursor del Mesías. Esto por el padre; que la madre sin duda era del linaje de David, y tribu de Judá, y por este enlace se llama prima de la Virgen María, cognata.

i. Se conserva este nombre en su propia y original pronunciación, porque así lo conserva Granada y los maestros antiguos de nuestra lengua, aunque el uso común en nuestra lengua dice Isabel.

6 j. MS. Derechureros ante Dios.

9 k. Se ofrecía el incienso todos los días, mañana y tarde en el altar de los perfumes, que estaba delante del Santuario (Éx 30,7-8).

11 l. Esta visión no fue imaginaria o fantástica, sino corporal, y así se mostró el arcángel San Gabriel a este santo sacerdote bajo de una forma exterior. Los antiguos han mirado como una gloria y privilegio singular del Bautista, que su nacimiento fuese anunciado por el mismo ángel que anunció a la santa Virgen la concepción y nacimiento del Salvador. San Agustín.

m. Á diestro del altar del acienso.

13 n. Algunos creen que esta oración se enderezaba a que Dios bendijese su matrimonio, y le diese un hijo. Mas San Agustín con otros intérpretes dice, que hallándose tan avanzado en edad, y su mujer del mismo modo, no parece verosímil que pidiese lo que naturalmente no podía tener esperanza de conseguir; y que así su oración era por el pueblo. Y como este no podía esperar su salud y redención sino del Cristo o del Mesías, por eso se anuncia a Zacarías el nacimiento de un hijo, que debía ser el precursor de este Cristo Salvador de Israel.

o. MS. Te parrá un fijo, e pornásle nombre Johán.

p. Juan significa gracioso, o el Señor tuvo misericordia.

14 q. Porque había de ser un grande santo, y precursor del Mesías que esperaban.

15 r. Siceram no significa sólo la cerveza o sidra, sino todo aquello que puede embriagar, del hebreo schachar, embriagó; y en especial el vino de la palma y dátiles, que después del de la vid era el más fuerte. Esta abstinencia era parte de la consagración de los Nazarenos (Núm 6,3).

s. San Cipriano, San Ambrosio, y otros muchos Padres han entendido, que el Bautista fue lleno del Espíritu Santo, aun antes que naciese.

17 t. Será el precursor del Mesías, y se verá en él el mismo espíritu y fortaleza que en Elías, para predicar la verdad, para atraer a la misma fe y piedad de los antiguos Patriarcas el corazón duro e incrédulo de los judíos, a fin de que no confíen en los bienes perecedores de este mundo, ni en las sombras carnales de la ley, ni en sus propias obras; sino que aspiren a las cosas del cielo, y pongan su confianza en la benignidad y misericordia del Salvador; porque esta es la prudencia y sabiduría de los justos. El texto Griego pone apeithéis, irreductibles, rebeldes, no fáciles de ser persuadidos; dando a entender con esto su dureza, y la dificultad de su conversión.

u. Esto es, un pueblo que, a semejanza de Abraham, mirase la tierra, que le había sido prometida, como una tierra extranjera, esperando aquella ciudad fabricada sobre un fundamento eterno, cuyo fundador y arquitecto es el mismo Dios. Y esta era la prudencia de aquellos justos. Preparar al Señor; esto es, disponer bien al pueblo para recibir al Señor, al Mesías.

19 v. Como los ministros del rey, que están delante de su trono, para recibir sus órdenes. Los ángeles no se distinguen por nombres; mas los han tomado, cuando han aparecido a los hombres, para declarar sus cualidades y ministerios. El de Gabriel, que quiere decir la fuerza de Dios, o según otros, el hombre Dios Vir Dei), era conocido de Zacarías, y sirvió a hacerle comprender que el que le hablaba era aquel ministro fiel del Dios de los ejércitos, que anunció a Daniel la libertad próxima de la nación de los judíos, y la venida del Cristo (Dan 22; 9,22ss), y que este mismo embajador del cielo viene muchos siglos después a anunciar el nacimiento del Precursor del Mesías.

22 w. Es muy verosímil que quedase también sordo; y se ve de que le hablaban por señas, cuando lo preguntaban qué nombre se había de poner a su hijo; y de que el griego kofós significa mudo y sordo.

23 x. Esto es, la semana, que, como dejamos dicho, le tocó servir en el templo; y en este tiempo los sacerdotes no se acercaban a sus mujeres, ni bebían vino ni cerveza.

24 y. Porque en aquella edad avanzada se avergonzaba de algún modo, y le causaba confusión verse en aquel estado.

25 z. Habiendo Dios prometido a Abraham que su descendencia se multiplicaría excesivamente, y que de ella había de proceder el Mesías, era mirada la esterilidad como una ignominia entre los hebreos, y como castigo de algún pecado oculto (Gén 20,18). Mas como Isabel se hallaba en edad tan avanzada, la fecundidad le daba como cierta vergüenza y por esto se ocultaba de la vista de los demás.

26 a. De la preñez de Isabel.

27 b. Descendientes de David. Aún no había sido conducida a su casa, según la antigua costumbre de llevar la esposa a casa del esposo, y de dejarla en su poder. Pero no por eso dejaba de ser mujer de José, y José marido de María (Mt 1,20). La fe mutua que ligaba estas dos santas personas, era suficiente y justo título para esto; pues, como enseña santo Tomás, y todos los teólogos, la esencia del matrimonio consiste en la recíproca unión de las voluntades, aunque no haya conjunción carnal.

28 c. El ángel entró en figura y traje corporal en el aposento en que retirada y sola oraba al Padre celestial.

d. Jáire, Ave, Dios te guarde. San Lucas, escribiendo en griego, usó de la forma que usan los griegos para saludarse; pero el ángel para saludar a María se serviría verosímilmente de la que usaban los hebreos: La paz sea contigo; y con la que se deseaban perfecta salud, prosperidad y contentamiento. El sentido es uno mismo.

e. Mas que todas las mujeres, o a quien Dios entre todas ha colmado más de gracias. Hebraísmo (Cant 1,8).

29 f. El Griego: he dé idousa, viéndolo ella. Esta turbación nació de ver al ángel en forma humana; porque como dice San Ambrosio: Trepidare virginum est, et ad omnes viri ingressus pavere, omnes viri affatus vereri; y también nació de oír aquella salutación tan nueva, que hería su gran modestia y profundísima humildad. Esta la hacía creerse indigna de la honra que le anunciaba el ángel, y aun temer que pudiera ser una ilusión.

31 g. Sirviéndose el ángel de las mismas palabras de Isaías (7,14): He aquí que la Virgen concebirá, y parirá hijo, dio lugar a la Virgen de reflexionar sobre esta antigua profecía, por la que se señalaba el milagroso nacimiento del Hijo, que se le prometía sin detrimento de su virginidad.

32 h. No será este como uno de esos reyes mortales, a quienes la necesidad de morir arrebata el cetro de las manos para que otros les sucedan. Su virtud, y la calidad de Hijo de Dios le aseguran una eterna posesión.

33 i. Jesucristo, según la naturaleza humana, era descendiente del rey David; mas su reino no fue temporal, como el de David, sino que reinó y reinará eternamente de una manera espiritual en todos aquellos que tuvieren la fe de Jacob; pues estos son los que verdaderamente pertenecen a su casa. D. Bernard. supra Missus est: Hom. IV, num. 2.

34 j. MS. Pues que yo no he paria de uaron. Después que María volvió de aquella primera turbación, y habiendo conocido que era un ángel el que le hablaba, no dudó de la verdad de su palabra, sino que preguntó cómo había de suceder esto, siendo virgen. Es antigua tradición, que María había consagrado a Dios su virginidad con voto.

35 k. Manera de hablar figurada, tomada de que Dios antiguamente aparecía envuelto en nube y oscuridad, para declarar la secreta y preternatural virtud del Espíritu Santo en esta obra tan maravillosa. El Hijo de Dios no debe tener otro Padre que a Dios; y tú no tienes necesidad de esposo para concebirle. Aquel mismo Espíritu que, reposando sobre las aguas, dio, por decirlo así, la fecundidad a la materia del mundo, descenderá sobre ti, y formará el sagrado cuerpo de tu Hijo, y le dará la vida.

l. El Santo por excelencia, el Santo de los santos, aquel que de toda eternidad es engendrado en el seno del Padre, tomará de tu propia sustancia el ser de hombre, que unirá hipostáticamente a la persona divina, y será verdadero Hijo de Dios, y verdadero Hijo tuyo.

38 m. Todos los Padres antiguos sienten uniformemente que se obró en María el inefable misterio de la Concepción de Jesucristo y encarnación del Verbo en el momento mismo en que pronunció estas palabras, que descubren la profunda humildad y obediencia con que se sujetó a las órdenes de Dios, y un ardentísimo deseo de que se cumpliese lo que le había sido anunciado.

39 n. Algunos creen que esta ciudad fue Hebrón, aunque no se puede asegurar cosa de cierto. Era ciudad sacerdotal, y la principal de las nueve que fueron destinadas a Judas y a Simeón, hijos de Aarón (Jos 21,9-11).

41 o. Como manifestándose sensible en aquel momento en que recibía la gracia. El común sentir de los Padres es, que Juan recibió entonces el uso de la razón, y reconoció a su Salvador; y San Bernardo no duda afirmar, que desde este momento el Espíritu Santo llenó este vaso de elección, y le preparó para que sirviese como de hacha, que debía ir alumbrando delante de Jesucristo.

p. Fue plenamente iluminada por el Espíritu Santo en el conocimiento del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.

47 q. MS. El mio salvamiento.

48 r. MS. Porque cató Dios a la humildat de la su sierva.

s. Porque el Señor me ha elegido por Madre de su Hijo, por eso me llamarán bienaventurada en todos los siglos.

49 t. El Griego a la letra: kái hágion tó ónoma autóu.

51 u. La fuerza del hombre se explica ordinariamente por su brazo. Y aquí María hace alusión al poder con que el Señor abatió el orgullo de los que con porfiada obstinación le resistieron, como Faraón, Sennaquerib, Holofernes, Antíoco y otros; y es una profecía del establecimiento del reino de Cristo, que triunfaría de todos los esfuerzos que harían contra él sus enemigos.

52 v. MS. Despuso los poderosos de la siella, e enalçó los baxos. De este modo castigó la soberbia de Saúl, y ensalzó al humilde David.

53 w. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, dijo Jesucristo, Mateo, V, 6; porque ellos serán hartos, esto es, serán llenos de bienes espirituales; y por el contrario, los que mirándose como ricos, no tienen esta hambre, creyendo que nada les falta, serán enviados vacíos y pobres, para padecer después una hambre, que no tendrá alivio en toda la eternidad. Esto mismo se confirma con la parábola del rico avariento.

54 x. Bajo de su protección. El Griego: tóu paidós, su siervo, y también hijo; porque el Señor miró y trató a los Israelitas, no tanto como a siervos, cuanto como a hijos suyos. Y en este sentido dijo el Salvador a la Cananea: Que no era bueno tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perros.

55 y. Lo prometió.

z. In saecula, o como se lee en el texto Griego, in saeculum. Se puede juntar cum semine, significando, que la familia de Abraham permanecería siempre; y también a misericordiae, y recordatus, dando a entender con esto que jamás faltaría su misericordia (véase Gén 22,16).

56 a. Otros: Quedóse pues con ella.

60 b. Isabel no había oído el nombre con que Dios quería distinguir y señalar a su hijo, ni del ángel ni de Zacarías; y así es muy verosímil, dice San Ambrosio, que el Espíritu Santo, de quien estaba ya llena, se lo revelase.

63 c. MS. Una pennola. El texto Griego: pinakídion, tablilla. Estas estaban enceradas, y escribían sobre ellas con un punzón. Eran de diferentes materias, leño, marfil, cuero, etc.

d. Porque sabían lo que había pasado antes entre el ángel y Zacarías.

64 e. Y se desató su lengua. Estos prodigios que vio el pueblo, le dieron motivo de creer, como se dice después, que el Señor tenía grandes designios sobre este niño.

66 f. Haciendo reflexivo, y considerando todas las circunstancias que habían acompañado su nacimiento.

g. Porque todos estos milagros del poder de Dios daban a entender que el Señor estaba con este niño, que lo tomaría bajo su divina protección, lo llenaría de su gracia, y se serviría de él, como de instrumento, para obrar extraordinarios milagros y maravillas.

68 h. Pues encarnándose, ha venido a vivir y conversar entre los hombres, y a ser su Salvador y Redentor.

69 i. El cornu salutis es un tropo y frase hebrea. A la letra, un Salvador poderoso. El cuerno en los toros y en los otros animales es toda su fuerza para acometer y defenderse. Y así en la Escritura es frecuente esta expresión figurada, para significar la fuerza, y también el poder de los reinos o imperios. David (Sal 131,14-18), hablando de Sión, o de Jerusalén, declara proféticamente que el Señor levantaría en ella el cuerpo del rey David, esto es, restablecería en Jerusalén, aunque de una manera espiritual, y en la persona de Jesucristo, el cetro y el reino de David.

71 j. El acusativo salutem se ha de juntar con el verbo locutus est, y el sentido es: Como tenía prometido librarnos de nuestros enemigos. También puede regirse de erexit, o sobreentenderse la preposición eis, in, y juntarse con el v. 69. Nos ha levantado un poderoso Salvador para librarnos, o que nos librase, etc. Estos enemigos son los espíritus de la malicia, los principados y las potestades, los príncipes del mundo, esto es, de las tinieblas de este siglo (Ef 6,12).

72 k. Los padres se han salvado, como dice San Pedro (Hch 15,11), del mismo modo que los hijos, por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo prometido a Jacob, a Isaac y a Abraham. Porque cuando este santo Patriarca quiso sacrificar su hijo, obedeciendo las órdenes de Dios, este Señor le juró por sí mismo, y le dijo: Que todas las naciones de la tierra serían benditas en su familia (Gén 22,16-18). Esto es, en Jesucristo, que descendería de él, según la carne. Que él daría a nosotros, esta gracia de un poderoso Salvador; y que librados de la mano, etc. Que es como lo entienden otros.

74 l. El cual si es servil, no puede estar con la confianza de hijos de Dios, que son justificados por la fe. Y este servicio es el fin de nuestra redención.

76 m. Este es un apóstrofe de Zacarías a su santo hijo, por la que significa que sería llamado por excelencia el profeta del Altísimo, el precursor del Mesías, el que exhortando al pueblo a penitencia, le mostraría el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1,29). Esta remisión de los pecados sería un puro efecto de la gran caridad y misericordia de Dios para con los pecadores; y esta inefable e infinita misericordia hizo que el Verbo eterno del Padre bajase de lo alto para visitarnos y conversar con nosotros, que esto significa el nombre de Emmanuel, que le fue dado por los profetas; y que el que es el resplandor de la gloria del Padre (Hb 1,3), nos alumbrase como divino Sol de justicia, disipando las tinieblas y sombras de la muerte eterna, a que nos había reducido el estado de la culpa; y dirigiendo nuestros pasos por el camino de una eterna sumisión a la divina voluntad nos condujese a la paz de la celestial y triunfante Jerusalén.

77 n. Demuestra que la salud consiste en la remisión de los pecados por la gracia, que es el principal punto del Evangelio.

78 o. Aquí oriens, como se ve en el texto Griego, anatolé, no es participio, sino nombre sustantivo, aplicado al Mesías por antonomasia Sol de Oriente. El Mesías, el Sol de justicia, que ha bajado del cielo a alumbrarnos con su luz (véase Zac 3,9; Mal 4,2).

79 p. El Bautista se retiró al desierto desde su infancia, y allí permaneció, viviendo una vida muy austera hasta la edad de treinta años, en que quiso el Señor mostrarlo al pueblo de Israel, y que comenzase a predicar la penitencia, hablando de Jesucristo, exhortando a todos a que le reconociesen por su verdadero Mesías, y por su Señor y Redentor.

80 q. Al paso que crecía en el cuerpo, el Espíritu Santo daba nuevo y mayor vigor a su alma.

r. MS. Del su demostramiento a Israel.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Los Santos Evangelios - Scío de San Migue

Copyright © P. Felipe Scío de San Miguel (1738-1796) con la colaboración del P. Benito Felíu de San Pedro (1732-1801)

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