Salmos 78 - Comentario Bíblico de Matthew HenrySalmos 78Fidelidad de Dios hacia su pueblo infielMasquil de Asaf. 1 Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. 2 Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, 3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron. 4 No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo. 5 Él estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos; 6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, 7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos, 8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu. 9 Los hijos de Efraín, arqueros armados, Volvieron las espaldas en el día de la batalla. 10 No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley; 11 Sino que se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado. 12 Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán. 13 Dividió el mar y los hizo pasar; Detuvo las aguas como en un montón. 14 Les guio de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego. 15 Hendió las peñas en el desierto, Y les dio a beber como de grandes abismos, 16 Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos. 17 Pero aún volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo en el desierto; 18 Pues tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto. 19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto? 20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo? 21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó; Se encendió el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel, 22 Por cuanto no habían creído a Dios, Ni habían confiado en su salvación. 23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos, 24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, Y les dio trigo de los cielos. 25 Pan de nobles comió el hombre; Les envió comida hasta saciarles. 26 Movió el solano en el cielo, Y trajo con su poder el viento sur, 27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Como arena del mar, aves que vuelan. 28 Las hizo caer en medio del campamento, Alrededor de sus tiendas. 29 Comieron, y se saciaron; Les cumplió, pues, su deseo. 30 No habían quitado de sí su anhelo, Aún estaba la comida en su boca, 31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, E hizo morir a los más robustos de ellos, Y derribó a los escogidos de Israel. 32 Con todo esto, pecaron aún, Y no dieron crédito a sus maravillas. 33 Por tanto, consumió sus días en vanidad, Y sus años en tribulación. 34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya, 35 Y se acordaban de que Dios era su refugio, Y el Dios Altísimo su redentor. 36 Pero le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían; 37 Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto. 38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía; Y apartó muchas veces su ira, Y no despertó todo su enojo. 39 Se acordó de que eran carne, Soplo que va y no vuelve. 40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, Lo enojaron en el yermo! 41 Y volvían, y tentaban a Dios, Y provocaban al Santo de Israel. 42 No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de la angustia; 43 Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán; 44 Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, para que no bebiesen. 45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían. 46 Dio también a la oruga sus frutos, Y sus labores a la langosta. 47 Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con escarcha; 48 Entregó al pedrisco sus bestias, Y sus ganados a los rayos. 49 Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores. 50 Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad. 51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam. 52 Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño. 53 Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos. 54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha. 55 Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel. 56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios; 57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; Se volvieron como arco engañoso. 58 Le enojaron con sus lugares altos, Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla. 59 Lo oyó Dios y se enojó, Y en gran manera aborreció a Israel. 60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres, 61 Y entregó a cautiverio su poderío, Y su gloria en mano del enemigo. 62 Entregó también su pueblo a la espada, Y se irritó contra su heredad. 63 El fuego devoró a sus jóvenes, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales. 64 Sus sacerdotes cayeron a espada, Y sus viudas no hicieron lamentación. 65 Entonces despertó el Señor como quien duerme, Como un valiente que grita excitado del vino, 66 E hirió a sus enemigos por detrás; Les dio perpetua afrenta. 67 Desechó la tienda de José, Y no escogió la tribu de Efraín, 68 Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sion, al cual amó. 69 Edificó su santuario a manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre. 70 Eligió a David su siervo, Y lo tomó de las majadas de las ovejas; 71 De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase a Jacob su pueblo, Y a Israel su heredad. 72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos. Salmos 78Salmo 78 - Introducción* Atención solicitada. (1-8) La historia de Israel. (9-39) Su asentamiento en Canaán. (40-55) Las misericordias de Dios con Israel contrastaban con su ingratitud. (56-72) Salmo 78:1-391-8 Estos se llaman dichos oscuros y profundos, porque deben ser cuidadosamente examinados. La ley de Dios fue dada con un cargo particular para enseñarla diligentemente a sus hijos, para que la iglesia pueda cumplir para siempre. Además, que las providencias de Dios, tanto en misericordia como en juicio, puedan alentarlos a conformarse a la voluntad de Dios. Las obras de Dios fortalecen mucho nuestra resolución de guardar sus mandamientos. La hipocresía es el camino a la apostasía; aquellos que no enderezan sus corazones, no serán firmes con Dios. Muchos padres, por negligencia y maldad, se convierten en asesinos de sus hijos. Pero los jóvenes, aunque están obligados a someterse en todo lo legal, no deben obedecer las órdenes pecaminosas ni copiar ejemplos pecaminosos. # 9-39. El pecado desanima a los hombres y quita el corazón. El olvido de las obras de Dios es la causa de la desobediencia a sus leyes. Esta narración relata una lucha entre la bondad de Dios y la maldad del hombre. El Señor escucha todos nuestros murmullos y desconfianzas, y está muy disgustado. Aquellos que no creerán el poder de la misericordia de Dios, sentirán el fuego de su indignación. No se puede decir que confían en la salvación de Dios como su felicidad por fin, que no pueden confiar en su providencia en el camino hacia ella. A todo lo que por fe y oración, pidan, busquen y llamen, estas puertas del cielo se abrirán en cualquier momento; y nuestra desconfianza en Dios es una gran agravación de nuestros pecados. Expresó su resentimiento por su provocación; no en negar lo que pecaminosamente deseaban, sino en otorgárselo. La lujuria no se contenta con nada. Aquellos que se entregan a su lujuria, nunca se alejarán de ella. Esos corazones son realmente duros, eso no se derretirá por las misericordias del Señor, ni se romperá por sus juicios. Aquellos que aún pecan, deben esperar tener problemas aún. Y la razón por la que vivimos con tan poco consuelo y con tan poco propósito es porque no vivimos por fe. Bajo estas reprimendas profesaban arrepentimiento, pero no eran sinceros, porque no eran constantes. En la historia de Israel tenemos una imagen de nuestros propios corazones y vidas. La paciencia de Dios, y las advertencias y misericordias, los impulsa a endurecer sus corazones contra su palabra. Y la historia de los reinos es muy parecida. Los juicios y las misericordias han sido poco atendidos, hasta que la medida de sus pecados ha sido completa. Y las mayores ventajas no han impedido que las iglesias disminuyan de los mandamientos de Dios. Incluso los verdaderos creyentes recuerdan que durante muchos años abusaron de la bondad de la Providencia. Cuando vengan al cielo, ¡cómo admirarán la paciencia y la misericordia del Señor al traerlos a su reino! Salmo 78:40-5540-55. Que los que reciben la misericordia de Dios no se atrevan a pecar, porque las misericordias que reciban acelerarán su castigo; sin embargo, no se desanime a los que están bajo reprensiones divinas por el pecado, del arrepentimiento. El Santo de Israel hará lo que sea más para su propia gloria, y lo que sea más para su bien. Sus olvidos de los favores anteriores los llevaron a limitar a Dios para el futuro. Dios hizo que su propio pueblo saliera como ovejas; y los guió en el desierto, como pastor de su rebaño, con todo cuidado y ternura. Así, el verdadero Josué, incluso Jesús, saca a su iglesia del desierto; pero ningún Canaán terrenal, ni ventajas mundanas, deberían hacernos olvidar que la iglesia está en el desierto mientras está en este mundo, y que queda un descanso mucho más glorioso para el pueblo de Dios. Salmo 78:56-7256-72 Después de que los israelitas se establecieron en Canaán, los niños fueron como sus padres. Dios les dio sus testimonios, pero ellos regresaron. Los pecados presuntuosos hacen que incluso los israelitas sean odiosos a la santidad de Dios y expuestos a su justicia. Aquellos a quienes el Señor abandona se convierten en una presa fácil para el destructor. Y tarde o temprano, Dios deshonrará a sus enemigos. Él estableció un buen gobierno sobre su pueblo; un monarca según su propio corazón. Con razón, el salmista hace esta instancia final y culminante del favor de Dios a Israel; porque David era un tipo de Cristo, el gran y buen Pastor, que primero fue humillado y luego exaltado; y de quien se predijo, que él debería ser lleno del Espíritu de sabiduría y entendimiento. En la rectitud de su corazón y la habilidad de sus manos, todos sus súbditos pueden confiar; y del aumento de su gobierno y paz no habrá fin. Hasta ahora, cada prueba de la naturaleza humana confirma el testimonio de la Escritura, que el corazón es engañoso sobre todas las cosas, y desesperadamente malvado, y nada más que ser creado nuevamente por el Espíritu Santo puede curar la impiedad de cualquier persona. |
Copyright © 1960 by American Bible Society
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit