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Romanos 2 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Romanos 2

El justo juicio de Dios

1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.

2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.

3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?

4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,

6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:

7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,

8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;

9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,

10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;

11 porque no hay acepción de personas para con Dios.

12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;

13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.

14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,

15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Los judíos y la ley

17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,

18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,

19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,

20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.

21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?

22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?

23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?

24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.

26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?

27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley.

28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;

29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

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Romanos 2

Romanos 2 - Introducción

Los judíos no podían ser justificados por la ley de Moisés, como tampoco los gentiles por la ley de la naturaleza. (1-16) Los pecados de los judíos confundieron toda su vana confianza en sus privilegios externos. (17-29)

Romanos 2:1-16

1-16 Los judíos se creían un pueblo santo, con derecho a sus privilegios por derecho, mientras eran ingratos, rebeldes e injustos. Pero a todos los que actúan así, de cualquier nación, edad y descripción, se les debe recordar que el juicio de Dios será de acuerdo con su verdadero carácter. El caso es tan claro, que podemos apelar a los propios pensamientos del pecador. En todo pecado deliberado hay un desprecio de la bondad de Dios. Y aunque las ramas de la desobediencia del hombre son muy variadas, todas brotan de la misma raíz. Pero en el verdadero arrepentimiento, debe haber odio a la pecaminosidad anterior, a partir de un cambio operado en el estado de la mente, que la dispone a elegir el bien y a rechazar el mal. También muestra un sentido de miseria interior. Tal es el gran cambio que se produce en el arrepentimiento, es la conversión, y lo necesita todo ser humano. La ruina de los pecadores es su caminar tras un corazón duro e impenitente. Sus acciones pecaminosas se expresan con las fuertes palabras: "atesorando ira". En la descripción del hombre justo, nótese la plena exigencia de la ley. Exige que los motivos sean puros, y rechaza todas las acciones por ambición o fines terrenales. En la descripción del injusto, la contención se presenta como el principio de todo mal. La voluntad humana está en estado de enemistad con Dios. Incluso los gentiles, que no tenían la ley escrita, la tenían en su interior, que les indicaba lo que debían hacer por la luz de la naturaleza. La conciencia es un testigo, y la primera o la última dará testimonio. Como la naturaleza. La conciencia es un testigo, y el primero o el último dará testimonio. Según guardaran o rompieran estas leyes y dictados naturales, sus conciencias los absolverían o condenarían. Nada dice más terror a los pecadores, y más consuelo a los santos, que el hecho de que Cristo será el Juez. Los servicios secretos serán recompensados, los pecados secretos serán entonces castigados y sacados a la luz.

Romanos 2:17-24

17-24 El apóstol dirige su discurso a los judíos, y muestra de qué pecados eran culpables, a pesar de su profesión y sus vanas pretensiones. Una gloria creyente, humilde y agradecida en Dios, es la raíz y la suma de toda religión. Pero la jactancia orgullosa, vana y gloriosa en Dios, y en la profesión externa de su nombre, es la raíz y la suma de toda hipocresía. El orgullo espiritual es el más peligroso de todos los tipos de orgullo. Un gran mal de los profesantes de los pecados es la deshonra que hacen a Dios y a la religión, al no vivir de acuerdo con su profesión. Muchos desprecian a sus vecinos más ignorantes que descansan en una forma muerta de piedad; sin embargo, ellos mismos confían en una forma de conocimiento, igualmente vacía de vida y poder, mientras que algunos se glorían en el evangelio, cuyas vidas impías deshonran a Dios, y hacen que su nombre sea blasfemado.

Romanos 2:25-29

25-29 Ninguna forma, ordenanza o noción puede beneficiar, sin la gracia regeneradora, que siempre llevará a buscar un interés en la justicia de Dios por la fe. Porque no es más cristiano ahora, de lo que era realmente un judío de antaño, que sólo lo es exteriormente: tampoco lo es el bautismo, que es exterior en la carne: pero es el verdadero cristiano, que es interiormente un verdadero creyente, con una fe obediente. Y el verdadero bautismo es el del corazón, por el lavado de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, que trae un estado de ánimo espiritual, y un seguimiento voluntario de la verdad en sus santos caminos. Oremos para que seamos verdaderos cristianos, no exteriormente, sino interiormente; en el corazón y el espíritu, no en la letra; bautizados, no sólo con agua, sino con el Espíritu Santo; y que nuestra alabanza sea, no de los hombres, sino de Dios.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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