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Marcos 3 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Marcos 3

El hombre de la mano seca
(Mt. 12.9-14; Lc. 6.6-11)

1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.

2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.

3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.

4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.

5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.

6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

La multitud a la orilla del mar

7 Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea,

8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.

9 Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen.

10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.

11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

12 Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.

Elección de los doce apóstoles
(Mt. 10.1-4; Lc. 6.12-16)

13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.

14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,

15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:

16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;

17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;

18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,

19 y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.

La blasfemia contra el Espíritu Santo
(Mt. 12.22-32; Lc. 11.14-23)

20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.

21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.

22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

23 Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?

24 Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.

25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.

26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.

27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.

28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;

29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.

30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.

La madre y los hermanos de Jesús
(Mt. 12.46-50; Lc. 8.19-21)

31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.

32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.

33 Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.

35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

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Marcos 3

Marco 3 - Introducción

La mano seca curada. (1-5) El pueblo recurre a Cristo. (6-12) Los apóstoles llamados. (13-21) La blasfemia de los escribas. (22-30) Los familiares de Cristo. (31-35)

Marco 3:1-5

1-5 El caso de este hombre era lamentable; tenía una mano seca que le impedía trabajar para ganarse la vida; y los que están así, son los objetos más apropiados de la caridad. Que se ayude a los que no pueden ayudarse a sí mismos. Pero los infieles obstinados, cuando no pueden decir nada en contra de la verdad, no ceden. Oímos lo que se dice mal, y vemos lo que se hace mal; pero Cristo mira la raíz de la amargura en el corazón, la ceguera y la dureza de éste, y se entristece. Que los pecadores de corazón duro tiemblen al pensar en la ira con que los mirará dentro de poco, cuando llegue el día de su ira. El gran día de sanidad ahora es el sábado, y el lugar de sanidad la casa de oración; pero el poder de sanidad es de Cristo. El mandato evangélico es como el que se registra aquí: aunque nuestras manos estén secas, si no las extendemos, es nuestra propia culpa que no seamos curados. Pero si somos curados, Cristo, su poder y su gracia, deben tener toda la gloria.

Marco 3:6-12

6-12 Todas nuestras enfermedades y calamidades surgen de la ira de Dios contra nuestros pecados. Su eliminación, o el convertirlas en bendiciones para nosotros, nos fue comprada por la sangre de Cristo. Pero las plagas y enfermedades de nuestras almas, de nuestros corazones, son las que más debemos temer; y Él puede sanarlas también con una palabra. Que cada vez más personas acuden a Cristo para ser sanadas de estas plagas y liberadas de los enemigos de sus almas.

Marco 3:13-21

13-21  Cristo llama a quien quiere, porque su gracia es suya. Había llamado a los apóstoles para que se separaran de la multitud, y ellos acudieron a él. Ahora les dio poder para sanar enfermedades y expulsar demonios. Que el Señor envíe más y más de los que han estado con él, y han aprendido de él a predicar su evangelio, para que sean instrumentos en su bendita obra. Aquellos cuyos corazones se ensanchan en la obra de Dios, pueden soportar fácilmente lo que es inconveniente para ellos mismos, y prefieren perder una comida que una oportunidad de hacer el bien. Aquellos que continúan con celo en la obra de Dios, deben esperar obstáculos, tanto del odio de los enemigos como de los afectos equivocados de los amigos, y necesitan protegerse de ambos.

Marco 3:22-30

22-30 Era evidente que la doctrina de Cristo tenía una tendencia directa a quebrantar el poder del diablo; y era igualmente evidente que la expulsión de éste de los cuerpos de las personas confirmaba esa doctrina; por lo tanto, Satanás no podía apoyar tal designio. Cristo dio una terrible advertencia contra la pronunciación de palabras tan peligrosas. Es cierto que el evangelio promete, porque Cristo lo ha comprado, el perdón de los mayores pecados y pecadores; pero por este pecado, se opondrían a los dones del Espíritu Santo después de la ascensión de Cristo. Tal es la enemistad del corazón, que los inconversos pretenden que los creyentes están haciendo la obra de Satanás, cuando los pecadores son llevados al arrepentimiento y a la novedad de vida.

Marco 3:31-35

31-35 Es un gran consuelo para todos los verdaderos cristianos, que son más queridos por Cristo que la madre, el hermano o la hermana como tales, simplemente como los parientes en la carne habrían sido, incluso si hubieran sido santos. Bendito sea Dios, este gran y gracioso privilegio es nuestro incluso ahora; porque aunque la presencia corporal de Cristo no puede ser disfrutada por nosotros, su presencia espiritual no nos es negada.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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