Jeremías 33 - Comentario Bíblico de Matthew HenryJeremías 33Restauración de la prosperidad de Jerusalén1 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: 2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: 3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. 4 Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas 5 (porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad): 6 He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. 7 Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. 8 Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron. 9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré. 10 Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal, 11 ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová. 12 Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová. 14 He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra. 17 Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel. 18 Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días. 19 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 20 Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, 21 podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven. 23 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. 25 Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, 26 también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia. Jeremías 33Jeremias 33 - Introducción* La restauración de los judíos. (1-13) El Mesías prometió; La felicidad de su tiempo. (14-26) Jeremias 33:1-131-13 Aquellos que esperan recibir consuelos de Dios, deben invocarlo. Se hacen promesas, no para eliminar, sino para acelerar y alentar la oración. Estas promesas nos llevan al evangelio de Cristo; y en eso Dios ha revelado la verdad para dirigirnos, y la paz para facilitarnos. Todos los que al santificar la gracia se limpian de la inmundicia del pecado, al perdonar la misericordia, se liberan de la culpa. Cuando los pecadores son justificados, lavados y santificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu Santo, están capacitados para caminar delante de Dios en paz y pureza. Muchos son llevados a percibir la verdadera diferencia entre el pueblo de Dios y el mundo que los rodea, y a temer la ira divina. Se promete que las personas que sufrieron mucho dolor volverán a estar llenas de alegría. Donde el Señor da justicia y paz, dará todos los suministros necesarios para las necesidades temporales; y todo lo que tenemos será consuelo, como lo santifica la palabra y la oración. Jeremias 33:14-2614-26 Para coronar las bendiciones que Dios tiene reservadas, aquí hay una promesa del Mesías. Él imparte justicia a su iglesia, porque él está hecho de Dios para nosotros justicia; y los creyentes son hechos justicia de Dios en él. Cristo es nuestro Señor Dios, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Su reino es un reino eterno. Pero en este mundo la prosperidad y la adversidad se suceden, como la luz y la oscuridad, día y noche. El pacto del sacerdocio será asegurado. Y todos los verdaderos creyentes son un sacerdocio sagrado, un sacerdocio real, ofrecen sacrificios espirituales, aceptables para Dios; ellos mismos, en primer lugar, como sacrificios vivos. Las promesas de ese pacto tendrán pleno cumplimiento en el evangelio de Israel. En Gálatas 6:16, todos los que caminan de acuerdo con la regla del evangelio, son hechos para ser el Israel de Dios, en quien habrá paz y misericordia. No despreciemos a las familias que fueron de antaño el pueblo escogido de Dios, aunque por un tiempo parezcan rechazadas. |
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Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit