Hechos 14 - Comentario Bíblico de Matthew HenryHechos 14Pablo y Bernabé en Iconio1 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. 2 Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3 Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. 4 Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. 5 Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, 6 habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, 7 y allí predicaban el evangelio. Pablo es apedreado en Listra8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio. 19 Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20 Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23 Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. El regreso a Antioquía de Siria24 Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25 Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26 De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27 Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos. Hechos 14Hechos 14 - IntroducciónPablo y Bernabé en Iconio. (1-7) Un tullido curado en Listra, El pueblo habría sacrificado a Pablo y Bernabé. (8-18) Pablo apedreado en Listra, Las iglesias visitadas de nuevo. (19-28) Hechos 14:1-71-7 Los apóstoles hablaban tan claramente, con tal evidencia y prueba del Espíritu, y con tal poder; tan calurosamente, y con tal preocupación por las almas de los hombres; que los que los escuchaban no podían sino decir que Dios estaba con ellos de verdad. Sin embargo, el éxito no debía atribuirse a la forma de su predicación, sino al Espíritu de Dios que utilizaba ese medio. La perseverancia en hacer el bien, en medio de peligros y dificultades, es una bendita evidencia de la gracia. Dondequiera que los siervos de Dios sean impulsados, deben procurar declarar la verdad. Cuando avanzaron en el nombre y la fuerza de Cristo, no dejó de dar testimonio de la palabra de su gracia. Nos ha asegurado que es la palabra de Dios, y que podemos aventurar nuestras almas en ella. Los gentiles y los judíos estaban enemistados entre sí, pero se unieron contra los cristianos. Si los enemigos de la iglesia se unen para destruirla, ¿no se unirán sus amigos para preservarla? Dios tiene un refugio para su pueblo en la tormenta; él es y será su escondite. En tiempos de persecución, los creyentes pueden ver motivos para abandonar un lugar, aunque no dejan la obra de su Maestro. Hechos 14:8-188-18 Todo es posible para los que creen. Cuando tengamos fe, ese preciosísimo don de Dios, seremos liberados de la impotencia espiritual en la que hemos nacido, y del dominio de los hábitos pecaminosos que nos hemos formado desde entonces; seremos capaces de mantenernos erguidos y de caminar alegremente por los caminos del Señor. Cuando Cristo, el Hijo de Dios, apareció en la semejanza de los hombres, e hizo muchos milagros, los hombres estaban tan lejos de hacer sacrificio a él, que lo hicieron un sacrificio a su orgullo y malicia; pero Pablo y Bernabé, al hacer un milagro, fueron tratados como dioses. El mismo poder del dios de este mundo, que cierra la mente carnal contra la verdad, hace que los errores y equivocaciones encuentren fácil admisión. No sabemos que se rasgaran las vestiduras cuando el pueblo hablaba de apedrearlos, sino cuando hablaban de adorarlos; no podían soportarlo, pues estaban más preocupados por el honor de Dios que por el suyo propio. La verdad de Dios no necesita los servicios de la falsedad del hombre. Los siervos de Dios podrían obtener fácilmente honores indebidos si hicieran un guiño a los errores y vicios de los hombres; pero deben temer y detestar ese respeto más que cualquier reproche. Cuando los apóstoles predicaban a los judíos, que odiaban la idolatría, sólo tenían que predicar la gracia de Dios en Cristo; pero cuando tenían que ver con los gentiles, debían corregir sus errores en la religión natural. Compara su conducta y declaración con las falsas opiniones de quienes piensan que la adoración de un Dios, bajo cualquier nombre, o de cualquier manera, es igualmente aceptable para el Señor Todopoderoso. Los argumentos más poderosos, los discursos más serios y afectuosos, incluso con milagros, apenas son suficientes para alejar a los hombres de los absurdos y las abominaciones; mucho menos pueden, sin una gracia especial, convertir los corazones de los pecadores a Dios y a la santidad. Hechos 14:19-2819-28 Ved cuán inquieto era el furor de los judíos contra el evangelio de Cristo. El pueblo apedreó a Pablo, en un tumulto popular. Tan fuerte es la inclinación del corazón corrupto y carnal, que así como es con gran dificultad que los hombres se apartan del mal por un lado, así es con gran facilidad que son persuadidos al mal por el otro lado. Si Pablo hubiera sido Mercurio, podría haber sido adorado; pero si fuera un fiel ministro de Cristo, sería apedreado y expulsado de la ciudad. Así los hombres que fácilmente se someten a fuertes engaños, odian recibir la verdad en el amor de ella. Todos los que se convierten necesitan ser confirmados en la fe; todos los que son plantados necesitan ser arraigados. La obra de los ministros consiste en establecer a los santos, así como en despertar a los pecadores. La gracia de Dios, y nada menos, establece eficazmente las almas de los discípulos. Es cierto que debemos contar con mucha tribulación, pero es un estímulo para no perdernos ni perecer en ella. La Persona a cuyo poder y gracia se encomienda a los convertidos y a las iglesias recién establecidas, era claramente el Señor Jesús, "en quien habían creído". Era un acto de adoración. La alabanza de todo el poco bien que hacemos en cualquier momento, debe atribuirse a Dios; porque es Él quien no sólo obra en nosotros tanto para querer como para hacer, sino que también obra con nosotros para que lo que hacemos tenga éxito. Todos los que aman al Señor Jesús, se alegrarán al saber que ha abierto la puerta de la fe de par en par, a los que eran extraños a él y a su salvación. Y nosotros, como los apóstoles, permanezcamos con los que conocen y aman al Señor. |
Copyright © 1960 by American Bible Society
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit