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Daniel 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Daniel 4

La locura de Nabucodonosor

1 Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada.

2 Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.

3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

4 Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio.

5 Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron.

6 Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño.

7 Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación,

8 hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo:

9 Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación.

10 Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande.

11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra.

12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.

13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo.

14 Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas.

15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra.

16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.

17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.

18 Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.

19 Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren.

20 El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra,

21 cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo,

22 tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra.

23 Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos;

24 esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey:

25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere.

26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna.

27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.

28 Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor.

29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia,

30 habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?

31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;

32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.

33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.

35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

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Daniel 4

Daniel 4 - Introducción

* Nabucodonosor reconoce el poder de Jehová. (1-18) Daniel interpreta su sueño. (19-27) el cumplimiento de la misma. (28-37)

Daniel 4:1-18

1-18 El comienzo y el final de este capítulo nos llevan a la esperanza de que Nabucodonosor fuera un monumento del poder de la gracia divina y de las riquezas de la misericordia divina. Después de que se recuperó de su locura, le contó a lugares distantes y escribió para las edades futuras cómo Dios lo había humillado y restaurado con gracia. Cuando un pecador viene a sí mismo, promoverá el bienestar de los demás, al dar a conocer la maravillosa misericordia de Dios. Nabucodonosor, antes de relatar los juicios divinos sobre él por su orgullo, dijo las advertencias que tenía en un sueño o una visión. El significado le fue explicado. La persona significada, debía ser menospreciada por el honor y ser privada del uso de su razón durante siete años. Este es seguramente el juicio más doloroso de todos. Cualquiera que sea la aflicción externa que Dios se complace en imponernos, tenemos motivos para soportarla con paciencia y agradecer que continúe utilizando nuestra razón y la paz de nuestras conciencias. Sin embargo, si el Señor lo considerara conveniente para evitar que un pecador multiplique crímenes, o que un creyente deshonre su nombre, incluso la terrible prevención sería preferible a la mala conducta. Dios lo ha determinado, como un Juez justo, y los ángeles en el cielo aplauden. No es que el gran Dios necesite el consejo o la concurrencia de los ángeles, pero denota la solemnidad de esta oración. La demanda es por la palabra de los santos, el pueblo sufriente de Dios: cuando los oprimidos claman a Dios, él escuchará. Busquemos diligentemente bendiciones que nunca se nos puedan quitar, y especialmente cuidado con el orgullo y el olvido de Dios.

Daniel 4:19-27

19-27 Daniel se sorprendió con asombro y terror ante un juicio tan fuerte que se le ocurrió a un príncipe tan grande, y le aconseja con ternura y respeto. Es necesario, en arrepentimiento, que no solo dejemos de hacer el mal, sino que aprendamos a hacer el bien. Aunque puede que no evite por completo el juicio, los problemas pueden ser más largos antes de que lleguen, o más cortos cuando lleguen. Y la miseria eterna se escapará de todos los que se arrepientan y se vuelvan a Dios.

Daniel 4:28-37

28-37 El orgullo y la vanidad son pecados que acosan a los grandes hombres. Son aptos para llevarse esa gloria que se debe a Dios solamente. Mientras la palabra orgullosa estaba en la boca del rey, la palabra poderosa vino de Dios. Su comprensión y su memoria se habían ido, y todos los poderes del alma racional se habían roto. ¡Cuán cuidadosos debemos ser, para no hacer nada que pueda provocar que Dios nos saque de nuestros sentidos! Dios resiste a los orgullosos. Nabucodonosor sería más que un hombre, pero Dios justamente lo hace menos que un hombre. Podemos aprender a creer acerca de Dios, que el Dios más elevado vive para siempre, y que su reino es como él, eterno y universal. Su poder no puede ser resistido. Cuando los hombres son llevados a honrar a Dios, confesando el pecado y reconociendo su soberanía, entonces, y no hasta entonces, pueden esperar que Dios los honre; no solo les devuelve la dignidad que perdieron por el pecado del primer Adán, sino que les agrega una majestad excelente, desde la justicia y la gracia del Segundo Adán. Las aflicciones no durarán más que hasta que hayan realizado el trabajo para el que fueron enviadas. No puede haber ninguna duda razonable de que Nabucodonosor fue un verdadero penitente y un creyente aceptado. Se cree que no vivió más de un año después de su restauración. Así, el Señor sabe cómo humillar a los que caminan en orgullo, pero da gracia y consuelo al pecador humilde y de corazón roto que lo invoca.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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