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2 Crónicas 36 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Crónicas 36

Reinado y destronamiento de Joacaz
(2 R. 23.31-35)

1 Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo hizo rey en lugar de su padre en Jerusalén.

2 De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y tres meses reinó en Jerusalén.

3 Y el rey de Egipto lo quitó de Jerusalén, y condenó la tierra a pagar cien talentos de plata y uno de oro.

4 Y estableció el rey de Egipto a Eliaquim hermano de Joacaz por rey sobre Judá y Jerusalén, y le mudó el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a Egipto.

Reinado de Joacim
(2 R. 23.36—24.7)

5 Cuando comenzó a reinar Joacim era de veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios.

6 Y subió contra él Nabucodonosor rey de Babilonia, y lo llevó a Babilonia atado con cadenas.

7 También llevó Nabucodonosor a Babilonia de los utensilios de la casa de Jehová, y los puso en su templo en Babilonia.

8 Los demás hechos de Joacim, y las abominaciones que hizo, y lo que en él se halló, está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá; y reinó en su lugar Joaquín su hijo.

Joaquín es llevado cautivo a Babilonia
(2 R. 24.8-17)

9 De ocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová.

10 A la vuelta del año el rey Nabucodonosor envió y lo hizo llevar a Babilonia, juntamente con los objetos preciosos de la casa de Jehová, y constituyó a Sedequías su hermano por rey sobre Judá y Jerusalén.

Reinado de Sedequías
(2 R. 24.18-20; Jer. 52.1-3)

11 De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén.

12 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba de parte de Jehová.

13 Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, al cual había jurado por Dios; y endureció su cerviz, y obstinó su corazón para no volverse a Jehová el Dios de Israel.

14 También todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén.

15 Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.

16 Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

Cautividad de Judá
(2 R. 25.8-21; Jer. 39.8-10; 52.12-30)

17 Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos.

18 Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.

19 Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.

20 Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas;

21 para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

El decreto de Ciro
(Esd. 1.1-4)

22 Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo:

23 Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba.

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2 Crónicas 36

2 Crónicas 36 - Introducción

* La destrucción de Jerusalén. (1-21) La proclamación de Ciro. (22,23)

2 Crónicas 36:1-21

1-21 La ruina de Judá y Jerusalén llegó gradualmente. Los métodos que Dios toma para llamar a los pecadores por su palabra, por ministros, por conciencia, por providencias, son ejemplos de su compasión hacia ellos y su falta de voluntad para que ninguno perezca. Vea aquí lo que causa el gran caos del pecado y, a medida que valoramos la comodidad y la continuidad de nuestras bendiciones terrenales, mantengamos ese gusano lejos de su raíz. Muchas veces habían arado y sembrado su tierra en el séptimo año, cuando debería haber descansado, y ahora permaneció sin labrar y sin sembrar durante diez veces siete años. Dios no perderá por fin su gloria, por la desobediencia de los hombres. Si se negaran a dejar descansar la tierra, Dios la haría descansar. ¿Qué lugar, oh Dios, te ahorrará tu justicia si Jerusalén ha perecido? Si ese deleite tuyo se cortara por maldad, no seamos de mente alta, sino de miedo.

2 Crónicas 36:22-23

22,23 Dios había prometido la restauración de los cautivos y la reconstrucción de Jerusalén, al final de setenta años; y ese momento para favorecer a Sión, ese tiempo establecido, llegó por fin. Aunque la iglesia de Dios sea derribada, no se descarta; aunque su gente sea corregida, no son abandonados; aunque arrojados al horno, no se pierden allí, ni se dejan allí más tiempo que hasta que se separe la escoria. Aunque Dios contienda por mucho tiempo, no contendrá siempre. Antes de cerrar los libros de las Crónicas, que contienen un registro fiel de los acontecimientos, piensen en la desolación que el pecado introdujo en el mundo, incluso en la iglesia de Dios. Temblemos ante lo que está registrado aquí, mientras que en el carácter de algunas pocas almas bondadosas, descubrimos que el Señor no se dejó sin testigo. Y cuando hayamos visto este retrato fiel del hombre por naturaleza, contrastamos con él esa misma naturaleza, cuando se recupera por la gracia del Todopoderoso, a través de la justicia justificante y adorna el alma de Cristo nuestro Salvador.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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