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2 Reyes 10 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Reyes 10

Jehú extermina la casa de Acab

1 Tenía Acab en Samaria setenta hijos; y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de Acab, diciendo:

2 Inmediatamente que lleguen estas cartas a vosotros los que tenéis a los hijos de vuestro señor, y los que tienen carros y gente de a caballo, la ciudad fortificada, y las armas,

3 escoged al mejor y al más recto de los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor.

4 Pero ellos tuvieron gran temor, y dijeron: He aquí, dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo le resistiremos nosotros?

5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.

6 Él entonces les escribió la segunda vez, diciendo: Si sois míos, y queréis obedecerme, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor, y venid a mí mañana a esta hora, a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban.

7 Cuando las cartas llegaron a ellos, tomaron a los hijos del rey, y degollaron a los setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastas, y se las enviaron a Jezreel.

8 Y vino un mensajero que le dio las nuevas, diciendo: Han traído las cabezas de los hijos del rey. Y él le dijo: Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.

9 Venida la mañana, salió él, y estando en pie dijo a todo el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte; pero ¿quién ha dado muerte a todos estos?

10 Sabed ahora que de la palabra que Jehová habló sobre la casa de Acab, nada caerá en tierra; y que Jehová ha hecho lo que dijo por su siervo Elías.

11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.

12 Luego se levantó de allí para ir a Samaria; y en el camino llegó a una casa de esquileo de pastores.

13 Y halló allí a los hermanos de Ocozías rey de Judá, y les dijo: ¿Quiénes sois vosotros? Y ellos dijeron: Somos hermanos de Ocozías, y hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.

14 Entonces él dijo: Prendedlos vivos. Y después que los tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos varones, sin dejar ninguno de ellos.

15 Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab; y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio la mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro,

16 y le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová. Lo pusieron, pues, en su carro.

17 Y luego que Jehú hubo llegado a Samaria, mató a todos los que habían quedado de Acab en Samaria, hasta exterminarlos, conforme a la palabra de Jehová, que había hablado por Elías.

Jehú extermina el culto de Baal

18 Después reunió Jehú a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá mucho.

19 Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; cualquiera que faltare no vivirá. Esto hacía Jehú con astucia, para exterminar a los que honraban a Baal.

20 Y dijo Jehú: Santificad un día solemne a Baal. Y ellos convocaron.

21 Y envió Jehú por todo Israel, y vinieron todos los siervos de Baal, de tal manera que no hubo ninguno que no viniese. Y entraron en el templo de Baal, y el templo de Baal se llenó de extremo a extremo.

22 Entonces dijo al que tenía el cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él les sacó vestiduras.

23 Y entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino solo los siervos de Baal.

24 Y cuando ellos entraron para hacer sacrificios y holocaustos, Jehú puso fuera a ochenta hombres, y les dijo: Cualquiera que dejare vivo a alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.

25 Y después que acabaron ellos de hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes: Entrad, y matadlos; que no escape ninguno. Y los mataron a espada, y los dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron hasta el lugar santo del templo de Baal,

26 y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las quemaron.

27 Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy.

28 Así exterminó Jehú a Baal de Israel.

29 Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y dejó en pie los becerros de oro que estaban en Bet-el y en Dan.

30 Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.

31 Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel.

32 En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel; y los derrotó Hazael por todas las fronteras,

33 desde el Jordán al nacimiento del sol, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.

34 Los demás hechos de Jehú, y todo lo que hizo, y toda su valentía, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

35 Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria; y reinó en su lugar Joacaz su hijo.

36 El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.

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2 Reyes 10

2 Reyes 10 - Introducción

* Los hijos de Acab y los hermanos de Ocozías fueron ejecutados. (1-14) Jehú destruye a los adoradores de Baal. (15-28) Jehú sigue los pecados de Jeroboam. (29-36)

2 Reyes 10:1-14

1-14 En los eventos más terribles, aunque atendidos por los crímenes más bajos del hombre, la verdad y la justicia de Dios deben ser notadas; y nunca hizo ni puede ordenar nada injusto o irrazonable. Jehú destruyó todo lo que quedaba de la casa de Acab; todos los que habían sido socios en su maldad. Cuando pensamos en los sufrimientos y las miserias de la humanidad, cuando esperamos la resurrección y el juicio final, y pensamos en la gran cantidad de malvados que esperan su horrible sentencia de fuego eterno; Cuando se ha considerado la suma total de la muerte y la miseria, surge la solemne pregunta: ¿Quién mató a todos estos? La respuesta es, PECADO. ¿Entonces abrigaremos el pecado en nuestros pechos y buscaremos la felicidad de aquello que es la causa de toda miseria?

2 Reyes 10:15-28

15-28 ¿Está bien tu corazón? Esta es una pregunta que a menudo deberíamos plantearnos. Hago una profesión justa, he ganado una reputación entre los hombres, pero, ¿es correcto mi corazón? ¿Soy sincero con Dios? Jehonadab poseía a Jehu en el trabajo, tanto de venganza como de reforma. Un corazón recto se aprueba a Dios y no busca más que su aceptación; pero si apuntamos a los aplausos de los hombres, estamos sobre una base falsa. Si Jehu buscó más, no podemos juzgarlo. La ley de Dios era expresa, que los idólatras debían ser ejecutados. Así, la idolatría fue abolida por el presente fuera de Israel. Que deseamos que se elimine de nuestros corazones.

2 Reyes 10:29-36

29-36 Es justamente cuestionable si Jehú actuó de acuerdo con un buen principio y si no dio algunos pasos falsos al hacerlo; sin embargo, ningún servicio hecho por Dios quedará sin recompensa. Pero la verdadera conversión no es solo del pecado grave, sino de todo pecado; no solo de dioses falsos, sino de adoraciones falsas. La verdadera conversión no es solo de pecados derrochadores, sino de pecados lucrativos; no solo de los pecados que perjudican nuestros intereses mundanos, sino de aquellos que los apoyan y se hacen amigos de ellos; en abandonar, que es la gran prueba de si podemos negarnos a nosotros mismos y confiar en Dios. Jehú mostró gran cuidado y celo por erradicar una religión falsa, pero en la religión verdadera no le importaba, no hizo caso para agradar a Dios y cumplir con su deber. Los que no hacen caso, es de temer, no tienen gracia. La gente también era descuidada, por lo tanto, no es extraño que en esos días el Señor comenzara a cortar a Israel. Eran cortos en su deber hacia Dios, por lo tanto, Dios los acortó en su extensión, riqueza y poder.


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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Copyright © 1960 by American Bible Society

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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