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Mateo 15 - Comentario Bíblico Mundo Hispano

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Mateo 15

1 ENTÓNCES llegaron a Jesús ciertos escribas y Fariseos de Jerusalem, diciendo:

2 ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? porque no lavan sus manos cuando comen pan.

3 Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

4 Porque Dios mandó, diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y : El que maldijere a padre o a madre, muera de muerte.

5 Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere a su padre o a su madre: Toda ofrenda mía a tí aprovechará;

6 Y no honrare a su padre o a su madre, será libre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.

7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:

8 Este pueblo con su boca se acerca a mí, y con sus labios me honra; mas su corazón léjos está de mí.

9 Mas en vano me honran enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

10 Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oid, y entendéd.

11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.

12 Entónces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofendieron?

13 Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada.

14 Dejádlos: guias son ciegos de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ámbos caerán en el hoyo.

15 Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.

16 Y Jesús dijo: ¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?

17 ¿No entendéis aun, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la necesaria?

18 Mas lo que sale de la boca, del mismo corazón sale, y esto contamina al hombre.

19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.

20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; que comer con las manos por lavar no contamina al hombre.

21 Y saliendo Jesús de allí, se fué a las partes de Tiro y de Sidón.

22 Y, he aquí, una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí: mi hija es malamente atormentada del demonio.

23 Mas él no le respondió palabra. Entónces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Envíala, que da voces tras nosotros.

24 Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

25 Entónces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor, socórreme.

26 Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

27 Y ella dijo: Así es Señor; pero los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.

28 Entónces respondiendo Jesús, dijo: ¡O mujer! grande es tu fé: sea hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.

29 Y partido Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo en un monte, se sentó allí.

30 Y llegaron a él grandes multitudes, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos, y los echaron a los piés de Jesús, y los sanó:

31 De tal manera, que las multitudes se maravillaron, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, ver los ciegos; y glorificaron al Dios de Israel.

32 Y Jesús llamando a sus discípulos, dijo: Tengo misericordia de la multitud, que ya hace tres dias que perseveran conmigo, y no tienen que comer; y enviarlos ayunos no quiero; porque no desmayen en el camino.

33 Entónces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, que hartemos tan gran multitud?

34 Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.

35 Y mandó a las multitudes que se recostasen en tierra.

36 Y tomando los siete panes y los peces, dando gracias, los rompió, y dió a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.

37 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete espuertas llenas.

38 Y eran los que habían comido cuatro mil varones, sin las mujeres y los niños.

39 Entónces despedidas las multitudes, subió en una nave, y vino a los términos de Magdala.

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Mateo 15

5 Choque con los fariseos y saduceos, 15:1-20

Jesús buscaba quietud cuando cruzó el mar con los discípulos y se retiró a un lugar desierto y apartado (14:13). Ese intento fue interrumpido por las multitudes, dando lugar a la alimentación de los cinco mil. Luego las multitudes intentaron coronarlo rey. Se retiró otra vez y cruzó el mar solamente para encontrar una multitud de enfermos clamando por su intervención milagrosa. Antes de otro intento de retiro (15:21), se presentó una comisión de fariseos y escribas, procedentes de Jerusalén, para vigilarlo y criticar a sus discípulos. Probablemente la noticia de la denuncia de los fariseos por Jesús (12:22 ss.), había llegado a Jerusalén, y la comisión fue enviada para investigar.

La alimentación de los cinco mil tuvo lugar poco tiempo antes de la celebración de la Pascua (ver Joh 6:4). Si ésta fue la tercera Pascua, según un consenso general, faltaba un año de ministerio antes de la crucifixión. Jesús no fue a Jerusalén para esta Pascua, probablemente por la creciente animosidad de los líderes. Por eso, ellos vinieron a buscarlo a él.

La práctica de la limpieza de las manos sirvió como ocasión para este choque entre Jesús y los líderes religiosos. La esencia del conflicto, sin embargo, era “la naturaleza de la verdadera piedad”. Jesús vivió dentro del judaísmo practicando la verdadera piedad, pero se sentía libre para ignorar algunas costumbres elaboradas por los hombres. Esta libertad de parte de Jesús fue uno de los factores principales que despertaron la reacción de parte de los líderes religiosos y finalmente los llevó a matarlo. A medida que Jesús avanzó en su ministerio, se hacía cada vez más claro el abismo que separaba su clase de piedad de la de los líderes religiosos.

Aunque los fariseos (laicos) y saduceos (sacerdotes) se unieron en su intento de destruir a Jesús, el motivo de su ataque fue distinto. Este episodio revela que el conflicto con los fariseos tenía que ver principalmente con la interpretación y práctica de la ley ritual. El término “fariseo” significa “separatistas”. Ellos, en base a la ley ritual, hacían una separación, o distinción, entre los judíos y los gentiles. También, separaban entre los “justos” y los “pecadores” dentro del judaísmo. Jesús rechazó la base de estas distinciones. Por otro lado, los saduceos querían deshacerse de Jesús porque él había desafiado abiertamente su autoridad cuando limpió el templo. También, la excitación de las multitudes que seguían a Jesús presentaba una amenaza constante de insurrección. Tal clase de disturbio terminaría la frágil alianza entre los saduceos y Roma, y aquéllos perderían su poder (Stagg).

En el desarrollo del episodio, Mateo presenta el choque con los fariseos y saduceos (vv. 1-9) y, en relación con el choque, una exhortación a la multitud (vv. 10, 11) y una explicación a los discípulos (vv. 12-20).

Cuando la tradición está por sobre las personas La tradición constituye una forma de conducta que va pasando de generación en generación. Este comportamiento, que se transmite a través del tiempo, implica la existencia de un grupo organizado: la comunidad. La tradición es un elemento necesario para la conservación de dicha comunidad. Podemos decir también que la tradición es un modo de comportamiento colectivo que se basa en hechos que se repiten desde la antigüedad, manifestada generalmente por usos y costumbres. Algunos, desde un punto de vista, la denominan folclore. Según la antigüedad de esos usos y costumbres, ésta ejercerá mayor o menor presión sobre los individuos que integran la comunidad. Cuanto más antigua es la costumbre, cuanto más lejos se halla del momento actual, mayor es su autoridad. Podemos deducir ahora, el por qué del confrontamiento de las enseñanzas de Jesús frente a la tradición observada por escribas y fariseos. El problema se plantea por el orden de prioridades en cuanto a qué se debe atender primero cuando las necesidades humanas exigen pasar por alto las tradiciones, y éstas son afectadas quedando relegadas a segundo plano. Los escribas y fariseos eran víctimas de la presión misma que ellos habían ocasionado al pueblo. Pero no podemos dejar de decir la ventaja que les proporcionaba al esgrimir la tradición como autoridad sobre los preceptos divinos. En realidad, la presión que se ejercía sobre el pueblo beneficiaba y conservaba la vida de un solo grupo: los dirigentes religiosos.

(1) El conflicto con los líderes,Joh 15:1-9. En esta ocasión los líderes religiosos no atacan a Jesús por no haberse lavado las manos, pero su pregunta implica que él, siendo el maestro, era responsable por la falta de sus discípulos. Entonces, era una crítica indirecta a Jesús. Posiblemente Jesús cumplió con el rito en esta ocasión para no provocar innecesariamente a los líderes, pero en una ocasión, por lo menos, ellos se asombraron al verlo en esta “falta” (ver Luk 11:38).

La tradición de los ancianos (v. 2) era de suma importancia para los fariseos, pero de menos valor para los saduceos. El término tradición G3862 proviene de un vocablo griego que se refiere a algo que se transmite, o se entrega, de uno a otro. En este contexto el término se refiere al cúmulo de la tradición oral que se entregaba de una generación a otra, y que luego se incorporó en el Talmud. Esta tradición incluía por lo menos tres elementos: (1) leyes orales supuestamente dadas por Moisés, aparte de la ley escrita; (2) fallos de los jueces pronunciados sobre distintos aspectos de la vida; y (3) unas interpretaciones y explicaciones de los maestros más destacados (Broadus).

El término “tradición” puede referirse a algo bueno, o algo malo, de acuerdo al contexto. Por ejemplo, se usa para referirse a doctrinas sanas (ver 1Co 11:2; 2Th 2:15; 2Th 3:6), pero también se refiere a conceptos humanos que se oponen a la verdad de Dios (ver 15:2; Gal 1:14; Col 2:8). Siempre existió una fuerte tendencia de confundir la tradición humana con la palabra inspirada de Dios, o de dar un valor desmedido a la tradición.

La relación que debe existir entre la tradición humana y las Sagradas Escrituras ha sido uno de los temas más dominantes y más controvertidos en los concilios ecuménicos. Por ejemplo, la Iglesia Católica ha elevado la tradición a un nivel de importancia comparable, o superior, al de las Escrituras. Más aun, en muchas épocas, ha utilizado la tradición como guía para interpretar las Escrituras.

Todos los grupos religiosos tienen sus tradiciones, aun los evangélicos. Si no se realiza un examen crítico de la tradición periódicamente y a la luz de las Escrituras, inevitablemente surgirán conflictos entre ambas fuentes de autoridad. Luego la tendencia será la de justificar y mantener las tradiciones, a pesar de su conflicto con las Escrituras. Esto es precisamente lo que hicieron los fariseos. Canonizaron las opiniones humanas y las elevaron por encima de las Escrituras, procurando justificar las discrepancias.

Lo que está en juego en este capítulo es un conflicto entre dos sistemas religiosos. La ley ceremonial versus la celestial; la material (exterior) versus la espiritual (lo interior, el corazón); la rabínica versus la mosaica. Era, en efecto, una riña entre la “transmisión humana” y la “transmisión divina”. Además, Jesús señaló cómo la obediencia a la tradición humana hace incurrir en desobediencia a la ley de Dios. Jesús aprovecha la ocasión para definir con mayor claridad la naturaleza del reino de los cielos. Enfatiza con total claridad que lo que más le importa a Dios es la condición del corazón del hombre. La contaminación moral viene del corazón, no de las manos. Tres veces en el pasaje se emplea el término “corazón” (kardía G2588; vv. 8, 18, 19).

“Quebrantar” (v. 2) traduce un verbo griego ( G3845) que significa “pasar de largo”, “ignorar deliberadamente”, “no prestar importancia”. El verbo es del tiempo presente que indica acción o práctica continua. Debemos entender que el “lavarse las manos”, en este contexto, no se refiere a la higiene sino a la limpieza ceremonial. Los judíos consideraban que si uno tocaba algo inmundo —animal muerto, un leproso, un gentil—, se contaminaba. Para eliminar la contaminación, utilizaban una forma especial para lavar el objeto contaminado con agua, a veces sumergiéndolo. Inclusive, llevaban el rito al extremo de establecer tres lavados en relación con la comida: antes de comer, durante la comida y al terminarla. Probablemente la tradición se basaba en una ley mosaica (ver Lev 15:11), pero los judíos habían agregado una infinidad de reglamentos adicionales. El AT no exigía el cumplimiento de este rito, pero los fariseos lo consideraban necesario para lograr una piedad seria. Las tinajas, mencionadas en las bodas de Caná, servían de depósito para agua con la cual se limpiaban (ver Joh 4:6).

Había una superstición entre los judíos en el sentido de que los demonios se posaban en las manos. Si uno comía sin la limpieza apropiada, los demonios se pasaban a la comida y en esta forma entraban en el cuerpo humano (Hobbs, Morgan).

Jesús contesta la pregunta acusadora de los líderes con otra pregunta en la cual descubre su inconsecuencia, hipocresía y maldad. Para este fin, escoge el primer mandamiento de Dios a Moisés respecto a las relaciones humanas: el deber solemne de los hijos de proveer para sus padres ancianos (Exo 20:12; Exo 21:17). Además del lugar de importancia de este mandamiento, la pena para no cumplirlo era la más severa: la pena capital. Todo esto indica que el mandamiento era de suma importancia para Dios y para la sociedad humana. A pesar de este hecho, los fariseos, con sus tradiciones, estaban violándolo como fuera de poco o ningún valor. Ellos le habían preguntado: ¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? (v. 2). Y él les preguntó: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios?

Vosotros (v. 5) es un pronombre muy enfático en el texto original, énfasis que se manifiesta en dos maneras: por su ubicación gramatical y por el mismo empleo del pronombre personal (no necesario para claridad del texto). Hay cierta dificultad en la traducción de los vv. 5 y 6 por razón de la construcción gramatical y por los variantes en los distintos mss. Nuestra versión sigue los mss. más antiguos y más fieles. Mi ofrenda a Dios (v. 5) es la traducción de una sola palabra en el texto original (dóron G1435), la cual significa “regalo”, u “ofrenda”. Los traductores agregan a Dios para aclarar el significado de la expresión. Marcos emplea el término arameo corbán (Mar 7:11) que, según él, equivale a dóron, o sea “ofrenda”. Los traductores agregan a Dios también en Marcos. Corbán era un tipo de voto, promesa, o maldición que significaba que legalmente los bienes de un hombre no podrían ser utilizados para beneficiar a aquel contra el cual se pronunciaba la maldición (Tasker). En efecto, si un hijo se enojaba con sus padres, o no quería socorrerles por cualquier motivo, simplemente decía que todas sus posesiones eran “corbán”. El voto luego no sería retractable.

Los judíos utilizaban el término para evitar el deber de ayudar a sus padres. Pensaban que el deber a Dios era por encima del deber a los padres y al prometer sus bienes a Dios, estaban exentos de los deberes familiares. Podían prometer sus bienes a Dios, sin tener que entregárselos en el futuro inmediato. En la práctica, el judío podría seguir utilizándolos para su propio beneficio durante toda su vida, negándolos a sus padres ancianos. Fue meramente un mecanismo con el cual anulaban su deber filial. ¡El colmo de la hipocresía! ¡El colmo de la impiedad!

No debe honrar a su padre (v. 6) se ajusta mejor al texto original si se traduce: de ninguna manera honrará a su padre. El verbo “honrar” ( G5091) en el texto griego es del tiempo futuro y la partícula de negación “no” es reforzada (doble negativo). El resultado del voto de “corbán”, apoyado por su tradición, era la violación del mandamiento de Dios. La tradición humana, en este caso, resultaba en la desobediencia de la voluntad de Dios. El voto, una vez hecho, no podía cambiarse, aunque el que hizo el voto cambiara de opinión, pues los fariseos no lo permitían (Mar 7:12). El voto, por lo tanto, era una tradición en contra de los sentimientos y deberes humanos más profundos, por un lado, y por otro, estaba en conflicto abierto con la ley de Dios.

Aparentemente ésta es la primera ocasión cuando Jesús condena públicamente a los fariseos. Aunque se había referido a los hipócritas anteriormente (Mar 6:2, Mar 6:5, Mar 6:16; Mar 7:5), en este pasaje llama hipócritas (v. 7) a los fariseos y escribas. Broadus cita a un rabí que dijo que hay diez partes de hipocresía en todo el mundo: nueve en Jerusalén y una en todo el resto del mundo.

Jesús cita un pasaje en Isaías que describe la práctica de los fariseos y escribas (vv. 8, 9; Isa 29:13 de la LXX). La profecía de Isaías tuvo una aplicación para la gente de su día, pero se aplica también muy especialmente a los líderes religiosos del primer siglo. La cita señala dos faltas graves: (1) servían a Dios “de labios para afuera”, cuando a Dios le importa primero la condición del corazón; y (2) substituían con mandamientos de los hombres, o sea, con su tradición, la doctrina de Dios. Dios no recibe tal culto. Por lo tanto es vano e infructuoso. No tiene ningún beneficio. Por el contrario, es un culto engañoso, pues los que rinden tal culto piensan que agradan a Dios y se sienten satisfechos y seguros en su religión.

Quitándose la careta El término hipócrita aplicado a los fariseos por parte de Jesucristo se debió a la vida forzada y simulada que llevaban en el aspecto religioso. Sin embargo, aunque esto no debiera seguir sucediendo, se da en muchos casos. Uno de ellos ha acontecido en un país de Europa durante un régimen militar. Ocurrió que el presidente, dominado por un espíritu religioso muy espontáneo, arengó a todos los católicos a celebrar una semana santa distinta a todas las guardadas hasta entonces. Esta semana se guardaría durante los días de carnaval, días en que todo el mundo se entregaba al gran festejo. El objetivo consistía en demostrar al mundo entero lo cristiano que es ese país y cómo sus habitantes son verdaderamente fieles a su iglesia. El método a utilizar residía en que cada familia acudiría todos los días al templo y que a su regreso se encerrarían en sus hogares en actitud piadosa y santa.

Uno de los sacerdotes, realmente sano en su fe, replicó desde su templo diciendo que si querían mostrar al mundo el fervor devoto al cual aludía el presidente, debían hacerlo de otro modo más sincero. Que sería muy impactante decirle al mundo entero que, cuando la gente se pusiera la máscara o careta para disfrazarse, en este país se haría lo contrario. Tanto el presidente como el más humilde se quitarían la máscara que usan durante todo el año para no volvérselas a poner nunca más.

Desde entonces aquel buen sacerdote jamás volvió a predicar en el púlpito de esa iglesia.

(2) Una advertencia a la multitud,Isa 15:10-11. Jesús aprovecha para advertir a la multitud que había presenciado el intercambio con los líderes religiosos. ¡Oíd y entended! indica que lo que iba a decir era un asunto de suma importancia y demandaba atención y reflexión. Solamente en el v. 11 Jesús contesta directamente la pregunta de los líderes (v. 3). La contestación se presenta en forma de un principio general que va al grano del asunto. Ataca todo el sistema de religión exterior: el lavamiento de manos, el comer viandas aprobadas. Los fariseos se fijaban meticulosamente en lo que entraba en la boca (v. 11) y descuidaban por completo lo que salía de la boca. Jesús afirma lo contrario: lo que entra en la boca no afecta su condición espiritual y su aceptación delante de Dios, sino lo que procede del corazón y sale por la boca. En el pasaje que sigue, amplía el concepto.

No solamente los fariseos se fijaban en el rito de lavado de manos antes de comer, sino que se fijaban en la clase de comida. La ley de Moisés clasificaba todas las comidas como aprobadas o prohibidas. Las aprobadas eran sagradas, pero las prohibidas se consideraban comunes, o contaminadas. El término “contaminar” (v. 11) significa literalmente “hacer común”. Marcos agrega: Así declaró limpias todas las comidas (Isa 7:19b; comp. Act 10:14). Fue una declaración tremendamente sorprendente y revolucionaria para todos los judíos, pero especialmente para los fariseos cuyo sistema se apoyaba justamente en tales distinciones.

(3) Una explicación a los discípulos,Act 15:12-20“ Los discípulos, habiendo observado de cerca los acontecimientos, manifestaron dos preocupaciones: la ofensa de los fariseos y su propia necesidad de una explicación del significado de la parábola (v. 15). Los discípulos quizás pensaban que Jesús no entendía el impacto de sus palabras en los fariseos. Le informaron del “escándalo” G4624; otra trad., tropiezo) que sintieron los fariseos, quizá pensando que tomaría la iniciativa para suavizar sus palabras y así evitar su animosidad. Jesús no aceptó la indirecta. En efecto, declara que los fariseos están fuera del reino de los cielos (vv. 13, 14).

Dejadlos (v. 14) es un imperativo aoristo que requiere una acción puntual e inmediata. Jesús reconoció que los fariseos estaban tan endurecidos e insensibles a las verdades del reino que para seguir intentando convencerlos, sería perder el tiempo. Fue, en efecto, una sentencia de muerte espiritual (comp. 12:31, 32). Tres veces Pablo declaró que Dios entregó a tales hombres a su propio destino (Rom 1:24, Rom 1:26, Rom 1:28), es decir, retuvo la operación de su Espíritu de sobre los que persistían en rechazar a Dios y en seguir en su propia maldad.

Hay un refrán que dice: “No hay ciego más ciego que el que no quiera ver.” Jesús describe a los fariseos como “ciegos” por causa de su mente cerrada a las verdades del reino. Son ciegos guías de ciegos... (v. 14) es algo como un proverbio que Jesús repitió por lo menos en una ocasión más (Luk 6:39). También los rabíes consideraban que eran guías de ciegos (ver Rom 2:19). Jesús llamó a los líderes religiosos ciegos cuando no querían admitir que él había sanado a un hombre ciego (Joh 9:39-41).

Pedro, el vocero de los discípulos, pide una explicación de la parábola (v. 15) que comenzó en v. 11 con lo que entra en la boca... (v. 11). En un sentido real, no es una parábola, sino un principio de valor eterno. Parábola, en este contexto, denota una expresión oscura (Broadus; comp. 13:13). El término "explicar" ( G5419) se encuentra una sola vez en el texto griego del NT. Significa “interpretar”, “exponer” o “relatar". De este término viene nuestra

palabra “frase”. Hay casi un tono de impaciencia, si no de reprensión, cuando Jesús responde: ¿También vosotros carecéis de entendimiento? (v. 16). La falta de entendimiento de parte de la multitud y los fariseos era comprensible, pero los discípulos habían escuchado suficientes lecciones acerca del reino como para discernir el significado de la parábola (v. 15).

Con paciencia y en detalle Jesús explica el significado (vv. 17-20). Nótese el énfasis en el término corazón ( G2588) en los vv. 18, 19). “Entender” (v. 17) es la traducción de una palabra griega ( G3589) que significa más bien “percibir” y es distinta al término griego ( G801) que se traduce “entendimiento” en el versículo anterior. Jesús aclara que la comida sigue su curso natural y afecta solamente la salud física. Por otro lado, el corazón —sede de los pensamientos, deseos, emociones y decisiones— es la fuente de las cosas que contaminan, o hacen común, al hombre.

Jesús aclara aun más la parábola, indicando precisamente los productos que el corazón corrompido puede arrojar. Lo que sale de la boca (v. 11) significa lo mismo que sale del corazón (v.18). La lista de siete males (v. 19) menciona concretamente cuatro de los diez mandamientos de Moisés. Malos pensamientos (v. 19) conducen a los demás males mencionados. Estos son la exteriorización de aquéllos. El corazón es la fábrica de los pensamientos, buenos y malos. Jesús menciona seis acciones malas que son el producto del corazón corrompido. El sexto mandamiento prohíbe los homicidios (Exo 20:13); el séptimo prohíbe los adulterios y toda inmoralidad sexual (Exo 20:14); el octavo prohibe los robos (Exo 20:15); el noveno prohibe falsos testimonios (Exo 20:16).

Esta lista de males que salen del corazón describen lo que Pablo llama las obras de la carne (Gal 5:19; comp. 5:16-21). Nótese la forma plural de cada maldad que tiene su origen en el corazón, tanto en la lista de Jesús como en la de Pablo. Quizá la forma plural llama la atención a la gran variedad de las expresiones de maldad, o a la repetición de las acciones. El corazón malo no se detiene en una o dos acciones malas.

Jesús resume en un solo versículo (v. 20) la esencia de la enseñanza del pasaje. Las implicaciones de este versículo son tremendas y revolucionarias. Se presenta con gran sencillez el contraste entre los dos sistemas religiosos: el de Jesús y el de los fariseos; el espiritual del corazón y el de los fariseos de los ritos externos; el de los mandamientos de Dios y el de las tradiciones de los hombres.

Del cofre del pensador Se puede pensar mal o bien. Es nuestra la libertad. Sólo debemos recordar: Somos lo que estamos pensando. Aprendamos a pensar del mismo modo que aprendimos a orar, y veremos cómo el pensamiento se pone de rodillas. Conoceríamos mejor a los hombres, no por sus obras, sino por sus pensamientos. Lamentablemente sus pensamientos son como una puesta de sol: Cuanto más nos acercamos, más lejos parecen estar. Los pensamientos puros siempre serán puros aun para los de corazón impuro. Pero los pensamientos impuros nunca llegarán a ser puros para los que quieren seguir teniendo un corazón puro. Lo que contamina al hombre no es el contacto con el hombre sino lo que se pueda pensar de él (15:19).

6 Un grupo de milagros, 15:21-39

En lo que resta del cap. 15 Jesús realiza el segundo y tercer retiros en busca de quietud para poder descansar y enseñar a los discípulos sin interrupciones. Es cierto que los enseñaba “en camino”, pero también anhelaba estar a solas con ellos en una zona apartada de la jurisdicción de Herodes (14:1 ss.), de la vigilancia de los fariseos (12:14; 15:1, 12) y del fanatismo de las multitudes (Joh 6:15). En el curso de los retiros, sanó a la hija de una mujer pagana, realizó una gran variedad de milagros de sanidad y alimentó a los cuatro mil.

(1) Jesús sana a la hija de la mujer cananea,Joh 15:21-28. El segundo retiro (comp. 14:13) con los discípulos se realizó en territorio gentil, al noroeste de Galilea, sobre la costa del mar mediterráneo. Tiro y Sidón eran ciudades en Fenicia. La frontera entre Galilea y Fenicia distaba unos cincuenta km. de Capernaúm. Jesús tuvo la intención de no publicar su presencia en Fenicia, y aparentemente se encerró en una casa. Pero Marcos comenta que a pesar de ese intento, no pudo esconderse (Mar 7:24).

La mujer cananea, que era griega, se enteró de la presencia de Jesús en su zona y vino buscando socorro para su hija. Sólo el que ha presenciado una persona dominada por los demonios puede comprender la desesperación de esta madre. Su clamor era incesante, acción expresada por el verbo de tiempo imperfecto. La mujer se dirige a Jesús, utilizando un título mesiánico. ¿Cómo se enteró de la identidad de Jesús? Probablemente la fama de Jesús había llegado a este territorio gentil, despertando esperanzas de parte de los necesitados. Sería difícil que un maestro judío con doce discípulos pudiese hospedarse en un pueblo gentil sin que la gente se enterase.

Jesús responde a la súplica de la mujer con un silencio sorprendente. El lloro y clamor de la mujer molestó a los discípulos. Ellos querían deshacerse de ella en la misma manera que quisieron hacer con los cinco mil hambrientos (Mar 14:15). Jesús luego se dirige a la mujer, indicando la prioridad de su misión: las ovejas perdidas de la casa de Israel (v. 24; comp. 10:6). Ella no discute con él acerca de sus prioridades, sino se lanza a sus pies en un acto de humildad y desesperación. Seguramente este acto de humillación y clamor conmovió a Jesús. Sin embargo, repite esencialmente la prioridad de su misión y agrega un término que, a primera vista, parece cruelmente humillante. Los judíos se referían a los gentiles como “perros”, indicando su desprecio y rechazo a personas inmundas. Por otro lado, perritos (v. 26) es un diminutivo que se refiere a un animal doméstico, que normalmente recibe el afecto de la familia. Con todo, es un término que conlleva cierto desprecio o insulto. Ella aceptó aun la posición de un mero perrillo, pero en esa posición reclamaba las migajas que caen de la mesa (v. 27). No pretendía el honor de estar a la mesa, pero sí, de estar debajo de la mesa para recibir las “sobras”.

Jesús no pudo resistir más esta muestra tan grande de fe, humildad y persistencia. Le felicitó por su fe y le concedió lo que más quería: la sanidad de su hija. La fe persistente siempre recibe su galardón. Como en el caso del centurión (8:10), que también era gentil, Jesús se maravilló de su fe. Nunca se dice que se admiró de la fe de un judío.

En la sección anterior, Jesús afirmó el principio del reino espiritual en el cual no se hacen distinciones en base a cuestiones exteriores, sino en base a la condición del corazón. Parece que su actitud hacia la mujer sirofenicia (Mar 7:26) contradice lo que poco antes había enseñado y también el mandato en la Gran Comisión (Mar 28:18-20). Jesús mismo destacó dos distinciones exteriores en relación con la mujer: ella en contraste con las ovejas perdidas de la casa de Israel; y los hijos en contraste con los perritos.

¿Cómo se puede reconciliar la actitud de Jesús con su misión universal y con los principios espirituales del reino? Stagg sugiere tres opciones. Primero, Jesús quería probar la fe de la mujer, o quizá darle la oportunidad de revelar las dimensiones de su fe. Segundo, Jesús quería enseñar una lección de compasión a los discípulos. Ellos se sentían molestos por el clamor incesante de la mujer. Querían despacharla. Tercero, quizá hubo cierto conflicto en Jesús mismo. Por un lado, quería limitar esta etapa de su ministerio a los judíos (comp. Rom 1:16), pero por otro, sentía compasión por la mujer.

Si alguien tuviera una duda en cuanto a la actitud de Jesús en su encuentro con la mujer sirofenicia, esa duda se disipa ante el resultado final. El elogió la fe de la mujer y sanó a su hija. Por otro lado, Israel estaba rechazando a Jesús, pero él se mantuvo fiel en dar la primera oportunidad del reino a su pueblo. Los judíos no pudieron decir que lo rechazaron a él porque él fue primero a los gentiles.

Tiro y Sidón En la zona del Líbano, desde el monte Carmelo hasta el golfo de Alejandreta, frente al Mediterráneo, se encontraban situadas las más famosas ciudades de Fenicia. Biblos, Sidón y Tiro se habían destacado por su tráfico comercial. En las laderas del Líbano crecían selvas de cedro, cuya madera servía para la construcción (1Ki 5:6), pero también extraían su resina para hacer perfumes. A Tiro se la llamaba "la hija de Sidón". Estaba situada a 65 km. de Nazaret. Posiblemente Jesús la haya visitado antes de su ministerio. A unos 30 km. al norte, se encontraba Sidón. Era una zona destinada a la tribu de Aser en sus orígenes. Pero los hebreos no supieron mantenerse fieles sino que fueron doblegándose, con el paso del tiempo, al paganismo del lugar (1Ki 16:31). Sidón y Tiro acapararon durante mucho tiempo el comercio marítimo. Sus barcos, especialmente los de Tiro, recorrían las costas de Africa y llegaban hasta la actual España. Siendo hábiles en el trabajo de los metales y el vidrio, e inteligentes para su comercialización, aprovecharon siempre su ventaja sobre otros pueblos. Se destacaron en el teñido, industria avanzada para su época. El color púrpura que lucían muchos reyes se producía en esta zona. También tenían "las naves del desierto", que eran las caravanas que cruzaban las arenas como los barcos en el mar. En lo cultural, salvo el alfabeto de 22 letras que luego se popularizó y fue tomado por los griegos, otra cosa no nos han legado.

En la época de Jesús, el poderío comercial había decrecido. Tiro y Sidón, a pesar de lo que fueron, siempre habían envidiado a Jerusalén. La vieron como su rival. Sus celos hacia la ciudad santa levantaron barreras que eran difíciles de superar. Los judíos llamaban a los de esta zona "los perros gentiles" o "perros infieles". De modo que, si Jesús se dedicaba a atender a los tirios o sidonios, una gran tormenta se iba a desatar. Así, con un trasfondo histórico pleno de materialismo y paganismo, pero cargado de expectativas, surge una mujer en búsqueda del Salvador del mundo (1Ki 15:22).

(2) Jesús sana una variedad de enfermedades,1Ki 15:29-31. Marcos describe con más detalle la ruta que Jesús tomó cuando dejó la ciudad de Tiro (Mar 7:31). Pasó hacia el norte a Sidón y luego hacia el este, cruzando el río Jordán al norte del mar de Galilea y bajando hacia el sur, llegó a Decápolis, al sudeste del mar de Galilea. Dio toda esta vuelta aparentemente con el fin de evitar el territorio de Herodes. Este también era territorio de gentiles, donde no llegarían los fariseos. Recordemos que este es el tercer retiro de cuatro que Jesús realizó con sus discípulos.

La gente se enteró de su presencia y trajo numerosos enfermos e inválidos y Jesús los sanó a todos. La compasión y poder sobrenatural de Jesús, ante la necesidad humana, llevó a la gente a glorificar a Dios, reconociendo que él obraba en Jesús. Observamos otra vez la receptividad y prontitud para alabar a Dios de parte de los gentiles en contraste con la animosidad y rechazo que los judíos manifestaron hacia el Hijo de Dios.

(3) Jesús alimenta a los cuatro mil,Mar 15:32-39. Existen varios aspectos similares entre los dos eventos cuando Jesús alimentó milagrosamente a las multitudes (comp. 14:13-21), llevando a muchos comentaristas a tratarlos como un solo evento con algunos variantes en la descripción. Sin embargo, hay diferencias importantes que nos obligan a considerarlos como eventos distintos. La alimentación de los cinco mil fue relatada en los cuatro Evangelios; ésta se encuentra sólo en Mateo y Marcos (8:1-10). Aquella tuvo lugar en la orilla oriental del mar de Galilea, pero la gente había llegado de Galilea, probablemente indicando que eran judíos. Esta, en cambio, tuvo lugar en una zona gentil más al sur y casi seguro, entre gentiles. En aquella ocasión, Jesús utilizó la merienda de un muchacho que consistía de cinco panes y dos peces, pero en ésta utilizó siete panes y unos pocos pescaditos. En aquella ocasión, levantaron doce canastas de sobras, pero en ésta sobraron solamente siete cestas. En aquella ocasión, parece que la gente había estado con Jesús un solo día, pero en ésta el texto menciona tres días. En aquella ocasión, Jesús organizó la multitud en grupos de a cincuenta, pero en ésta Mateo y Marcos no mencionan tal arreglo. En aquella ocasión, las multitudes procuraron coronar a Jesús rey, según su concepto de un mesías político, pero en ésta no pasó así.

Notemos que los discípulos manifestaron la misma actitud en esta ocasión, como en la anterior: reconocieron su impotencia de proveer alimento para tanta gente, aunque en esta ocasión no mandaron a Jesús que despidiera a la gente. Jesús en ambas ocasiones manifestó compasión por la gente necesitada. Ellos le habían acompañado tres días, escuchando con entusiasmo sus enseñanzas. Probablemente habían llevado comida para uno o dos días, pero la comida se había agotado. Jesús se preocupaba por la salud de sus oyentes si salían para volver a casa sin haber comido bien. Tomó la pequeña merienda disponible y la multiplicó. Como en la ocasión anterior, movilizó a los discípulos para la tarea del reparto. Este acto es altamente simbólico del plan que Dios tiene en todas las épocas para satisfacer las necesidades de la gente, proveyendo él los recursos, pero por medio de las “manos” de sus seguidores.

Se nota el doble uso del número simbólico siete: siete panes (v. 34) y siete cestas (v. 37). Si tiene valor simbólico aquí, significaría la perfección para los fines de cada caso. Cesta proviene de un término griego (spurís G4711) que se refiere a un utensilio portátil de mimbre o junco trenzado. Normalmente, era de un tamaño grande como para sostener a un hombre (comp. Act 9:25).

Por medio de este milagro se ve otra vez la sensibilidad y compasión de Jesús para con la gente y su necesidad física. El hecho de que fuesen gentiles no restó la intensidad de su compasión, ni su prontitud para proveer para su necesidad. Su provisión satisface plenamente, dejando sobras abundantes. A la vez, enseñó a los discípulos, y a nosotros que sin él no tenemos con qué satisfacer las necesidades de la gente, pero que cuando dependemos de él y cooperamos con él, los recursos alcanzan y sobran. Cuando terminó el ministerio en Decápolis, subieron en el barco, cruzaron el mar de Galilea y llegaron a Magdala, o según Marcos, Dalmanuta (Mar 8:10), ubicada en la costa occidental.




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