2 Corintios 9 - Comentario Bíblico de Matthew Henry2 Corintios 9Ofrenda para los cristianos de Jerusalén1 En realidad, no necesito escribirles acerca del ministerio de ofrendar para los creyentes de Jerusalén. 2 Pues sé lo deseosos que están de ayudar, y me estuve jactando en las iglesias de Macedonia de que ustedes, los de Grecia, hace un año estuvieron dispuestos a enviar una ofrenda. De hecho, fue su entusiasmo lo que fomentó que muchos de los creyentes macedonios comenzaran a dar. 3 Les envío a estos hermanos para estar seguro de que ustedes realmente están listos —como les he estado diciendo a ellos— y que ya tienen todo el dinero reunido. No quiero estar equivocado al jactarme de ustedes. 4 Sería vergonzoso para nosotros —ni hablar de la vergüenza que significaría para ustedes— si algunos creyentes macedonios llegaran conmigo y encontraran que ustedes no están preparados ¡después de todo lo que les hablé de ustedes! 5 Así que pensé que debería enviarles a estos hermanos primero, a fin de estar seguro de que tienen lista la ofrenda que prometieron; pero quiero que sea una ofrenda voluntaria, no una ofrenda dada de mala gana. 6 Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante. 7 Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría». 8 Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros. 9 Como dicen las Escrituras: «Comparten con libertad y dan con generosidad a los pobres. Sus buenas acciones serán recordadas para siempre». 10 Pues es Dios quien provee la semilla al agricultor y luego el pan para comer. De la misma manera, él proveerá y aumentará los recursos de ustedes y luego producirá una gran cosecha de generosidad en ustedes. 11 Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos; y cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios. 12 Entonces dos cosas buenas resultarán del ministerio de dar: se satisfarán las necesidades de los creyentes de Jerusalén y ellos expresarán con alegría su agradecimiento a Dios. 13 Como resultado del ministerio de ustedes, ellos darán la gloria a Dios. Pues la generosidad de ustedes tanto hacia ellos como a todos los creyentes demostrará que son obedientes a la Buena Noticia de Cristo. 14 Y ellos orarán por ustedes con un profundo cariño debido a la desbordante gracia que Dios les ha dado a ustedes. 15 ¡Gracias a Dios por este don que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras! 2 Corintios 92 Corintios 9 - IntroducciónEl motivo de enviar a Tito a recoger sus limosnas. (1-5) Que los corintios sean liberales y alegres, El apóstol agradece a Dios su inefable don. (6-15) 2 Corintios 9:1-51-5 Cuando queremos que otros hagan el bien, debemos actuar con ellos con prudencia y ternura, y darles tiempo. Los cristianos deben considerar lo que es para el crédito de su profesión, y esforzarse por adornar la doctrina de Dios su Salvador en todas las cosas. El deber de ministrar a los santos es tan claro, que parecería no haber necesidad de exhortar a los cristianos a ello; sin embargo, el amor propio contiende tan poderosamente contra el amor de Cristo, que a menudo es necesario estimular sus mentes por medio de un recuerdo. 2 Corintios 9:6-156-15 El dinero que se da en caridad, puede parecerle a la mente carnal que se tira a la basura, pero cuando se da desde los principios adecuados, es una semilla sembrada, de la que se puede esperar un valioso incremento. Debe darse con cuidado. Las obras de caridad, al igual que las demás obras buenas, deben hacerse con reflexión y diseño. La debida reflexión, en cuanto a nuestras circunstancias, y a los que vamos a aliviar, dirigirá nuestras donaciones para usos caritativos. La ayuda debe darse libremente, sea más o menos; no a regañadientes, sino alegremente. Mientras algunos dispersan, y sin embargo aumentan; otros retienen más de lo que corresponde, y esto tiende a la pobreza. Si tuviéramos más fe y amor, deberíamos malgastar menos en nosotros mismos, y sembrar más con la esperanza de un abundante incremento. ¿Puede un hombre perder haciendo lo que a Dios le agrada? Él es capaz de hacer que toda la gracia abunde hacia nosotros, y que abunde en nosotros; de dar un gran aumento de bienes espirituales y temporales. Puede hacer que tengamos suficiente en todas las cosas y que estemos contentos con lo que tenemos. Dios no sólo nos da lo suficiente para nosotros mismos, sino también aquello con lo que podemos suplir las necesidades de los demás, y esto debe ser como la semilla que se siembra. Debemos mostrar la realidad de nuestra sujeción al Evangelio, con obras de caridad. Esto será para el crédito de nuestra profesión, y para la alabanza y la gloria de Dios. Procuremos imitar el ejemplo de Cristo, siendo incansables en hacer el bien, y considerando más bienaventurado dar que recibir. Bendito sea Dios por el inefable don de su gracia, por el que capacita e inclina a algunos de los suyos a conceder a otros, y a otros a ser agradecidos por ello; y bendito sea su glorioso nombre por toda la eternidad, por Jesucristo, ese inestimable don de su amor, por el que éste y cualquier otro bien, perteneciente a la vida y a la piedad, nos son dados gratuitamente, más allá de toda expresión, medida o límite. |
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Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit