x

Biblia Todo Logo
idiomas
Bibliatodo Comentarios





«

Marcos 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

×

Marcos 8

1 Por aquellos días, hallándose otra vez rodeado de una gran muchedumbre que no tenía qué comer, llamó a los discípulos y les dijo:

2 Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que me siguen y no tienen qué comer;'

3 si los despido ayunos para sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos son de lejos.

4 Sus discípulos le respondieron: ¿Y cómo podría saciárselos de pan aquí en el desierto?

5 El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Dijeron: Siete.

6 Mandó a la muchedumbre recostarse sobre la tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen, y los sirvieron a la muchedumbre.'

7 Tenían unos pocos pececillos, y, dando gracias, dijo que los sirviesen también.

8 Comieron y se saciaron, y recogieron de los mendrugos que sobraron siete cestos.

9 Eran unos cuatro mil. Y los despidió.

10 Subiendo luego a la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta;'

11 y salieron fariseos, que se pusieron a disputar con El, pidiéndole, para probarle, señales del cielo.

12 El, exhalando un profundo suspiro, dijo: ¿Por qué esta generación pide una señal? En verdad os digo que no se le dará ninguna;'

13 y, dejándolos, subió de nuevo a la barca y se dirigió a la otra ribera.

14 Se olvidaron de tomar consigo panes, y no tenían en la barca sino un pan.

15 Les recomendaba, diciendo: Mirad de guardaros del fermento de los fariseos y del fermento de Herodes.

16 Ellos iban discurriendo entre sí que era por no tener panes,

17 y, conociéndolo El, les dijo: ¿Qué caviláis que no tenéis panes? ¿Aún no entendéis ni caéis en la cuenta? ¿Tenéis vuestro corazón embotado?

18 ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos, no oís? ¿Ya no os acordáis de cuando partí los cinco panes a los cinco mil hombres y cuántos cestos llenos de sobras recogisteis?

19 Dijéronle: Doce.

20 Cuando los siete, a los cuatro mil, ¿cuántos cestos llenos de mendrugos recogisteis? Y le dijeron: Siete.

21 Y les dijo: ¿Pues aún no caéis en la cuenta?

22 Llegaron a Betsaida, y le llevaron un ciego, rogándole que le tocara.

23 Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera de la aldea, y, poniendo saliva en sus ojos e imponiéndole las manos, le preguntó: ¿Ves algo?

24 Mirando él, dijo: Veo hombres, algo así como árboles que andan.

25 De nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar se sintió curado, y lo veía todo claramente.

26 Y le envió a su casa, diciéndole: Cuidado con entrar en la aldea.

27 Iba Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesárea de Filipo, y en el camino les preguntó: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28 Ellos le respondieron diciendo: Unos, que Juan Bautista; otros, que Elias, y otros, que uno de los profetas.'

29 El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

30 Y les encargó que a nadie dijeran esto de El.

31 Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitase después de tres días. Claramente les hablaba de esto.

32 Pedro, tomándole aparte, se puso a reprenderle.

33 Pero El, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: Quítate allá, Satán, porque no sientes según Dios, sino según los hombres.

34 Llamando a la muchedumbre y a los discípulos, les dijo: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

35 Pues quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda la vida por mí y el Evangelio, ése la salvará.

36 ¿Y qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?

37 Pues ¿qué dará el hombre a cambio de su alma?

38 Porque, si alguien se avergonzare de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

×

Marcos 8

Marco 8 - Introducción

Cuatro mil alimentados por un milagro. (1-10) Cristo advierte contra los fariseos y herodianos. (11-21) un ciego sanado. (22-26) el testimonio de Pedro a Cristo. (27-33) Cristo debe ser seguido. (34-38)

Marco 8:1-10

1-10 Nuestro Señor Jesús animó a los más humildes a acudir a él en busca de vida y gracia. Cristo conoce y considera nuestros estados de ánimo. La generosidad de Cristo está siempre dispuesta; para mostrarlo, repitió este milagro. Sus favores se renuevan según nuestras necesidades. Y no deben temer la carencia quienes tienen a Cristo para vivir por fe, y lo hacen con acción de gracias.

Marco 8:11-21

11-21 La obstinada incredulidad tendrá algo que decir, aunque sea tan poco razonable. Cristo se negó a responder a su demanda. Si no se convencen, no lo harán. ¡Qué motivo tenemos para lamentarnos por los que nos rodean, que se destruyen a sí mismos y a los demás por su perversa y obstinada incredulidad, y su enemistad con el Evangelio! Cuando nos olvidamos de las obras de Dios, y desconfiamos de él, deberíamos reprendernos severamente, como Cristo reprende aquí a sus discípulos. ¿Cómo es que tan a menudo confundimos su significado, ignoramos sus advertencias y desconfiamos de su providencia?

Marco 8:22-26

22-26 He aquí un ciego llevado a Cristo por sus amigos. Ahí apareció la fe de los que lo trajeron. Si los ciegos espirituales no oran por sí mismos, sus amigos y parientes deben orar por ellos, para que Cristo se complazca en tocarlos. La sanidad se efectuó gradualmente, lo que no era habitual en los milagros de nuestro Señor. Cristo mostró de qué manera se curan comúnmente por su gracia aquellos que por naturaleza son espiritualmente ciegos. Al principio, su conocimiento es confuso; pero, como la luz de la mañana, brilla más y más hasta el día perfecto, y entonces ven todas las cosas claramente. Menospreciar los favores de Cristo es perderlos; y él hará que los que lo hagan conozcan el valor de los privilegios por la falta de ellos.

Marco 8:27-33

27-33 Estas cosas están escritas para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Estos milagros de nuestro Señor nos aseguran que no era un vencido, sino un Conquistador. Ahora los discípulos están convencidos de que Jesús es el Cristo; pueden soportar oír hablar de sus sufrimientos, de los que Cristo comienza aquí a darles noticia. Él ve lo que está mal en lo que decimos y hacemos, de lo que nosotros mismos no nos damos cuenta, y sabe de qué espíritu somos, cuando nosotros mismos no lo sabemos. La sabiduría del hombre es una locura, cuando pretende limitar los consejos divinos. Pedro no entendió bien la naturaleza del reino de Cristo.

Marco 8:34-38

34-38 Se toma nota frecuente de la gran congregación que hubo a Cristo en busca de ayuda en varios casos. Todos están preocupados por saber esto, si esperan que él sane sus almas. No deben consentir la facilidad del cuerpo. Como la felicidad del cielo con Cristo, es suficiente para compensar la pérdida de la vida misma para él, así la ganancia de todo el mundo en el pecado, no compensará la ruina del alma por el pecado. Y llegará un día en que la causa de Cristo aparecerá tan gloriosa, como algunos ahora piensan que es mala y despreciable. Que pensemos en esa estación, y veamos cada objeto terrenal como lo haremos en ese gran día.


»

Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

Síguenos en:



Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos