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Lamentaciones 2 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lamentaciones 2

1 Alef. — Cómo oscureció en su ira el Señor a la hija de Sión! Precipitó del cielo a la tierra la magnificencia de Israel y no se acordó del escabel de sus pies el día de su ira.

2 Bet. — Destruyó el Señor sin piedad todos los pastizales de Jacob1 derribó en su furor las fortalezas de la hija de Judá, echólas por tierra, y humilló a su rey y a sus príncipes.

3 GuímeL — Abatió en el furor de su ira toda la potencia de Israel, retiró su diestra frente al enemigo, y encendió en Jacob ardorosas llamas, que de todos lados le devoran.

4 Dálet. — Tendió su arco cual enemigo, afirmó hostilmente su diestra, destruyó cuanto era agradable a la vista, derramó como fuego su ira sobre la tienda de la hija de Sión.

5 He. — Ha obrado el Señor como enemigo, ha devorado a Israel; destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas, y llenó a la hija de Judá de llantos y de gemidos.'

6 Wau. — Derribó su tienda como cabana de viña, destruyó su santuario. Yahvé ha hecho cesar en Sión las festividades y los sábados, y, en el ardor de su cólera, rechazó al rey y al sacerdote.

7 Zain. — Repudió el Señor su altar, menospreció su santuario y entregó a manos del enemigo los muros de sus palacios. Resonaron los gritos en la casa de Yahvé como en día de fiesta.

8 Jet. — Resolvió Yahvé destruir los muros de la hija de Sión, echó cuerdas, y no retiró su mano destructora, sumergiendo en el luto antemurales y muros, que a la vez se han debilitado.

9 Tet. — Sus puertas han sido echadas a tierra; destruyó, quebrantó sus cerrojos; su rey y sus príncipes están entre las gentes, no hay ley, y tampoco sus profetas reciben de Yahvé visión.'

10 Yod. — Los ancianos de la hija de Sión se sientan en tierra mudos, cubierta de polvo la cabeza, vestidos de saco, y las vírgenes de Jerusalén inclinan a tierra sus cabezas.

11 Kaf. — Mis ojos están consumidos por las lágrimas, mis entrañas hierven, derrámase en tierra mi hígado ante el desastre de la hija de mi pueblo, al ver desfallecer a los niños, aun los de pecho, en las calles de la ciudad.

12 Lamed. — Dicen a sus madres: ¿Dónde hay pan y vino? al caer desfallecidos en las plazas de la ciudad, dando el alma en el regazo de sus madres.

13 Mem. — ¿A quién te compararé y asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaría yo para consolarte, virgen hija de Sión? Tu quebranto es grande como el mar. ¿Quién podrá curarte?

14 Nun. — Tus profetas te anunciaron visiones vanas y mentirosas, no pusieron al desnudo tus iniquidades para hacer cambiar tu suerte, sino que te anunciaron oráculos vanos y falaces.

15 Sámec. — Cuantos pasan por el camino baten palmas por mí, silban y menean, burlones, su cabeza contra la hija de Jerusalén: ¿Es ésta la ciudad que decían del todo hermosa, la delicia de toda la tierra?

16 Pe. — Todos tus enemigos abren su boca contra ti, silban y dentellean, diciendo: ¡La hemos devorado! Es el día que esperábannos, lo hemos alcanzado, lo hemos visto.

17 Ayin. — Ha realizado Yahvé en ti lo que había decretado, ha cumplido la palabra que de antiguo dio: ha destruido sin piedad, te ha hecho el gozo de tus enemigos, ha robustecido a los que te aborrecían.

18 Sade. — Clama al Señor desde tu corazón, ¡virgen hija de Sión! derrama lágrimas a torrentes día y noche, no te des reposo, no descansen la niñas de tus ojos.

19 Qof. — Levántate y gime de noche, al comienzo de las vigilias; derrama como agua tu corazón en la presencia del Señor, alza a El las palmas por las vidas de tus pequeñuelos.'

20 Res. — Mira, ¡oh Yahvé! y considera a quién has tratado así. ¿Habrán de comer las madres su fruto, a los niños que amamantan? ¿Habrán de ser muertos en el santuario del Señor sacerdotes y profetas?

21 Sin. — Niños y viejos yacen por tierra en las calles. Mis doncellas y mis mancebos cayeron al filo de la espada. Has matado en el día de tu ira, has degollado sin piedad.

22 Tau. — Convocaste como a solemnidad al terror en torno a mí, y no hubo en el día de la cólera de Yahvé evadido ni fugitivo. Aquellos que yo crié y mantuve, los acabó el enemigo.

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Lamentaciones 2

Lamentaciones 2 - Introducción

* Lamentación por la miseria de Jerusalén.

Lamentaciones 2:1-9

1-9 Aquí se hace una triste representación del estado de la iglesia de Dios, de Jacob e Israel; pero el aviso parece referirse principalmente a la mano del Señor en sus calamidades. Sin embargo, Dios no es enemigo de su pueblo cuando está enojado con ellos y los corrige. Y las puertas y los barrotes no sirven de nada cuando Dios retira su protección. Es justo con Dios derribar a aquellos por juicios, que se degradan a sí mismos por el pecado; y para privar a aquellos del beneficio y la comodidad de los sábados y las ordenanzas, que no los han valorado ni observado debidamente. ¿Qué deberían hacer con las Biblias, que no las mejoran? Quienes abusan de los profetas de Dios, los pierden con justicia. Se hace necesario, aunque doloroso, volver los pensamientos de los afligidos a la mano de Dios levantada contra ellos, y a sus pecados como la fuente de sus miserias.

Lamentaciones 2:10-22

10-22 Se describen las causas de lamentación. Multitudes perecieron por el hambre. Incluso los niños pequeños fueron asesinados por las manos de su madre y comidos, según la amenaza, Deuteronomio 28:53. Multitudes cayeron por la espada. Sus falsos profetas los engañaron. Y sus vecinos se rieron de ellos. Es un gran pecado burlarse de las miserias de los demás, y agrega mucha aflicción a los afligidos. Sus enemigos triunfaron sobre ellos. Los enemigos de la iglesia tienden a tomar sus conmociones por sus ruinas; pero se encontrarán engañados. Se hacen llamadas a la lamentación; y se buscan comodidades para la cura de estas lamentaciones. La oración es un ungüento para cada llaga, incluso la más dolorida; Un remedio para cada enfermedad, incluso la más grave. Nuestro asunto en la oración es referir nuestro caso al Señor y dejarlo con él. Se hará su voluntad. Tememos a Dios, y caminemos humildemente delante de él, y prestemos atención para que no caigamos.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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