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Jueces 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Jueces 1

1 Después de muerto Josué, consultaron los hijos de Israel a Yahvé, diciendo: “¿Quién de nosotros subirá antes contra el cananeo y le combatirá?”

2 Y respondió Yahvé: “Judá subirá, pues he dado la tierra en sus manos.”

3 Y dijo Judá a Simeón, su hermano: “Sube conmigo a la parte que me ha tocado, a hacer la guerra al cananeo, y también iré luego yo contigo a la que te ha tocado a ti.” Y fue con él Simeón.

4 Subió, pues, Judá, y puso Yahvé en sus manos al cananeo y al fereceo, y derrotaron en Becez a diez mil hombres.

5 Habiendo encontrado en Becez a Adonisedec, le atacaron y detrotaron a los cananeos y fereceos.

6 Huyó Adonisedec, y ellos le persiguieron, y, cogiéndole, le amputaron los pulgares de las manos y de los pies.

7 Y dijo Adonisedec: “Setenta reyes con los pulgares de manos y pies amputados migajeaban debajo de mi mesa. Me devuelve Dios lo que yo les hice a ellos”; y le llevaron a Jerusalén y allí murió.'

8 Atacaron los hijos de Judá a Jerusalén; y habiéndola tomado, pasaron a los habitantes a filo de espada y pegaron fuego a la ciudad.'

9 Bajaron luego los hijos de Judá para combatir a los cananeos que habitaban en el monte, en el Negueb y en la Sefela.

10 Marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón, antes llamado Cariat Arbe, y batió a Sesai, Ajimón y Tolmai.

11 De allí marchó contra los habitantes de Dabir, que se llamó antes Quiriat Sefer.

12 Caleb dijo: “Al que ataque y tome a Quiriat Sefer le daré por mujer mi hija Acsa.”

13 Otoniel, hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb, se apoderó de ella, y Caleb le dio su hija Acsa por mujer.

14 Cuando era llevada a la casa de Otoniel, él la incitó a que pidiera a su padre un campo. Bajóse ella del asno, y Caleb le preguntó: “¿Qué tie. nes?”

15 Ella dijo: “Hazme una gracia. Ya que me has dado tierra de secano, dame también regadíos.” Y le dio Caleb el Gulat superior y el Gulat inferior.

16 Los hijos de Jobab el quineo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las Palmeras con los hijos de Judá al desierto que está al mediodía de Judá, según se baja de Arad, y vinieron a habitar con los amalecitas.

17 Marchó después Judá con Simeón, su hermano, y batieron a los cananeos que habitaban en Sefat; la destruyeron totalmente, y se llamó la ciudad Jorma.'

18 Pero no se apoderó Judá de Gaza y de su territorio, ni de Ascalón y Acarón con los suyos.

19 Fue Yahvé con Judá, y se apoderó Judá de la parte montañosa, pero no pudo expulsar a los habitantes del llano, que tenían carros de hierro.

20 Atribuyóse Hebrón a Caleb, como lo había dicho Moisés, y aquél arrojó de allí a los tres hijos de Enac.

21 Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, y los jebuseos han habitado hasta el día de hoy con los hijos de Benjamín.

22 También la casa de José subió contra Betel, y Yahvé estuvo con ellos.

23 La casa de José hizo una exploración cerca de Betel, que antes se llamó Luz,

24 y los emboscados cogieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: “Enséñanos por dónde se entra en la ciudad, y te haremos gracia.”

25 El les enseñó por dónde podrían entrar en la ciudad, y ellos la pasaron a filo de espada, pero dejaron en libertad a aquel hombre y a toda su familia.

26 Este hombre se fue a tierra de jéteos y edificó allí una ciudad, a la que dio el nombre de Luz, y así se llama todavía hoy.

27 Manases no expulsó a los habitantes de Betsán y de las ciudades de ella dependientes, ni a los de Tanac, Dor, Jeblam, Mageddo y las ciudades dependientes de ellas, y los cananeos se arriesgaron a permanecer en esta tierra.

28 Cuando Israel fue suficientemente fuerte, los hicieron tributarios, pero no los arrojaron.

29 Efraím no expulsó a los cananeos que habita-ban Gazer, y los cananeos siguieron habitando en medio de Efraím.

30 Zabulón no expulsó a los habitantes de Quetrom ni a los de Nalol, y los cananeos siguieron habitando en medio de Zabulón, pero fueron hechos tributarios.

31 Aser no expulsó a los habitantes de Acó, ni a los de Sidón, ni a los de Majaleb, de Aczib, de Jelba, de Afee y de Rejob;'

32 y los hijos de Aser habitan en la tierra en medio de los cananeos, porque no los expulsaron.

33 Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet Se-mes ni a los de Bet Anat, y habitó en medio de los cananeos, habitantes de aquella tierra; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sometidos a tributo.'

34 Los amorreos rechazaron a los hijos de Dan hacia los montes y no los dejaban bajar al llano;'

35 arriesgáronse los amorreos a quedarse en el Har Jeres, en Ayalón y en Selebim; pero la mano de la casa de José pesó mucho sobre ellos y fueron sometidos a tributo.'

36 El territorio de los idumeos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Sela para arriba.

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Jueces 1

Jueces 1:1-8

1-8 Los israelitas estaban convencidos de que la guerra contra los cananeos debía continuar; pero tenían dudas sobre la forma en que se llevaría a cabo después de la muerte de Joshua. En estos aspectos, le preguntaron al Señor. Dios designa el servicio de acuerdo con la fuerza que ha dado. De aquellos que son más capaces, se espera la mayor parte del trabajo. Judá fue el primero en dignidad, y debe ser el primero en el deber. El servicio de Judá no servirá a menos que Dios dé éxito; pero Dios no dará el éxito, a menos que Judá se aplique al servicio. Judá era la más considerable de todas las tribus, y Simeón la menor; Sin embargo, Judá ruega la amistad de Simeón y reza por su ayuda. Se convierte en israelitas para ayudarse unos a otros contra los cananeos; y todos los cristianos, incluso los de diferentes tribus, deberían fortalecerse unos a otros. Aquellos que se ayudan mutuamente en el amor, tienen razones para esperar que Dios ayude amablemente a ambos. Adoni-bezek fue hecho prisionero. Este príncipe había sido un tirano severo. Los israelitas, sin duda bajo la dirección divina, lo hicieron sufrir lo que había hecho a otros; y su propia conciencia confesó que fue tratado justamente como había tratado a los demás. Así, el Dios justo a veces, en su providencia, hace que el castigo responda al pecado.

Jueces 1:9-20

9-20 Los cananeos tenían carros de hierro; pero Israel tenía a Dios de su lado, cuyos carros son miles de ángeles, Salmo 68:17. Sin embargo, sufrieron sus temores para prevalecer contra su fe. Sobre Caleb leemos en Josué 15:16-6. Los kenitas se habían establecido en la tierra. Israel les permitió fijarse donde quisieran, siendo un pueblo tranquilo y contento. Aquellos que no molestaron a ninguno, fueron molestados por ninguno. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Jueces 1:21-36

21-36 El pueblo de Israel fue muy descuidado con su deber e interés. Debido a la pereza y la cobardía, no se esforzarían por completar sus conquistas. También se debía a su codicia: estaban dispuestos a dejar que los cananeos vivieran entre ellos, para que pudieran aprovecharse de ellos. No tenían el temor y el odio de la idolatría que deberían haber tenido. La misma incredulidad que mantuvo a sus padres cuarenta años fuera de Canaán, ahora los mantenía fuera de su posesión total. La desconfianza del poder y la promesa de Dios los privó de ventajas y los metió en problemas. Así, muchos creyentes que comienzan bien se ven obstaculizados. Sus gracias languidecen, sus ansias reviven, Satanás lo atormenta con las tentaciones adecuadas, el mundo recupera su dominio; él trae culpa en su conciencia, angustia en su corazón, desacredita su carácter y reprocha el evangelio. Aunque puede tener fuertes reproches y estar tan recuperado que no perecerá, tendrá que lamentarse profundamente por su locura durante los días que le quedan; y sobre su lecho de muerte para llorar por las oportunidades de glorificar a Dios y servir a la iglesia que ha perdido. No podemos tener comunión con los enemigos de Dios dentro de nosotros o alrededor de nosotros, sino para nuestro dolor; Por lo tanto, nuestra única sabiduría es mantener una guerra incesante contra ellos.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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