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Isaías 38 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Isaías 38

1 En aquellos días enfermó Ezequías de enfermedad mortal, y el profeta Isaías, hijo de Amos, fue a verle, y le dijo: Así dice Yahvé: Dispon de tu casa, porque vas a morir, no curarás.

2 Ezequías volvió su rostro cara a la pared, dirigiendo a Yahvé esta plegaria:

3 ¡Ay Yahvé! acuérdate, te suplico, de que he andado delante de ti con fidelidad e íntegro corazón y que he hecho lo que era bueno a tus ojos. Y se puso a sollozar Ezequías con gran llanto.

4 Y fue palabra de Yahvé a Isaías, diciéndole:

5 Vete y di a Ezequías: Así habla Yahvé, el Dios de tu padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí que voy a añadir a tus días quince años más.

6 Y de la mano del rey de Asiría yo te libraré a ti y a esta ciudad, y yo protegeré a esta ciudad.

7 Y ésta será la señal para ti de parte de Yahvé de que cumplirá Yahvé esta palabra que he dicho:

8 He aquí que haré retroceder la sombra diez grados, los grados que el sol ha descendido en el cuadrante de Acaz. Y retrocedió el sol diez grados que había descendido.

9 Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando enfermó y curó de su enfermedad:

10 Yo dije: En la tranquilidad de mis días, voy a caminar hacia las puertas del “seol,” privado del resto de mis años. Y dije: Ya no veré más a Yahvé en la tierra de los vivientes ni contemplaré más al hombre entre los moradores del mundo;'

11 (TEXTO OMITIDO)

12 mi morada es arrancada, arrebatada de mí, como tienda de pastores. Como un tejedor ha enrollado mi vida y la separa de su trama.

13 Día y noche me consumes, grito hasta la mañana, pues como león quebranta todos mis huesos.

14 Día y noche me consumes, chillo como golondrina, gimo como paloma. Mis ojos se consumen mirando a lo alto. ¡Oh Yahvé! estoy angustiado; sal fiador por mí.'

15 ¿Qué voy a decir yo? Ya me ha dicho El, y ha hecho; caminaré lentamente todos mis años en la amargura de mi alma.'

16 Señor, sobre ellos viven, y a todos, entre ellos, la vida de mi espíritu. Tú me curas y me haces vivir.

17 He aquí que en paz se me ha tornado la amargura y has preservado mi alma del hoyo de la corrupción, porque has echado a tu espalda todos mis pecados.

18 Pues no te alaba el “seol,” ni te celebra la muerte, ni los que descienden a la fosa esperan en tu fidelidad.

19 Los vivos, los vivos te alaban como yo hoy; el padre da a conocer a los hijos tu fidelidad.'

20 Yahvé, (apresúrate) a salvarme, y pulsaremos nuestras arpas todos los días de nuestra vida en la casa de Yahvé.

21 Y dijo Isaías: Tomen una torta de higos y friccionen sobre la úlcera, y curará.

22 Y dijo Ezequías: ¿Cuál es la señal de que subiré al templo de Yahvé?

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Isaías 38

Isaías 38 - Introducción

* La enfermedad y la recuperación de Ezequías. (1-8) Su acción de gracias. (9-22)

Isaías 38:1-8

1-8 Cuando oramos en nuestra enfermedad, aunque Dios no nos envió una respuesta como la que envió aquí a Ezequías, sin embargo, si por su Espíritu nos pide que confiemos, nos asegura que nuestros pecados son perdonados, y que , si vivimos o morimos, seremos suyos, no rezamos en vano. Ver 2 Reyes 20:1.

Isaías 38:9-22

9-22 Tenemos aquí la acción de gracias de Ezequías. Nos conviene recordar las misericordias que recibimos en la enfermedad. Ezequías registra la condición en que se encontraba. Se detiene en esto; Ya no veré más al Señor. Un buen hombre no desea vivir para ningún otro fin que no sea el de servir a Dios y tener comunión con él. Nuestra residencia actual es como la de un pastor en su cabaña, un alojamiento pobre, malo y frío, y con una confianza comprometida con nuestro cargo, como lo ha hecho el pastor. Nuestros días se comparan con la lanzadera del tejedor, Job 7:6, pasando y volviendo a pasar muy rápidamente, cada lanzamiento deja un hilo detrás; y cuando termina, la pieza se corta, se saca del telar y se muestra a nuestro Maestro para ser juzgado. Un buen hombre, cuando su vida se corta, sus preocupaciones y fatigas se cortan con ella, y él descansa de sus labores. Pero nuestros tiempos están en la mano de Dios; él ha designado lo que será la longitud de la pieza. Cuando estamos enfermos, somos muy aptos para calcular nuestro tiempo, pero aún estamos en incertidumbre. Debería preocuparnos más cómo nos pondremos a salvo en otro mundo. Y cuanto más sepamos de la bondad amorosa de Dios, más lo amarán nuestros corazones y vivirán para él. Fue en amor a nuestras pobres almas que Cristo los libró. El perdón no hace que el pecado no haya sido pecado, sino que no sea castigado como se merece. Es agradable pensar en nuestras recuperaciones de la enfermedad, cuando las vemos fluir del perdón del pecado. La oportunidad de Ezequías de glorificar a Dios en este mundo, hizo el negocio, el placer y el final de la vida. Siendo recuperado, decide abundar en alabar y servir a Dios. Las promesas de Dios no son eliminar, sino acelerar y alentar el uso de los medios. Se da vida y salud para que podamos glorificar a Dios y hacer el bien.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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