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Ezequiel 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ezequiel 4

1 Tú, hijo de hombre, toma una tableta de arcilla y póntela delante” Traza en la tableta el plano de una ciudad, Jerusalén.

2 Pon contra ella cerco, alza contra ella torres, haz vallado, asienta campamento delante de ella y pon contra ella arietes en derredor.

3 Toma luego una plancha de hierro y ponía como muro de hierro entre ti y la ciudad, y dirige a ella tus miradas. El cerco será estrecho, y lo estrecharás cada vez más. Es señal para la casa de Israel.

4 Échate después sobre tu lado izquierdo y pon sobre él las maldades de la casa de Israel. Tantos días como sobre él yazcas, expiarás en ti la iniquidad suya.

5 Los años de su expiación te los computo a ti por días: ciento noventa días expiarás las iniquidades de la casa de Israel.

6 Acabados éstos, te echarás del lado derecho para expiar a su vez las iniquidades de la casa de Judá por cuarenta días, computándote cada día por un año.

7 Dirigirás tus miradas contra el muro de Jerusalén, tendiendo el brazo y profetizando contra ella.

8 Yo te ataré con cuerdas para que no puedas volverte de un lado al otro mientras no se cumplan los días de tu atadura.

9 Toma también trigo, cebada, habas, lentejas, mijo, avena, y ponió en una misma vasija, y haz de ellos tu alimento durante los días que estés echado de este o del otro lado.

10 Lo que para comer tomes será de veinte siclos de peso por día, que es lo que comerás de un día al otro.

11 También el agua la beberás medida, un sexto de “hin,” que te servirá de bebida de un día a otro.

12 Comerás pan de cebada, que cocerás en rescoldo de excrementos humanos y a la vista de esas gentes.

13 Y me dijo Yahvé: Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo en medio de las gentes a las cuales les arrojaré.

14 ¡Ah Señor! exclamé yo: mi alma no se ha contaminado nunca; desde mi adolescencia hasta hoy no comí mortecino ni despedazado, y jamás entró en mi boca carne inmunda.'

15 El me respondió: Mira, te concedo que, en vez de estiércol humano, tomes estiércol de bueyes para cocer con él tu pan.

16 Y añadió: Hijo de hombre, yo voy a quebrantar en Jerusalén el sustento del pan; comerán el pan por peso y con angustia y beberán el agua tasada y con turbación,'

17 para que, faltándoles el pan y el agua, desfallezcan los unos con los otros y se consuman en su iniquidad.

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Ezequiel 4

Ezequiel 4 - Introducción

* El asedio de Jerusalén. (1-8) La hambruna que sufrirían los habitantes. (9-17)

Ezequiel 4:1-8

1-8 El profeta debía representar el asedio de Jerusalén por medio de signos. Debía permanecer acostado sobre su lado izquierdo durante varios días, supuestamente igual a los años desde el establecimiento de la idolatría. Todo lo que el profeta presenta ante los hijos de su pueblo, sobre la destrucción de Jerusalén, es mostrar que el pecado es la causa provocadora de la ruina de esa ciudad que alguna vez floreció.

Ezequiel 4:9-17

9-17 El pan, que era el soporte de Ezequiel, debía estar hecho de grano grueso y pulso mezclado, rara vez se usaba excepto en tiempos de escasez urgente, y de esto solo debía tomar una pequeña cantidad. Así se calculó el extremo al que los judíos debían ser reducidos durante el asedio y el cautiverio. Ezequiel no suplica, Señor, desde mi juventud me criaron con delicadeza y nunca me acostumbré a algo así; pero que había sido educado concienzudamente y que nunca había comido nada prohibido por la ley. Será cómodo cuando nos vean obligados a sufrir dificultades, si nuestros corazones pueden ser testigos de que siempre hemos tenido cuidado de evitar incluso la apariencia del mal. Vea qué obra de trabajo hace el pecado y reconozca la justicia de Dios aquí. Habiendo abusado de ellos hasta el lujo y el exceso, fueron justamente castigados por la hambruna. Cuando los hombres no sirven a Dios con alegría en la abundancia de todas las cosas, Dios los hará servir a sus enemigos en la falta de todas las cosas.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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