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Ezequiel 21 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ezequiel 21

1 Y fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

2 Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia el sur y derrama la palabra sobre el mediodía. Profetiza contra el bosque del campo del Negueb,

3 y di al bosque del Negueb: Oye la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro del mediodía al septentrión,

4 y verá toda carne que yo soy Yahvé, quien lo encendió. No se apagará.

5 Dije yo: ¡Oh Señor, Yahvé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un trovador de parábolas?

6 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

7 Hijo de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel

8 y di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío,'

9 pues para eso saldrá mi espada de la vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión,

10 y sabrá toda carne que yo soy Yahvé, que he desenvainado mi espada y no volverá a la vaina,

11 y tú, hijo de hombre, gime con quebranto de ríñones y amargura, gime a la vista suya.

12 Y cuando te digan: ¿Por qué gimes? diles: Por una noticia que, cuando llegue, se derretirá todo corazón, desmayarán todas las manos, todas las almas se consternarán y todas las rodillas se disolverán como agua. Ya viene, ya se cumple, dice el Señor, Yahvé.

13 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

14 Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Di: ¡La espada! ¡La espada! Está afilada y bruñida.

15 Afilada para degollar, bruñida para fulgurar como el rayo.

16 La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos de un degollador.

17 Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre todos los príncipes de Israel. Caen a la espada juntamente con mi pueblo. ¡Hiere, pues, tus muslos!

18 Porque es una prueba, y ¿qué si el cetro menospreciador no existe? oráculo del Señor, Yahvé.

19 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza batiendo una palma contra otra. Se duplicará la espada, se triplicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los amenaza.'

20 Para que se encojan los corazones i y se multiplique el estrago, sobre todas sus puertas he puesto el espanto de la espada. ¡Ah! ¡Bruñida para fulgurar, afilada para degollar!

21 Taja a derecha, raja a izquierda, adondequiera que te vuelvas.

22 Y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira. Yo, Yahvé, he hablado.

23 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

24 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va.

25 Traza un camino por donde vaya la espada a Rabat de los hijos de Amón, y otro por donde vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén.

26 Porque el rey de Babilonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar, augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los “terafim,” por el examen de las entrañas.

27 El augurio ha señalado la derecha, Jerusalén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado.

28 Para ellos, éstos son presagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su iniquidad, y serán cogidos en el lazo.'

29 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber traído a la memoria vuestra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y vuestros pecados en todas vuestras acciones, puesto que os jactáis, seréis entregados a su mano.

30 Y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad.

31 Así dice Yahvé: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! Eso no será más. Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto.

32 ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las reduciré! y no serán más mientras no venga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré.

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Ezequiel 21

Ezequiel 21 - Introducción

* La ruina de Judá bajo el emblema de una espada afilada. (1-17) Se describe el enfoque del rey de Babilonia. (18-27) la destrucción de los amonitas. (28-32)

Ezequiel 21:1-17

1-17 Aquí hay una explicación de la parábola en el último capítulo. Se declara que el Señor estaba a punto de cortar Jerusalén y toda la tierra, para que todos supieran que era su decreto contra un pueblo malvado y rebelde. A los que denuncian la horrible ira de Dios contra los pecadores les corresponde demostrar que no desean el día de la fe. El ejemplo de Cristo nos enseña a lamentarnos por aquellos cuya ruina declaramos. Cualesquiera que sean los instrumentos que Dios use para ejecutar sus juicios, los fortalecerá de acuerdo con el servicio en el que estén empleados. La espada brilla ante el terror de aquellos contra quienes está desenvainada. Es una espada para los demás, una vara para el pueblo del Señor. Dios es sincero al pronunciar esta oración, y el profeta debe mostrarse sinceramente al publicarla.

Ezequiel 21:18-27

18-27 Por el Espíritu de profecía, Ezequiel previó la marcha de Nabucodonosor desde Babilonia, que determinaría por adivinación. El Señor derrocaría el gobierno de Judá, hasta la venida de Aquel de quien es el derecho. Esto parece predecir los volcamientos de la nación judía hasta nuestros días, y los problemas de los estados y reinos, que darán paso al establecimiento del reino del Mesías en toda la tierra. El Señor en secreto lleva a todos a adoptar sus sabios diseños. Y en medio de las más tremendas advertencias de ira, todavía escuchamos de misericordia, y alguna mención de Él a través de quien la misericordia se muestra a los hombres pecadores.

Ezequiel 21:28-32

28-32 Los adivinos de los amonitas hicieron falsas profecías de victoria. Nunca recuperarían su poder, pero con el tiempo serían completamente olvidados. Seamos agradecidos de ser empleados como instrumentos de misericordia; usemos nuestra comprensión para hacer el bien; y mantengámonos alejados de los hombres que solo son hábiles para destruir.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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