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Esdras 9 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esdras 9

1 Después de todo esto se me acercaron los jefes, diciendo: “El pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no han estado apartados de las gentes de esta tierra e imitan sus abominaciones las de los cananeos, jéteos, fereceos, jebuseos, amonitas, moa-bitas, egipcios y amorreos;'

2 pues han tomado de entre ellos mujeres para sí y para sus hijos y han mezclado su raza santa con la de las gentes de esta tierra. Los jefes y magistrados han sido los primeros en cometer este pecado.”

3 Al oír esto rasgué mis vestiduras, mi manto, y me arranqué cabellos de mi cabeza y de mi barba, y me senté desolado.

4 Juntáronse conmigo todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel por la prevaricación de los hijos de la cautividad. Yo estuve desolado hasta el sacrificio de la tarde;'

5 y luego, al tiempo de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación y, con mis vestidos y mi manto rasgados, póstreme de rodillas y, tendiendo a Yahvé, mi Dios, mis manos, dije:

6 ¡Dios mío! Estoy confuso y avergonzado, Dios mío, y no me atrevo a levantar a ti mi rostro, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestra cabeza, y nuestros delitos suben hasta el cielo.

7 Desde los días de nuestros padres hasta hoy hemos sido muy culpables; y por nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a las manos de los reyes extranjeros, a la espada, a la cautividad, al saqueo, a la vergüenza que cubre nuestro rostro.'

8 “Con todo, Yahvé, nuestro Dios, acaba de hacer con nosotros misericordia, dejándonos un resto de libertad y dándonos refugio en su lugar santo, para hacer brillar nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre;'

9 porque esclavos somos pero, en medio de nuestra esclavitud, Dios no nos ha abandonado. Nos ha conciliado la benevolencia de los reyes de Persia conservándonos la vida para que pudiéramos edificar la casa de nuestro Dios, levantando sus ruinas y dándonos un refugio seguro en Judá y en Jerusalén. “

10 ¿Qué podemos, pues, decir después de todo esto, oh Dios nuestro? Pues hemos abandonado tus mandamientos,

11 los que nos prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: “La tierra que vais a poseer es una tierra manchada por las abominaciones de los pueblos de esas regiones, que del uno al otro cabo la han llenado de sus inmundicias;'

12 no deis vuestras hijas a sus hijos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos, ni os cuidéis nunca de su prosperidad ni de su bienestar, y así vendréis a ser fuertes y comeréis lo mejor de los frutos de la tierra, y la dejaréis a vuestros hijos en heredad para siempre.”

13 Después de todo lo que nos ha sucedido por nuestras maldades y grandes pecados que hemos cometido, porque tú, Dios nuestro, no nos has castigado en proporción de nuestras iniquidades,

14 ¿vamos a comenzar de nuevo a traspasar tus mandamientos, a emparentar con esos pueblos abominables? ¿No se ensañaría contra nosotros tu cólera hasta destruirnos del todo, sin dejar ni resto ni escape?

15 Yahvé, Dios de Israel: Tú eres justo, pues que hemos quedado hoy un resto de escapados. Henos aquí ante ti como culpables, sin poder por eso permanecer en tu presencia.”

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Esdras 9

Esdras 9 - Introducción

* Ezra llora por la conducta de los judíos. (1-4) La confesión de pecados de Ezra. (5-15)

Esdras 9:1-4

1-4 Muchas corrupciones acechan fuera de la vista de los gobernantes más cuidadosos. Algunas de las personas desobedecieron el mandato expreso de Dios, que prohibía todos los matrimonios con los paganos, Esdras 9:7. La incredulidad de la suficiencia de Dios está en el fondo de los lamentables cambios que hacemos para ayudarnos a nosotros mismos. Se expusieron a sí mismos y a sus hijos al peligro de la idolatría, que había arruinado su iglesia y nación. Los profesores carnales pueden burlarse de tales conexiones y tratar de explicar las exhortaciones para separarse; pero aquellos que están mejor familiarizados con la palabra de Dios, tratarán el tema de otra manera. Deben presagiar lo peor de tales sindicatos. Los males perdonaron, e incluso suplicaron; por muchos profesores, asombran y causan pesar en el verdadero creyente. Todos los que profesan ser el pueblo de Dios deben fortalecer a los que aparecen y actúan contra el vicio y la blasfemia.

Esdras 9:5-15

5-15 El sacrificio, especialmente el sacrificio de la tarde, fue un tipo del bendito Cordero de Dios, quien en la tarde del mundo, debía quitar el pecado por el sacrificio de sí mismo. El discurso de Ezra es una confesión penitente de pecado, el pecado de su pueblo. Pero que esto sea el consuelo de los verdaderos penitentes, que aunque sus pecados lleguen a los cielos, la misericordia de Dios está en los cielos. Ezra, hablando de pecado, habla como uno muy avergonzado. La vergüenza santa es tan necesaria en el arrepentimiento verdadero como la tristeza santa. Ezra habla tanto asombrado. Los descubrimientos de la culpa causan asombro; cuanto más pensamos en el pecado, peor se ve. Di: Dios, sé propicio a mí, pecador. Ezra habla como uno muy asustado. No hay un presagio de ruina más seguro o más triste que recurrir al pecado, después de grandes juicios y grandes liberaciones. Cada uno en la iglesia de Dios tiene que preguntarse si no ha agotado la paciencia del Señor y ha traído la destrucción sobre sí mismo. ¿Cuál debe ser entonces el caso de los impíos? Pero aunque el verdadero penitente no tiene nada que defender en su propio nombre, el Abogado celestial aboga por él con la mayor fuerza.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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