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2 Reyes 19 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Reyes 19

1 Cuando Ezequías lo oyó, rasgó sus vestiduras, se cubrió de saco y fue a la casa de Yahvé.

2 Mandó a Eliaquín, mayordomo del palacio del rey; a Sobna, secretario, y a los sacerdotes más ancianos, cubiertos de saco, al profeta Isaías, hijo de Amos,'

3 para que le dijeran: “Así habla Ezequías: Hoy es día de angustia, de castigo y de oprobio, como si los hijos estuvieran para salir del seno de sus madres y no hubiera fuerza para el alumbramiento.

4 ¿No habrá oído Dios las palabras del copero mayor, que el rey de Asiría, su señor, ha mandado para insultar al Dios vivo, y dejará Yahvé, tu Dios, de castigar las palabras que ha oído? Haz, pues, subir a El una plegaria por el resto que aún queda.”

5 Los servidores del rey Ezequías fueron a Isaías,

6 e Isaías les dijo: “He aquí lo que diréis a vuestro señor: Así habla Yahvé: No te asusten las palabras que has oído, con las que los servidores del rey de Asiría me han ultrajado.

7 Yo voy a paner sobre él un espíritu tal, que, al oír una noticia que recibirá, se volverá luego a su tierra, y allí, en su tierra, yo le haré morir a espada.”

8 El copero mayor se retiró y se vio con el rey de Asiría, que estaba atacando a Libna, pues se le dijo que se había retirado de Laquis.

9 Diéronle noticia de Taraca, rey de Etiopía, diciendo: “Se ha puesto en marcha para atacarte.” El rey de Asiría mandó entonces de nuevo mensajeros a Ezequías, diciendo:

10 “Hablad así a Ezequías, rey de Judá: Que tu Dios, en quien confías, no te engañe, diciendo: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiría.

11 Bien sabéis lo que los reyes de Asiría han hecho con todos los pueblos y cómo los han destruido, ¿y vas a librarte tú?

12 Los dioses de los pueblos que mis padres han destruido, ¿los libraron en Gozan, Harán, Resef, y libraron a los hijos de Edén, que habitan en Telasar?

13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarvaím, de Ana y de A va?”

14 Ezequías tomó las cartas de manos de los mensajeros y las leyó. Luego subió a la casa de Yahvé, y las desplegó ante Yahvé,

15 a quien hizo esta plegaria: “Yahvé Dios de Israel, que te sientas sobre los querubines; tú, que eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra; tú, que has hecho los cielos y la tierra, ¡oh Yahvé!'

16 inclina tu oído y escucha. Abre, ¡oh Yahvé! tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios vivo.

17 Es verdad, ¡oh Yahvé! que los reyes de Asiría han destruido pueblos y asolado tierras

18 y que han quemado sus dioses; pero ésos no eran dioses, eran obra de la mano del hombre, leño y piedra, y ellos los aniquilaron.'

19 Líbranos, pues, Yahvé, Dios nuestro, líbranos de la mano de Senaquerib, y que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú eres Dios, ¡oh Yahvé!”

20 Entonces Isaías, hijo de Amos, mandó a decir a Ezequías: “Así habla Yahvé, Dios de Israel: He escuchado la plegaria que tú me has dirigido a causa de Senaquerib, rey de Asiría.

21 He aquí la palabra que Yahvé ha pronunciado contra él: Te desprecia y se burla de ti, virgen hija de Sión; Detrás de ti El mueve la cabeza, hija de Jerusalén.'

22 ¿A quién has insultado y ultrajado tú? ¿Contra quién has alzado tu voz? ¿Contra quién alzaste tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!

23 Por tus mensajeros has ultrajado al Señor y has dicho: Con el poder de mis carros subo yo a las altas montañas, a las cimas del Líbano; Derribo los altos cedros, los selectos cipreses; Penetro en los más remotos lugares, en los más espesos bosques.'

24 Yo alumbro las aguas extranjeras para refrescarme con ellas. Y con la planta de mi pie seco todos los ríos de Egipto.

25 ¿No lo has oído tú? Desde mucho ha lo he preparado yo; Desde muy antiguo lo he planeado yo, y ahora lo realizo; Que sirva para reducir a montones de ruinas las ciudades fortificadas.'

26 Sean sus habitantes reducidos a la impotencia, aterrorizados y confusos. Como la hierba de los campos, como la hierba tierna, Como las hierbas de los tejados, como el pasto quemado por el viento solano.

27 Yo sé muy bien cuándo te levantas y cuándo te sientas, y cuándo vienes y cuándo vas.

28 Porque te has enfurecido contra mí y han llegado a mis oídos tus bravatas, Por eso yo pondré mi anillo en tus narices y mi freno en tus labios. Y te haré volver por el camino que has traído.

29 Y he aquí lo que te servirá de señal: Este año se comerá lo que retoñe, y el año que viene lo que de sí brote. Pero al tercer año sembrarás, y cosecharás; plantaréis viñas, y comeréis su fruto,'

30 Pues el resto de la casa de Judá que se salve y quede echará raíces por debajo y dará frutos por arriba.

31 Porque saldrá de Jerusalén un resto, y de la montaña de Sión los escapados, Y el celo de Yahvé hará esto.

32 Por eso, así dice Yahvé del rey de Asiría: No entrará él en esta ciudad, ni meterá en ella una mecha, Ni la acordonará con escudos, ni alzará contra ella empalizadas.

33 Se volverá por el camino por donde ha venido. No entrará en esta ciudad. Palabra de Yahvé.

34 Yo protegeré esta ciudad y la salvaré por amor de mí y por amor de David, mi siervo.”

35 Aquella misma noche salió el ángel de Yahvé e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres; y al levantarse por la mañana, todos eran muertos.'

36 Entonces Senaquerib, rey de Asiría, levantó el campo y partió; se volvió y se quedó en Nínive.'

37 Mientras estaba prosternado en el templo de Nisroc, su dios, Adramelec y Sarasar, sus hijos, le hirieron con la espada y huyeron a la tierra de Ararat. Su hijo Asaradón reinó en su lugar.

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2 Reyes 19

2 Reyes 19 - Introducción

* Ezequías recibe una respuesta de paz. (1-7) Carta de Senaquerib. (8-19) Su caída está profetizada. (20-34) El ejército asirio destruido, Senaquerib asesinado. (35-37)

2 Reyes 19:1-7

1-7 Ezequías descubrió una profunda preocupación por el deshonor hecho a Dios por la blasfemia del Rabsaces. Aquellos que nos hablan de Dios, debemos de una manera particular querer hablarle a Dios por nosotros. El gran profeta es el gran intercesor. Es probable que prevalezcan con Dios, que levanta sus corazones en oración. La extremidad del hombre es la oportunidad de Dios. Si bien sus siervos no pueden hablar más que terror a los profanos, los orgullosos y los hipócritas, tienen palabras cómodas para el creyente desanimado.

2 Reyes 19:8-19

8-19 La oración es el recurso inagotable del cristiano tentado, ya sea luchando con dificultades externas o enemigos internos. En el propiciatorio de su Todopoderoso Amigo, abre su corazón, extiende su caso, como Ezequías, y hace su llamamiento. Cuando puede discernir que la gloria de Dios está comprometida de su lado, la fe gana la victoria, y se regocija de que nunca será conmovido. Las mejores súplicas en oración son tomadas del honor de Dios.

2 Reyes 19:20-34

20-34 Todos los movimientos de Senaquerib estaban bajo el conocimiento Divino. Dios mismo se compromete a defender la ciudad; y esa persona, ese lugar, no puede sino estar a salvo, lo cual se compromete a proteger. La invasión de los asirios probablemente había impedido sembrar la tierra ese año. Se supone que el siguiente fue el año sabático, pero el Señor se comprometió a que el producto de la tierra debería ser suficiente para su apoyo durante esos dos años. Como el cumplimiento de esta promesa debía ser después de la destrucción del ejército de Senaquerib, fue una señal de la fe de Ezequías, asegurándole la liberación actual, como un ferviente cuidado futuro del Señor del reino de Judá. Esto lo haría el Señor, no por su justicia, sino por su propia gloria. Que nuestros corazones sean un buen terreno, para que su palabra pueda echar raíces en él y dar fruto en nuestras vidas.

2 Reyes 19:35-37

35-37 Esa noche que siguió al envío de este mensaje a Ezequías, el cuerpo principal de su ejército fue asesinado. Mira cuán débiles son los hombres más poderosos ante Dios Todopoderoso. ¿Quién se endureció contra Él y prosperó? Los propios hijos del rey de Asiria se convirtieron en sus asesinos. ¿Aquellos cuyos hijos son indignos, deberían considerar si no lo han sido para su Padre en el cielo? Esta historia exhibe una fuerte prueba del bien de la firme confianza y la confianza en Dios. Afligirá, pero no abandonará a su pueblo. Está bien cuando nuestros problemas nos ponen de rodillas. ¿Pero no reprende nuestra incredulidad? ¡Qué poco dispuestos estamos a descansar en la declaración de Jehová! ¡Qué ansioso saber de qué manera nos salvará! ¡Qué impaciente cuando se retrasa el alivio! Pero debemos esperar a que se cumpla su palabra. Señor, ayuda a nuestra incredulidad.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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