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2 Crónicas 25 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Crónicas 25

1 Veinticinco años tenía Amasias cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén; su madre se llamaba Jehoadán, de Jerusalén.'

2 Hizo lo recto a los ojos de Yahvé, pero no con un corazón perfecto del todo.

3 Luego que se afirmó en el trono, dio muerte a los siervos que habían asesinado a su padre,

4 pero no mato a sus hijos, conforme a lo que esta escrito en la Ley, en el libro de Moisés, donde manda Yahvé “No morirán los padres por los hijos ni los hijos por los padres sino que cada uno morirá por su pecado.”

5 Reunió Amasias a Judá y constituyó, según las casas paternas, jefes de millares y de centenas por todas las ciudades de Judá y Benjamín. Hizo el censo desde los veinte años arriba, y fueron hallados trescientos mil aptos para la guerra, armados de lanza y escudo.

6 Tomó de Israel a sueldo cien mil hombres valientes por cien talentos de plata.

7 Vino a él un hombre de Dios y le dijo: “¡Oh rey! que no vaya contigo el ejército de Israel, pues no está Yahvé con Israel, con todos esos hijos de Efraím.

8 Si vas con ellos, aunque tú hagas en el combate esfuerzos de valor, Dios te hará caer ante el enemigo, porque tiene Dios poder para levantar y para derribar.”

9 Amasias dijo entonces al hombre de Dios: “¿Qué será, pues, de los cien talentos que he entregado a las tropas de Israel?” Y el hombre de Dios le respondió: “Mucho más que eso puede darte Yahvé.”

10 Entonces Amasias apartó la tropa que había venido de Efraím, para que se volvieran a sus casas; ellos se irritaron fuertemente contra Judá y se volvieron a sus casas enfurecidos.'

11 Amasias se esforzó, y a la cabeza de su pueblo vino al valle de la Sal y deshizo a diez mil hombres de los hijos de Seír.

12 Los hijos de Judá apresaron vivos a diez mil, y, llevándolos a la cresta de una roca, los despeñaron, y todos se hicieron pedazos.

13 Los de la tropa que Amasias había despedido para que no fuesen con él a la guerra se derramaron por las ciudades de Judá desde Samaría hasta Betorón, y mataron a tres mil personas y tomaron muchos despojos.

14 Al regresar Amasias de la derrota de los edomitas, trajo también consigo los dioses de los hijos de Seír y se los puso por dioses, prosternándose ante ellos y quemándoles perfumes.

15 Encendióse el furor de Yahvé contra Amasias, y le mandó un profeta, que le dijo: “¿Por qué has buscado los dioses de esas gentes, que no pudieron librar a su pueblo de tus manos?”

16 Cuando esto le dijo el profeta, respondió él: “¿Y quién te ha hecho a ti consejero del rey? Quítate de ahí. ¿Es que quieres que te haga azotar?” El profeta se retiró, diciendo: “Yo sé que Dios ha decretado destruirte por haber hecho eso y no haber escuchado mi advertencia.”

17 Amasias, después de haber tenido consejo, mandó a decir a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: “Ven, que nos veamos las caras.”

18 Entonces Joás, rey de Israel, envió a decir a Amasias, rey de Judá: “El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Da tu hija por mujer a mi hijo. pero vinieron las fieras del Líbano, pisaron y hollaron el cardo.

19 Tu te dices: He derrotado a Edom; y tu corazón se ha ensoberbecí-do. Quédate en tu casa. ¿Para qué has de meterte en una empresa desgraciada que será tu ruina y la ruina de Judá?”

20 pero Amasias no le escuchó, porque había resuelto Dios entregarle en sus manos por haber buscado a los dioses de Edom.

21 Subió pues, Joás, rey de Israel, y viéronse las caras él y Amasias, rey de Judá, en Betsames, que está en Judá;'

22 y cayó Judá delante de Israel y huyeron cada uno a su casa.

23 Joás, rey de Israel, apresó en Betsames a Amasias, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y le llevó a Jerusalén, donde abrió una brecha de cuatrocientos codos desde la puerta de Efraím hasta la puerta de la esquina.

24 Tomó el oro y la plata y todos los vasos sagrados que había en la casa de Dios al cuidado de Obededom, y los tesoros del palacio real, y a los rehenes, y se volvió a Samaría.

25 Amasias, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel.

26 El resto de los hechos de Amasias, los primeros y los postreros, ¿no está escrito en el libro de los reyes do Judá y de Israel?

27 Después que Amasias se apartó de Yahvé, tramaron una conjuración contra él en Jerusalén; y como huyera a Laquis, mandaron tras él a Laquis los conjurados, y le mataron allí.'

28 Trajéronle en caballos y le sepultaron con sus padres en la ciudad de David.

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2 Crónicas 25

2 Crónicas 25 - Introducción

* Amasías, rey de Judá. (1-13) Amasías adora a los ídolos de Edom. (14-16) desafío imprudente de Amasías. (17-28)

2 Crónicas 25:1-13

1-13 Amasías no era enemigo de la religión, sino un amigo genial e indiferente. Muchos hacen lo que es bueno, pero no con un corazón perfecto. La precipitación hace el trabajo para el arrepentimiento. Pero la obediencia de Amasías al mandato de Dios fue para su honor. Una creencia firme de la suficiencia de Dios para soportar nuestro deber, y para compensar todas las pérdidas y daños sufridos en su servicio, hará que su yugo sea muy fácil y su carga muy ligera. Cuando se nos llama a separarnos de algo para Dios y nuestra religión, debería satisfacernos, que Dios puede darnos mucho más que esto. Los pecadores convencidos, que no tienen fe verdadera, siempre se oponen a la obediencia abnegada. Son como Amasías; Ellos dicen: ¿Pero qué haremos por los cien talentos? ¿Qué haremos si al santificar el día de reposo perdemos tantos buenos clientes? ¿Qué haremos sin esta ganancia? ¿Qué haremos si perdemos la amistad del mundo? Muchos se esfuerzan por calmar sus conciencias con el pretexto de que las prácticas prohibidas son necesarias. La respuesta es, como aquí, que el Señor puede darte mucho más que esto. Él compensa, incluso en este mundo, todo lo que se abandona por su bien.

2 Crónicas 25:14-16

14-16 Adorar a los dioses de aquellos a quienes Amasías había conquistado, que no podían ayudar a sus propios adoradores, era el mayor absurdo. Si los hombres consideraran cuán incapaces son todas esas cosas para ayudarlos, a los que recurren cada vez que abandonan a Dios, no serían tan enemigos de sí mismos. La reprensión que Dios envió por un profeta fue demasiado justa para ser respondida; sí mismos. La reprensión que Dios envió por un profeta fue demasiado justa para ser respondida; pero se le ordenó no decir una palabra más. El pecador seguro se regocija por haber silenciado a sus reprobadores y monitores; pero que viene de eso? Los que son sordos a la reprensión, están madurando para la destrucción.

2 Crónicas 25:17-28

17-28 Nunca fue un príncipe orgulloso más mortificado que Amasías por Joás rey de Israel. El orgullo de un hombre lo deprimirá, Proverbios 29:23; va antes de su destrucción, y merecidamente la provoca. El que se enaltece a sí mismo será humillado. El que se apresura a luchar, no sabrá qué hará al final, cuando su vecino lo avergüence, Proverbios 25:8. ¿Y qué somos cuando ofrecemos establecer nuestra propia justicia, o presumimos justificarnos ante el Dios Altísimo, pero cardos despreciables, que se imaginan cedros majestuosos? Y no son varias tentaciones, ¿no es toda corrupción, una bestia salvaje del desierto, que pisoteará la miserable jactancia y pisoteará sus arrogantes pretensiones? El orgullo de un hombre lo derribará; su ruina puede ser fechada por su alejamiento del Señor.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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