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2 Crónicas 6 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Crónicas 6

1 Entonces dijo Salomón: “Yahvé ha dicho que habitaría en la oscuridad,

2 y yo he edificado una casa de morada para que El la habite para siempre.”

3 Luego el rey, volviéndose a toda la asamblea, la bendijo estando toda en pie;'

4 y prosiguió: “Bendito Yahvé, Dios de Israel, que ha cumplido lo que por su boca prometió a David, mi padre, diciendo:

5 Desde que saqué de Egipto a mi pueblo, ninguna ciudad elegí de las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni elegí varón que fuese príncipe de mi pueblo, Israel;'

6 pero elegí a Jerusalén para que en ella esté mi nombre, y elegí a David para que esté a la cabeza de mi pueblo, Israel.

7 David, mi padre, tuvo el propósito de edificar casa al nombre de Yahvé, Dios de Israel;'

8 pero Yahvé dijo a David, mi padre: Bien has hecho en querer edificar casa a mi nombre; bueno ha sido este propósito,'

9 pero no serás tú quien edifique la casa, sino tu hijo, salido de tus entrañas; ése será quien edificará casa a mi nombre.'

10 Yahvé ha cumplido lo que dijo, pues me levanté yo en lugar de David, mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, corno Yahvé había dicho, y he edificado casa al nombre de Yahvé, Dios de Israel,

11 y he puesto en ella el arca, en la cual está el pacto de Yahvé concertado con los hijos de Israel.”

12 Púsose luego Salomón delante del altar de Yahvé, en presencia de toda la asamblea de Israel; y tendiendo sus manos'

13 — pues había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, otro tanto de ancho y tres de alto, que había mandado poner en medio del templo — y puesto en pie, arrodillándose luego, vuelto a toda la muchedumbre y alzando las manos al cielo, dijo:

14 “Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti ni en el cielo ni en la tierra; tú guardas la alianza y la misericordia a tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón;'

15 otorgaste a David, mi padre, todo cuanto le prometiste, y has puesto por obra cuanto de palabra dijiste, como lo vemos hoy.

16 Cumple, pues, ahora, Yahvé, Dios de Israel, todo cuanto a David, mi padre, tu siervo, prometiste, diciendo: No faltará de ti varón delante de mí que se siente en el trono de Israel, siempre que tus hijos guarden sus caminos, andando en mi Ley, como has andado tú delante de mí.

17 Ahora, pues, ¡oh Yahvé, Dios de Israel! que se cumpla la palabra dada a tu siervo David.

18 ¿Pero en verdad habitará Dios con el hombre en la tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo he edificado!

19 Pero atiende, ¡oh Yahvé, mi Dios! a la oración de tu siervo y a su súplica; oye el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti,'

20 y que tus ojos estén siempre abiertos sobre esta casa día y noche, sobre este lugar de que has dicho: Allí estará mi nombre;'

21 y que oigas la oración que en este lugar ora tu siervo. Oye asimismo el ruego de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar; oye tú desde lo alto de los cielos, desde el lugar de tu morada; oye y perdona.'

22 Si alguno pecare contra su prójimo, y él le pidiere que jure con juramento, y vinieren a jurar ante tu altar en esta casa,

23 óyele desde los cielos, y obra y juzga a tus siervos, dando su merecido al impío, haciendo recaer su impiedad sobre su cabeza, y justifica al justo, retribuyéndole según su justicia.

24 Cuando tu pueblo, Israel, cayere delante de sus enemigos por haber prevaricado contra ti, y, convirtiéndose, confesaren tu nombre y rogaren delante de ti en esta casa,

25 óyelos desde los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel y vuélvelos a la tierra que a ellos y a sus padres les diste.

26 Si se cerraren los cielos y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, y oraren a ti en este lugar, y confesaren tu nombre, convirtiéndose de sus pecados al afligirlos tú,

27 oye en los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y enséñales el buen camino, para que anden por él, y dales la lluvia sobre tu tierra, la que por heredad diste a tu pueblo.

28 Si hubiera hambre en la tierra, o pestilencia, o tizón, o añublo, o langosta, o pulgón, o el enemigo los cercare en su tierra, en sus ciudades, o hubiere otra cualquiera plaga o enfermedad;'

29 si un hombre, o todo Israel, hace oraciones y súplicas y, reconociendo su llaga y su dolor, tendiere sus manos hacia esta casa,

30 óyele desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdona y da a cada uno conforme a sus caminos, según su corazón; pues sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres,'

31 para que te teman y anden por tus caminos todos los días de su vida en la tierra que diste a nuestros padres.

32 Cuando el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, venido de lejanas tierras por la fama de tu nombre y de tu fuerte mano y tu tendido brazo, viniere a orar en esa casa,

33 óyele tú desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y haz lo que con clamores te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo te he edificado.

34 Si saliere tu pueblo a la guerra contra sus enemigos por el camino que les señales, y oraren a ti, hacia esta ciudad que tú has elegido, hacia la casa que a tu nombre he edi-ficado,

35 oye tú desde los cielos su oración, su ruego, y ampara su derecho.

36 Si pecaren contra ti — pues no hay hombre que no peque—, y, airado contra ellos, los entregares a sus enemigos, que los lleven cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana

37 y ellos, volviendo en sí en la tierra adonde fueren llevados cautivos, se convirtieren y oraren a ti en la tierra de su cautividad y dijeren: Hemos pecado, hemos obrado inicua e impíamente;'

38 si se convirtieren a ti de todo corazón y con toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia su tierra, la que diste a sus padres, hacia la ciudad que tú has elegido y hacia esta casa que yo he edificado a tu nombre,

39 oye tú desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y perdona a tu pueblo, que pecó contra ti.

40 Ten, pues, ¡oh Dios mío! abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración hecha en este lugar.

41 ¡Oh Yahvé, Dios! Levántate y ven a tu lugar de reposo, tú y el arca de tu majestad. Que tus sacerdotes, Yahvé, Dios, se revistan de salud, y tus santos gocen de tus bienes.

42 ¡Yahvé, Dios, no rechaces a tu ungido; acuérdate de tu misericordia con David, tu siervo!”

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2 Crónicas 6

* La reina de Saba. (1-12) las riquezas de Salomón y su muerte. (13-31)


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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