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2 Corintios 2 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Corintios 2

1 He hecho propósito de no ir otra vez a vosotros en tristeza.

2 Porque si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me alegre sino aquel que por mí se entristeció?

3 Y esto mismo os escribí para que cuando vaya no tenga que entristecerme de lo que debiera alegrarme, confiando en todos vosotros, pues mi gozo es también el vuestro.

4 Os escribí en medio de una gran tribulación y ansiedad de corazón con muchas lágrimas, no para que os entristezcáis, sino para que conozcáis el gran amor que os tengo.

5 Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino, en cierto modo para no exagerar, a todos vosotros.

6 Bástele a ése la corrección de los más,

7 pues casi habríamos de perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza.

8 Por eso os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad,

9 pues para esto os escribí, a fin de conocer vuestra virtud y vuestra obediencia.

10 Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo,

11 para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignoramos sus propósitos.

12 Habiendo ido a Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, no obstante hallar una puerta abierta en el Señor,

13 no hallé sosiego para mi espíritu por no haber encontrado allí a Tito, mi hermano; y despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.'

14 Sean dadas gracias a Dios, que en todo tiempo nos hace triunfar en Cristo, y por nosotros manifiesta en todo lugar el aroma de su conocimiento;'

15 porque somos para Dios el buen olor de Cristo, en los que se salvan y en los que se pierden;'

16 en éstos olor de muerte para muerte, en aquéllos olor de vida para vida. Y para esto, ¿quién es suficiente?

17 Porque no somos como muchos, que trafican con la palabra de Dios, sino que sinceramente, como de Dios, hablamos delante de Dios en Cristo.

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2 Corintios 2

2 Corintios 2 - Introducción

Razones por las que el apóstol no vino a Corinto. (1-4) Indicaciones sobre la restauración del infractor arrepentido. (5-11) Relato de sus trabajos y éxitos en la difusión del evangelio de Cristo. (12-17)

2 Corintios 2:1-4

1-4 El apóstol deseaba tener un encuentro alegre con ellos; y les había escrito confiando en que harían lo que era para su beneficio y su consuelo; y que, por lo tanto, se alegrarían de quitarle toda causa de inquietud. Siempre debemos dar el castigo de buena gana, incluso cuando el deber exige que se dé.

2 Corintios 2:5-11

5-11 El apóstol desea que reciban de nuevo en su comunión a la persona que había obrado mal, pues era consciente de su falta y estaba muy afligido por su castigo. Incluso el dolor por el pecado no debe incapacitar para otros deberes, y llevar a la desesperación. No sólo existía el peligro de que Satanás obtuviera ventaja, tentando al penitente a tener pensamientos duros de Dios y de la religión, y llevándolo así a la desesperación; sino también contra las iglesias y los ministros de Cristo, haciendo que los cristianos fueran mal vistos por ser implacables, creando así divisiones y obstaculizando el éxito del ministerio. En esto, como en otras cosas, debe usarse la sabiduría, para que no se culpe al ministerio de consentir el pecado por una parte, o de ser demasiado severo con los pecadores por otra. Satanás tiene muchos planes para engañar, y sabe hacer un mal uso de nuestros errores.

2 Corintios 2:12-17

12-17 Los triunfos de un creyente son todos en Cristo. Para él sean la alabanza y la gloria de todos, mientras que el éxito del evangelio es un buen motivo de alegría y regocijo para el cristiano. En los antiguos triunfos se usaban abundantes perfumes y olores dulces; así el nombre y la salvación de Jesús, como ungüento derramado, era un dulce aroma difundido en todo lugar. Para algunos, el evangelio es un olor de muerte hasta la muerte. Lo rechazan para su ruina. Para otros, el evangelio es un olor de vida para vida: así como los vivificó al principio cuando estaban muertos en delitos y pecados, así los hace más vivos, y terminará en la vida eterna. Observad las terribles impresiones que este asunto causó en el apóstol, y que también debería causar en nosotros. La obra es grande, y de nosotros mismos no tenemos ninguna fuerza; toda nuestra suficiencia es de Dios. Pero lo que hacemos en la religión, a menos que se haga con sinceridad, como a la vista de Dios, no es de Dios, no viene de él, y no llegará a él. Que nos vigilemos cuidadosamente en este asunto; y busquemos el testimonio de nuestras conciencias, bajo la enseñanza del Espíritu Santo, de que como de sinceridad, así hablamos en Cristo y de Cristo.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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