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1 Samuel 26 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1 Samuel 26

1 Vinieron los de Zif a Saúl, a Gueba, y le dijeron que David estaba en la colina de Jaquila, al mediodía del desierto;'

2 y Levantándose, bajó al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres, escogidos de Israel, al desierto de Zif, en busca de David.

3 Acampó Saúl sobre la colina de Jaquila, frente al desierto, junto al camino. David andaba por el desierto. Sabiendo David que había venido Saúl al desierto en busca suya,

4 mandó espías que le informaran que Saúl venía por el camino de Queila.

5 Levantóse y fue al campo donde acampaba Saúl y exploró el lugar donde dormía con Abner, hijo de Ner, jefe de su ejército. Dormía Saúl en la barricada, en derredor de la cual acampaba la gente.

6 Dirigiéndose, pues, a Ajimelec, jeteo, y a Abisaí, hijo de Sarvia, hermano de Joab, les dijo: “¿Quién baja conmigo al campo de Saúl?” Abisaí contestó: “Yo bajaré contigo.”

7 Llegaron David y Abisaí y encontraron a Saúl durmiendo en el medio del campamento, con la lanza clavada en tierra, junto a la cabecera. Abner y la gente dormía en torno de él.

8 Abisaí dijo a David: “Dios ha entregado hoy en tus manos a tu enemigo. Déjame que ahora mismo le atraviese con mi lanza y de un golpe le clave en la tierra; no tendré que repetir.”

9 Pero David le dijo: “No le mates. Quien pusiere su mano sobre el ungido de Yahvé, ¿quedaría impune?”

10 Y añadió: “Tan cierto como vive Yahvé que, si no le hiere él y le llega su día y muere, o muere en la guerra,

11 Yahvé me libre de poner la mano sobre su ungido. Tome la lanza y el jarro que está junto a la cabecera, y vamonos.”

12 Llevóse David la lanza y el jarro que estaban junto a la cabecera de Saúl y se fueron. Nadie los vio, ni se dio nadie cuenta de nada; nadie se despertó, todos dormían, pues había hecho caer Yahvé sobre ellos un profundo sopor.'

13 David pasó al otro lado y se puso lejos, sobre la cumbre de una colina, separándolos largo trecho,

14 y gritó a la gente y a Abner, hijo de Ner: “¡Abner! ¿No contestas?” Abner respondió: “¿Quién eres tú que así me llamas?”

15 David dijo a Abner: “¿No eres tú un valiente? ¿Quién como tú en Israel? ¿Cómo no guardas a tu rey y señor?

16 Alguien ha venido a matar al rey, tu señor. Eso no está bien. Como vive Yahvé, que mereces la muerte por no guardar a tu señor, el ungido de Yahvé. Busca la lanza y el jarro que tenía el rey junto a su cabecera.”

17 Saúl conoció la voz de David y dijo: “¿Eres tú, hijo mío, David?” David contestó: “Yo soy, ¡oh rey, mi señor!”

18 y añadió: “¿Por qué persigue el rey a su siervo? ¿Qué he hecho yo? ¿Qué crimen he cometido?

19 Si es Yahvé quien te excita contra mí, que El reciba el olor de una ofrenda; pero, si son los hombres, malditos sean de Yahvé, pues me echan ahora de mi puesto en la heredad de Yahvé, diciendo: “Vete a servir a dioses ajenos,”

20 Que no caiga mi sangre sobre la tierra lejos de la faz de Yahvé, ya que el rey se ha puesto a perseguirme como se persigue por los montes a una perdiz.”

21 Saúl dijo: “He pecado. Vuelve, David, hijo mío, que yo no te haré ya mal, puesto que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. He obrado como un insensato y he faltado mucho.”

22 David respondió: “Aquí tienes tu lanza, rey. Que venga un mozo a buscarla.

23 Yahvé dará a cada uno según su justicia y su fidelidad. Hoy te ha puesto en mis manos, y yo no he querido alzar mi mano contra el ungido de Yahvé.

24 Como ha sido hoy preciosa tu vida a mis ojos, así lo sea la mía a los ojos de Yahvé y me libre él de toda angustia.”

25 Saúl dijo a David: “¡Bendito seas hijo mío, David! Afortunado serás en todas tus empresas”' David prosiguió su camino y Saúl se volvió a su casa.

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1 Samuel 26

1 Samuel 26 - Introducción

* Saúl persigue a David, quien nuevamente le perdona la vida. (1-12) David exhorta a Saúl. (13-20) Saúl reconoce su pecado. (21-25)

1 Samuel 26:1-12

1-12 ¡Cuán pronto los corazones impíos pierden las buenas impresiones que las convicciones les han hecho! ¡Qué indefensos estaban Saúl y todos sus hombres! Todo como desarmado y encadenado, pero no se les hace nada; Solo están dormidos. ¡Cuán fácilmente puede Dios debilitar a los más fuertes, engañar a los más sabios y desconcertar a los más vigilantes! David todavía resolvió esperar hasta que Dios creyera conveniente vengarlo de Saúl. De ninguna manera forzará su camino hacia la corona prometida por ningún método incorrecto. La tentación fue muy fuerte; pero si cedía, pecaría contra Dios, por lo tanto resistió la tentación y confió en Dios con el evento.

1 Samuel 26:13-20

13-20 David razonó seria y afectuosamente con Saúl. Aquellos que prohíben nuestra asistencia a las ordenanzas de Dios, hacen lo que pueden para alejarnos de Dios y hacernos paganos. Debemos considerar lo que nos expone al pecado, la mayor lesión que se nos puede hacer. Si el Señor te agitó contra mí, ya sea en desagrado hacia mí, tomando esta forma de castigarme por mis pecados contra él, o en desagrado hacia ti, si es el efecto de ese espíritu maligno del Señor que te perturba; que acepte una ofrenda de los dos. Unámonos en la búsqueda de la paz y para reconciliarnos con Dios mediante el sacrificio.

1 Samuel 26:21-25

21-25 Saúl repitió sus buenas palabras y buenos deseos. Pero no mostró evidencia de verdadero arrepentimiento hacia Dios. David y Saúl se separaron para no encontrarse más. Ninguna reconciliación entre los hombres es firme, lo que no se fundamenta en un cementado por la paz con Dios a través de Jesucristo. Al pecar contra Dios, los hombres se hacen el tonto y se equivocan excesivamente. Muchos obtienen una visión pasajera de estas verdades, que odian y cierran los ojos a la luz. Las profesiones justas no dan derecho a aquellos a la confianza que han pecado contra la luz durante mucho tiempo, sin embargo, las confesiones de los pecadores obstinados pueden satisfacernos de que estamos en el camino correcto y animarnos a perseverar, esperando nuestra recompensa solo del Señor.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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