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1 Reyes 2 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1 Reyes 2

1 Llegaron los días de la muerte para David, y dio sus instrucciones a Salomón, su hijo, diciéndole:

2 “Yo me voy por el camino de todos; esfuérzate, pues, y sé hombre.'

3 Sé fiel a Yahvé, tu Dios, marchando por sus caminos, guardando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos como están escritos en la ley de Moisés, para que seas afortunado en cuanto hicieres y dondequiera que vayas;'

4 de manera que cumpla Yahvé su palabra, la que a mí me ha dado, diciendo: Si tus hijos siguen su camino ante mí en verdad y con todo su corazón y toda su alma, no te faltará jamás un descendiente sobre el trono de Israel.

5 Bien sabes también tú mismo lo que me ha hecho Joab, hijo de Sarvia; lo que hizo con los dos jefes del ejército de Israel, Abner, hijo de Ner, y Amasa, hijo de Jeter, que los mató, derramando en la paz la sangre de la guerra y manchando con la sangre inocente el cinturón que ceñía sus lomos y los zapatos que calzaban sus pies.'

6 Haz, pues, con él conforme con tu sabiduría y no dejes que sus canas bajen en paz a la morada de los muertos.

7 Trata con benevolencia a los hijos de Barzilai el galadita y sean de los invitados a tu mesa, pues hicieron así bien conmigo cuando yo iba huyendo de Absa-lón, tu hermano.

8 Ahí tienes también a Semeí, hijo de Güera, benjaminita, de Bajurim, que profirió contra mí violentas maldiciones el día que iba yo a Majanaím. Cuando luego me salió al encuentro al Jordán, yo le juré por Yahvé, diciendo: No te haré morir a espada.

9 Pero tú no le dejes impune, pues, como sabio que eres, sabes cómo has de tratarle, y harás que con sangre bajen sus canas al sepulcro.”

10 Durmióse David con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David.

11 El tiempo que reinó David sobre Israel fue de cuarenta años: siete años reinó en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.

12 Sentóse Salomón en el trono de David, su padre, y su reino quedó muy firme.

13 Adonías, hijo de Jaguit, fue en busca de Betsabé, madre de Salomón. Ella le dijo: “¿Vienes de paz?” Y él respondió: “De paz.”

14 El añadió: “Quisiera decirte una palabra.” “Habla,” le dijo ella.

15 Y él dijo: “Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto en mí los ojos para hacerme rey; pero el reino ha sido traspasado y dado a mi hermano, porque Yahvé se lo había destinado.'

16 Una sola cosa te pido ahora; no me la niegues.” Ella respondió: “Di.”

17 Y él prosiguió: “Te pido que digas a Salomón, porque él no te lo negará, que me dé por mujer a Abisag la sunamita.”

18 Betsabé dijo: “Bien; yo hablaré por ti al rey.”

19 Betsabé fue a hablar a Salomón por Adonías, y el rey se levantó para salir a su encuentro, la besó, y, sentándose sobre su trono, hizo poner otro para de madre del rey y la sentó a su derecha.

20 Ella le dijo entonces: “Tengo una cosita que pedirte; no me la niegues.” Y el rey la dijo: “Pide, madre mía, que yo no te negaré nada.”

21 Ella le dijo: “Que le des por mujer a Adonías, tu hermano, Abisag la sunamita.”

22 El rey Salomón preguntó a su madre: “¿Por qué pides tú para Adonías a Abisag la sunamita? Pide ya el reino para él, pues que es mi hermano mayor y tiene con él a Abiatar, sacerdote, y a Joab, hijo de Sarvia.”

23 Y juró por Yahvé, diciendo: “Así me haga Yahvé y así me añada si no ha sido pronunciada contra su vida esta palabra de Adonías.

24 Ahora, pues, vive Yahvé, que me ha confirmado y me ha establecido sobre el trono de David, mi padre, y me ha edificado mi casa, según su promesa, que hoy mismo morirá Adonías.”

25 El rey Salomón mandó a Banayas, hijo de Jo-yada, que le hirió, y Adonías murió.

26 Luego dijo el rey al sacerdote Abiatar: “Vete a tus tierras de Anatot. Tú merecías la muerte, pero yo no quiero hacerte morir ahora, por haber llevado el arca de Yahvé delante de David, mi padre, y porque participaste en los trabajos de mi padre.”

27 Echó, pues, Salomón a Abiatar para que no fuese sacerdote de Yahvé, cumpliéndose así la palabra que había pronunciado Yahvé contra la casa de Helí en Silo.

28 Llegaron estas noticias a Joab, que había seguido el partido de Adonías, aunque no había seguido el de Absalón, y se refugió en el tabernáculo de Yahvé, cogiéndose a los cuernos del altar.

29 Dijeron a Salomón que Joab se había refugiado en el tabernáculo de Yahvé y estaba agarrado a los cuernos del altar; y Salomón mandó decir a Joab: ¿Qué sucedió para que huyeses al altar?” Y contestó Joab: “Es que he temido de ti y me he refugiado cerca del Señor.” Y Salomón mandó a Banayas, hijo de Joyada, diciendo: “Ve y hiérele.”

30 Llegado al tabernáculo de Yahvé, Banayas dijo a Joab: “Así habla el rey: Sal.” Pero él respondió: “No; quiero morir aquí.” Banayas llevó al rey esta respuesta, diciendo: “Esto he dicho a Joab y esto me ha contestado.”

31 El rey dijo a Banayas: “Haz como él dice: Hiérele y sepúltale, y quita hoy de sobre mí y de sobre la casa de mi padre la sangre inocente que Joab ha derramado.

32 Haga caer Yahvé esa sangre sobre su cabeza, pues mató a dos hombres más rectos y mejores que él, dándoles la muerte con la espada, sin que nada supiera mi padre, David: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá.

33 Su sangre caerá sobre la cabeza de Joab y sobre la de sus descendientes por siempre, mientras que sobre David y su descendencia, sobre su casa y su trono, dará siempre Yahvé su paz.”

34 Subió entonces Banayas, hijo de Joyada, y le hirió, matándole, y Joab fue sepultado en su sepulcro en el desierto.

35 Puso el rey en su lugar, por jefe del ejército, a Banayas, hijo de Joyada, y al sacerdote Sadoe en el lugar de Abiatar.

36 Hizo el rey llamar a Semeí y le dijo: “Hazte una casa en Jerusalén y habita en ella, sin salir ni entrar para nada. El día en que salgas y pases el torrente de Cedrón,

37 sabe que con toda certeza morirás; será tu sangre sobre tu cabeza.”

38 Semeí respondió al rey: “La orden es buena. Como lo dice mi señor el rey, así hará tu siervo.” Semeí estuvo mucho tiempo en Jerusalén;'

39 pero, al cabo de tres años, dos siervos de Semeí huyeron a refugiarse junto a Aquis, hijo de Maaca, rey de Gat. Le dijeron a Semeí: “Tus siervos están en Gat”;'

40 y, levantándose, montó en su asno y se fue a Gat, a Aquis, en busca de sus siervos, y de vuelta, se los trajo con él.

41 Informaron a Salomón de que Semeí había ido de Jerusalén a Gat y estaba ya de vuelta;'

42 y mandando llamar a Semeí, le dijo: “¿No te conjuré yo por Yahvé y no te advertí que el día en que salieras acá o allá sería el de tu muerte? Y me dijiste tú: La orden es buena y la obedeceré.

43 ¿Por qué, pues, no has guardado el juramento de Yahvé y la orden que yo te di ?”

44 Y siguió el rey diciendo a Semeí: “Bien sabes tú, tu corazón lo sabe muy bien, todo el mal que hiciste a David, mi padre. Yahvé hace recaer tu maldad sobre tu cabeza,

45 mientras que el rey Salomón será bendecido y el trono de David afirmado por siempre ante Yahvé.”

46 Dio el rey orden a Banayas, hijo de Joyada, que salió e hirió a Semeí, y Semeí murió. El reino se afirmó en las manos de Salomón.

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1 Reyes 2

1 Reyes 2 - Introducción

* El cargo de muerte de David a Salomón. (1-4) El cargo de David en cuanto a Joab y otros. (5-11) Salomón reina, Adonías que aspira al trono es ejecutado. (12-25) Abiatar desterrado, Joab ejecutado. (26-34) Shimei es ejecutado. (35-46)

1 Reyes 2:1-4

1-4 El cargo de David a Salomón es, mantener el cargo del Señor. La autoridad de un padre moribundo es mucho, pero nada para la de un Dios vivo. Dios le prometió a David que el Mesías vendría de sus descendientes, y esa promesa fue absoluta; pero la promesa de que no les fallaría un hombre en el trono de Israel era condicional; si camina delante de Dios con sinceridad, con celo y resolución: para ello, debe prestar atención a su camino.

1 Reyes 2:5-11

5-11 Estos consejos moribundos sobre Joab y Shimei, no provenían de la ira personal, sino por la seguridad del trono de Salomón, que eran los asesinatos que había cometido, pero los repetiría fácilmente para llevar a cabo cualquier propósito; aunque prolongado, se lo tendrá en cuenta por fin. El tiempo no desgasta la culpa de ningún pecado, particularmente del asesinato. Con respecto a Shimei, sostenlo no sin culpa; no pienses que es un verdadero amigo para ti o para tu gobierno, ni que sea digno de confianza; no tiene menos malicia ahora que la que tenía entonces. Los sentimientos moribundos de David se registran, tal como se entregan bajo la influencia del Espíritu Santo, 2 Samuel 23:1. El Señor le descubrió los oficios y la salvación de ese glorioso personaje, el Mesías, cuya venida pronosticó, y de quien derivó todas sus comodidades y expectativas. Ese pasaje da una prueba decidida de que David murió bajo la influencia del Espíritu Santo, en el ejercicio de la fe y la esperanza.

1 Reyes 2:12-25

12-25 Salomón recibió a Betsabé con todo el respeto que le debía a una madre; pero no se les pida a ninguno lo que no deberían otorgar. Se convierte en un buen hombre preferir una mala solicitud o aparecer en una mala causa. Según las costumbres orientales, era evidente que Adonías buscaba ser rey, al pedirle a Abishag como su esposa, y Salomón no podía estar a salvo mientras vivía. Los espíritus ambiciosos y turbulentos comúnmente preparan la muerte para sí mismos. Muchas cabezas se han perdido al atrapar una corona.

1 Reyes 2:26-34

26-34 Las palabras de Salomón a Abiatar, y su silencio, implican que se habían celebrado algunas conspiraciones recientes. Aquellos que muestran amabilidad con el pueblo de Dios deberán recordarlo para su ventaja. Por esta razón, Salomón perdona la vida de Abiatar, pero lo despide de sus oficinas. En el caso de los pecados que la sangre de las bestias expiaría, el altar era un refugio, pero no en el caso de Joab. Salomón mira hacia arriba a Dios como el Autor de la paz, y hacia la eternidad como la perfección de la misma. El Señor de la paz mismo nos da esa paz que es eterna.

1 Reyes 2:35-46

35-46 La vieja malignidad permanece en el corazón inconverso, y se debe vigilar a aquellos que, como Shimei, han manifestado su enemistad, pero no han dado evidencia de arrepentimiento. Ningún compromiso o peligro frenará a los hombres mundanos; continúan, aunque pierden sus vidas y sus almas. Recordemos que Dios no acomodará su juicio para nosotros. Su ojo está sobre nosotros; y luchemos por caminar como en su presencia. Que cada uno de nuestros actos, palabras y pensamientos se rija por esta gran verdad, que pronto llegará la hora en que las circunstancias más pequeñas de nuestras vidas saldrán a la luz, y nuestro estado eterno será arreglado por un Dios justo e infalible. Así, el trono de Salomón se estableció en paz, como el tipo del reino de paz y justicia del Redentor. Y es un consuelo, en referencia a la enemistad de los enemigos de la iglesia, que, por mucho que enfurezcan, es una cosa vana que imaginan. El trono de Cristo está establecido, y ellos no pueden sacudirlo.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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