1 Crónicas 17 - Comentario Bíblico de Matthew Henry1 Crónicas 171 Una vez que David se hubo establecido en su casa, dijo a Natán, profeta: “Yo estoy habitando una casa de cedro, mientras que el arca de la alianza de Yahvé está bajo una tienda.” 2 Natán respondió a David: “Haz lo que tienes en tu corazón, pues Dios está contigo.” 3 Pero aquella noche fue dirigida a Natán la palabra de Dios: 4 “Ve y dile a David, mi siervo: Así habla Yahvé: No serás tú quien a mí me edifique casa para que more en ella. 5 Nunca, desde que saqué a Israel hasta hoy, he habitado en casa, sino que anduve de una parte a otra en una tienda. 6 ¿Dije yo nunca a ninguno de los jueces de Israel, a quienes mandé apacentar a mi pueblo: Por qué no me hacéis una casa de cedro? 7 Di, pues, ahora a mi siervo David: Así habla Yahvé Sebaot: Yo te cogí de la majada, de detrás del ganado, para que fueras jefe de mi pueblo, Israel;' 8 he estado contigo por dondequiera que tú has andado; he exterminado ante ti a todos tus enemigos y he hecho tu nombre semejante al de los grandes que hay en la tierra.' 9 He dado un lugar de habitación a mi pueblo, Israel, y le he plantado para que se fije y no sea ya conmovido, ni los hijos de la iniquidad le destruyan, 10 como antes en el tiempo en que establecí los jueces sobre mi pueblo, Israel. He humillado a todos tus enemigos y te anuncio que Yahvé te edificará a ti casa. 11 Cuando se cumplan tus días y vayas a reunirte con tus padres, yo alzaré tu descendencia, después de ti, a uno de entre tus hijos, y yo afirmaré su trono. 12 El será quien me edifique casa, y yo afirmaré para siempre su trono. 13 Seré padre para él, y él será para mí un hijo, y no apartaré de él mi gracia, como la aparté del que te precedió. 14 Le estableceré para siempre en mi casa y en mi reino, y su trono será firme por toda la eternidad.” 15 Natán transmitió a David todas estas palabras y toda la visión, 16 y el rey David fue a ponerse ante Yahvé y dijo: “¿Quién soy yo, Yahvé Dios, y qué es mi casa para que tú me hayas traído a donde estoy? 17 Y todavía esto, ¡oh Dios! es poco a tus ojos. Hablas de la casa de tu siervo para tiempo lejano y te dignas mirarme como un hombre de excelencia, 18 ¡oh Yahvé, Dios! ¿Qué más podrá decirte David de la gloria que concedes a tu siervo? Tú conoces a tu siervo, ¡oh Yahvé! 19 y por amor de tu siervo y conforme a tu corazón has hecho todas estas grandes cosas, revelando todas estas grandezas, ¡oh Yahvé! 20 No hay semejante a ti, no hay otro Dios como tú, como con nuestros oídos hemos oído. 21 ¿Hay sobre la tierra una sola nación que sea como tu pueblo, Israel, cuyo Dios fuese a rescatar un pueblo para hacerse nombrar con tantos milagros y prodigios, y arrojando a naciones delante de tu pueblo, al que redimiste de Egipto? 22 Tú has hecho de tu pueblo, Israel, tu pueblo para siempre, y tú, ¡oh Yahvé! tú eres su Dios. 23 Ahora, pues, ¡oh Yahvé! que la palabra que has dicho de tu siervo y de su casa sea perdurable por la eternidad y cúmplela. 24 Que perdure, para que tu nombre sea glorificado por siempre y se diga: Yahvé Sebaot, Dios de Israel, es en verdad un Dios para Israel. Y que la casa de David, tu siervo, sea firme ante ti, 25 pues que tú mismo, Dios mío, has revelado a tu siervo que le edificarás casa. Por eso ha osado tu siervo orarte así. 26 Ahora, pues, ¡oh Yahvé! tú eres Dios y tú has prometido esta giacia a tu siervo. 27 Bendice, pues, la casa de tu siervo, para que subsista para siempre delante de ti. Porque tú, ¡oh Yahvé! la has bendecido y bendita será por la eternidad. |
Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit